![]() |
Campaña Admirable de 1813, dirigida por El Libertador |
Tinaquillo, Taguanes y
la Campaña Admirable
Especial para Gramscimanía |
Desde
sus comienzos, la vida del burgo transcurre dentro de la rutinaria normalidad,
propia de sus gentes de condición rural y apacible, hasta el momento de la
ruptura con el orden colonial. A partir entonces, la paz se quiebra y la región
de Cojedes se convierte, como la Provincia de Venezuela entera, en sangriento
campo de batalla. Tinaquillo protagoniza entonces escenas memorables insertas
en aquel terrible drama. Tal atmósfera de combate y de lucha de hermanos contra
hermanos se extenderá durante todo el siglo XIX y las primeras décadas del
siglo XX, cuando, en 1935, la muerte del General Juan Vicente Gómez decreta el
ingreso tardío del país al nuevo siglo.
Con
respecto a la importancia de estas tierras cojedeñas para la gesta libertadora,
el historiador Juvenal Hernández, insigne poeta, eximio conversador y Cronista
Emérito de El Tinaco, ha dicho en su obra Bolívar, la Independencia y Cojedes (1986), que:
“...las sabanas de Cojedes fueron semilleros donde se estaba cultivando lo más valioso para que la causa libertaria se hiciera realidad: el guerrero, el luchador, el paladín, sangre, músculo y nervio que dejarían en la jornada no sólo la demostración de la audacia y sagacidad del llanero ante el enemigo, sino esa lección de arrojo y desprendimiento ante la valiente actitud de sentir la indiferencia por la muerte, en la búsqueda del triunfo a toda costa. (...) La región cojedeña, que era emporio de riqueza económica y pecuaria, puso toda su capacidad en pro de esa independencia que estamos sustentando orgullosos.” (Hernández, 1986: 31)
![]() |
El Libertador |
En
la ciudad de San Carlos, el 28 de julio Bolívar ratifica la proclama de Guerra
a Muerte dictada en Trujillo un mes antes, el 25 de junio, con la publicación
de una “Proclama a los Españoles y Canarios”, cuyos principales rasgos,
incluidos en los Escritos del Libertador (1968), están esbozados en los
siguientes términos: “Por última vez, españoles y canarios, oíd la voz de la
justicia y la clemencia. Si preferís nuestra causa a la de los tiranos, seréis
perdonados y disfrutaréis de vuestros bienes, vida y honor; y si persistís en
ser nuestros enemigos, alejaos de nuestro país o prepararos a morir.” (Bolívar,
Tomo IV, 1968: 385)
El
29 de julio Bolívar fue informado de la presencia del Teniente Coronel realista
Julián Izquierdo en Tinaquillo, ante lo cual se puso inmediatamente en marcha
hacia ese lugar. En la mañana del 31 de julio se encontró con la vanguardia
enemiga en la sabana de Pegones. El
Mayor Rafael Urdaneta, con un cuerpo de 1.000 hombres, atacó a las avanzadas
realistas y las venció, pasando al otro lado de las alturas, en donde el
enemigo estaba formado. Ante esta situación, Izquierdo ejecutó un movimiento
retrógrado y se replegó en la sabana de Taguanes. Hacia este lugar enfiló
Bolívar su ataque con su infantería al frente y la caballería en el ala
derecha, con la cual hizo un desbordamiento del flanco izquierdo realista. En
una maniobra desesperada que buscaba neutralizar el ataque de las fuerzas de
Bolívar, Izquierdo emprendió la retirada, pero durante la ejecución de la misma
fue sometido por los republicanos. La
Batalla de Taguanes es, así, un inusitado canto a la gloria: Bolívar derrota a
los realistas y allí, en la inmensidad de las sabanas tinaquilleras, el
Sargento Primero José Laurencio Silva (aquel aguerrido y fogoso combatiente
tinaquero, a quien José Carrillo Moreno
calificaría de paradigma de lealtad) obtendrá uno de sus primeros
triunfos, al lado de Rafael Urdaneta, Atanasio
Girardot, Luciano D´Elhuyar, Fernando Figueredo
y otros insignes integrantes de lo más granado del Ejército patriota.
