
I. El Personaje
Especial para Gramscimanía |
Toni Negri es
uno de los más destacados pensadores marxistas contemporáneos y un militante de
larga y dramática experiencia. Es autor de una prolija obra de escritos
políticos y filosóficos. Sus reflexiones van desde la situación de la clase
obrera en la contemporaneidad, el balance del siglo concentrado en sus finales,
su denso libro sobre Spinoza, su tesis en un gran escrutinio histórico de las
grandes revoluciones, del Poder Constituyente. Hasta sus libros en colaboración
con Félix Guattari sobre las nuevas dimensiones de la libertad y el comunismo.
Además sobre la actualidad de la revolución como un proceso continuo, y su
relectura de Marx.
Ha sido diputado
y preso político por terrorismo según las acusaciones oficiales, fugitivo,
exiliado, animador de revistas, grupos
de discusión y propaganda, profesor universitario, escritor. Todo realizado con
intensidad y una pasión creadora contundente. Ha escrito testimonios como su
libro sobre el exilio.
Sobre la
situación jurídica de Toni Negri, Michel Foucault (1980) declaró: “Claro
que no estamos en un régimen que envía a cultivar arroz a los intelectuales,
pero, por cierto, dígame, ¿ha oído hablar de un tal Toni Negri? ¿Acaso no está
en la cárcel en calidad de intelectual?”
En su esbozo
sobre Negri el profesor de la Universidad de Duke, Michael Hardt, comenta:
“Por un lado, los comentarios de Foucault apuntan al hecho escandaloso de que un país democrático como Italia, que aprecia la libertad de expresión y de pensamiento, pueda condenar a alguien como Negri por su papel como intelectual. Por otro, sin embargo, tal vez lo más interesante de la observación Foucault sea que Negri presenta un ejemplo anómalo como intelectual. En efecto, Negri ha creado un modelo poderoso y original de ser un intelectual público y político en las últimas décadas del siglo XX.”
Hoy desde la
prisión en Italia, después de su retorno voluntario lucha por un
replanteamiento político, que permita la convivencia para miles de marginados
por persecución y cárcel.
II. Marxismo y Arte
Los padres
fundadores del movimiento Marx y Engels tuvieron una viva relación con el arte
y la literatura. Dejaron escritos y una correspondencia donde dan cuenta de su
interés sentimental y pasión intelectual para sus propias reflexiones
científicas y políticas. Se trataba de grandes escritores, prosistas de altas
calidades literarias además de conceptuales. Varios de sus libros tienen una
arquitectura artística que alcanza la perfección: El Diez y Ocho Brumario de
Luis Bonaparte escrito por Marx, para nombrar el más representativo.
Pero el
conocimiento de los mecanismos y estructuras de la sociedad y el poder se
enriqueció con la lectura de autores
como Shakespeare y Balzac. Es célebre su afirmación de que habían aprendido más
en la lectura de este último sobre la sociedad francesa, que en todos sus
historiadores juntos. La influencia de Shakespeare en páginas enteras del
Capital es evidente. Y es célebre su fragmento en los Manuscritos de 1884. En
sus escritos dejaron atisbos sobre la naturaleza del arte y la literatura, pero
no escribieron una obra sistemática, una estética o un teoría.
Después de
ellos, la discusión sobre el significado y el papel del arte y la literatura en
las sociedades y en la propia acción política alcanzó constantes desarrollos.
El desarrollo de la Primera Internacional y los partidos adscritos a la misma
tuvo en la cultura y sus manifestaciones una dimensión significativa.
Escritores
comunistas como Plejanov, Trosky, Lenin, Lunancharsky, Gorky participaron en
las controversias. El libro representativo es el de León Trosky Literatura y
Revolución. En la socialdemocracia alemana, polaca y húngara el asunto adquiere
alcances sistemáticos de profundidad: Luckacs, Bloch, Benjamin y una pléyade de
teóricos hacen presencia, incluyendo los que harán parte de la Escuela de
Franckfurt.
