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Franz Kafka por David Levine |
>> Hace un siglo el escritor vivió una eclosión creativa
que cambiaría el rumbo de la literatura
>> El atormentado literato produjo obras
extraordinarias como 'Contemplación',
'La condena' y 'La metamorfosis'
Ricardo Menéndez
Salmón
1912 es un año decisivo en la vida y obra de Kafka. Tanto
que, en su devenir, ni la una ni la otra, inextricablemente unidas, resultan
comprensibles sin atender a ese tiempo eje. Varias son las razones que validan
semejante argumento. En primer lugar, el 13 de agosto de aquel año Kafka conoce
a Felice Bauer en casa de los padres de Max Brod. De todas las mujeres que
articulan la vida emocional de Kafka, ninguna como Felice retrata no sólo lo
que Kafka llegará a ser, sino sobre todo lo que nunca será: esposo, padre, un
hombre con raíces. La relación con Felice, su vértigo de compromisos una y otra
vez aplazados o rotos, dibuja con singular empeño esa infernal soltería, esa
incapacidad (y, a la vez, ese terrible anhelo) para una vida doméstica al uso,
que Kafka elevó a rango de inolvidable literatura.