![]() |
Monumento a la batalla de Taguanes [31-07-1813] |
No
es exagerada la afirmación histórica según la cual en la Batalla de Taguanes se
consumó militarmente el éxito de la Campaña Admirable desde antes de llegar
Bolívar a Caracas. Taguanes constituye una de las primeras batallas comandadas
personalmente por Simón Bolívar, en la
cual demostró su pericia y su genio excepcional para la estrategia militar. La
jornada, además, es la última acción de la Campaña y en ella materialmente
quedan derrotadas las fuerzas realistas de Monteverde que operaban en el centro
de la Capitanía General. La Batalla de Taguanes es, pues, la más importante de
toda la Campaña y constituye el golpe de gracia a toda la resistencia
organizada de los realistas. Por consiguiente, sobre la base de este triunfo se
instauraría el intento de un gobierno de modelo republicano aquel exitoso año,
intento que se ha convenido en denominar la Segunda República.
Bolívar en Valencia / La
noche aciaga de Boves
Dos
días después, el 2 de agosto, entra Bolívar a Valencia, en medio del frenesí
del pueblo. Desde aquí dirige un oficio al Jefe Militar del Supremo Congreso de
Nueva Granada, documento inserto en los Escritos del Libertador (1968), en
donde, al comunicarle los éxitos obtenidos, le explica que había tomado la
ciudad sin la menor resistencia y daba terminada la jornada en los siguientes
términos:
“…tiene Usted terminada la campaña, pues no creo que en los pocos lugares que nos quedan por liberar se nos presente una acción campal. En Caracas no hay más fuerza que la necesaria para contener a los patriotas de aquella benemérita ciudad, y ésta no podrá salir de allí, sin que en el momento rompan sus cadenas los dignos hijos de la capital.” (Bolívar, Obra Citada: 278)
![]() |
José Tomás Boves |
La
Municipalidad de Caracas, reunida el 14 de octubre, lo confirma como Jefe
Supremo y lo proclama con el titulo de Libertador (poco tiempo antes, el 23 de
mayo de 1813, los pobladores de Mérida lo habían recibido y aclamado con tal
título, el cual sería ratificado años después, el 6 de enero de 1820, por el
Congreso de Angostura, quien lo condecora con el cognomento de Libertador y lo
autoriza a utilizarlo en todos sus despachos y actos de gobierno). Tiempo
después, Bolívar, el 2 de enero de 1814, en un discurso pronunciado en Caracas,
diría:
“…yo no he venido a oprimiros con mis armas vencedoras: he venido a traer el imperio de las leyes; he venido con el designio de conservar vuestros derechos. No es el despotismo militar el que puede hacer la felicidad de un pueblo, ni el mando que obtengo puede convenir jamás, sino temporariamente, a la República. Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar su patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno; es un defensor de su libertad”. (Bolívar, 2003: 65)
Meses
después, el 28 de mayo de 1814, ocurre la Primera Batalla de Carabobo. Luego de
la refriega, con la victoria de los patriotas sobre el ejército español, comandado
por Juan Manuel de Cajigal y Martínez, las tropas realistas se retiran hacia
los llanos y atraviesan por Tinaquillo. El pueblo contempla sorprendido el paso
de los derrotados, perseguidos por Urdaneta,
quien, en las Memorias del General Daniel Florencio O´ Leary (1981), nos ofrece
la narración:
…los patriotas (Urdaneta, Montilla, Lugo y ocho o diez más), al bajar a la sabana de Taguanes descubrieron a un grupo de caballería que huía al escape y lo siguieron, alcanzando de tiempo en tiempo uno que otro de los que iban quedando rezagados, y por los cuales se supo que efectivamente iba allí Cajigal, pero nunca se consiguió alcanzarlo, a pesar de haberlos perseguido hasta una legua más delante de Tinaquillo, ya en la noche. (O´Leary, Tomo VI, 1981: 316)
Bolívar,
luego de la batalla, va a dormir a Tinaquillo, y se procura allí un merecido
descanso, reposo que no le impidió disfrutar de las atenciones de los
pobladores, sobre todo de las bellas tinaquilleras, deslumbradas por el brillo,
el donaire y el talento del joven guerrero (Hay algunas consejas que se tejen
por allí, dignas de una investigación de tenor distinto a ésta).