De la misma
manera, que una relación estrecha y sistemática con el mundo de las ciencias y
del pensamiento había permitido el acerbo cultural para el logro del Capital y
otros ensayos, la relación con la literatura y el arte va a enriquecer los
desarrollos del movimiento político y cultural de los trabajadores. Surge, en
las condiciones más difíciles de persecución y cárcel la figura de Antonio
Gramsci. Y en Nuestra América el gran ensayista José Carlos Mariátegui dejo una
obra sobre la cultura y la literatura amplia, en medio de la tragedia de su
dura enfermedad y prematura muerte.
Con la
dogmatización del pensamiento en la antigua Unión Soviética y los otros países
del socialismo burocrático, el arte y la literatura se convirtieron en ‘arte de
clase’ y la línea artística la dictaba
el partido único. Vino la decadencia del pensamiento como crítica e insurgencia
intelectual.
Varios teóricos
aparecieron dejando huella en el mundo occidental pero sin la repercusión
adecuada. Era la inquisición en el seno mismo del movimiento emancipador el que
oficiaba la persecución y la sacralización: escritores y obras bendecidas por
el buró político y las agencias de escritores y artistas.
III. Una Posición
No es el momento
de reseñar los últimos capítulos de esta historia, que señala hitos de
despertar independiente y creativo, de volver a pensar el arte y la literatura
críticamente desde la perspectiva del marxismo, pero en una pluralidad de
diálogos con saberes distintos y enriquecedores en sus singularidades. Implica
una postura histórica, que reconociendo a las artes como parte de las
materialidades, de lo realmente existente, escapa a los reduccionismos
económicos para su explicación y conocimiento. De suyo, el arte carece de
esencia unitaria y de lógicas identificadoras y unidimensionales. Asume de
Atenas a Teotihuacan y de la antigüedad
más lejana a la contemporaneidad, formas sumamente diversas al igual que
funciones diferentes. Hay historia del y en el arte a condición de encontrar su
sentido y su destino.
Hay que asumir
de nuevo el aserto clásico de la revolución, de que el desarrollo del arte es
la prueba más alta de la vitalidad y significado de toda una época. Y que su
condición de existencia más plena parte de la total libertad de creación, de
manifestación de la individualidad y se concreta como un trabajo productivo de
valores de goce y uso, plenamente social y compartido.
Lo único
aceptable en materia de creación artística es la divisa de André Breton y Diego
Rivera de la anarquía en la libertad individual. ¡Ninguna autoridad, ninguna
coacción, ni el menor rastro de mando!
En la era
capitalista y aún estamos en ella, el arte está sometido a las improntas
decisivas del trabajo mercancía y del valor de goce como mercado. Tal es la
estructura que domina la constelación de la vida humana, de la sociedad
(existente), de la propia naturaleza del planeta tierra. El arte no escapa a
esta realidad que busca y logra convertirlo en simple valor de cambio, en
objeto separado de la vida y convertido en algo suntuario privado, en el
universo alienado de las relaciones humanas. En la cosificación de la dinámica
social, en que poseer es más decisivo que ser, en que no se recibe, se apropia
y no se da, sino que se otorga.
El arte y la
literatura son productos sociales -que- y como invención liberadora de lo
existente transgreden la realidad y adquieren directamente o indirectamente, de
manera subliminal o contundente un carácter crítico, subversivo. De debelar, de
subvertir y por ende se coloca, en la dimensión de la lucha por la otredad
emancipatoria. Hoy en la era universal del mercado, con su posmodernidad, donde
la imagen instaló sus tecnologías (la televisión en primer lugar), el arte vive
el acoso de la banalidad, de su domesticación. Pero el arte siempre empieza -si
es genuino- como imaginación creativa, como valor de goce.
IV. Las Cartas
Este breviario
de Toni Negri contiene ocho cartas y un
prólogo de Raúl Sánchez a manera igualmente de epístola. Se trata de
diálogos del autor con diferentes compañeros de preocupación y actividad. Cada carta tiene un tema central
así: Carta a Gianmarco, Sobre lo Abstracto (1 Dic. de 1988). Carta a Carlo,
Sobre la Posmodernidad (5 Dic. 1988). Carta a Giorgio, Sobre lo Sublime (7 Dic.
1988). Carta a Manfredo, Sobre el
Trabajo Colectivo (10 Dic. 1988). Carta a Nanni, Sobre la Construcción (18 Dic.
