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Foto: Roland Barthes
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La Doxa es la opinión corriente, el sentido repetido, como
si nada. Es Medusa: la que petrifica a los que la miran. Ello
quiere decir que es evidente. Pero, ¿la vemos? Ni siquiera: es una
masa gelatinosa pegada en el fondo de la retina. ¿Qué remedio
queda? De adolescente fui a bañarme un día a Malo–les–Bains, en un
mar muy frío donde proliferaban las medusas (¿qué aberración me
hizo aceptar aquel baño? Éramos un grupo, lo cual justifica todas
las cobardías); era tan corriente salir del mar cubierto de
quemaduras y ronchas que la encargada de los vestuarios le ofrecía a
uno plácidamente una botella de lejía cuando regresaba de bañarse.
De la misma manera, podría concebirse encontrar placer (un
placer alambicado) en los productos endoxales de la cultura de masas,
a condición de que al salir de un baño de esta cultura a uno
le ofreciesen, en cada ocasión, como si nada, una cierta cantidad
de discurso detergente
Reina y hermana de las horribles Gorgonas, Medusa
poseía una extraña belleza debido al brillo de su cabellera.