
Dar voz a quienes no la tienen, primera etapa freireana de
1962 a 1970. La construcción de La pedagogía del oprimido (1970); además de La
educación como práctica de la libertad (1967) y ¿Extensión o comunicación?
(1971).
Cuando a mis manos llegaron los primeros escritos de Paulo
Freire, los días y las noches en mi natal Santafé Bogotá, Colombia, cubrían más
nostalgias que alegrías en ese mi andar por el mundo en busca del sentido de mi
vida, de un sendero para encontrar aliento al paso triste de un no saber para
que caminar el mundo. A finales de la década de los 60 e inicios de la década de
los 70, la violencia de la eliminación fratricida2, alentada desde una conducta
filicida hecha poder económico, político y militar, quería adueñarse de mis
noches, pero las estrellas me murmuraban el despertar de un erotismo que se
negaba a permanecer llorando entre las sombras.
Las campanas de las iglesias,
en un país entregado al “Sagrado Corazón de Jesús” como lo es el colombiano,
parecían seguir el ritmo de la muerte, pero los pétalos de las flores se
negaban a servir tan sólo de homenaje para despedir la vida. En esas noches de
angustia me debatía constantemente entre la muerte y la vida, entregándome a
versos como aquellos de José Asunción Silva en su Nocturno:
Una noche,
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
[…] Esta noche
Solo; el alma
Llena de infinitas amarguras y agonías de la muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro,
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba…
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida
Y el chirrido de las ranas…
[…] ¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de
lágrimas…!
Alguna de esas noches tristes, el humanismo de Paulo Freire
comenzó a ser parte de mi mismo, me apasionaba seguir su prosa revolucionaria
llena de vida, la forma como desnudaba la muerte impuesta por el opresor, la
fuerza de sus letras para desvelar al sistema capitalista de explotación que,
abandonando al ser humano en el hambre y en la miseria, lo desprecia como un
ser sin historia y sin cultura para violentar e impedir su proceso de
humanización; así fui entendiendo el por qué Paulo3 dedico su pedagogía, “A los
desarrapados del mundo y a quienes, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y
con ellos luchan”; una dedicatoria en la que sintetizó su compromiso de
trabajar con ellos, desde su práctica, nunca para ellos, subrayando que no se
trataba de una dádiva caritativa; su dedicatoria era un desafío, una invitación
y un compromiso con procesos de concientización a favor de la humanización para
despertar a la palabra de su silencio, conectarla con la acción transformadora,
romper el “miedo a la libertad” y abatir la sombra introyectada del opresor.
Si nada queda de estas páginas, –escribió Paulo4 al final de
la Pedagogia del oprimido– esperamos que por lo menos algo permanezca: nuestra
confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo
en el que sea menos difícil amar.
No fue fácil zafarme del velo de la muerte, muchas fantasías
conscientes e inconscientes acompañaban cotidianamente mi andar por el mundo,
esas fantasías que obligan a clavar la mirada en la nada del mundo externo,
cayendo en la angustia de un lenguaje emocional que hace que las fantasías
inconscientes se apoderen del ser humano y, a veces, sólo existan los duelos no
superados (dejar la niñez, la adolescencia, la partida de un ser querido –que
se muere o nos abandona– aceptar la tercera edad, los deseos parricidas,
filicidas, fratricidas, suicidas). Las imágenes de la muerte cotidiana
presentadas en la televisión, periódicos y revistas, me llevaban a jugar con
asociaciones de terror que, al mismo tiempo, me conectaban a experiencias
violentas del poder familiar, político, eclesial, escolar, militar.
Quienes instauran el terror, escribió Paulo5, no son lo
débiles, no son aquellos que a él se encuentran sometidos sino los violentos,
quienes con su poder, crean la situación concreta en la que se generan ‘los
abandonados de la vida’, los desarrapados del mundo […] Quienes instauran la
negación de los hombres no son aquellos que fueron despojados de su humanidad
sino aquellos que se la negaron, negando también la suya.
La pedagogía del oprimido es un canto al amor, un desafío al
deseo de romper las cadenas de la opresión, una creencia hecha lucha en la
capacidad del ser humano para anteponer la biofilia (Eros) a la necrofilia
(Tánatos) y emprender el camino de su liberación, asumiendo el compromiso de su
humanización, sabiendo que nadie se libera solo, nos liberamos en comunión mediatizados
por el mundo de nuestra historia y de nuestra cultura.
El pensamiento freireano poco a poco fue alentando mi vida
emocional, todavía lloraba inconscientemente los duelos de abandono no
superados, –especialmente la pérdida mi madre–. Las letras de Paulo consolaban,
entonces, un corazón que se negaba a romper la atadura de un erotismo cobijado
por el manto oscuro de la noche.