Pocas
semanas después, el 9 de julio de 1814 (día en el cual culmina el sitio de
Valencia, que se había iniciado el 28 de marzo), Juan Manuel de Cajigal y
Martínez, Capitán General de Venezuela, y Sebastián de la Calzada, su
lugarteniente, citan en Tinaquillo al caudillo realista José Tomás Boves,
reunión que no se efectuó, porque el asturiano no acudió. Lo significativo de
este hecho es que las tropas realistas, en número de tres mil hombres, acampan
en Tinaquillo, encandilando a aquel
pueblo mitigado que no llegaba a quinientos habitantes.
Mientras
tanto, aquí en Valencia, el exterminio, las blasfemias, las torturas, el
pillaje y los saqueos se complementarían con el famoso baile que se
escenificaría (el 10 de julio), por invitación de Boves, en la casa de Miguel
Malpica, llamado "El Suizo", muy cerca de la Plaza Mayor y al cual
había invitado a todos los notables de la ciudad. Al respecto nos dice el
entrañable amigo Antonio Ecarri Bolívar en su bien escrita y mejor documentada Biografía
de Miguel Peña (2011), que:
“…Después de que el sanguinario y despiadado Boves juró ante la hostia, en la iglesia principal, respetar los honorables acuerdos de la capitulación, se burló de todos y ordenó a su segundo, Morales, tan sanguinario o más que él, comenzar una degollina por toda la ciudad. Aunque los patriotas estaban afligidos por la derrota y las atrocidades cometidas por los realistas, no imaginaron hasta dónde iba a llegar la crueldad de Boves y acudieron a un baile que organizó este sádico en la casa de Miguel Malpica, en la creencia de que el asturiano ya había saciado su sed de venganza. Concurrieron, obligados por las circunstancias, los sobrevivientes del sitio dos días después de la capitulación, esperando así apaciguar los ánimos de este engendro diabólico. Craso error.” (Ecarri Bolívar, 2011: 95).
La
matanza, el crimen y el estupro se prologarían por varias noches. Cuentan las
consejas que las damas del baile se bebían las lágrimas, y temblaban al oír las
pisadas de las partidas de caballería, temiendo lo que iba a suceder. En
efecto, mientras Boves, con un látigo en la mano las hacía danzar el
"piquirico" y otros corridos y coplas populares, la tropa cometía los
más crueles y sangrientos actos de violencia y las tropelías más atroces. La
sangre cubrió las calles y llegó hasta el río, en donde tiñó de púrpura sus
aguas cristalinas. Otra nota de interés: seis días después, en la madrugada
argentada del 15 de julio, en marcha hacia Caracas, Boves fusilaría en la Plaza
Mayor de Valencia al abogado Francisco Silvestre Espejo Caamaño, gobernador
civil de la ciudad.
