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Silver Lenin ✆ Andy Warhol |
Si hacen falta referentes en el tiempo en que vivimos, el
comunismo dispone de figuras que han eclipsado a personalidades de otros
sistemas. La revolución del siglo XX en Rusia tenía a su vez una tradición en
la que mirarse, los numerosos intentos de los desposeídos para acabar con sus
explotadores. De ahí que la narración comunista, su historia, se refiera a los
esclavos de todas las épocas, a las luchas de liberación, a las revueltas
campesinas, a las revoluciones proletarias y, cómo no, a la Comuna de París. Si
Marx y Engels fundamentaron el proceso dialéctico de la Historia, si
descodificaron el proceso productivo y enseñaron el cuerpo de la plusvalía, si
centrifugaron, si limpiaron y expusieron la lucha de clases, y vieron el
resultado final como el objetivo de todas ellas, la transformación de la
sociedad por el proletariado, Lenin fue la cabeza visible de la plasmación de
esa meta de las luchas, y fue la representación de los bolcheviques triunfantes
del socialismo.

Este apunte recoge sobre todo el desmenuzamiento del Prólogo
porque con el podemos adentrarnos en la obra de Lenin, aprender y conducir
nuestras próximas lecturas haciéndolas provechosas para nuestra conciencia.
Después del Prólogo los textos de Lenin escogidos nos ponen al corriente de
resoluciones tácticas, organizativas y estratégicas.
Constantino Bértolo estudia las circunstancias concretas en
las que llevó a cabo la lucha política, con el fin de que podamos entender su
significado. Para conducir este torrente hasta quien lee, lo distribuye en tres
partes:
La construcción del Partido.
La toma del poder.
La Revolución después de la Revolución.
Desde el comienzo se nos plantean las interrogantes que
llevaron a la revolución, y junto a ellas la lucha ideológica con quienes
planteaban una conducción “humana” del capitalismo como solución. El
planteamiento teórico de esta lucha lo plasmó en “El desarrollo del capitalismo
en Rusia”, mostrando los datos precisos para el análisis concreto y el
conocimiento profundo de la filosofía marxista; él habla de saber desentrañar
la realidad y el momento histórico.
Bértolo repasa en el prólogo los antecedentes que dieron
lugar a sus trabajos relacionados con la creación del partido, “Tareas de los
socialdemócratas rusos” y “Qué hacer”, en los que habla de las tareas a llevar
acabo y de los objetivos, y su labor parlamentaria.
Un asunto a releer es el que se refiere a los sistemas
organizativos y las funciones que cumplen tanto en la clandestinidad como en la
legalidad, entre los que deben tenerse presentes todos los relativos a la
seguridad de la organización, la agitación y la propaganda.
La importancia de la lucha económica, el aprendizaje de la
clase obrera en lo que se refiere a la elaboración de ideas en torno al
desarrollo de las confrontaciones de clase.
También se nos advierte del valor que daba a la
diferenciación con la socialdemocracia, así como al revolucionario dedicado por
completo a su tarea y las mejores condiciones para establecer la lucha tanto en
el partido como fuera de él, no contra las expresiones morales del enemigo de
clase sino contra el capitalista mismo.
Otro de los aspectos a los que se refiere Bértolo sobre los
escritos de Lenin es a la entrada de nuevos militantes en el partido y las
diferencias con otros partidos, y la función que debe cumplir. Objetivo: actuar
con disciplina para cambiar las circunstancias. Se hace referencia en el
Prólogo a las características del movimiento 15M y cómo la organización
bolchevique se planteó su relación con el mundo asambleario de base y la
necesidad de participar “en toda acción política de las masas populares”.
Después vendrá el apartado que se dedica a “la toma del
poder” donde se pone acento en el estudio del contexto y se refiere a “El
Estado y la revolución”, libro de Lenin en el que estudia en primer término las
revoluciones de 1848 y La Comuna de París, 1871. Con ese bagaje el
revolucionario soviético entra en el análisis de la revolución de 1905 en Rusia
y observa como problemas que la llevan al fracaso “la débil organización de los
campesinos, la falta de mayor firmeza y resolución en las masas y la falta de
preparación de los militantes socialdemócratas que servían en las fuerzas
armadas”. Señala C. Bértolo la importancia de que la memoria sea pedagógica
“construida “en presente” y mirando a un futuro inmediato”. El problema que se
plantea aquí es el de la toma del poder, y se investiga sobre la organización
de una fuerza militar, sabiendo que se requiere de una labor de educación
política “tenaz, lenta y a menudo imperceptible”. Lenin trata, además, el
conocimiento como “producción” de hipótesis, explicaciones, teorías y modelos
con la finalidad de resolver problemas del presente. Con todo ello se nos
enseña la capacidad de resolución de Lenin ateniéndose a la circunstancia
concreta, haciéndose flexible y adaptándose al terreno, y entonces se nos
advierte de algo que no puede ser más actual ante el hundimiento de la
socialdemocracia, ya solo II Internacional, explica en “El imperialismo fase
superior del capitalismo” cómo el capitalismo primero ha abierto el camino a la
fusión de su rama industrial y bancaria con el puramente financiero, que es el
dominante “protagonista real de los nuevos tiempos y cuyos avatares están en el
origen de la primera guerra mundial”.
Lenin declara que “la Historia no está escrita” y llama a
formarse a fondo, a obtener todo tipo de datos, a plantear alternativas, a
resumirlas y explicarlas para fortalecer la lucha a nivel internacional.