Que noches tan profundamente oscuras
Y en que silencio mi corazón gime
Esa ausencia bendecida de ternura.
Estos fueron mis primeros versos, los que desde el fondo de
mí mismo, clamaban por ganarle la partida al silencio del abandono, ese que en
nuestra indefensión, es silencio de muerte. Pero esos versos se pudieron
enganchar a las letras de Freire6, encontrando en él la forma de traspasar las
sombras del humanismo perdido.
La deshumanización, que no se verifica sólo en aquellos que
fueron despojados de su humanidad, sino también, aunque de manera diferente en
los que a ellos despojan, es distorsión de la vocación de ser MÁS. Es
distorsión posible en la historia pero no es vocación histórica.
Fui haciendo míos los primeros libros de Freire, Pedagogía
del oprimido, La educación como práctica de la libertad y ¿Extensión o
comunicación?, los que hacen parte de lo que denomino su primera etapa. Esos
libros, leídos desde mi propia realidad, me permitieron encontrar respuestas al
sentido de mi existencia y, en la docencia, una forma hermosa de comprometerme
con la humanización. Fui haciendo mío el desafío lanzado por Paulo para
aprender a leer el mundo, para conocer mejor la violencia impuesta por l@s
opresores y opresoras y, así, poder romper la “cultura del silencio”, soñando
con Freire que en el ser humano existen más cosas dignas de admiración que de
desprecio.
Ya cuando estaba en la mitad de mis estudios universitarios
los libros de Paulo me permitieron tomar distancia de mi práctica educativa
para estudiarla mejor, comprendiendo su denuncia de la educación bancaria: el
carácter fundamentalmente narrativo, discursivo y disertador con el que
profesores y profesoras ejercen su trabajo docente arrullando autoritariamente
a “sus” estudiantes con la palabra, contribuyendo, de esta forma, no sólo a la
alienación del pensamiento sino al mantenimiento del autoritarismo, rompiendo
cualquier posibilidad de diálogo como sello de un verdadero proceso educativo.
La crítica a la educación bancaria y el desafío para crear una educación
liberadora estimuló mi capacidad de asombro y de curiosidad, lo que me permitió
iluminar de otra forma mi práctica y encontrar un compromiso con mi vida, con
l@s otr@s, con el mundo.
En ese contexto freireano seguí los movimientos
estudiantiles surgidos de aquel mayo del 68 francés. Movimiento que sembró de
muertos el camino de la lucha estudiantil aquí en México, manifestaciones de
Tánatos que me llenaron de rabia, dolor y miedo entendiendo, posteriormente,
que se trataba de una acción emanada de la pulsión filicida7 de muerte hecha
poder para escarmentar a la sociedad con la intención de inmovilizar luchas
sociales –como sucedió con la huelga estudiantil de 1999-2000 encabezada en la
UNAM por el CGH8; como sucedió recientemente con la muerte, la violación y la
violencia impuesta en contra de l@s pobladores de San Salvador Atenco9; como
sucedió con el pueblo de Oaxaca; como ya había sucedido con otras tantas
muertes como en las masacres10 de Aguas Blancas, El Charco, Acteal11 y El
Bosque.
La sombra del opresor se introyecta con la violencia
filicida, ataca el inconsciente y silencia la palabra como acción
transformadora. La sombra del opresor se convierte en deseo de muerte y la
deshumanización se entrelaza con deseos de eliminación parricida12, fratricida
y suicida. Pero también esa sombra trabaja en la vida emocional del ser humano
expresándose como sentimiento de culpa. Freire en su último libro13 señalaba la
necesidad de un psicoanálisis social con el que se pudiera analizar la culpa
indebida, aquella que siente el oprimido y lo engancha a las garras de sus
opresores condicionándolo para introyectar la violencia ejercida sobre él,
impidiéndole defenderse14.
A pesar de la forma como fue silenciada la lucha estudiantil
en distintos países de América Latina, en Chile la sociedad llevó al poder a
Salvador Allende, pero, nuevamente y con más fuerza el poder filicida de la
violencia opresora impuso a uno de los hombres más sanguinarios de la historia
de la humanidad, Augusto Pinochet, quien logró sembrar el terror en todo el
continente sudamericano para intentar desalentar cualquier lucha por la
liberación de los oprimidos. Paulo Freire, quien había sido torturado y
desterrado de su patria en 1964, llegó a Chile donde escribió su Pedagogía del
oprimido, además de acompañar el proceso de concientización del pueblo chileno.
En 1969 Freire dejó Santiago de Chile, siguió su peregrinar por el mundo,
llegando primero a la Universidad de Harvard en Estados Unidos por diez meses,
para posteriormente radicarse en Ginebra, Suiza de 1970 a 1980.
