
Hablar de «presente y futuro del marxismo» en el primer año
del siglo XXI, después del sangriento y cruel siglo que acabamos de terminar,
tiene algo de provocación. Muchos piensan que el marxismo no podrá recuperarse
jamás de su trágico pasado. Defienden dicha tesis no sólo intelectuales
conservadores o anti-marxistas de toda la vida, sino radicales de diverso tipo
o conversos avergonzados de sus entusiasmos anteriores.
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Vaya por delante que
quien esto escribe, aún sin cerrar los ojos ante aquellos desmanes, no cree que
sea fácil ni mucho menos que sea provechoso clausurar una larga tradición que
con sus pros y sus contras ha ayudado a definir las luchas obreras y sociales
del último siglo en sus enfrentamientos con el sistema capitalista, todavía
vigente.
Con mayor razón si se tiene en cuenta que, ya desde los años veinte,
voces también marxistas aunque minoritarias, se pronunciaron contra el modo en
que esta teoriza estaba siendo utilizada y desvirtuada para legitimar
determinados sistemas sociales. Sin duda el problema es complejo: no pretendo
insinuar que nada tuviera que ver la interpretación oficial del marxismo de los
partidos comunistas, especialmente en el caso de ser partidos gobernantes, con
la situación política, social y económica creada en sus respectivos países,
pero no parece que las decisiones tomadas, especialmente a partir de los años
treinta fueran aplicación pura y simple de una doctrina; más bien creo que se
usaba la referencia al marxismo, convertido en doctrina oficial pero por ello
mismo intangible, como fuente de legitimación de una política que obedecía a
otros móviles y tenía otras intenciones. Tampoco me parece justo
responsabilizar a los comunistas en Occidente que, en tantos casos, siguieron
una política de oposición y enfrentamiento con los gobiernos de sus respectivos
países que les causó tantos sufrimientos, de la corrupción imperante en otros
lugares. En Europa el primer intento ha fracasado; tal vez algún otro le
seguirá con éxito inesperado.
El objetivo del artículo es pues, como indica el título,
abordar el presente y el futuro del marxismo, no relatar su pasado ya que no se
trata de revisar la historia del movimiento teórico y político denominado
«marxismo», sino de abordar los debates planteados en la actualidad y esbozar
su proyección futura, en el caso de que sea posible.

Montserrat
Galcerán Huguet es catedrática de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
Ha publicado «La invención del marxismo», Madrid, Lépala, 1997.
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