198). Carta a Silvano, Sobre el Acontecimiento (24 Dic. 1988). Carta a Raúl,
Sobre el Cuerpo (15 Dic. 1999).
De inmediato se
observa que siete de las ocho cartas fueron escritas en veinte y cuatro días y
la última once años después.
El autor
presenta de manera bella y condensada, íntima y directa, sus reflexiones sobre
el arte. No es entonces un libro de investigación, de largo aliento como los
que ha elaborado sobre Spinoza y el Poder Constituyente. Son apuntes y sin
embargo, qué fuerza la de su razonamiento. Negri no aterriza de súbito en la
reflexión sobre el arte, es autor de una crítica literaria sobre Leopardi:
Lenta Ginestra. Saggio sull’ ontologia di Giacomo Leopardi, Sugar Co., Milano, 1987. Es además coautor con M.
Lazzarato, Y. Moulier y G Santilli del libro: Des enterprises pas comme les
autres: Benetton et le Sentier parisien, Publisud, Paris, 1993.
Para el autor el
arte es abstracto, dado que sólo en ese movimiento puede mostrar cualidad de
ser, de construcción y trabajo. Por su motivo, su impulso de libertad y
creación “El arte siempre se ha anticipado a las determinaciones de la
valorización: así pues, se hizo abstracto, recorriendo un desarrollo real,
creando, a través de la abstracción un nuevo mundo. Para ser una experiencia
ontológica, el arte no necesita un ser concreto. Con la invención de lo
abstracto, la naturaleza, el mundo se han visto substituidos completamente -por
el arte-. La modernidad es esta abstracción esta participación del trabajo de
toda singularidad y su intercambiabilidad. Una comunidad Abstracta” (p. 20)
Es una rica
conceptualización la que va ofreciendo y no pretendo explicar en este
comentario sus alcances. Tan sólo señalar un puerto de partida frente a la
conceptualización del arte que viene de la mejor tradición.
Un pensamiento
dialéctico, sutil y fino como el de Negri, escapa a clasificaciones e
igualmente no procede por clasificaciones en sus escrutinios. El asume desde el
comienzo la discusión sobre el fin de la modernidad y la posmodernidad, yendo
más allá de lo obvio, lo reactivo y asimilando la realidad epocal, sus
manifestaciones, el entrelazamiento entre estructura y epifenómeno. Veamos este
concepto: “A ti la posmodernidad te da náuseas. Pretendes demostrar que no es
verdadera, en la medida en que se define a sí misma como separación del tiempo
de la propia realización. Yo veo las cosas de otra manera. Me adhiero a la
posmodernidad porque pienso su experiencia como verdad de la abstracción, su
reconocimiento como condición de la experiencia. Se ha completado un proceso de
acumulación de acontecimientos abstractos, de nuevas determinaciones de
sentido, de nuevas figuras singulares de comunidad, al final, todo esto ha
llegado a mostranos un mundo nuevo. Lo queramos o no, todo significado sólo
puede darse desde dentro de este mundo. Eso es la posmodernidad: la verdad de
lo facticio.” (p. 21)
El aserto de
Negri escapa al dualismo y a la postura usual, lo facticio es verdad que suele
ser perverso pero existe y más aún anula la verdad para constituirse en su
nueva realidad-verdad. Por ello puede preguntarse ¿La superficialidad, lo
facticio, ¿son más verdaderos que lo real? y se responde: En cualquier caso son
la única realidad. Su línea de razonamiento es contundente, libre de
ambigüedades y eufemismos, llegando hasta el significado de la experiencia
personal -la suya penosa y difícil-; sabe que hay que sacar conclusiones, ser
consecuente, es un pensador militante el que escribe. Por ello puede afirmar
“Hay que rechazar todo subterfugio en el reconocimiento de que la realidad ha
cambiado, y con ella la verdad. Hay que despojarse hasta de la propia
biografía, cambiar la sangre en las venas.” (p. 24)
Y de allí volver
a comenzar, a constituir la verdad. Y esto significa honduras, desgarraduras,
desafíos. Que grandeza en su humildad la de su reflexión y su manifiesta
vocación de vivir y de luchar en una inhumanidad miserable. Para Negri la
realidad está constituida por el mercado, la universalidad del valor de cambio
es un hecho, es la verdad de las cosas y ahí estamos instalados, en ese mundo
de abstracciones y apariencias, de superficialidades, alineados. Lo que Negri
hace es retomar y desarrollar la crítica de Marx y el materialismo a la
sociedad actual.
