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Antonio Gramsci ✆ Angelo Gentillini |
Gramsci, a diferencia de Lenin, se midió teóricamente con el
pensamiento político occidental. Se topó con una sociedad articulada,
sistemática aun en sus crisis, rica en sus instituciones. Además, fue un activista
político que, al final de sus días, pasó a la actividad científica para dejar
algo fur ewig. AI contrario
precisamente también de Lenin. Sus investigaciones teóricas de los Quaderni no
padecieron el peso de la inmediatez de la actividad partidista. Este
aislamiento carcelario -como en otro tiempo su predecesor Maquiavelo, el solitario
pensador político de S. Casciano- puede considerarse positivo en orden a
conseguir más objetividad e imparcialidad en la elaboración teórica.
Gramsci fue un hombre de su tiempo. Y en ese tiempo “histórico”
conviene interpretarlo. No en término de ortodoxia o heterodoxia con respecto
al marxismo clásico. No en si logra o no pasar un examen frente a los textos
marxistas o leninistas, sino en su contemporaneidad.
Es decir, como anota M. L. Salvadori, en esa “determinación de su problemática y
del contexto social en el que ésta se sitúa."
Gramsci se nos presenta como un “contemporáneo” de su tiempo.
Como el intelectual que unía el pasado histórico y, al mismo tiempo, como el
intelectual comprometido en desentrañar la trama de su presente cultural,
cambiando las estructuras sociales de su nación italiana. Como el hombre que no
se quedó en el mero “saber” ni en la mera “pasión”, no en la pura elucubración,
desgajada de la realidad, ni en la pura y desnuda practicidad
Tiene razón Cerroni cuando presenta a Gramsci como “… el primer intelectual completo de la
Italia unida: suficientemente vinculado a su sociedad para proponerse la acción
política de transformación; y, sin embargo, vinculado en forma igualmente
suficiente con la historia de la cultura para seguir permaneciendo dentro.”
Gramsci no disocia la elaboración teórica de la política. Teoría-análisis
surgida de la problemática -inmediata y candente- de la revolución socialista. Si
en los años del Ordine Nuovo recibe el impacto de la lucha partidista y, por consiguiente,
la avalancha de lo fáctico, de lo específicamente empírico, esta experiencia no
la aísla, no la sacraliza, no la dogmatiza, no hace de ella una nueva
metafísica.