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Miguel Urbano Rodrigues |

La ilusión de que es posible para las fuerzas progresistas
llegar al gobierno a través de elecciones es muy difundida, pero tal convicción
es utópica
Las medidas anunciadas por el primer ministro portugués el
día 7 de Septiembre –ostensiblemente anticonstitucionales- señalaron un
vertiginoso galopar para la derecha del gobierno más reaccionario del país
desde la Revolución de 1974. >> Leia em Português
Passos Coelho por lo que dice, por la hipocresía y hasta por el tono, me hizo recordar palabras de ministros de Salazar. De ellos se diferencia no por el contenido ideológico del “mensaje”, sino porque algunos eran inteligentes y porque lo que resta de la herencia de Abril no le permite ir tan lejos, como desearía, en la destrucción de las conquistas históricas de los trabajadores y en la ofensiva contra derechos y libertades.
Passos Coelho por lo que dice, por la hipocresía y hasta por el tono, me hizo recordar palabras de ministros de Salazar. De ellos se diferencia no por el contenido ideológico del “mensaje”, sino porque algunos eran inteligentes y porque lo que resta de la herencia de Abril no le permite ir tan lejos, como desearía, en la destrucción de las conquistas históricas de los trabajadores y en la ofensiva contra derechos y libertades.
Los nuevos impuestos y el descenso de la tasa social única
(800 millones de euros ofrecidos en la práctica a las grandes empresas) se
insertan en una estrategia llamada de “austeridad”, pero que trasciende a las
propias exigencias de la troika. Fue concebida para favorecer al gran capital y
afectar brutalmente a los trabajadores.
El complemento de la agresión fiscal hecho público por el
ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, tutor ideológico de Passos, amplia los
contornos de la pesadilla. El fracaso del proyecto en desarrollo es, además,
tan evidente –el déficit no descendió, el desempleo se disparo, el PIB cayó-
que por su irracionalidad y consecuencias desastrosas al llevar al país a la
ruina abrió fisuras en las fuerzas de la derecha que inicialmente lo apoyaron
en forma compacta.
Destacadas personalidades políticas del sistema,
tradicionalmente vinculadas al imperialismo, como Adriano Moreira, Freitas do
Amaral, Alberto Joao Jardim, Bagão Félix, Mário Soares, Pacheco Pereira,
Manuela Ferreira Leite criticaron con mayor o menor claridad el paquete fiscal
del gobierno. Hasta Catroga se distanció.
El Presidente de la República, ese, permaneció mudo hasta el
momento en que escribo. En la jerarquía de la Iglesia se levantan voces
condenando a aquellos en que identifican el arrogante desprecio del gobierno
por el pueblo.
La Salud y la Educación serán brutalmente golpeadas. Entre
los jubilados la marea de la revuelta crece. No hay mentira oficial que pueda
ocultar la evidencia: el gobierno pretende destruir la Seguridad Social.
El futuro secretario general de la UGT -la central sindical
amarilla- llamó a la denuncia de los compromisos asumidos por su organización
con el gobierno y la patronal y ahora exige el rechazo de las medidas
anunciadas.
La propia Confederación de Industrias, CIP, desaprueba la
estrategia del Ejecutivo, y Belmiro de Azevedo, el patrón multimillonario de la
SONAE (que va a ahorrar muchos millones de euros con el descenso de la tasa social
única), se desmarcó del gobierno. Fue categórico al afirmar que el brutal
aumento de la carga fiscal sobre el trabajo, lejos de alcanzar los objetivos
fijados, va a contribuir para el agravamiento de la crisis.
Influyentes “analistas” de la burguesía, como Marcelo Rebelo
de Sousa y Miguel Sousa Tavares, habitualmente prudentes en las críticas al
gobierno, se desmarcan ahora de Passos Coelho y la cruel farsa de la
“austeridad”.
No esperaba el Primer Ministro que su aciago paquete fiscal
fuese mal recibido por parlamentarios y dirigentes de los partidos del
Gobierno, PSD y CDS. Pero tuvo una sorpresa.
“Siento una gran revuelta en el PSD- declaró al periódico
“Publico” un diputado de ese partido- porque el Primer Ministro fue demasiado
lejos”. En el CDS el malestar aumenta cada día y algunos “barones” hablan
abiertamente de la necesidad de poner fin a la coalición, cimiento de la
mayoría parlamentaria.
Grandes luchas en el
horizonte
La presente crisis –es una certeza- va a profundizarse
mucho. Inseparable de la crisis global del capitalismo, la actual, que lanzó a
millones de portugueses en el desempleo, en la pobreza y en la miseria, difiere
de todas las anteriores no solo por sus efectos sociales y económicos, sino por
la ideología y el proyecto de los representantes del capital que controlan el
gobierno y el Parlamento.
Es significativo que el ministro Relvas, envuelto en una
cadena de escándalos sórdidos, haya aprovechado su visita a Brasil para hacer
en Rio declaraciones provocadoras, de elogio irrestricto a la devastadora y
criminal política fiscal de Passos Coelho. Insolente, maltratando inclusive el
idioma, sugiere a los que están en desacuerdo presentar una alternativa, para concluir
que ella no existe y proclamar que el rechazo de la estrategia del gobierno
sería el caos.
No es inédito su arrogante desafío. En situaciones
históricas como la actual, los responsables de la crisis optan por el
autoelogio, en tanto se preparan para responder con la represión a la protesta
popular.
