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Lev Vigotsky |
A propósito del libro de Lev S. Vigotky, ‘Conscience, inconscient, émotions’ precedido de ‘Vygostki, la conscience comme liaison’ de Yves Clot. (París: La Dispute, 2003). Traducción de Iván Gordillo para Marxismo Crítico.
La publicación de este volumen de tres textos de Lev S.
Vigotsky es una admirable iniciativa de la editorial La Dispute. Debe saludarse
la tenacidad en brindar al público francófono [1] la obra del gran
psicólogo ruso, prematuramente desaparecido a la edad de 38 años (1896-1934).
Gracias a este volumen, vuelven a estar disponibles dos textos anteriormente
publicados en francés en la revista Société française, en 1994 y 1995, pero
desde entonces inaccesibles, de los cuales uno, el primero, muchas veces
comentado, es considerado actualmente como un clásico. “La conciencia como
problema de la psicología del comportamiento”, publicado en 1925 es el texto de
una conferencia impartida en octubre de 1924 en el Instituto de Psicología de
Moscú.
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“La psique, la conciencia, el inconsciente” fue publicado en 1930. “Las emociones y su desarrollo en la edad infantil”, que data de 1932 y aparece por primera vez en francés, es una de sus conferencias sobre psicología pronunciadas en el Instituto Pedagógico Superior de Leningrado.
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“La psique, la conciencia, el inconsciente” fue publicado en 1930. “Las emociones y su desarrollo en la edad infantil”, que data de 1932 y aparece por primera vez en francés, es una de sus conferencias sobre psicología pronunciadas en el Instituto Pedagógico Superior de Leningrado.
La calidad de este volumen radica en el hecho de que todos
estos textos constituyen hitos en el desarrollo vigotskyano, ofreciendo así la
oportunidad de comprender in concreto la construcción de su pensamiento.
Porqué lo que sorprende de inmediato al lector es su coherencia y su precisión o, mejor dicho, el movimiento de un pensamiento alejado de toda tentativa especulativa y/o reduccionista, que se basa en la riqueza y la complejidad del ser humano en sus dimensiones psíquicas, afín de construir la ciencia sin caer en el reduccionismo. Se exprime la singularidad de un enfoque, en psicología primero, que Vigotsky, aunque sea a título esencialmente póstumo, ha contribuido profundamente en transformar, pero también dentro del marxismo donde destaca como un pensador perspicaz y fecundo. Se puede así comprender la ocultación de la que fue víctima durante un largo periodo, que excede ampliamente el periodo stalinista, sin contar su (tardío) redescubrimiento.
Porqué lo que sorprende de inmediato al lector es su coherencia y su precisión o, mejor dicho, el movimiento de un pensamiento alejado de toda tentativa especulativa y/o reduccionista, que se basa en la riqueza y la complejidad del ser humano en sus dimensiones psíquicas, afín de construir la ciencia sin caer en el reduccionismo. Se exprime la singularidad de un enfoque, en psicología primero, que Vigotsky, aunque sea a título esencialmente póstumo, ha contribuido profundamente en transformar, pero también dentro del marxismo donde destaca como un pensador perspicaz y fecundo. Se puede así comprender la ocultación de la que fue víctima durante un largo periodo, que excede ampliamente el periodo stalinista, sin contar su (tardío) redescubrimiento.
Este volumen permite aprehender el pensamiento de Vigotsky
desde su crítica de la reflexología, en su nombre y con sus palabras, hasta su
vigorosa crítica de la teoría de las emociones de W. James, pasando por su
ceñida discusión de la caracterización de la psique. Este primer movimiento
coincide con otro más sincrónico, aquel –interno– de su elaboración reflexiva,
en particular respecto a la psicología objetivista, ya mencionada, pero también
a la fenomenología (Husserl) y la metapsicología (Freud), respecto a la cual su
declaración es la más novedosa.