El conocimiento como lucha, segunda etapa freireana de 1973
a 1980. Su experiencia revolucionaria, de Gramsci a Cabral. Cartas a Guinea
Bissau. Apuntes para una experiencia en proceso (1977).
Tuve la fortuna de conocer a Paulo Freire cuando llegué a
Ginebra, Suiza, en el año de 1974; desde mis primeros contactos con él descubrí
en su mirada una luz especial, sus ojos no sólo le servían para ver sino para
iluminar el mundo conociéndolo mejor; en sus ojos sentía la fuerza de su
palabra, primero abierta a escuchar y luego entregada para compartir sus
conocimientos, sin más límites que los marcados por su agenda de múltiples
compromisos. Paulo era un educador dialógico, tolerante, cada vez menos seguro
de sus certezas, por el contrario crítico de ellas y respetuoso siempre con
quien llegaba buscando su palabra; era un educador comprometido con la
esperanza, con el sueño, con la utopía. Encontré en Paulo al amigo que me abrió
las puertas de sus enseñanzas y de su hogar, tuve el gusto de conocer y
compartir momentos llenos de cariño con su primera esposa, Elza, y con algun@s
de sus hij@s.
El pasado le servía a Paulo para tomar con mayor seriedad su
compromiso con el presente y con el futuro, siempre encontró el lado positivo
de su vida, su parte erótica que lo impulsaba a soñar esos sueños posibles de
una sociedad que rompiera el silencio para no seguir aceptando ni el hambre, ni
la injusticia, ni la miseria, ni la violencia como si fuesen males necesarios.
En una ocasión, un compañero de trabajo, que siempre tenía un chiste fresco, se
acercó a Paulo y le preguntó: “¿sabes quién es un pesimista?” Luego se rió y él
mismo respondió: “es un optimista bien informado”. Nosotros reímos y,
posteriormente, Freire comentó: “Sí, en ocasiones pensamos que la historia ya
terminó y no podemos cambiarla. Pero no es así, somos seres inacabados,
inconclusos, en búsqueda y podemos hacer y rehacer nuestra historia porque
estamos condicionados, no determinados”. Durante muchos momentos intensos de mi
vida ginebrina, de 1974 a 1978, fui entendiendo cada vez mejor su propuesta
político educativa, especialmente, durante una estancia de seis meses en Sâo
Tomé y Príncipe, gracias a una invitación de Paulo.
La praxis liberadora de Paulo Freire me acercó tanto al
pensamiento de Antonio Gramsci, el filósofo de la praxis como a Amilcar Cabral,
el orfebre de la conciencia revolucionaria y gran líder de la revolución de
Guinea Bissau y Cabo Verde quien, antes de caer muerto por las balas del
colonialista había leído a Paulo y, en su visión profética, sabía de las
grandes aportaciones que Freire podría dar a su país, una vez obtenida la
independencia por la que estaba luchando. En 1975 Paulo recibe, con gran
alegría, la primera invitación para ir a trabajar, primero en Ginea-Bissau para
posteriormente hacerlo en Cabo Verde, Angola, Mozambique, Sâo Tomé y Príncipe,
además de otros países africanos, asumiendo lleno de alegría su compromiso,
pensando de inmediato en la contribución que podría hacer si lograba ir
aprendiendo y enseñando de esas jóvenes revoluciones que apenas comenzaban.
Antes y después de cada viaje a África, Freire15 sentía que había renacido y se
entregaba a una escritura epistolar en donde analizaba y organizaba mejor su
pensamiento y su propuesta político educativa.
De ahí que jamás nos hayamos detenido en el estudio de
métodos y técnicas de alfabetización de adultos en cuanto tales y, en cambio
hayamos considerado esos métodos y técnicas como algo al servicio de (y en
coherencia) con una determinada teoría de conocimiento puesta en práctica –la
cual a su vez, tiene que ser fiel a una determinada opción política
En 1978 me despedí de Paulo para venir a México, al hacerlo nos dimos un fuerte abrazo, nos miramos y Paulo me repitió lo que en varias ocasiones me había dicho: “reinvéntame Miguel, no me repitas”. Llegué a México y comencé a trabajar en Facultad de Filosofía y Letras (UNAM), donde logré, conjuntamente con l@s estudiantes, reinventar a Freire al construir la “Metodología16 para el rescate de lo cotidiano y la teoría en el aula”.
Sueños y utopías, tercera etapa freireana de 1980 a 1992. Su
reencuentro con la pedagogía del oprimido: La importancia de leer y el proceso
de liberación (1984). Algunos de sus libros hablados: Esa escuela llamada vida
(1985); Hacia una pedagogía de la pregunta (1985); Miedo u osadía, lo cotidiano
del profesor (1987) y, La pedagogía de la esperanza. Un encuentro con la
Pedagogía del oprimido (1992).
