
Uno de los principales aportes teóricos de Gramsci fue, como
veremos a continuación, la caracterización de la dominación en las sociedades
modernas, no sólo como un fenómeno económico, sino también y, sobretodo, como
un fenómeno subjetivo o cultural, señalando, precisamente, aquel elemento de su
teoría, que mantiene mayor actualidad: su interpretación de la cultura como dimensión
esencial de estructuración y desarrollo de la dominación en las sociedades
estatales modernas.
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Sobre el concepto de cultura se ha escrito desde muchas
disciplinas, la ciencia política, la psicología social (ej. Kuper 1999; Ratner
2000; Morris y Fu 2000). Ahora bien, partiendo de la antropología, podemos
definir la cultura como un sistema vivo generado por agentes colectivos
socialmente definidos que en unas precisas coordenadas socio-históricas y físicas,
dan lugar a producciones materiales, simbólicas e ideacionales de todo tipo, a
la vez que son constituidos por ellas.
Dichas producciones generan el sentido de mismisidad (identidad)
de las distintas colectividades humanas. Y esa, permite a los agentes sentirse provenientes
y reproductores de sí mismos, herederos, transmisores y actores de una
determinada manera de identificar el mundo y de modificarlo1. Permite, en
consecuencia, aquello que Bourdieu y Wacquant denominaron “reflexibilidad”,
capacidad de los agentes sociales de pensar su acción y las propias estructuras
en que ella se enmarca, capacidad de comprensión de su realidad, y por tanto,
capacidad para incidir en ella de forma intencional cuando se produce la
amenaza de sustitución de su coherencia interna, tanto cultural como
identitaria, por nuevas formas de organización socio-política más acorde a los
intereses de sectores dominantes (dicotomía dominación/liberación).
Lo que Gramsci retoma es el valor de los hechos culturales
como conformadores del hombre en la creación de su propia historia. De acuerdo
con todo esto, la tesis que se defiende en este trabajo es que ante el proceso
“esencialización” del concepto de cultura que, en nuestras sociedades, se ha
producido con la mundialización (la cultura se ha convertido en una esencia
fija o muerta, desconectada de los procesos económicos y socio-políticos, a la
que, independientemente de su vida diaria, los ciudadanos se adaptan o amoldan
determinados días al año para sentirse más mexicanos, españoles o japones -folklore-)
y, en consecuencia, ante el proceso de desactivación del concepto de cultura
como válido para entender (y actuar frente a) la globalización capitalista como
un proceso de subordinación de las diversas culturas ante la cultura de la
fracción social dominante (dominación), la recuperación del legado teórico y de
la concepción ampliada de cultura de Antonio Gramsci se presenta, en la
actualidad, como un factor imprescindible para los sujetos subalternos
(individuos y pueblos) a la hora de construir los términos y estructuración de
la liberación (comprensión-acción). La dominación es un fenómeno cultural y
sólo comprendiendo el concepto de cultura en toda su amplitud, sus mecanismos
de funcionamiento y su fenomenología, se puede llegar a entender los procesos
de dominación.

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