Antes de llegar a los textos propiamente dichos, es de
interés esbozar brevemente su tesis central. La actividad humana, y la
actividad psíquica en particular, no se reducen a un conjunto de conductas
adaptativas, ni el comportamiento a una disposición refinada de reflejos. En
efecto, la actividad implica una transformación del medio por parte del ser
humano el cual se transforma simultáneamente, creando mediaciones, construyendo
herramientas, inventando instrumentos semióticos. La originalidad de Vigotsky
consiste particularmente en ampliar el marco semiótico a los instrumentos
psicológicos, es decir, a concebirlos como signos. Productos socialmente
elaborados y socialmente transmitidos, estas herramientas y estos instrumentos
(se) presentan, para cada nueva generación, (con) un carácter restrictivo y de
exterioridad que requiere un verdadero proceso (activo) de reapropiación y no
únicamente una “simple” interiorización (pasiva) [2] . Se deduce el
principio cardinal de la “génesis histórico-cultural” de los procesos y las
funciones psíquicas superiores que Vigotsky descubre a través del lenguaje
egocéntrico de los niños. Este lenguaje es en efecto uno de los fenómenos que
marcan el paso “de las formas de actividad social, colectiva de los niños”
(“funciones interpsíquicas”) a “las funciones individuales” (“intrapsíquicas”).
Y Vigotsky precisa que este paso es “una ley general del desarrollo de todas
las funciones psíquicas superiores que aparecen inicialmente como formas de la
actividad de cooperación y no son más que, en consecuencia, transferidas por el
niño dentro de la esfera de sus formas psíquicas de actividad.” ( Pensamiento y
lenguaje , p.446)
En “La conciencia como problema de la psicología del
comportamiento” (1925), dos ideas destacan esta tesis de manera original. Si el
comportamiento no es el despliegue inmanente de una esencia, aunque sea
individualizada, sino una posible actualización entre una infinidad de
posibilidades, en función de las circunstancias concretas de la actividad del
sujeto (p. 76), se destacan dos consecuencias. En primer lugar, que “el
mecanismo del comportamiento social y de la conciencia son uno y lo mismo”
(p.89) y luego, que la conciencia es “de alguna manera un contacto social con
uno mismo”, un “caso particular de la experiencia social” (p.91-92). La
conciencia no es una substancia pensante inmaterial ni, simétricamente, una
cosa “material [3] ” –dos perspectivas igualmente abstractas y
gemelas–, sino más esencialmente, una actividad histórico-cultural. “Nos
conocemos a nosotros mismos porque conocemos a los demás”. Así, “la
consecuencia de la hipótesis avanzada, si ella es adoptada, será la
sociologización, que se deriva directamente, de toda la conciencia, [la consecuencia]
será reconocer que el elemento social tiene en la conciencia la primacía de
hecho y la primacía de tiempo.” (p.90) Pero contra el sentir común, a veces
demasiado venerado, la “sociologización” no implica en absoluto ninguna
reducción sino, más bien al contrario, una complejización: la conciencia es,
según la famosa fórmula marxiana, una relación, un producto social, o, según
una pertinente fórmula de Yves Clot en su texto de presentación, “la traducción
de una actividad dentro de otra actividad” (p.12).
Aunque resumido a grandes rasgos, la singularidad del
enfoque vigotskyano es patente: no se trata de estudiar la conciencia “en sí”
sino de hacerla “vivir” para estudiarla. Por tanto, hace falta liberarla de su
supuesta autarquía ontológica, es decir, no explicarla por ella misma ni,
recíprocamente, desrealizarla como una simple corteza (psíquica) de movimientos
estrictamente psicológicos.
Esta doble exigencia constituye precisamente uno de los
motivos del segundo texto en el que Vigotsky muestra la perspectiva esbozada en
el primero. “La psique, la conciencia, el inconsciente” (1930) es un texto
cardinal, de gran alcance epistemológico y metodológico que puede considerarse
como una condensación de las tesis presentadas en su famosa obra sobre la
situación histórica de la psicología [4] . Vigotsky la destaca, por
otra parte, en limine : “Las tres palabras que encabezan el título de nuestro
ensayo” no designan sólo “tres cuestiones psicológicas centrales y
fundamentales, sino que son en mucho mayor grado cuestiones metodológicas, es
decir, cuestiones relativas a los principios de estructuración de la propia
ciencia psicológica.” (p.95)
Comienza señalando las insuficiencias de la psicología
tradicional, a través de tres de sus principales paradigmas: la psicología
objetiva (de ascendencia parvloviana), la fenomenología husserliana (una
“geometría del espíritu”) y finalmente la metapsicología freudiana, respecto a
la cual su juicio es, como veremos, problemático. A pesar de sus mejoras, tanto
la reflexología como la fenomenología permanecen en el fondo prisioneras de
fundamentos filosóficos idealistas, en lo que reiteran el dualismo cartesiano,
descomponiendo las funciones psicológicas superiores en procesos psíquicos por
un lado y físicos por el otro. Así, la psicología objetiva (reflexología) se
convierte in fine en una psicología “no psíquica” (p.96-100). Acerca de la
fenomenología, esta considera la psique como “una esfera de la realidad
totalmente aislada, en la que no actúa ninguna de las leyes de la materia, y
constituye el verdadero reino del espíritu” (p.100); una psicología
desencarnada en suma.