Soñar no es sólo un acto político necesario, sino también
una connotación de la forma histórico-social de estar siendo mujeres y hombres.
Forma parte de la naturaleza humana que, dentro de la historia, se encuentra en
constante proceso de devenir. Haciéndose y rehaciéndose en el proceso de la
historia, como sujetos y objetos, mujeres y hombres, convirtiéndose en seres de
la inserción en el mundo y no de la pura adaptación al mundo, terminaron por
tener en el sueño también un motor de la historia. No hay cambio sin sueño,
como no hay sueño sin esperanza. 17
Finalmente Paulo Freire venció la nostalgia de su patria y
pudo regresar en 1980, habían pasado 16 años de exilio. Nunca dejó de añorar a
Brasil y, contrariamente a lo que pensaba en la década de los 60 cuando
criticaba el autoritarismo de los partidos de derecha y de izquierda, encontró
en el Partido de los Trabajadores un espacio para hacer más viable su
propuesta. Freire decía: “en la historia se hace lo que históricamente es
posible hacerse y no lo que quisiéramos hacer”.
La primera parte de ésta tercera etapa freireana la podemos
encontrar en sus libros en forma de diálogos18 con intelectuales y luchadores
sociales.
Toda lectura de la palabra −decía Paulo19− presupone una
lectura anterior del mundo, y toda lectura de la palabra implica volver sobre
la lectura del mundo, de tal manera que leer mundo y leer palabra se
constituyen en un movimiento en donde no hay ruptura, en donde uno va y viene.
Y leer el mundo junto con leer palabra en el fondo para mí significa reescribir
el mundo.
Seguí de cerca la evolución del pensamiento freireano, sin
perder la comunicación con él. Paulo tenía que viajar constantemente para dar
seminarios en los distintos países a donde lo invitaban y, así, continuó su
peregrinar por el mundo, compartiendo sueños y utopías a favor de la
humanización del ser humano. En tres ocasiones vino a México, una vez invitado
por la UNAM y otras dos por el Instituto Nacional de Educación de Adultos
(INEA). El 9 de febrero de 1984 Freire estuvo en el Auditorio Ché Guevara, tuve
el honor de presentarlo con la lectura de la introducción a su libro, La
importancia de leer y el proceso de liberación20, que con mi esposa había
escrito. Nosotros, con la aprobación de Paulo, hicimos la selección y
organización de los ensayos que componen éste libro con la intención de
permitir en sus lectores, una visión histórica de su pensamiento entre 1973 y
1982. Una hermosa anécdota quiero compartir con ustedes. Acompañé a Paulo a la
editorial Siglo XXI para firmar los documentos relacionados con dicho libro y,
para mi sorpresa, él quería entregarme parte de las regalías que pudiera
obtenerse con su venta, yo le expresé todo mi agradecimiento diciéndole que el
principal honor que me había otorgado ya estaba plasmado en el libro y no era
necesario tal ofrecimiento, lo que provocó una sonrisa de aceptación en él. Ese
era Paulo, generoso y dispuesto a compartir siempre todo lo que él tenía.
Las visitas de Paulo a México fueron llenas de alegrías y de
trabajo intenso, siempre se quedó en mi departamento y estuve con él en todos
sus compromisos. Los alimentos para Paulo era momentos sagrados, le gustaba
saborear todo tipo de comidas, él decía “que no acreditaba, que no confiaba, en
las personas a quienes nos le gusta la buena comida”.
En las diferentes intervenciones de Freire en México habló
de la necesidad de indignarnos ante las injusticias, de no quedarnos callados y
entender el conocimiento como otra forma de lucha. En alguna ocasión, al hablar
de las luchas estudiantiles, Paulo pensaba que si hubieran menos clases en las
aulas y más movimientos estudiantiles, probablemente se entendería mejor la
necesidad de romper el silencio, de no dejarnos paralizar por el miedo
introyectado a través de la ideología inmovilizadora, castradora de sueños y
utopías. Paulo insistía en
Editora Autores Asociados, 1986. Ira Shor, Paulo Freire.
Medo e ousadia, o cotidiano do profesor. Sâo Paulo, Editora Paz e Terra, 1987
saber ocupar los espacios vacíos que existen en toda estructura social,
educativa, política; de sabernos colocar adelante y no detrás de esos espacios
para jalarlos, buscando unir el texto traído al aula con el contexto social
teniendo conciencia, claro está, de los límites de los espacios educativos: “la
educación no es la palanca de la revolución pero toda revolución es
pedagógica”, decía Paulo.