Advierte sobre la corrupción de los capitalistas en el terreno sindical creando
capas superiores aristocráticas obreras y corruptas, que no suponen peligro
alguno para la burguesía, que son su apoyo y dañan al movimiento obrero.
Lenin llegará a Rusia desde el exilio escribiendo en el
camino “Las tesis de abril” comprendidas en “Las tareas del proletariado en la
presente revolución”, donde plasma el proyecto de acción revolucionaria
inmediato, y es que la recogida de datos de cada circunstancia y su estudio le
hacía disponer de la historia del movimiento revolucionario. De ahí que en “La
bancarrota de la II Internacional” declarase que la revolución tiene su
oportunidad cuando “los de abajo no quieren vivir como antes … y los de arriba
no puedan vivir como hasta entonces”. Entonces se plantea que todo el poder
debe recaer sobre los soviets, para lo que articula la acción de acuerdo con el
momento. Y llega la revolución, ese es el momento, la cumbre en la que las
condiciones subjetivas, nos señala Bértolo, “el brío y el coraje de las masas
desempeñan un papel fundamental”.
El “después” de la toma del Poder es el otro momento
crucial. La complejidad de la puesta en marcha de un gobierno y un Estado
obrero y campesino hace que se plantee alternativas diferentes en cada espacio
productivo y eso en medio de la guerra alimentada desde fuera. El final de la
guerra llevará a Lenin y los revolucionarios a cuestionarse numerosas medidas
socialistas porque el país está destruido, y el primer objetivo en el que deben
empeñarse es que se distribuya la comida entre la población, y en situación
como esa se pregunta ¿qué principio debe regir?: el que mantenga en el poder al
proletariado. Al poco expondrá que el marxismo no solo reconoce la necesidad de
la lucha de clases, sino que su fin es la implantación del poder proletario,
para lo cual debe contarse con el sujeto organizado que es el Partido,
vanguardia que forma parte de las organizaciones de clase y actúa con ella.
Sobre los problemas económicos e industriales que encuentra
el Partido para el desarrollo del socialismo, Lenin, en el X Congreso pone a
discusión lo que se denominará la NEP (Nueva Política Económica) un cambio que
busca pacificar el campo y sumar fuerzas ante los retos para resolverlos y
avanzar en el proyecto socialista. Con “la NEP -se nos dice- vuelve a poner
sobre el tapete soviético el tema del capitalismo de Estado y sus relaciones
con el socialismo, cuestión que ya se había planteado en 1918, cuando Lenin
hace ver que la clave del capitalismo de Estado reside en la “contabilidad y
control por todo el pueblo de la producción y distribución de los productos” y
que ese control supone una de las formas y fases concretas de la transición del
capitalismo al socialismo”.
Lo fundamental en todo momento es saber reconocer las
contradicciones que se crean en el proceso revolucionario y desentrañar en los
conflictos el camino dialéctico del marxismo. El resultado de todo ello en
parte serán contradicciones antes desconocidas, y para enfrentarse a ellas
Lenin establece, fruto de la experiencia, las cuestiones fundamentales: aparato
de fuerza, control obrero sobre los medios de producción, prohibición de
partidos contrarrevolucionarios, no a las fracciones en el partido, reglamentos
laborales, persecución de conductas antisociales.
El marxismo, indica Bértolo, lo emplea como una herramienta,
no como un manual de instrucciones. Acompañando las modificaciones de
capitalismo de Estado se ponen en marcha los “sábados comunistas” con lo que se
quiere reforzar el proyecto de la revolución. Para Lenin toda actividad debe
apoyarse en el pueblo, pues son las masas trabajadoras las que deben intervenir
en los cambios, y así descubrirán, descartándose de errores, la transformación
de la realidad. Insiste una y mil veces en “la necesidad de no saber”, quiere
decirse, hay que estudiar, hay que aprender, hay que dirigir con las
organizaciones de masas y hasta entregarles tareas de control del partido. De
la misma forma para combatir el burocratismo declara: “No temáis la iniciativa y la acción independiente de las masas,
confiaos a las organizaciones revolucionarias y veréis en todos los aspectos de
la vida estatal la misma fuerza, grandiosidad, invencibilidad que los obreros y
los campesinos revelaron en su unificación y en su ímpetu contra el pronunciamiento
de Kornílov”.
Lenin tenía un método de análisis para la acción, el
marxismo, por eso era flexible, capaz de captar todos los cambios y adaptarse a
las circunstancias, nunca lo daba por sabido. Mediante su esfuerzo y dirección
política con los bolcheviques demostró que el socialismo era realizable. A
nosotros nos queda aprender de la Historia, apartar los errores y aprovechar
los aciertos. Constantino Bértolo advierte que en los textos seleccionados para
el libro no ha pretendido abarcar todo el espectro de la obra de Lenin, sino
detallar lo representativo y actual, y es que los textos de Lenin que lo forman
nos hablan de asuntos que tenemos delante, ahora mismo, que nos cuestionan, o
nos aportan modelos que se llevan a cabo hoy en las revoluciones, tanto las que
se sostienen como las que están en marcha.
Pocas veces se encuentra un libro tan importante para las
necesidades de conocimiento de la izquierda.
Lenin.
El Revolucionario que no sabía demasiado. Edición e Introducción de Constantino
Bértolo. Libros de la Catarata, Clásicos del Pensamiento Crítico.