En contra de este dualismo, Vigotsky insiste con vigor en el
carácter unitario de los procesos psicológicos que constituyen una “ totalidad
concreta” (K. Kosik). Refiriéndose a Spinoza [5] y a Marx, apunta que
la psicología “es parte de la naturaleza misma directamente relacionada con las
funciones de la materia altamente organizada de nuestro cerebro” y que se debe
considerar “la psique no como una serie de procesos especiales que existen en
algún sitio en calidad de complementos por encima y aparte de los cerebrales,
sino como expresión subjetiva de esos mismos procesos”. (p.103-104) Esta
aprehensión unitaria del psiquismo no reduce la originalidad cualitativa de
cada una de sus dimensiones, su distinción no tiene más relevancia que la
analítica.
Es por tanto rechazando todo enfoque unilateral como, por
ejemplo, el de la fenomenología, que abolió en psicología la diferencia entre
fenómeno y ser, identificando sin diferencias psiquismo y conciencia. (p.110).
Citando la famosa fórmula de Marx –“…si la esencia de las cosas y su forma de
manifestarse coincidiesen directamente, toda ciencia sería superflua”– Vigotsky
insiste en el hecho que es la posibilidad misma de ciencia la que queda por
tanto destruida. Si “el objeto de la psicología es, formando un todo, el
proceso psicofisiológico del comportamiento, se vuelve perfectamente claro que
no hay expresión adecuada completa únicamente en la parte psíquica”. (p.111) La
conciencia no es por tanto la atalaya soberana del cuerpo, sino un autómata, un
cuerpo abstracto, irreal.
Si la posición de Vigotsky es determinante respecto a los
paradigmas objetivistas y subjetivistas de la psicología, es, sin embargo, más
problemática (en sentido afirmativo del término) vis a vis a la metapsicología
freudiana. Le discute más particularmente el concepto de inconsciente,
observando que “la tentativa de crear una psicología con ayuda del concepto de
inconsciente tiene en este caso dos vertientes: por un lado, es afín a la
psicología idealista, ya que se cumple el precepto de explicar los fenómenos
psíquicos a partir de sí mismos, y por otro, Freud se sitúa en el terreno del
materialismo al introducir la idea de un fuerte determinismo en todas las
manifestaciones psíquicas, cuya base queda reducida al nivel orgánico y
biológico, en concreto, al instinto de conservación de la especie.” (p.102)
Pero esta ambigua dualidad no es insalvable. Es precisamente
porque conciencia y psique no coinciden, porque no se ensamblan exactamente
como afirma la fenomenología, que se plantea la cuestión del inconsciente y su
realidad. Vigotsky recuerda, en otros tres factores fundamentales que han
influenciado de ahí en adelante la introducción del concepto de inconsciente en
la psicología tradicional, (p.112-113): i ) “el carácter consciente de los
fenómenos comporta diferentes niveles [6] ”; ii ) la psique es el
lugar de conflictos y luchas incesantes por “entrar en el campo de la
conciencia”; iii ) el carácter dinámico específico de las representaciones
cerebrales.
En sí mismos, estos factores son pertinentes. En la medida
en que el psiquismo es un “componente del complejo proceso que cubre
enteramente su parte consciente”. Parece, escribió Vigotsky, “que en psicología
es completamente lícito hablar de lo psicológicamente consciente e
inconsciente: lo inconsciente es potencialmente consciente”. Y unas líneas más
adelante dice: “la ventaja de una concepción dialéctica” es que “el
inconsciente no es ni psíquico ni fisiológico sino psicofisiológico o, dicho
más exactamente, psicológico.” (p. 118-119)
Enlazando con lo anterior, Vigotsky recupera la idea
anunciada por John B. Watson, de una relación entre el inconsciente y lo no
verbal (p.121), algo que, en su presentación, Y. Clot reformula como una
“actividad desligada, como un pensamiento desligado de las palabras”, añadiendo
que “Vigotsky se prepara así para escribir las más preciosas páginas de
Pensamiento y lenguaje ” (p.30). Pensamos naturalmente en la idea cardinal que
el lenguaje no es la simple exteriorización del pensamiento, ni su simple
expresión sino un registro potencial de su realización: “el pensamiento,
escribe, no se expresa en la palabra, sino que se realiza en ella”. Pensamos
igualmente en su tan sugerente metáfora comparando el pensamiento con una nube
descargando una lluvia de palabras [7].
