
Las perspectivas de Gramsci en su obra Sobre Educación confrontan
al educador con un enigma intrigante. En la literature sobre el tema, Gramsci
emerge como el héroe con dos caras, dos cabezas que miran exactamente en
direcciones opuestas. Sus visiones sobre la educación le presentan un problema
al erudito, al educador, al profesor, así como al ciudadano ilustrado
preocupado por la suerte que ha corrido la educación como víctima de la guerra
sobre la cultura. Estas visiones han sido objeto de extensos análisis por parte
de los partidarios de ambas facetas de esta disyuntiva por más de una
generación, entre los que se incluyen escritores prominentes, hombres que dan
la impresión de saber a qué se refieren.
Sin embargo, el Gramsci esencial
parece escurrírseles entre los dedos. Para la Izquierda, éste emerge como la
encarnación del educador radical y visionario, mientras que para la Derecha,
Gramsci se perfila como el ideal estético de la educación tradicional y
conservadora. Cada posición es argumentada con vigor y en el major de los
casos, demuestra amplia familiaridad con la obra de Gramsci y con lo que se ha
escrito sobre ella.
La Guerra de las
Ideas
Dentro de los partidarios que encabezan estos dos mundos de
pensamientos, mencionaremos a cuatro. El primero que sobresale en el área de
los radicales, es Quentin Hoare, el traductor inglés de 'Selecciones de los
Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci', con su introducción generosa y bien
informada. En esto le siguió, algunos años más tarde, Henry Giroux, un
destacado discípulo de Paulo Freire.
Igualmente notables son los capitanes de la cultura del lado
contrario. El honor le corresponde aquí a Harold Entwistle, un educador
británico que reside actualmente en Canadá y cuyo libro 'Antonio Gramsci:
Conservative Schooling for Radical Politics' (1979) abrió nuevos territorios. A
éste le siguió E. D. Hirsch, un ex profesor de literatura, cuya obra Cultural
Literacy lo había convertido ya en una voz reconocida, a ser seguida por Las Escuelas
que Necesitamos y Por qué no las Tenemos. Hirsch, quien también domina el
italiano, se basó en la obra de Entwistle para justificar su visión de Gramsci como
un educador tradicional. Como era de esperar, tanto Entwistle como Hirsch
fueron atacados ferozmente por Giroux en las páginas del Harvard Educational
Review, Telos, y en British Journal of the Sociology of Education [Revista
Británica de Sociología de la Educación]. Las llamas de la guerra cultural
ardían con furia.