En una ocasión, dentro del seminario que dio Freire en la
UNAM21 se le cuestionó su participación en el INEA, de la forma como se dejaba
utilizar, a lo que respondió: “La utilización no es algo malo. Es necesario
tener claro a que tipo de utilización nos referimos. Miguel –dijo, poniéndome
la mano en el hombro-, me utiliza al traerme a éste seminario. Esto le sirve a
él, puede mostrar la cercanía conmigo; yo también lo utilizo a él, gracias a su
invitación puedo estar dialogando con ustedes. Igualmente el INEA me utiliza
pero yo también a ellos, pienso que es mejor que yo este en ese Instituto al
servicio del gobierno mexicano –que dista mucho de ser un gobierno de
izquierda– y decir lo que dice Paulo Freire, él mismo, sobre los procesos de
alfabetización ↔ posalfabetización liberadora y no dejar
que en el INEA digan lo que ellos quieren decir sobre mi pensamiento”.
Freire también dialogó con algun@s de l@s estudiantes que
trabajaban conmigo en 1984, se le expuso lo que estábamos haciendo en el aula,
las grandes dificultades y contradicciones que vivíamos cotidianamente para
unir el texto al contexto social, lo poco que el currículo permite soñar y la
verticalidad de los procesos universitarios, la imposibilidad de pronunciar el
mundo en el aula. Paulo nos habló de la necesidad de ser eclécticos
epistemológicamente y no caer en dogmatismos, de hacer del acto educativo un proceso
de trasmisión y creación de conocimientos, de unir el texto al contexto, de
entender siempre acto educativo, como un acto de conocimiento y un acto
político, de la necesidad de la directividad en el acto educativo –no existe
una educación no directiva, la educación no es neutra–, definiendo con claridad
qué es lo que se quiere estudiar pero preguntándonos, a favor de qué y de quien
y, por lo tanto, en contra de qué y de quien.
Los libros de Paulo, al final de esta etapa freireana (entre
1980 y 1992), nos alientan a no desanimarnos en la lucha por la humanización, a
no caer en el fatalismo, a seguir construyendo sueños y utopías. Sin embargo,
la dificultad de abrir espacios de lucha y la consolidación del sistema
capitalista, con niveles de perversión y de violencia cada vez más crueles,
parecía sumirnos en la desesperanza. Freire escribe, entonces, la Pedagogía de
la esperanza para decirnos que la esperanza se construye en la lucha, que no es
aquella que adormece la conciencia para que se quede en la pura espera que es
espera vana.
La esperanza, unida al sueño humanista, abrirá cada vez más
espacios de lucha para la construcción de una sociedad que se reinvente de
abajo hacia arriba22.
El sueño de la humanización, cuya concreción es siempre
proceso, siempre devenir, pasa por la ruptura de las amarras reales, concretas,
del orden económico, político, social, ideológico, etc., que nos están
condenando a la deshumanización. El sueño es así una exigencia o una condición
que viene haciéndose permanentemente en la historia que hacemos y que nos hace
y rehace.
El sueño ilumina el sendero de una pedagogía erótica. Sin
amor difícilmente aprenderemos a soñar y sin erotismo no es posible la utopía,
por ello, me vienen a la memoria algunos versos del poema Tu risa de Pablo
Neruda:
Quítame el pan, si
quieres
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.
Amor mio, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
[…] Ríete de la noche
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.
Del sueño a la realidad el camino es el de la lucha, cuarta
etapa freireana de 1992 a 1997. La esperanza se construye en la lucha por la
autonomía. Algunos libros como: La pedagogía de la autonomía (1996), Política y
educación (1993); Cartas a quien pretende enseñar (1993), Cartas a Cristina
(1994); A la sombra de un árbol (1995). Y sus libros póstumos, la Pedagogía de
la indignación (2000) y, la Pedagogía de la tolerancia (2005).
Empecé a leer la Pedagogía de la esperanza en 1993 buscando
en las letras de Paulo un apoyo a los límites de mi trabajo en el salón de
clases. Las reflexiones de él me permitieron también reencontrarme con la
Pedagogía del oprimido. A nivel mundial se podía percibir ese aliento de
desesperanza debido a la imposición del modelo capitalista, en su fase de
globalización, pero Paulo sabía que una vez pasada la pesadilla de la caída del
muro de Berlín, la sociedad empezaría a levantarse para pronunciar su mundo y
derrocar al silencio impuesto. Aquí en México, el 1 de enero de 1994, de entre
el dolor y la miseria, entre la muerte cotidiana y la esperanza en la lucha,
surge del sótano de la historia el grito de l@s condenad@s de la tierra, de l@s
oprimid@s, del EZLN.23
Enero de 1994… recordó al país entero la existencia de este
sótano. Miles de indígenas armados de verdad y fuego, de vergüenza y dignidad,
sacudieron al país del dulce sueño de la modernidad. “¡Ya basta!” grita su voz,
basta de sueños, basta de pesadillas […] Con sangre indígena quieren lavar su
orgullo de servir al poderoso, de ser cómplices en el injusto reparto del dolor
y la pobreza. Los indígenas zapatistas con sangre pagarán su pecado. ¿Cuál? El
de no conformarse con limosnas, el de insistir es sus demandas de democracia,
libertad y justicia para todo México, el de su “Para todos todo, nada para
nosotros”.
