

"Vida de Antonio
Gramsci" de Giuseppe Fiori nos reafirmó el valor del relato
biográfico. No pretendemos hacer una reseña de esta biografía pionera sobre la
vida de Gramsci, sólo destacar algunos elementos de su formación que, creemos,
ayudan a pensar su legado y sus "antinomias".
Es cierta una
afirmación del autor que dice que "conociendo al hombre" se explican
mejor algunos fundamentos de sus ideas, la historia y los motores de su lucha.
Ayuda a entender por qué desarrolló cierta sensibilidad y no otra. Y de
conjunto es un aporte para comprender sus puntos fuertes y débiles. Fiori lo
sintetiza afirmando que a "la cabeza" hay que agregarle "piernas
y cuerpo". La humanización el personaje, sobre todo si se trata de hombres
de la talla de Gramsci, permiten pensar que su excepcionalidad tiene también
una historia y que antes de ser lo que fueron, recorrieron una trayectoria
personal y política.
Acto de presentación de las Obras Escogidas de Trotsky |
Si son genios u hombres destacados permite situar su
genialidad o sus talentos y relacionarlo con su época y con su historia de
vida, acercarse a las causas vitales que los llevaron a unir sus destinos, como
en este caso, al destino de la revolución y a la causa del proletariado. Con
esta biografía, por ejemplo, (re) descubrimos la marca que el "sardismo" dejó en todo el
itinerario político e intelectual de Gramsci. Su origen meriodional, ser
"poco menos que un bárbaro", "genéticamente incapaz", como
llegaron a ser cualificados incluso "teóricamente" los habitantes de
la isla de Cerdeña, generaba el odio contra la Italia septentrional rica y
prepotente. El odio era indiferenciado, por todo y contra todos, sin
identificación de clases. El regionalismo provinciano contra cierta forma de
opresión nacional, fue el primer posicionamiento político de Gramsci.
Dice Fiori:
"El muchacho que se había formado con temple sardista, en un clima de continua denuncia del atraso del pueblo sardo por el abandono que padecía la isla, tenía al principio una visión estrecha del problema meridional, con influencias del ambiguo irredentismo rural: la protagonista de la redención de los campesinos y de las capas sociales hambrientas era toda Cerdeña y esta redención solo podía realizarse en la lucha de toda Cerdeña, región-nación, contra el continente"
Quienes estudiaron a los gramscianos argentinos dirigidos
por Aricó gustaban comparar y encontrar similitudes entre la naciente Córdoba
industrial y la Turín obrera. Nos permitimos pensar la hipótesis de si no
habían encontrado cierta identificación de la Córdoba de aquellos años, no solo
con Turín, sino también con algo de ese regionalismo meridional. La resistencia
federalista al puerto, a veces indiferenciada también desde el punto de vista
de clases (recuérdese la batalla por la 125 y el "cordobesismo" y sus
bases "populares") y un regionalismo todavía muy presente en la
Argentina, permiten la digresión. No existe una "cuestión
mediterránea", aunque sí tiene peso específico entre los tantos dramas
argentinos, la "cuestión federal". Si el Risorgimento dejó abiertos en Italia muchas cuestiones nacionales,
ni hablar de las que dejó pendiente el proceso de unificación argentino, bajó
la batuta de Buenos Aires. En el número 1 de Pasado y Presente,
Aricó planteaba la hipótesis de que Córdoba podía convertirse en eje de las
batallas para una nueva unidad nacional:
"Sin embargo, podemos afirmar que las transformaciones provocadas han abierto las posibilidades para que esta ciudad, tradicionalmente vuelta de espaldas al campo, pueda cambiar de función y estructurar una unidad profunda con las fuerzas rurales innovadoras, vale decir, que la Córdoba monacal y conservadora comience a perfilarse como uno de los centros políticos y económicos de lucha por la reconstrucción nacional"
Fiori desmiente el mito del origen pobre de Gramsci, en
realidad su familia era una especie de clase media de la época. Sin embargo un
problema familiar (el encarcelamiento de su padre) complicó las cosas para los
Gramsci y también dejaron huella en él los sufrimientos de un joven que pasó
años de necesidades y pobreza. Siempre creímos que lo peor de su vida había
sido la cárcel, muchas de sus cartas son suficientemente ilustrativas de los
padecimientos físicos y psíquicos del encierro, y efectivamente así fue. Pero
con el relato de Fiori constatamos que el período de formación juvenil, compite
en penurias con el de encarcelamiento, casi hasta el fin de su vida. Sus
primeras experiencias políticas lo relacionaron con el socialismo italiano. Y
si a Rosa Luxemburg le tocó pelear contra el aparato conservador sindicalista y
parlamentarista de la socialdemocracia alemana y eso inclinó su vara hacia el espontaneísmo; Gramsci, se encontró con
un socialismo positivista y no menos corporativo y sindicalista, de ahí la
importancia que le dio, con particular insistencia, a la cuestión de la
"hegemonía". Según Fiori, era particularmente detestado y combatido,
como Rosa, por el ala sindicalista del PSI. Su origen y los adversarios a los
que tuvo que combatir impulsaron el desarrollo de un aspecto de su pensamiento:
aquel que tenía que ver con el combate contra cualquier tipo de esencialismo y
particularismo corporativista. La clase obrera, si pretendía devenir en clase
universal y dirigente debía abandonar todo interés particular. Su primera
llegada a la Turín obrera y el impacto que generó fue un hecho fundante para su
salto desde un pensamiento regionalista hacia una perspectiva nacional.
