
Pocos autores del pensamiento político del siglo XX podrían
ser más recomendables en tiempos de malestar y movilización social que Antonio
Gramsci. De allí el valor primero del 'Gramsci en Chile'. Apuntes para el estudio
crítico de una experiencia de difusión cultural, de Jaime Massardo, que
constituyendo en su parte principal en un “estudio crítico” de la “experiencia
de difusión cultural” de la filosofía de la praxis en Chile, se convierte él
mismo en un momento que prolonga y enriquece la misma cuestión de cuya difusión
se ocupa, en un ejemplo de cómo procede incansablemente la dinámica de esta
concepción.
Se trata de un conjunto de estudios realizados y presentados
en distintos momentos, reunidos en un volumen erudito, que contiene los
resultados de un conjunto de investigaciones acuciosas, de mucho rigor
historiográfico y espesura teórica, que en sus permanentes alusiones a la
recepción de un pensamiento esencialmente europeo (Vico, Marx, Gramsci,
Labriola), construye sin embargo un ángulo de mirada de claro sentido
latinoamericano.
Al plantear este proceso como una “recepción” entendida como
una experiencia de difusión cultural, Massardo supera los modos tradicionales
–y ciertamente más conservadores, de uno u otro signo– de escucha pasiva e
instalación impositiva de los paradigmas metropolitanos, para centrarse en los
sujetos y los contextos en los que este pensamiento se recibía de un modo
activo y reflexivo.
Fiel al cuestionamiento de los calcos y las copias el texto
organiza el estudio de la recepción abriendo diversos cursos reflexivos sobre
la constitución del pensamiento político y social en nuestro contexto, donde
destacan las múltiples referencias –por su cercanía intelectual, por supuesto–
a José Carlos Mariátegui.
Pasados los tiempos de las teorías de la acción colectiva
que veían en lo cultural el mecanismo de salida de lo político económico en un
tiempo de declive del marxismo determinista, la vuelta a Gramsci permite un
retorno fecundo a las concepciones confrontacionales y dinámicas de lo
político, donde los sujetos se constituyen en su propia práctica, sin
garantías.
Polémicas en torno a
la filosofía de la praxis
En esa dirección, el libro de Massardo nos parece polémico
en más de un punto. No hay modo de comprender la filosofía de la praxis, en
primer lugar, sino en su contradicción con los modos estabilizados del marxismo
vulgar del siglo XX. El Gramsci de la teoría de la hegemonía y la centralidad
de la praxis remite radicalmente a las “relaciones de fuerza” como lugar de
reflexión y lucha de los sujetos subalternos.
Estamos en presencia también del Marx que subrayaba en Las tesis
sobre Feuerbach que la vida social es en esencia praxis. Massardo llama la
atención, así, sobre la incorrección de usar la noción de “filosofía de la
praxis” como mera designación del marxismo, para remarcar el carácter
definitorio de la actividad creadora y transformadora en el pensamiento de
Marx. Con ello se diferencia de forma radical de las lecturas de un marxismo
entendido como ciencia predictiva, siempre igual a sí misma, y en definitiva
exterior al sujeto cognoscente y su práctica.
Por otro lado, a diferencia de otras lecturas de la obra de
Gramsci, el texto de Massardo no se enfoca en la cuestión de la hegemonía. No
contiene una lectura, por ejemplo, localizada en la diferencia entre el uso
político de la fuerza y el consentimiento, ni el tipo de lecturas más
comúnmente originadas en las cuestiones de la ideología. Sin embargo, hay que
decir que una atenta consideración de la centralidad de la praxis en el
pensamiento gramsciano, como la que propone Jaime Massardo, resulta
indispensable para una buena comprensión del problema de la hegemonía, que en
lugar de remitir a una consideración “culturalista” de la política, debe
conducir a reposicionar el lugar de la actividad práctica y su carácter
esencialmente abierto, dinámico, histórico.
Ese es un sentido imposible de enclaustrar tanto en la
determinación economicista como en la que, con el pretexto de la superación de
aquella, surgía de una atención unilateral de los “factores culturales” que
desmontaba la cuestión de la transformación social, y con los que en más de
alguna ocasión se intentó vincular mañosamente a Gramsci. Es este otro ángulo
en el que el texto de Jaime Massardo resulta afortunadamente polémico.
Rodrigo
Ruiz es antropólogo (U. de Chile). Diplomado en Escritura Audiovisual en la U.
Católica. Postítulo Profesional Especialista en Cine Documental en la U. de
Chile (en titulación). Ha sido profesor en la U. de Chile, U. Alberto Hurtado y
actualmente es director de la Escuela de Antropología de la Universidad ARCIS.
Ha participado en diversos proyectos de investigación en instituciones como la
Fundación Terram y el Instituto de Estudios para el Desarrollo Humano (INEDH).
Ha publicado artículos de ciencias sociales en revistas como Análisis de Año,
de la Escuela de Sociología de la U. de Chile, o Memoria, de México, además de
diferentes columnas en The Clinic, El Mostrador y otros medios nacionales.
Editor General de la revista El Desconcierto.