
Cuando Palmiro Togliatti leyó por primera vez los Quaderni de
Gramsci, probablemente experimentó una sensación parecida a la que sintió el
primer erudito que tuvo en sus manos los Rollos del Mar Muerto. Las notas
habían permanecido inéditas por mucho tiempo. Casi nadie sabía de estos
escritos de Gramsci, quién había conocido la Revolución de Octubre muy de cerca
y al poco tiempo se había distanciado de ésta y del stalinismo que la siguió.
El Secretario del Partido Comunista Italiano vio en estos
escritos la obra de un gran teórico e inmediatamente se propuso la tarea de
publicarlos. Sin embargo, no fue hasta el año 1947 que estos escritos vieron la
luz; diez años después de la muerte de su autor. El forzado aislamiento de
Gramsci de la práctica política pudo tener como consecuencia la agudización de
su intuición, para ver con mayor realidad la dirección que tomaba el
capitalismo.
Mientras la Internacional Comunista proclamaba la inminencia
del socialismo y se preparaba para el asalto final y la destrucción de un
capitalismo en crisis, Gramsci constataba que el sistema entraba en una nueva
fase expansiva, determinada por el fordismo y el taylorismo que para él
constituían los elementos esenciales en la definición del futuro productivo y
tecnológico de la Humanidad.(2)
Gramsci perteneció a un núcleo de pensadores marxistas
aparentemente más abiertos, al cual adhieren Rosa Luxemburgo y Georg Lukács,
aportando al marxismo una nueva perspectiva que coloca de relieve el factor de
la subjetividad, de la espiritualidad, de la ética, de la estética, por lo
tanto una relación diferente entre sujeto y objeto, entre medio y fin, aspecto
que , según el autor Antonio Leal, lo diferencia de la tradición marxista
clásica.