Hegemonía
Los criterios metodológicos sobre los cuales se debe basar un
análisis sobre la obra de Antonio Gramsci es el siguiente: que la supremacía de
un grupo social se manifiesta de dos formas, como dominio o como dirección
intelectual y moral. Un grupo social es dominante de los grupos que lo adversan
y que tiende a liquidar o someter, usando hasta la fuerza armada, y es dirigente
de los grupos afines y aliados. Un grupo social puede y debe ser dirigente
antes de conquistar el poder gubernamental (ésta es una de las principales
condiciones para la toma del poder mismo), y más tarde, cuando éste ejerza su
poder, incluso si ya lo tiene en su mano, se ha convertido en dominante, pero
debe seguir siendo también dirigente. (Cuaderno 9, XIV)
Culturas subalternas
La historia de los grupos sociales subalternos es
necesariamente disgregada y episódica. No hay duda de que la actividad histórica
de estos grupos es la tendencia a la unificación, sobre todo para los planes
inmediatos; pero esta tendencia se rompe constantemente por la iniciativa de
los grupos dominantes, y por lo tanto sólo puede probarse una vez que el ciclo
histórico se ha cumplido, siempre y cuando esto se produzca con un triunfo. Los
grupos subalternos padecen siempre la iniciativa de los grupos dominantes,
incluso cuando se rebelan y se sublevan: sólo la victoria permanente corta, pero
no inmediatamente, la subordinación.
De hecho, incluso cuando parecen triunfantes, los grupos
subalternos sólo se encuentran en un estado de alarma defensiva (esta verdad
puede ser demostrada por la historia de la Revolución francesa hasta 1830 por
lo menos). Todo indicio de iniciativa autónoma por parte de los grupos
subalternos, debería ser considerada de un valor inestimable para el
historiador integral, y de ello parece que tal historia no puede ser tratada que
por monografías, y cada monografía requiere un cúmulo muy grande de materiales,
a veces muy difíciles de recolectar. (Cuaderno 3, XX)
Los intelectuales y
la cultura nacional-popular
¿Qué significa el hecho de que el pueblo italiano lee preferentemente
a los escritores extranjeros? Significa que padece la hegemonía intelectual y
moral de los intelectuales extranjeros, que se sienten más conectados a los
intelectuales extranjeros que a los "compatriotas", es decir, que no
existe en el país un bloque nacional intelectual y moral, ni jerárquico y menos
aún, igualitario.
Los intelectuales no salen del pueblo, a pesar de que alguno
de ellos tenga ese origen popular, y no se sienten vinculados a la gente común,
no se sienten ligados a ellos (aparte de la retórica); no conocen y no sienten sus
necesidades, sus aspiraciones, sus sentimientos; pero frente al pueblo, están
algo más que distantes, etéreos, una casta y no una articulación, con las funciones
orgánicas del pueblo en sí mismo
La pregunta debe hacerse extensiva también a toda la cultura
nacional-popular y no limitada a la literatura narrativa solamente: las mismas
cosas se pueden decir del teatro, de la literatura científica en general. ¿Por
qué no han surgido en Italia escritores como Flammarion? ¿Por qué no ha nacido
una literatura de divulgación científica como en Francia y en otros países?
Estos libros extranjeros traducidos, son buscados, leídos y suelen tener mucho
éxito. Todo esto significa que la clase educada, con su actividad intelectual,
se encuentra separada del pueblo-nación, no porque el pueblo-nación no haya demostrado
y no muestre interés en esta actividad intelectual en todas sus etapas, desde
los más humildes hasta los más sublimes. El elemento intelectual nativo busca los
libros extranjeros porque es más extranjero que los propios extranjeros frente
a su propio pueblo. La cuestión no ha nacido hoy: se ha arraigado desde la
fundación del Estado italiano, y su existencia anterior es un documento que
explica el retraso de la formación de la unidad política-nacional de Italia.
(Cuaderno 21, XVII)
La realidad del
Oriente
Para comprender exactamente los significados que puede tener
el problema de la realidad del mundo exterior, puede ser apropiado desarrollar
el ejemplo de los conceptos de Oriente y de Occidente, que no dejan de ser objetivamente
reales, si bien el análisis se demuestra nada más que como algo convencional, es
decir histórico-cultural (a menudo los términos artificiales y convencionales
indican hechos históricos, productos del desarrollo de la civilización, y no elaboraciones
racionalmente arbitrarias o individualmente artificiales).
Está claro que el este y el oeste son elaboraciones
arbitrarias, convencionales, es decir históricas, porque fuera de la historia
real, cualquier punto de la tierra es el este y el oeste al mismo tiempo. Esto
se puede ver más claramente a partir del hecho de que estos términos se han
cristalizado, no desde el punto de vista de un genérico, hipotético y
melancólico hombre, sino desde el punto de vista de las clases ilustradas
europeas que a través de su hegemonía mundial se han hecho aceptar en todas
partes.
Japón está situado en el Lejano Oriente no sólo para el
europeo, sino también quizás por el estadounidense de California y para los mismos
japoneses, que, a través de la cultura política británica puede llamar Cercano
Oriente a Egipto. Así que a través de la interpretación histórica se fue aglutinando
al término geográfico, las expresiones Oriente y Occidente, y estas han
terminado por indicar a determinadas relaciones complejas entre diferentes
civilizaciones. Así que los italianos cuando hablan de Marruecos lo señalarán
como un país del Oriente, para referirse a la civilización musulmana y árabe.
(Cuaderno 9, XVI).
Nota: Las citas han sido extraídas y
traducidas de la edición crítica de los ‘Quaderni del carcere’, del Istituto
Gramsci, a cargo de Valentino Gerratana, Giulio Einaudi editore, 1975.