Su avance, luego sistematizado en sus escritos "sobre
la cuestión meridional", lo llevó a definir la necesaria alianza entre los
campesinos pobres del sur y la clase obrera del norte, contra los
terratenientes y la burguesía industrial y financiera que explotaba y oprimía a
ambos sectores sociales.
Indiscutiblemente se convirtió en un dirigente y un
intelectual con una visión profunda de los problemas y tareas de la revolución
italiana.
Más discutible es su cualidad como dirigente de partido y
más limitadas aún sus capacidades en tanto estratega internacional de la
revolución mundial. Estatura a la que pocos llegaron, y si nos aprietan, solo
dos: Lenin y Trotsky.
Nuestra duda, más que hipótesis, es cuánto Gramsci extrapoló
esta concepción de la hegemonía hacia un extremo donde romper con todo
corporativismo tomó un significado literal y unilateral. Su ubicación junto al bujarinismo contra la Oposición Conjunta
en la URSS, a mediados de los años 20, alrededor del gran debate en torno a la
"smitchka", es decir la unión o la alianza entre el proletariado y
los campesinos, base de sustentación social de la dictadura del proletariado,
también tiene la marca de su concepción general de la hegemonía. Una de las
famosas cartas (de octubre de 1926) sobre esta cuestión, a pesar de que fue
censurada por Togliatti (en ese momento en Moscú) por considerarla en todo
favorable a la Oposición (que en ese momento unía a Trotsky, Kamenev y
Zinoviev), tan sólo por el hecho llamar a la moderación y a que mayoría a que
no abuse de su victoria sobre la minoría y evite medidas "excesivas";
coincidía en realidad con la línea oficial. Gramsci apoyaba la línea del enriquecimiento
de los campesinos como única garantía de sostener la alianza obrero-campesina.
Sentenciaba que el proletariado debía sacrificar sus intereses corporativos
para sostenerse como clase "dominante", aunque esto signifique tener
condiciones de vida inferiores a "estratos de la clase dominada y
sometida". Es decir, el proletariado que había pasado por la guerra civil
y el comunismo de guerra, la devastación posterior del país que habían impuesto
la necesidad del retroceso táctico de la NEP, debía permitir e incluso impulsar
el enriquecimiento de los campesinos ricos y el "Nepman", en pos de
sostener su..."hegemonía". Para Trotsky, ese era el camino más corto
hacia la ruptura y la implosión de la alianza, las "tijeras" entre
los precios industriales y los agrarios era un sustrato material explosivo que
llevaba directamente al enfrentamiento entre el campo y la ciudad y a la
ruptura; e imponían la necesidad de la industrialización, además de la
necesidad urgente de elevar la densidad y el nivel de vida del proletariado, si
se pretendía sostener las bases materiales de la hegemonía y el rol dirigente
de la clase obrera.
Lo paradójico es como un hombre que luchó toda su vida
contra el fatalismo y el mecanicismo del materialismo vulgar, llegaba a
coincidir con uno de sus máximos representantes, en una misma línea política.
Uno por el devenir natural y objetivo del socialismo (aunque sea "a paso
de tortuga"), solo llevando la NEP hasta el final, y otro por un idealismo
de las posibilidades de dirección moral del proletariado, más allá de sus
condiciones materiales de existencia. La concepción filosófica más general y la
influencia del idealismo croceano
tienen que ver, según Fiori, en esta interpretación de la hegemonía.
Quedan en el tintero muchos otros aportes y debates de esta
biografía, que dejamos de lado en este post ya demasiado largo.
A favor de Gramsci, por supuesto, está el hecho de que estas
posiciones se desprenden de su historia de vida y sus combates pasados, en
tanto militante comunista íntegro, a diferencia de la burocracia estalinista
que adaptaba la "teoría" a las exclusivas necesidades de su propia
conservación.
El final, luego de los años dramáticos en las cárcel del
fascismo, crudamente relatados por Fiori, es una constatación más que elocuente
de esta coherencia. Expresada además en la negativa indeclinable a solicitar
clemencia alguna, que pudiera dar a entender algún tipo de arrepentimiento de
sus ideas o de sus principios. Indiscutiblemente fue una voz de ese gran
"diálogo" teórico, político y estratégico que dio lo más alto del
pensamiento marxista, en los años más revolucionarios del siglo pasado. Diálogo
que fue cortado por la aberración estalinista, en lo que fue quizá su peor
crimen, como certeramente se afirmó [en el acto de presentación del primer tomo de las Obras Escogidas de Leon Trotsky que podrán ver más abajo]