Negri lo afirma
al comienzo de su carta Sobre lo Sublime, casi
lacónicamente, como un aserto: “Así, pues la posmodernidad es el
mercado...” “Mundo de fantasmas pero verdadero.”
Y las
diferencias ideológicas-políticas no las clausuró el triunfo de la democracia,
del mercado?? La realidad de las luchas y lo debates a escala internacional van
mostrando que el conflicto de la desigualdad es contradictorio y se torna
áspero de tanto, en tanto y crece la conciencia sobre la necesidad de la
emancipación. Pese a todo se está volviendo a comenzar.
Toni Negri
precisa: “La diferencia entre reaccionarios y revolucionarios consiste esto: en
que los primeros niegan, los segundos afirman el compacto vacío ontológico del
mundo. Los primeros, pues, se consagran a la retórica, los segundos a la
ontología. Los primeros se callan, los segundos sufren el vacío. Los primeros
reducen la escena del mundo a un tropel estético, los segundos la aprenden
prácticamente. Así, pues, sólo los revolucionarios pueden practicar la crítica
del mundo, porque mantienen una relación verdadera con el ser. Porque reconocen
que nosotros también hemos hecho este mundo inhumano. Que su carencia de
sentido es nuestra carencia de sentido y su vacío nuestro vacío. ¿Sólo esto? El
límite nunca es solo un límite; es también un obstáculo.” (p. 33)
El autor está en
el camino de la lucha, de ponerse en movimiento. La clave es la imaginación y
la libertad. A la máquina del mercado a su circularidad hay que enfrentarla y
es posible trascenderla. No hay impotencia ni campo al derrotismo. Está dicho,
no se tiene alternativa a este mundo pero si hay alternativa en este mundo.
Podrá escribir entonces: “El mercado es superado por la potencia, la
posmodernidad es superada por lo ético -el arte es a la vez potencia y ética-
Hemos llegado finalmente a un punto positivo.” (p. 38) El arte como liberador
enfrentado a la distorsión del mercado y a la propiedad privada. Su afirmación
es contundente, el arte es antimercado.
La naturaleza
del arte es la producción del trabajo colectivo de como y para quien se produce
arte. En el entramado de la sociedad como un haz de relaciones comunicativas,
de trabajo y cooperación. Que la formación y el desarrollo de la individualidad
es social, Antonio Negri dice así: “Producir: ésta es la forma eminente de
tomar la palabra. No hay producción sin colectividad. No hay palabra sin
lenguaje. No hay arte sin producción y lenguaje. El arte es ante todo esta
síntesis.” (p. 47) En el camino emancipador del arte, en su sentido, está el
comunismo.
Y aquí aparece
la multitudo, para gozar el arte. Categoría que Negri acuña para referirse a la
situación actual de disgregación de las clases sociales. Pero igualmente para
darle sentido pleno a nuestra existencia y al propio arte darle su sentido
democrático pleno, hasta convertirse en poder constituyente.
De aquí que el
arte sea revolucionario en forma inevitable y por ende producir arte es un
compromiso, no de partido sino de ser, de existencia. Esto es estirar bastante
la cuerda pero ello es consecuente en el carácter del arte. Lo que sí implica
romper la cuerda es la afirmación: “Es decir, que, necesariamente, el artista
que produce lo bello está comprometido. Y si no se considera tal es un
hipócrita o no es un artista.”
Estas cartas son
escritas como reflexión teórica que está en la trama de la vida del autor. Como
en la sentencia de Nietzsche, está escrito con sangre. De allí los párrafos con
que valida, a partir de sus derrotas y búsquedas personales las limitaciones de
la consolación poética y su esplendor en la participación con la multitudo en
una perspectiva republicana, vale decir colectiva.
Hay apuntes
sobre escuelas y períodos, el carácter del realismo, la risa y otras claves de
discusión en el asunto del arte.
