
Se está poniendo de moda postular que el marxismo adolece de
una crisis mortal o que sencillamente está muerto. No es la primera vez en la
historia que (ello ocurre. Tal idea avanza sobre todo en el mundo de la academia.
La postulación del derrumbe catastrófico del materialismo histórico aparece en
Europa Occidental y —evidente demostración de colonialismo cultural—salta a Latinoamérica.
Lo contrario ocurrió -a fines de los años sesentas y década del setenta, cuando
la reelaboración de conceptualizaciones marxistas que tuvo lugar en Europa repercutió
de inmediato en las esferas universitarias latinoamericanas y aun en el campo
de la lucha de clases.
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Conviene señalar "un
hecho que no deja lugar a dudas, por lo menos en el área sudamericana",
escribe Agustín Cueva. Tal hecho es "la
pérdida de terreno o, si se prefiere, el repliegue relativo del marxismo en los
campos de la sociología y la ciencia política (en historia, a decir verdad, el
materialismo 'histórico' nunca fue muy influyente)". En este sentido
nos parece que un comentario como el del investigador estadounidense Scott
Mainwaring, publicado en la revista argentina Desarrollo Económico, refleja
adecuadamente la situación. Dice así: "Lo
mejor de la ciencia social en Sudamérica ha cambiado de marcha
significativamente desde fines de la década del sesenta y comienzos del
setenta. Los aportes mas sólidos se han alejado del tema de la dependencia y
del análisis de clase inspirado en la tradición marxista. El marxismo ha
declinado…"