
"¿Cómo
es posible pensar el presente, y un presente bien determinado, con un pensamiento
trabajado por problemas de un pasado remoto y superado?"
Cuando
los cascotes del muro de Berlín todavía siguen cayendo sobre nuestras
desconcertadas cabezas, mientras la polvareda nos nubla la perspectiva del
nuevo siglo; cuando el mundo sobre el cual construíamos nuestras realidades y
proyectabamos el futuro ha girado 180 grados y todo parece haberse vuelto
repentinamente obsoleto y vacío; cuando se decreta el fin de la historia y la
muerte definitiva de las ideologías en aras del más burdo pragmatismo; cuando
no
atinamos a ordenar el caos mientras se baten loas a la fecundidad del desorden, no parece desatinado preguntarse por qué detenerse a indagar en el pensamiento de alguien muerto en la casi prehistoria de 1937. Por qué Gramsci hoy, por qué nuevamente Gramsci, requiere algunas explicaciones.
atinamos a ordenar el caos mientras se baten loas a la fecundidad del desorden, no parece desatinado preguntarse por qué detenerse a indagar en el pensamiento de alguien muerto en la casi prehistoria de 1937. Por qué Gramsci hoy, por qué nuevamente Gramsci, requiere algunas explicaciones.
El
interés por la obra de Antonio Gramsci tuvo un pico sin precedentes en la
década de los '70.
Cantidades de trabajos se escribieron en torno al pensamiento del comunista
italiano, que destacaban diferentes aspectos de su compleja producción,
pretendiendo darle un sentido integral a las notas dispersas de su período carcelario.
Justamente la característica no articulada de sus cuadernos de la cárcel, y
el hecho mismo de que su autor no los haya revisado para su publicación, ha dado
lugar a las más variadas interpretaciones teóricas y políticas. Qué hubiera
dado a conocer Gramsci, qué hubiera sostenido en definitiva, y qué hubiera
desechado por provisional o errado es una incógnita de imposible
dilucidación, pero que ha servido para provocar fuertemente, como acicate intelectual
y político, la búsqueda de respuestas a los constantes desafíos de la
dominación capitalista.
No
es extraño que la preocupación de Gramsci por desentrañar los mecanismos consensuales
de la dominación burguesa en las sociedades modernas desde principios de siglo,
que expresaban formas de integración social de los sectores populares más
complejas y obligaban a pensar nuevas estrategias de lucha revolucionaria, haya
sido puesta de manifiesto en el cenit de las formas benefactoras del Estado
capitalista, con su intrincado entramado de instituciones, desarrolladas tanto
en el ámbito de la sociedad civil como en el de la sociedad política, sobre la
base de las condiciones materiales más favorables para las masas conocidas
desde la aparición del capitalismo.