En
el campo inmortal de Carabobo / El asunto del baquiano
Muchos
años después, el 19 de junio de 1821, el vizcaíno Miguel de La Torre y Pando,
conde de Torrepando, Mariscal de Campo y Capitán General, quien desde hacía
algunos días mantenía partidas de
observación en Tinaquillo, recibe un grave revés militar de manos del entonces
Teniente Coronel José Laurencio Silva. Esta escaramuza es descrita en las ya
citadas Memorias del General Daniel Florencio O´Leary (1981), de la siguiente
forma:
“Marchó el Teniente Coronel Silva el 19 con su destacamento a sorprender y apresar la descubierta que diariamente hacía el enemigo hasta Tinaquillo. El Comandante Silva llevó tan completamente su comisión que apenas pudo escapar un soldado de los que formaban la descubierta enemiga. El Comandante de ella y cuatro hombres más murieron en el acto, los demás quedaron prisioneros. Este suceso aterró de tal modo al enemigo que hizo retirar inmediatamente un fuerte destacamento con que cubría el inaccesible desfiladero de Buena Vista.” (O´Leary, Obra Citada, Tomo XVIII: 351)
![]() |
Batalla de Carabobo, 1887 [Detalle] ✆ Martín Tovar y Tovar |
A
continuación, el 23 de junio de 1821, Bolívar llega a Tinaquillo, procedente de
San Carlos (la noche anterior había abandonado la Casa Blanquera en marcha
definitiva hacia la gloria). Seis mil quinientos soldados y oficiales del
Ejército Patriota, en brillante parada militar, vestidos todos de gala, le rinden honores al Libertador y son
arengados por éste. Bolívar pasa revista a los patriotas, como lo afirma José
Carrillo Moreno en su obra Biografía de la Casa Blanquera (Obras Completas,
Tomo I, 2007): “…formados, de acuerdo con el Plan de San Carlos, en tres
divisiones: la primera, compuesta de la Legión Británica, del Bravos de Apure y
de mil quinientos caballos, al mando de Páez; la segunda, compuesta de una
brigada de La Guardia y de los batallones tiradores, del Escuadrón Sagrado y
los batallones Boyacá y Vargas, al mando del general Cedeño y la tercera,
compuesta de la primera brigada de La Guardia con los batallones Rifles,
Granaderos, Vencedor en Boyacá, Anzoátegui y un regimiento de Caballería, al
mando del coronel Ambrosio Plaza. He aquí la más perfecta organización de
combate al servicio de la libertad y la justicia. Una voluntad férrea está
moviendo los resortes del triunfo.” (Carrillo Moreno, 2007: 395)
![]() |
General José Laurencio Silva |
Al
día siguiente, el 24 de junio, este Ejército se cubriría de gloria en el Campo
Inmortal de Carabobo. Es oportuno mencionar la destacada participación de un
práctico (el famoso baquiano) que Bolívar había tomado en Tinaquillo y quien
conduce a los patriotas, por trochas abruptas, poco conocidas, casi intransitables,
a la morada del triunfo. Dice José Antonio Páez, en su Autobiografía (1973),
que : ...gracias a la pericia de este modesto tinaquillero se debe, en parte, el
acceso al lugar de la victoria. (Páez, 1973, Tomo I: 121)
Sin
querer enmendarle la plana al general Páez (¡Dios nos libre de semejante
osadía!), nos gustaría detenernos unos minutos en este punto. Tradicionalmente
se ha dicho - y algunos historiadores se han atrevido a afirmarlo - que Bolívar
reclutó un baquiano en Tinaquillo para que éste guiase las tropas por senderos
poco conocidos, y hasta temerariamente se le dio nombre y apellido a ese
supuesto baquiano, identificándolo como Alejandro Febres, llegándose hasta a
dar dicho apelativo a una escuela en la ciudad de San Carlos (y a un liceo en
Las Vegas). Sin embargo pareciera ser que dicho nombre fue sacado de la
imaginación popular, puesto que aun cuando el personaje hubiese existido en la
realidad, las investigaciones indican que éste no fue el guía en esa campaña. El
General José Antonio Páez, escribió también en su Autobiografía que había
dejado:
“…el general español los dos regimientos, antes citados, a la boca del desfiladero, salió a disputarnos con el resto del ejército el descenso al valle, para lo cual ocupó una pequeña eminencia a poca distancia por donde nos proponíamos entrar al llano, que era la Pica de la Mona, conducidos por un práctico que Bolívar había tomado en Tinaquillo.” (Páez, 1973, Tomo I: 185, 186).
Sin
embargo, como lo vemos en las dos citas,
Páez no menciona el nombre del práctico. Por su parte, Luis Blanco
Gásperi, en la obra José Antonio Páez en el centenario de su Muerte (1968),
acota que: Páez recibe órdenes del Libertador y con un baquiano de Tinaquillo
llamado Manuel Rivas o Alejandro Febres, toma la Pica de la Mona con los Bravos
de Apure y la Legión Británica... (Blanco Gásperi, 1968: 49)
También
Juvenal Hernández, en su obra ya citada Bolívar, la Independencia y Cojedes (de
1986) refiere también un documento ubicado por el doctor José Carrillo Moreno
donde reseña cuáles son los guías. Este documento (cuya copia del original
reposa en manos de Hernández) no poseía el aparato crítico, es decir las
fuentes de proveniencia. Sin embargo, en el trabajo de investigación adelantado
en la Fundación John Boulton se encuentra dicho documento —Archivo Histórico
General. C-74/ Sección Venezolana del Archivo de la Gran Colombia. C. XXVIII.