Así comenzó una larga lucha zapatista basada tanto en un
principio ético no negociable, no a la eliminación del hermano –no al
fratricidio–, como en su propuesta de gobernar obedeciendo. Hoy su lucha sigue
con el nombre de la otra campaña recorriendo toda la República Mexicana para
escuchar y aprender con otras resistencias y luchas de l@s olvidad@s y
condenad@s de la tierra. En la “Sexta declaración de la selva lacandona” está
escrita su propuesta de organización, denunciando la explotación, el hambre y
la miseria, el abandono de muerte y, al mismo tiempo, anunciando la
organización de un mundo en donde quepan todos los mundos que somos,
consolidando autonomías.
Paulo consideró, de forma similar al zapatismo, que la lucha
por la autonomía es esencial en la construcción individual y colectiva del ser
humano, como lo escribe, antes de despedirse para siempre, en su Pedagogía de
la autonomía:24
[…] me aproximo de nuevo a la cuestión de la inconclusión del ser humano, de su inserción en un permanente movimiento de búsqueda […] la crítica permanente que siempre llevo en mi a la maldad neoliberal, al cinismo de su ideología fatalista y a su rechazo inflexible al sueño y a la utopía […] nos hayamos sometidos a la perversidad de la ética del mercado […] me parece poco lo que hagamos en la defensa y en la práctica de la ética universal del ser humano. No podemos asumirnos como sujetos de la búsqueda, de la decisión, de la ruptura, de la opción, como sujetos históricos, transformadores, a no ser que nos asumamos como sujetos éticos.
La Pedagogía de la autonomía lleva en sí las raíces de los
dos libros póstumos que Nita –segunda esposa de Paulo– nos ha entregado
ayudándonos a comprender con más profundidad la evolución del pensamiento
freireano. La Pedagogía de la indignación y la Pedagogía de la tolerancia
muestran que no es posible hablar de autonomía si no somos capaces de
indignarnos ante un mundo cada vez más cruel, ante un sistema capitalista,
violento, excluyente e intolerante que hace más ricos a los ricos y más pobres
a l@s miserables. La indignación ante las injusticias nos da derecho a sentir
rabia, decía Paulo25.
Mi rabia, mi justa ira, se funda en mi revuelta ante la
negación del derecho de “ser más” inscrito en la naturaleza de los seres
humanos. Por eso, no puedo cruzarme de brazos, en plan fatalista, ante la
miseria […] El sistema capitalista alcanza en el neoliberalismo globalizante el
máximo de eficacia de su maldad intrínseca.
Paulo escribió el prólogo a dos libros míos publicados en la
Facultad de Filosofía y Letras, en el último, que lo escribí con mi esposa
Hilda Varela, hablamos de las utopías zapatistas, escribiendo cartas a los dos
personajes creados por el sub Marcos: don Durito y el viejo Antonio26. Freire
leyó el manuscrito y pocos meses antes de morir nos regaló este hermoso
prólogo:
Todo el tiempo en el que me entregué a la lectura crítica de
sus textos jamás dejé de sentirme preso por ellos, tanto por el agrado que
“convivir” con ellos provoca como por la alegría de sentirme inserto, con
emoción, con pasión, con decisión en la misma lucha de ustedes. Lucha, se
percibe fácilmente, cuyo espacio propuesto es el de la Historia como
posibilidad y no el de la Historia como determinismo […] Este libro me hace
recordar, con una nostalgia bien soportada, algunos de nuestros encuentros en
Sâo Tomé y Príncipe, en África, a mediados de los años setentas. Encuentros en
los que hablamos de utopías y de sueños tan vivas hoy en la medida en la que el
libro de ustedes se encuentran empapados en ellas y ellos. El sueño de un mundo
en que amar sea más fácil, de un mundo que nazca de un profundo y radical no al
proyecto neoliberal.