Sus alabadoras observaciones, sin embargo, no encierran
tentación hagiográfica alguna. La relación de Vigotsky con el psicoanálisis
permanece problemática. Vigotsky tiende a minimizar la relación estructural del
inconsciente freudiano que no se reduce a lo potencialmente consciente puesto
que se opone la inhibición. Formulamos la hipótesis que Vigotsky posiblemente
no escapa a la tentación de restituir la metapsicología freudiana funcional a
su propia construcción por razones científicas que no son inadmisibles. Más
allá de la estricta cuestión del inconsciente, es la cuestión del materialismo
implícito –“espontaneo” dijo Althusser– de la teoría freudiana la que según
nosotros se plantea. No sin razón, Vigotsky sospecha un vitalismo, el mismo que
criticará en la teoría de las emociones de W. James, que implica una
restauración subrepticia de la metafísica en la psicología [8].
“Las emociones y su desarrollo en la edad infantil” (1932)
corona el propósito vigotskyano del rechazo a toda concepción organicista de
las emociones que las concibe como proyecciones psíquicas de movimientos
orgánicos. Precisamente al contrario, las emociones son procesos psicológicos
unitarios. Apoyándose de nuevo y de manera crítica sobre las reflexiones de
Freud, Vigotsky subraya con fuerza que las emociones no son sedentarias sino
nómadas. Estas tienen una historia, la del sujeto, al cual contribuyen en su
formación y personalidad, y un tejido concreto con la actividad con la que
están re-unidas. Vigotsky recuerda a este propósito que la experimentación
muestra el rol central jugado por las emociones en la movilización del
organismo todo entero, incluyendo el comportamiento, para evitar, por ejemplo,
el peligro: “nadie, en efecto, ha determinado hasta ahora lo que puede el
cuerpo” como observa Spinoza que Vigotsky no olvida de citar. Las emociones no
son ni la corteza contemporánea de comportamientos arcaicos sedimentados en
nuestro metabolismo, ni la precedencia psíquica de movimientos psicológicos
–versión modernizada de los antiguos “humores”.
Lo hemos apuntado al principio, el interés de este volumen
reside en la lectura de la evolución diacrónica del pensamiento de Vigotsky,
dicho de otro modo la manera como aborda, a partir de temas específicos
evocados en el mismo título del volumen, las cuestiones de la psicología y del
psiquismo. Su interés es también, creemos, el de atestiguar la fuerza de
Vigotsky para el marxismo hoy, y no solamente en el estricto campo académico de
la psicología y las ciencias de la educación al que su intervención está
circunscrita por el momento.
Vigotsky fue víctima involuntaria de su singularidad dentro
del campo de un “marxismo” que se le llamó oficial en el sentido de Vulgata,
regente durante largo tiempo. Señalaremos para la anécdota que más allá de la
bolchevización esterilizante del pensamiento soviético –que incluye pues la
psicología, sus simpatías por Trotsky fueron sin duda un motivo del silencio
bajo la dura mortaja de la historia borrada. Fue singular, en efecto, en no
reivindicar nunca su construcción teórica como “marxista”, en el sentido de la
Vulgata antes señalada. Así, había recusado firmemente toda idea de una
“psicología marxista” concebida como la simple declinación abstracta o, peor
aún, la aplicación del marxismo “dentro” de la psicología: “no hay aún
psicología marxista; esto debe ser entendido como una labor histórica no como
un hecho dado por sentado. [9]”
Su obra participa así resueltamente de ese “marxismo
creador” que ha sabido resistir a las erróneas simplificaciones del “corto
siglo XX”. Una obra dinámica, que promete y promueve fértiles confrontaciones.
