
Walter Benjamin (1892-1940) fue un pensador comprometido
críticamente con la realidad. Su obra ofrece una serie de brillantes
iluminaciones sobre, entre otros temas, la historia, el tiempo, la memoria, la
experiencia, el arte, la literatura o la relación del individuo con la gran
ciudad. En uno de los textos preparatorios de las famosas tesis sobre la
historia, de 1940, Benjamin expresa una de esas productivas y casi proféticas
iluminaciones: “Marx [1] dice
que las revoluciones son las locomotoras de la historia. Pero tal vez las cosas
sean diferentes. Quizá las revoluciones sean la forma en que la humanidad, que
viaja en ese tren, acciona el freno de emergencia” [2].
El fragmento reproducido pone de manifiesto el concepto
benjaminiano de “revolución”. En sus orígenes astronómicos, el término
“revolución” (revolutio) designaba el movimiento regular y circular de los
astros. Sin embargo, fue durante el siglo XVIII, sobre todo a partir de la
Revolución francesa, cuando la palabra adquirió el sentido político moderno de
cambio radical o ruptura brusca del orden social y político establecido.