Los Passos, Relvas y otros olvidan que en el movimiento de
flujo y reflujo de la Historia las grandes crisis desembocaron casi siempre en
una contestación torrencial cuando los pueblos, alcanzando un límite, no pueden
soportar más la opresión de la clase dominante y se movilizan para ponerle fin.
No hay dos procesos iguales. Las revoluciones y las
transiciones marcadas por reformas revolucionarias difieren de sociedad en
sociedad, cambiando en función de factores que no cabe analizar en un artículo
como este. Eso ocurrió el 25 de Abril.
Transcurridos 38 años, frustradas las grandes esperanzas de
la Revolución Democrática y Nacional, una gran burguesía dependiente, más
sofisticada que la anterior, y más íntimamente ligada al imperialismo, se
encuentra nuevamente instalada en el poder.
Bajo algunos aspectos la lucha contra el sistema opresor es
hoy mas difícil que en la época del fascismo. Porque las condiciones subjetivas
son menos favorables. Las instituciones existentes (deformadas por sucesivas
reformas de la constitución) llevan a millones de portugueses, la mayoría de la
ciudadanía, a creer que el régimen portugués es democrático. Ahora, en la
práctica vivimos bajo una dictadura de la burguesía de fachada democrática.
Pero solamente una minoría de la población tiene consciencia de esa realidad.
En Portugal, la resistencia de los trabajadores a políticas
neoliberales de los sucesivos gobiernos del PSD y del PS ha sido una constante.
Sobre todo en los últimos años. Se expresó en gigantescas manifestaciones de
protesta, en huelgas generales y sectoriales realizadas con éxito, en luchas de
numerosas categorías profesionales, de manera destacada los profesores.
Pero el control de los medios por el capital y la influencia
hegemónica del imperialismo en internet dificultan extraordinariamente la
comprensión para la mayoría de los portugueses de la complejidad de la crisis
mundial y de los desafíos que afectan al pueblo portugués. Los mecanismos de
alienación son una fuente de ilusiones, favoreciendo a la derecha (en la cual
incluyo a los dirigentes del PS).
La ilusión de que es posible para las fuerzas progresistas
llegar al gobierno a través de elecciones es muy difundida. Tal convicción es
utópica. El engranaje montado por las fuerzas del capital fue concebido y
funciona de modo que alternadamente obtengan mayoría parlamentaria y lleguen al
gobierno exhibiendo una falsa representatividad popular, ahora el PSD
(remolcando al CDS), mañana el PS.
La ruptura con ese engranaje, para producir efectos, para
ser real, no puede consumarse dentro del sistema, tender a su democratización.
Tendrá que ser una ruptura contra el sistema. En otras palabras, es
imprescindible dejar claro que el enemigo es el capitalismo y que éste es
irreformable por su naturaleza inhumana. Es posible en Portugal un gobierno
menos reaccionario, más no un gobierno progresista. El lenguaje de la verdad es
una exigencia política y ética en el dialogo con las masas.
La idea de un regreso a Abril es también romántica. La
Historia no se repite. Sería negativo confundir los valores de Abril y el
respeto que inspiran con la aspiración ilusoria de una nueva Revolución
Democrática y Nacional, en el actual contexto.
¿Cuál debe ser entonces el carácter de la respuesta popular,
cual el rumbo que la protesta al Poder de la burguesía y al protectorado
imperial deben asumir? La pregunta es formulada con frecuencia por aquellos a
quienes son dirigidos llamados para la dinamización de la lucha de masas. Y es
pertinente, porque la correlación de fuerzas en la sociedad portuguesa no abre
la puerta a una coyuntura pre-revolucionaria.
A menos que se produzca a nivel mundial una situación
revolucionaria abarcando a los EEUU y la Unión Europea, lo que no será en
breve, una Revolución social victoriosa en Portugal es una imposibilidad La
lucha intensa y permanente contra éste gobierno, que asume ya en el discurso y
en la pratica matices neofascistas, no va a desembocar en una Revolución
progresista. Eso no justifica una actitud de pesimismo, de pasividad alienante.
En Portugal la participación en las luchas contra el sistema es transversal,
abarca ya segmentos de la pequeña y media burguesías, capas sociales que aún
hace pocos años afirmaban no “interesarse por la política”.
A lo largo de la Historia, muchas generaciones combatieron
por transformaciones revolucionarias que no se han producido durante sus breves
existencias. Pero su compromiso era con las ideas y no con el calendario.
Revoluciones tan importantes para el progreso de la Humanidad como la Francesa
de 1789 y la Rusa de 1917, no habrían sido victoriosas sin la lucha, la
dedicación, el debate de ideas de una maravillosa cadena de revolucionarios que
las imaginaron y para ellas vivieron. Afirmar sin rodeos, frontalmente, que la
ruptura en Portugal debe ser con el sistema capitalista, rumbo al socialismo
distante, esfumado en un horizonte de brumas, es seguir el ejemplo de esos
revolucionarios, caminar por las alamedas que ellos abrieron combatiendo.
Creo que la lucha de masas va a adquirir un nuevo ímpetu,
que la represión será incapaz de impedir, un ímpetu con vocación de quebrar los
cimientos del Poder ultramontano.
Traducción de Jazmín Padilla para www.odiario.info