Además de las evocadas más arriba con Gramsci y Sartre, estimamos otra
confrontación aún más fértil con György Lukács y más particularmente con su
Ontología del ser social . Lo que anudaría dicha confrontación es la cuestión
central de la antropogénesis que no reniega de su adhesión al marxismo ni deja
de reclamar su estructuración histórico-cultural [10]. En definitiva, es
la cuestión mayúscula y cuán actual de una teoría emancipatoria del sujeto y de
la individualidad (cf. Henri Wallon) que es aquí mostrada, y por la cual los
análisis de Marx y Engels ( La ideología alemana ) y también, no olvidemos, de
Spinoza, son decisivos. Es precisamente, nos parece, el movimiento subterráneo
del pensamiento de Vigotsky que relaciona su obra inacabada Teoría de las
emociones a sus trabajos ulteriores por los que es esencialmente (re)conocido
hoy.
Este hilo conductor tejido por Vigotksy corrobora lo que
André Tosel, por su parte, ha evidenciado correctamente, a saber la existencia,
la concurrencia, de dos lecturas de Spinoza en el marxismo. Una pasa por
Plejánov que lo lee a la luz de la ciencia alemana –Leibniz-Wolff-Hegel para ir
rápido–, reformulando su sistema en una neo-metafísica “materialista”. La otra,
la “gran Otra”, pasa por Labriola que sostiene una lectura decididamente no
especulativa, centrada en la parte tercera de la Ética [11] , la
cual, según nosotros, está afiliada sin duda a la lectura vigotskyana. Aquí
está pues nuestra invitación a (re)pensar, gracias a Vigotsky, la fuerza de
Spinoza para el marxismo y para la emancipación, única obra vital, de ahora en
adelante, del género humano. Un pensamiento, indiscutiblemente, para el futuro.
Notas
[1] Aparte del presente volumen, señalemos su obra magna Pensamiento y lenguaje (1934), de la que se ha publicado en 1997 la tercera edición francesa, así como la reciente aparición de su tesis: Psicología del arte (1925). Añadimos la obra colectiva dirigida por Yves Clot, Avec Vygotski, de la que ha aparecido en 2002 una segunda edición aumentada que proporciona valiosas perspectivas de su elaboración teórica.
[2] Cf. especialmente Marx y Engels, La ideología alemana.
[3] Sobre este punto preciso, una doble confrontación se lleva a cabo con Gramsci –ver los valiosos comentarios de André Tosel, “Philosophie de la praxis et dialectique”, La Pensée, 1984, n° 237, p. 100-120 y en particular p. 104 sq. – y J.-P. Sartre –ver “Matérialisme et révolution” (1946). En Situations philosophiques. Paris : Gallimard, 1990, p. 81-140.
[4] Cf. L. Vigotsky, El significado histórico de la crisis en psicología. Una investigación metodológica. Redactada en 1927, esta obra no ha sido publicada en ruso (su idioma original) hasta 1982.
[5] Vigotsky es también autor de una Teoría de las emociones: estudio histórico-psicológico que discute Descartes apoyándose notablemente en Spinoza. Una traducción francesa, de calidad discutible, ha aparecido en ediciones L’Harmattan en 1998. Sobre la importancia de Spinoza en Vigotsky, nos remitiremos a los comentarios de Jean-Paul Bronckart, “La conscience comme “analyseur” des épistémologies de Vygotski et Piaget”. En Y.Clot, Avec Vigotksy, op. cit., p.27-53. Desde el punto de vista de Spinoza, véase en particular A. Tosel, “Histoire et éternite”. En Du matérialisme de Spinoza. Paris : Kimé, 1994, p. 37-77.
[6] Leibniz lo ha tratado, por ejemplo, en Nouveaux essais sur l’entendement humain.
[7] Sobre todo esto, ver Vigotsky, Pensamiento y lenguaje, en particular el capítulo 7: “Pensamiento y palabra”.
[8] Es en el fondo la misma intención que anima la crítica del psicoanálisis, por otro lado contemporánea, de Georges Politzer. Cf. La Critique des fondements de la psychologie (1928). París : puf, 1994.
[9] L. Vigotsky, La significación histórica de la crisis en psicología,p.306; subrayado por Vigotsky. En otros términos, la psicología espera (aún?) su Capital.
