
Benjamin nació en Berlín en 1892, estudió Filosofía en
Berlín, Friburgo, Munich y Berna, y en 1920, cuando el antisemitismo ya era
consistente en Alemania, se radicó en Berlín para trabajar como crítico
literario, editor y traductor, además de productor de sus propios textos. En
1933, como consecuencia de la llegada de Hitler a la cancillería del Reich,
Benjamin se refugió en Francia, donde se concentró en una obra sobre Charles
Baudelaire, que no llegó a terminar y que se publicó, fragmentariamente, como "Baudelaire: un poeta lírico en la era
del gran capitalismo"; además de otra cantidad de textos de influencia
inmediata y posterior.
En 1940, cuando los nazis ocuparon Francia, el escritor
intentó huir por la zona de los Pirineos, pero por problemas en su pasaporte
Benjamin no pudo pasar a España y se suicidó en un hotel de la localidad de
Port-Bou. En "Diario..." escribe (sobre la revolución de 1917):
"Los movimientos de izquierda, que tan útiles habían resultado a lo largo
del comunismo en tiempos de guerra, pasaron a ser absolutamente dejados de
lado".
Y agrega, "recién
ahora los escritores proletarios adquirieron estatuto oficial (excepto
Trotsky), e incluso recibieron claras instrucciones acerca de que no serían
apoyados de forma alguna por el gobierno […] Pienso también en el caso
Lelevich, que incluye medidas en contra del frente cultural de los sectores de
izquierda (...) En Rusia se da muchísima importancia a una toma de postura
política rigurosamente matizada".
Pero "en cuanto a
las técnicas literarias, alcanza con tener un contexto político vago,
generalizado, que de todas formas se considera indispensable […] La técnica
rusa consiste en realizar una amplia exposición de la idea, y de ser posible,
no más que eso (...) En Alemania, en cambio, lo único que se pretende es
obtener resultados, sin que a nadie le importe cómo se llega a
obtenerlos".
Las críticas de Benjamin son casi contemporáneas de las de
André Gide, aunque matizadas: ayudaron sus visitas a Lev Tolstoi y a su
encuentro con Lou-Andreas Salomé, la gran dama freudiana; también la influencia
de Brecht y la falta de alternativas al fascismo alemán, español e italiano.
Sus primeras impresiones están teñidas también por la lente de otros de sus
amigos, el director teatral Bernhard Reich, la actriz Asja Lacis y el
dramaturgo Vsévolod Meyerhold, favorables al régimen que empezaba a instalar
Stalin, coronado por los "juicios de Moscú", donde fueron condenados
a muerte cantidad de disidentes políticos e intelectuales.
El "Diario..." es revelador de la situación de un
grupo de pensadores de izquierda que quedaron apresados entre la dicotomía
entre el fascismo de Hitler y la pulsión destructiva de Stalin, que pactó con
el nazi y después destruyó a Alemania pero puso en riesgo todos los logros
conseguidos en un principio por la revolución bolchevique hasta su implosión
años después.
En ese sentido, el libro resulta un documento de honestidad
intelectual invalorable, que Benjamin pagó con su vida en un hotelito de
frontera cuando decidió envenenarse antes de perder su vida en manos de
carniceros que no dudaron en sacrificar millones de vidas humanas por ideales
de conclusión espuria.