Para terminar este escrito, me gustaría decir que con Paulo
aprendí a leer el mundo en el que estoy inserto, a desocultarlo tomando
distancia de él para mejor conocerlo y mejor prepararme para transformarlo,
transformándome a mi mismo. Al quitar el velo que impide leer el mundo, pude
observar la manifestación de la conducta psicopática27 que rige el actuar de
quienes tienen el control tanto de los medios de difusión como del poder
político, financiero y militar. Esta conducta la podemos observar y estudiar
para entender el ataque permanente que se está ejerciendo sobre el
pensamiento28 al tratar de ocultar la realidad real, buscando constantemente
tergiversar la percepción de ella con la utilización de la doble moral, del
doble mensaje, de las mentiras a medias que apuntan a imponer el imperio de una
ética perversa que haga viable una política económica de exclusión, de
eliminación fratricida. La ética capitalista, impuesta desde la ética del
mercado, se construye como acto filicida que condena a la miseria a l@s
desarrapad@s del mundo. La ética del mercado desprecia la educación, busca el
pensamiento único y paga salarios de hambre a much@s educadores y educadoras,
silencia la crítica y la lucha con el uso de la violencia de Estado y sólo cree
en una educación domesticadora y silenciadora de una ética erótica. Por ello,
creo que Paulo Freire, proponiendo una pedagogía de la esperanza como un acto
educativo y un acto político, que permita soñar y crear utopías, decidió, antes
de su partida, lanzarnos el desafío de no quedarnos callados antes las
injusticias, el hambre y la perversión ética de quienes son poder; antes de su
partida para siempre, Paulo29 escribió:
Yo no moriría en paz sin proclamar que soy un pedagogo indignado.
En esta frase Paulo resumió el derecho y el deber que tienen
mujeres y hombres de rebelarse30.
No junto mi voz a la de quienes, hablando de paz, piden a
los oprimidos, a los harapientos del mundo su resignación. Mi voz tiene otra
semántica, tiene otra música. Hablo de la resistencia, de la indignación, de la
“justa ira” de los traicionados y de los engañados. De su derecho y su deber de
rebelarse contra las transgresiones éticas de que son víctimas cada vez más.
Finalmente, me gustaría compartir con todas y todos ustedes
algunos versos de mi poema a la pedagogía erótica, no sin antes recordar que la
Universidad de Colima fue la única universidad de México que había decidido
otorgar a Paulo Freire el doctorado Honoris Causa pero el corazón de Paulo ya
no le permitió recibir este homenaje que hoy hacemos.31.
Muerte del acto pedagógico
Muerte del acto pedagógico
como refugio de tánatos
deshojando la vida en el aula,
como negación del acto de amor,
como silencio de la palabra
y germen para la apatía.
[…] No a seguir lapidando
sueños y
encarcelado la utopía.
[…] Traigamos la seducción de Eros
al acto pedagógico
el deseo de engendrar vida
la dialéctica que reinventa el acto de amor.
Hagamos un altar a la pulsión de Eros
y desafiemos el conocimiento como lucha,
a la pasión erótica
como eclipse entre saber y trasformar.
Notas
1 Profesor Titular de Tiempo Completo en el Colegio de
Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,
maeg@servidor.unam.mx
2 El origen de la justicia social tiene sus raíces en el
deseo de eliminar al hermano y se puede resumir así: cuando el herman@ que está
se da cuenta de la llegada del otr@ hermano siente deseos de eliminarlo y sólo
la mediación de los padres mostrando que existe suficiente cariño para l@s dos,
lo lleva a aceptar compartir el cariño de los padres pero siempre que esta
acción sea recíproca. Sin embargo, se renuncia al acto de eliminar pero no al
deseo hacerlo. De ahí que fácilmente se puede desencadenar este deseo como lo
podemos apreciar en el racismo, en las guerras, la pelea entre pandillas, la
xenofobia entre países vecinos, el modelo de globalización que por su carácter
excluyente es fratricida. Otros conceptos como filicidio, parricidio,
mediación, fueron construidos durante mis estudios de psicoanálisis aplicado a
lo social. Su aplicación puede consultarse en:
Miguel Escobar. “El educador frente al filicidio del poder”
en Diálogos, Año IV, Vol. 19-20, diciembre 1999, pp. 85-92
Miguel Escobar e Hilda Varela,“Epílogo” en Globalización y
utopía. México, FFL-UNAM, 2001. (Prólogo de Paulo Freire)
Miguel Escobar. Eros en el aula. Diálogos con YMAR,
Valencia, Ediciones La burbuja, 2005
Miguel Escobar.“Percepción y lectura de la realidad” en
Diálogos, Año IX, Vol. 2/2003, N 34-35, pp. 121-138.
3 Paulo Freire. Pedagogía del oprimido. México, Siglo XXI,
1983, dedicatoria.
4Ib, p. 220
5 Ib., p.49
7 Son variadas las manifestaciones filicidas: las guerras
las hacen los viejos para matar a los jóvenes, la educación punitiva, el
abandono, el maltrato físico a los hijos, el castigo, la prohibición
instintiva, la amenaza, las mortificaciones, la crueldad, los ataques físicos o
verbales, la insensibilidad ante el sufrimiento y la muerte física del hijo. En
la actualidad el acto filicida se esconde en la estimulación de la eliminación
fratricida.