137—, pudiéndose inferir que de allí la tomó el Dr. Carrillo. El referido
documento es una orden de pago del Estado Mayor General, fechado en el Cuartel
General de Valencia, 26 de junio de 1821, firmado por Alcántara, como Jefe del
Estado Mayor General, y recibido por Ribas, dice textualmente: “
El Comisario General del Ejército entregará 50 pesos al ciudadano Manuel Rivas, que condujo la cabeza del Ejército como Baquiano en la gloriosa acción de Carabobo. Asimismo dará a Socorro Acosta, José Mendoza y a Tiburcio Asconegui diez pesos a cada uno como guías de las cabezas de las divisiones (Fundación John Boulton. Archivo Histórico General. C-74, Sección Venezolana del Archivo de la Gran Colombia.” C. XXVIII. 137).
![]() |
General en Jefe José Antonio Páez |
Pienso
que con este documento se dirimen, de una vez por todas, las dudas que existían
respecto al guía o baquiano del ejército patriota a la Batalla de Carabobo por
la Pica de la Mona; siendo Manuel Rivas el principal, cada división a su vez
también poseía un guía — Socorro Acosta, José Mendoza y Tiburcio Asconegui —. Pero el triunfo en esta
batalla está estrechamente vinculado a la destreza bélica y no a un hecho
fortuito y personalista, lo cual no le resta méritos a la faena realizada por
ellos, sino que la ubica en su justa dimensión. No fue una sola persona la que
propició el éxito, sino la táctica y la estrategia empleadas y el arrojo de los
guerreros patriotas. En aquel campo inmortal todos demostraron su valor, su
ardor, su entrega… Pero, sobre todos ellos, sobre el brillo de los demás
valerosos oficiales patriotas, triunfa, se empina la figura de José Antonio
Páez, quien reafirma su triunfo con actos que demuestran la superioridad de su
fuerza y de su coraje. Porque así fue José Antonio Páez: un hombre que tuvo la
gloria de no haber pactado con la injusticia. El héroe que llevó la honradez,
el valor y la integridad a su máxima expresión. Hombre probo, honrado, recto,
excelente, bueno, virtuoso, leal, bondadoso. Como subalterno fue digno, exacto,
fiel a la hora de acatar y de cumplir las órdenes de sus superiores. Como Jefe,
actuó con celo, con iniciativa, con seguridad y rapidez en las marchas, con
prudencia, con eficacia en las operaciones y con valor a toda prueba. Era como
un río impetuoso que penetraba en la sabana, repleto de arena blanca y roja y
amarilla, de limo untuoso, de piedrecillas sonoras, de multicolores peces, de
revuelta tempestad, de arrebatada corriente. Río turbulento, con lanzas, con
jinetes, con sables acerados. Río hecho
de pueblo en afán y trance de libertad, y bajo su empuje se doblaron los
cañones, los pendones y las banderas del imperio español. Así lo refiere
nuestro dilecto amigo, poeta y Académico José Joaquín Burgos, en su hermoso
texto Sobre el catire Páez (2007):
“(Páez) fue un patriota, un revolucionario “resteado” en el lance de vencer o morir para tener patria. Él es la leyenda con una lanza en la mano. Las tolvaneras que deja el galope de una caballería invencible. La figura imponente de un caudillo que conquista las fuerzas indómitas de Boves y las incorpora al ejército patriótico comandado por Bolívar. Páez no es sinuoso, ni artero en sus acciones: es cara o sello. Durante sus últimos años será envuelto por la telaraña de las hipocresías que lo rodearon, pero su aliento, fundamentalmente, fue el de un patriota en su ciclo vital.” (Burgos, 2007: 20)
Referencias
bibliográficas
Agüero,
A., González S., A. y Bolívar, W. (2000). Ruta libertadora. Barquisimeto.