[10] Intento un primer bosquejo en un estudio, “Des réifications de la raison”, al cual me permito reenviar a E. Kouvélakis & V. Charbonnier (dir.), Sartre, Lukács, Althusser: des marxiste en philosophie. París: PUF, 2005, p.81-102.
[11] Cf. A. Tosel, “Labriola devant Spinoza: una lectura no especulativa” y “Le marxisme au miroir de Spinoza”. En Du materialisme de Spinoza, p.167-215.
A propósito del libro de Lev S. Vigotky, ‘Conscience, inconscient, émotions’ precedido de ‘Vygostki, la conscience comme liaison’ de Yves Clot. (París: La Dispute, 2003). Traducción de Iván Gordillo para Marxismo Crítico. Texto aparecido en ContreTemps, 2006, nº 17, p. 136-135, constituye una versión desarrollada y revisada de una nota crítica aparecida en Revue française de pédagogie: recherches en éducation, 2005, n° 150, p. 151-155.
Notas
[1] Aparte del presente volumen, señalemos su obra magna Pensamiento y lenguaje (1934), de la que se ha publicado en 1997 la tercera edición francesa, así como la reciente aparición de su tesis: Psicología del arte (1925). Añadimos la obra colectiva dirigida por Yves Clot, Avec Vygotski, de la que ha aparecido en 2002 una segunda edición aumentada que proporciona valiosas perspectivas de su elaboración teórica.
[2] Cf. especialmente Marx y Engels, La ideología alemana.
[3] Sobre este punto preciso, una doble confrontación se lleva a cabo con Gramsci –ver los valiosos comentarios de André Tosel, “Philosophie de la praxis et dialectique”, La Pensée, 1984, n° 237, p. 100-120 y en particular p. 104 sq. – y J.-P. Sartre –ver “Matérialisme et révolution” (1946). En Situations philosophiques. Paris : Gallimard, 1990, p. 81-140.
[4] Cf. L. Vigotsky, El significado histórico de la crisis en psicología. Una investigación metodológica. Redactada en 1927, esta obra no ha sido publicada en ruso (su idioma original) hasta 1982.
[5] Vigotsky es también autor de una Teoría de las emociones: estudio histórico-psicológico que discute Descartes apoyándose notablemente en Spinoza. Una traducción francesa, de calidad discutible, ha aparecido en ediciones L’Harmattan en 1998. Sobre la importancia de Spinoza en Vigotsky, nos remitiremos a los comentarios de Jean-Paul Bronckart, “La conscience comme “analyseur” des épistémologies de Vygotski et Piaget”. En Y.Clot, Avec Vigotksy, op. cit., p.27-53. Desde el punto de vista de Spinoza, véase en particular A. Tosel, “Histoire et éternite”. En Du matérialisme de Spinoza. Paris : Kimé, 1994, p. 37-77.
[6] Leibniz lo ha tratado, por ejemplo, en Nouveaux essais sur l’entendement humain.
[7] Sobre todo esto, ver Vigotsky, Pensamiento y lenguaje, en particular el capítulo 7: “Pensamiento y palabra”.
[8] Es en el fondo la misma intención que anima la crítica del psicoanálisis, por otro lado contemporánea, de Georges Politzer. Cf. La Critique des fondements de la psychologie (1928). París : puf, 1994.
[9] L. Vigotsky, La significación histórica de la crisis en psicología,p.306; subrayado por Vigotsky. En otros términos, la psicología espera (aún?) su Capital.
[10] Intento un primer bosquejo en un estudio, “Des réifications de la raison”, al cual me permito reenviar a E. Kouvélakis & V. Charbonnier (dir.), Sartre, Lukács, Althusser: des marxiste en philosophie. París: PUF, 2005, p.81-102.
[11] Cf. A. Tosel, “Labriola devant Spinoza: una lectura no especulativa” y “Le marxisme au miroir de Spinoza”. En Du materialisme de Spinoza, p.167-215.
A propósito del libro de Lev S. Vigotky, ‘Conscience, inconscient, émotions’ precedido de ‘Vygostki, la conscience comme liaison’ de Yves Clot. (París: La Dispute, 2003). Traducción de Iván Gordillo para Marxismo Crítico. Texto aparecido en ContreTemps, 2006, nº 17, p. 136-135, constituye una versión desarrollada y revisada de una nota crítica aparecida en Revue française de pédagogie: recherches en éducation, 2005, n° 150, p. 151-155.