8Miguel Escobar G.,“El educador frente …, .op. cit
9 Miguel Escobar G., “La fábula del león del viejo Antonio y
San Salvador Atenco” (inédito)
10 Herman Bellinghausen, Zedillo, el genocida invisible” en
La Jornada, 2 de abril de 2007, p. 12a
11 Miguel Escobar G. “La masacre de Acteal. La globalización
y el imperio de la pulsión de muerte (Segunda carta a don Durito)” en Miguel
Escobar G. e Hilda Varela. Globalización y…, op.cit, pp. 114 – 132
12 El acto parricida esconde, generalmente, la acción
filicida primera de los padres. En el Complejo de Edipo se analiza el acto
parricida e incestuoso de Edipo pero se olvida que fueron los padres de Edipo quienes
al escuchar el oráculo y darse cuenta de los deseos de poder de su hijo, lo
mandaron matar. Para Freud, el sentimiento de culpa tiene aquí sus raíces, en
los deseos parricidas.
13 Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía. México, Siglo
XXI Editores, 1997, p. 81.
14 El sentimiento de culpa fue trabajado por Freud en el
Malestar en la cultura, es un concepto esencial para entender, en la vida
emocional, la relación entre la conciencia moral que instalada en el superyo
impide al ser humano dejar libremente la expresión y consolidación de sus
deseos filicidas, parricidas o fratricidas emanados del inconsciente. La culpa
indebida a la que se refiere Freire probablemente tiene que ver con un mal
manejo de un sentimiento de culpa que hace que la víctima acepte su condición
de víctima como castigo a su deseo parricida, consecuencia muchas veces de la
agresión filicida de que es objeto.
15 Paulo Freire. Cartas a Guinea-Bissau. Apuntes de una
experiencia pedagógica en proceso. México, Siglo XXI Editores, 1987, p. 18
16 Una síntesis de esta metodología se encuentra en Miguel
Escobar, “Proyecto de investigación” (inédito), puede ser solicitado a mi
correo electrónico.
17 Paulo Freire. Pedagogía de la esperanza. México, Siglo
XXI, p. 87
18 Entre otros puedo citar los siguiente: Paulo Freire.
Hacia una pedagogía de la pregunta. Conversaciones con Antonio Faundez. Buenos
Aires, Editorial La Aurora, 1986. Paulo Freire y Frei Betto, op. cit. Gadotti,
Friere, Aimaraes. Pedagogía: diálogo e conflicto. Sâo Paulo. Cortez Editora.
19 Paulo Freire y Frei Betto, Essa escola chamada vida,
Editorial Atica, Sao Paulo, 1986, 4a. edición.
20 Miguel Escobar G. e Hilda Varela, “Introducción” en Paulo
Freire. La importancia de leer y el proceso de liberación. Siglo XXI Editores,
1984
21 Paulo
Freire on Higer Education. A dialogue at the National University of Mexico. Nueva
York, State University of New Cork Press, Albany, 1994 (en colaboración con
Gilberto Guevara y Alfredo Fernández)
22Paulo Freire. Pedagogía de la esperanza, op.cit,, p. 95
23 EZLN, Documentos y comunicados 2. 15 de agosto de 1994 –
29 de septiembre de 1995, p. 57
24 Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía, op. cit, pp.
15-21
25 Paulo Freire. Pedagogía de la indignación. Madrid,
Ediciones Morata, S.L., 2001, pp .89 y 122
26 Miguel Escobar. Globalización… op.cit
27 La conducta psicopática se define por su actuar agresivo
ya que en su objetivo conlleva el daño hacia el otro. El individuo que la
manifiesta no tiene la capacidad para soportar la frustración que le produce el
no apoderarse de los objetos de su alrededor, decidiendo tomarlos por la fuerza
y apropiarse de ellos indebidamente. Miguel Escobar, “El educador … op.cit
28 El aparato de pensar de la sociedad es atacado por los
mensajes de algunos medios de difusión que actúan en contra de la sociedad para
controlarla, manipularla y desinformarla. Los medios de difusión buscan que la
sociedad se vuelva ‘fiel creyente’ de los mensajes que el aparato gubernamental
emite, buscando que la sociedad se convierta en una especie de rehén y
practique una nueva religiosidad. Este es un verdadero ataque a la sociedad que
es necesario estudiar y desocultar para tratar de impedir que siga triunfando
la confusión que se ha logrado generar con la información que esconde la
información. Ibidem
29 Paulo Freire. Pedagogía de la tolerancia. México, Fondo
de Cultura Económica y CREFAL, 2006, p. 198
30 Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía, op. cit., p. 97
31 Miguel Escobar G, “Pedagogía erótica”, poema en Eros en…,
op. cit. pp. 119 y 120