FUDECO.
Blanco
G., L. (1968). José Antonio Páez en el centenario de su Muerte. Caracas:
Ediciones de la Presidencia de la República.
Bolívar,
S. (1968). Escritos del Libertador. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Bolívar,
S. (2003). Yo moriré como nací: desnudo. Caracas: CONAC - Biblioteca Básica
Temática.
Burgos,
J. J. (2007). “Sobre el catire Páez”, en Páez, el misterioso alumno de la
tierra. Guanare: Ediciones del Consejo Legislativo del estado Portuguesa.
Carrillo
M. J. (2007) Biografía de la Casa
Blanquera. Obras Completas. Tomo I. Caracas: Ediciones MINEP.
Documentos
Históricos del Estado Cojedes (2003). San Carlos: CD Rom editado por el
Instituto de Cultura del Estado Cojedes,
Serie Historia, No. 2.
Ecarri
B., A. (2011). Biografía de Miguel Peña. Caracas: Coediciones Libros de El
Nacional / Banco del Caribe.
Fundación
John Boulton. Archivo Histórico General. C-74, Sección Venezolana del Archivo
de la Gran Colombia. C. XXVIII. 137.
González
G., F. (1954). Historia Contemporánea de
Venezuela. Tomos IX y X. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República.
Hernández.
J. (1986). Bolívar, la
Independencia y Cojedes.
San Carlos: Ediciones de la Asociación de Escritores del Estado
Cojedes.
López
G., J. R. (1989). Crónicas del Tinaquillo de Ayer. Valencia: Vadell Hermanos
Editores.
O´Leary,
D. F. (1981). Memorias. Caracas: ediciones del Ministerio de la Defensa.
Páez,
J. A. (1973). Autobiografía. Tomo I. Caracas: Colección Fuentes para la
Historia Republicana de
Venezuela-Italgráfica.
Pedreáñez
T, H. (1983). Contexto de la acción del Libertador en la ciudad de San Carlos
de Austria y su jurisdicción, su paso por el territorio. Caracas: ediciones de
la Presidencia de la República.
J.R. Silva Sánchez Básico / Tinaquillo, 1947
![]() |
J.R. Silva Sánchez |
Julio
Rafael Silva Sánchez nació en Tinaquillo, estado Cojedes (1947) y desde su
juventud se ha dedicado a escribir ensayos con los cuales ha obtenido
reconocimientos como el Premio Nacional de Ensayos Literarios "Enriqueta
Arvelo Larriva" de la Unellez (1987) por su libro “Julio Cortázar,
instrucciones para un perseguidor”; Mención Honorífica del Premio Nacional de
Ensayos Ipasme (1989) por su obra “Desarrollo de actitudes, conductas y valores
en adolescentes a través de la manipulación que la televisión hace de la imagen
arquetípica del héroe”; Premio Nacional de Ensayos del Conac (2004) por su
investigación “Eduardo Mariño: el brillo y las sombras de una escritura
heteróclita”; Premio Nacional de Crónicas 2008 en la Primera Bienal Nacional de
Literatura José Vicente Abreu (Cenal-Red de Escritores), con su indagación
“José Vicente Abreu en cuatro tiempos”; Premio de Ensayos en la II Bienal
Nacional Literaria “Víctor Manuel Gutiérrez” Unellez (2010), por su
investigación “Julio César Sánchez Olivo y el poder seductor de la metáfora”;
Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Ensayos “Centenario de Miguel
Hernández”, convocado por la Embajada de España en Venezuela y la Universidad
Nacional Experimental de Yaracuy (2011), con su ensayo “La palabra como exigencia
iluminada de lo real (acercamiento a la obra poética de Miguel Hernández)”.
Como narrador obtuvo Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuentos y
Relatos: Misterios y Fantasmas Clásicos de la Llanura, de la Unellez (2004),
con su relato “Schumann entre Dachau y San Fernando”. Su más reciente obra
publicada es: “Héroes y villanos, llaneros y llanura en la obra narrativa de
José León Tapia”, Unellez (2008)