La clave está en
el desarrollo del pensamiento de Marx sobre la subsunción real del trabajo al
capital. En una época, que como la actual la existencia de la sociedad
capitalista es plena, el arte en su creación-producción y realización en la
circulación y apropiación multifuncional no escapa a ésta determinación. La
condición elemental para el desarrollo del artista es el mercado, nos lo
recuerda el autor.
Lo lúcido no es
esta constatación ni siquiera el carácter contradictorio del arte, de la
creación poética, de su imaginación como despliegue de la libertad. Está en
como opera en su intensidad esta contradicción, superando dos creaciones y
acciones negativas: la utopía en sus diversas acepciones y el terrorismo en su
impresionante imbecilidad, como destrucción de la potencia que debe expresarse
en fuerza colectiva.
Este fragmento
ilustra el asunto: “¿Qué haremos ante este paso radical de la
crisis de la posmodernidad, de la ruptura de la subsunción real? Estamos
obligados a construir, a través de lo abstracto, con materiales abstractos una
nueva realidad, un nuevo movimiento. Pero un movimiento es un relato. El
acontecimiento futuro es construido por un relato. La crisis del acontecimiento
revolucionario está ligada a la caída del relato revolucionario y solo un nuevo
relato logrará determinar no un acontecimiento revolucionario sino su
pensabilidad. Hoy el arte debe afrontar esta prueba, la relación entre
acontecimiento y relato. Está obligado a salir del discurso posmoderno,
saltando hacia adelante, más allá de cualquier límite; entonces tal vez vuelva
a caer en la repetición utópica de un pasado irrepetible o bien se autodestruya
en la desesperada y rabiosa reivindicación del acto de ruptura. No, debemos
desplegar la ruptura y su peso ontológico en el relato de la alternativa
ontológica, en el diseño implícito de la excedencia ontológica. Este
desplegarse del relato pone las bases del acontecimiento.” (p. 70)
Diez años
después Negri escribe su carta Sobre el Cuerpo, donde se enriquecen sus
reflexiones, muestra su apertura a la filosofía francesa, que es la admiración
suya: Bataille, Foucault, Deleuze y Guattari. De nuevo reitera su fobia a
Habermas y lo que denomina, un tanto retóricamente, lo vacío de los Derechos
Humanos. El párrafo dedicado a su ironía denota en su brillantez, la ausencia
de una dialéctica sobre el asunto, que Marx inauguró en la Cuestión Judía.
Negri vuelve su
mirada sobre la época que vivimos y padecemos. Pero que buscamos ante todo
vivir alternativamente. No es solo mercado y posmodernidad. Es acontecimiento,
relato, imaginación, potencia, deseo, Multitudo. Revolución en una palabra. Y
allí el cuerpo como nueva síntesis. El asunto es que en lo sucesivo, el cuerpo
es una máquina, en la que se inscriben producción y arte. Hay un cambio en la realidad y en la mirada.
Un cambio de tipo Copernicano: “La vida ha subsumido lo
abstracto, después de que lo abstracto subsumiera la vida.”
Estamos en los
territorios de la biopolítica, aquella relación de multitudo y singularidad,
capacidad de mestizar cuerpos y lenguas, por la dignidad del animal-hombre. Es
en esa dimensión que la categoría de Foucault-Deleuze, biopolítica designa
donde el arte tiene explicación en su fin, como terminación, pero igualmente
como realización nueva y plena en la multitudo de tipo múltiple y plural. Como
arte, la poética posmoderna de los cuerpos, es contra natura. No quiere ninguna
reconciliación con la naturaleza, porque lucha contra la muerte, por la vida.
Con amor en una ecuación al literal: “Amor es poiesis
colectiva, es el producir y el amar de la multitudo, es el arte.” Con afirmación de las múltiples
singularidades.
Toni Negri. ARTE
Y MULTITUDO. Ocho Cartas. Prólogo, edición y traducción de Raúl Sánchez. Ed.
Mínima Trotta. Madrid 2000.
Artículo
publicado originalmente en la Revista Trans. Lo Público y lo Privado. Bogotá, Universidad Nacional
de Colombia, No. 1, diciembre, 2001, pp. 330-344.