
Para limar los filos y las puntas de un pensador, de una
concepción, hay mucha experiencia acumulada, lo más común es reducirlo a un
icono, y encerrarlo en su propio corral de ideas precocidas. Antonio Gramsci es
una de las víctimas predilectas de ese método. La izquierda uruguaya tiene una
influencia gramsciana mucho más allá de lo que nosotros mismos estamos
dispuestos a reconocer. Hablamos en prosa, como el personaje de Moliere y no lo
sabemos, o no lo hacemos explícito. No es ningún pecado, es la influencia
universal de un pensador original y único, seguramente uno de los mayores
pensadores del siglo pasado.
La acumulación de fuerzas es un concepto que es aceptado por
la gran mayoría de la izquierda uruguaya como la definición de una estrategia y
una táctica que le permitió a la izquierda alcanzar el gobierno nacional, luego
de una larga travesía por el desierto. Incluyendo la dictadura y la larga
batalla democrática.
El violin de Becho Alfredo Zitarrosa |
Gramsci muchas veces está encerrado en el corral de la
“guerra de posiciones”, del “intelectual orgánico”, del papel de la
supraestructura en la construcción del socialismo. Voy a atreverme. Para mi, el
mayor aporte de Gramsci a las ideas socialistas, al pensamiento de izquierda es
su definición de que la base de una revolución, su fuerza motora no es la
economía, o el cambio económico, sino el hombre, el ser humano. Esta afirmación
contiene todas las contradicciones que le dan fuerza y enorme valor al
pensamiento de Gramsci, esas dos grandes vertientes que asoman a cada instante,
su marxismo y su veta libertaria.
Cuando Gramsci afirma que los intelectuales de cada clase
social, son los que permiten a esa clase pasar de una clase por definición
económica a una clase histórica, está considerando el proceso histórico en su
conjunto, antes y después de las transformaciones socialistas. Y habla de
intelectuales orgánicos del socialismo, pero también de la burguesía. Es más,
el liberalismo, según Gramsci es la ideología que le permitió a la burguesía
pasar de su función social a su función histórica.
¿Qué tiene que ver lo anterior, con nosotros, con nuestra
historia actual y futura? Sólo cuando la izquierda uruguaya fue capaz de
comenzar a construir su propio discurso sobre el papel del Estado, del mercado,
la sociedad civil en un marco democrático específico a la sociedad uruguaya,
pudimos asumir el papel histórico y completar la acumulación de fuerzas en su
primera etapa. Conquistar el poder estatal, el gobierno.
Esa etapa está en pleno desarrollo, con más aciertos que
errores, con una dirección general que nos ha permitido incidir en la vida
concreta de la mayoría de los uruguayos, en su economía y en su vida cultural y
social. Para poder seguir acumulando tenemos que preguntarnos ¿cuáles son las
claves nuevas, cual es el bloque social, cultural e ideológico de la nueva
etapa que nosotros mismos hemos ayudado a crear y que nos ha cambiado también a
nosotros?
La filosofía del
cambio
Comencé con Gramsci, porque creo que en sus ideas hay
indicaciones muy potentes para considerar. En particular en las que refieren a
la superestructura, o mucho mejor a las mujeres y los hombres conviviendo en
sociedad como el motor esencial que tenemos que interpelar.
“¿Qué es el hombre? Esta es la pregunta primera y principal
de la filosofía. ¿Cómo contestarla? La definición puede hallarse en el hombre
mismo, o sea, en cada individuo. Pero, ¿es correcta? En cada hombre puede
hallarse lo que es cada "hombre individual". Pero no nos interesa lo
que es cada hombre individual, lo cual, por lo demás, significa qué es cada
hombre individual en cada momento singular. Si pensamos en ello veremos que al
plantearnos la pregunta de qué es el hombre queremos decir: ¿qué puede llegar a
ser el hombre? O sea, si el hombre puede dominar su destino, puede
"hacerse", puede crearse una vida. Decimos, pues, que el hombre es un
proceso, y precisamente el proceso de sus actos. Si pensamos en ello, veremos
que la misma pregunta ¿qué es el hombre? no es una pregunta abstracta u
"objetiva". Ha nacido porque hemos reflexionado acerca de nosotros
mismos y acerca de los demás, y queremos saber, respecto de eso que hemos
reflexionado y visto, qué somos y qué podemos llegar a ser, si somos, realmente
y dentro de qué límites, "forjadores de nosotros mismos", de nuestra
vida, de nuestro destino. Y eso queremos saberlo "hoy", en las
condiciones dadas hoy, las de la vida "de hoy", y no de una vida
cualquiera y un hombre cualquiera.” (C. XXXIII; I.M.S. 27-30.)
La democracia en este contexto es la clave de esta nueva
etapa del bloque social de los nuevos cambios, más profundos y radicales y de
elaboración del programa.
Democracia económica, social, cultural e institucional. Esa
es la disputa clave que debemos ganarle a la derecha, a las clases dominantes
históricas en el Uruguay, esa alianza entre la gran burguesía industrial y
agropecuaria y de los servicios, donde actúan sectores nacionales y regionales,
con un especial crecimiento del capital extranacional.
La nueva etapa debería tener tres planos fundamentales del
proceso de democratización: la distribución de la riqueza a través de las
formas colectivas de propiedad; del nivel y, sobre todo de la calidad del gasto
social; de la educación y a través de esto de la calidad del trabajo y de la
participación de la masa salarial en la renta nacional. Y naturalmente la
democratización del poder y las formas de participación ciudadana.
Segundo, la mucho más profunda democratización del estado.
La madre de muchas batallas que se ha quedado a mitad de camino. Tercero la
democratización del acceso a la comunicación y la información.
Podemos proponernos este nuevo momento del Proyecto nacional
y transformador, por varios motivos. Primero porque hemos logrado construir una
base política-cultural-partidaria (Frente Amplio) en condiciones de profundizar
el rumbo de los cambios; segundo, porque hemos derrotado la ideología de la
resignación y de la derrota nacional que había ganado a las clases dominantes;
tercero porque hemos demostrado que el bloque alternativo puede gobernar con
resultados y mejorar los aspectos principales de la vida social y darle un
fuerte impulso al Proyecto Nacional.
¿Alcanza? No, el Uruguay ha cambiado de tal manera que eso
ya no alcanza, hace falta profundizar nuestro pensamiento para poder seguir
avanzando. La primera etapa de la acumulación de fuerzas, se está agotando y no
sólo en la práctica, también en las ideas.
Grandes ideas
revolucionarias y posibles
“ Las ideas son grandes en cuanto son realizables, o sea, en
cuanto aclaran una relación real inmanente a la situación, y la aclaran en
cuanto muestran concretamente el proceso de actos a través de los cuales una
voluntad colectiva organizada da a luz esa relación (la crea ) o, una vez
manifiesta, la destruye y la sustituye. Los grandes proyectistas charlatanes
son charlatanes precisamente porque no saben ver los vínculos de la "gran
idea" lanzada con la realidad concreta, no saben establecer el proceso
real de actuación. El estadista de categoría intuye simultáneamente la idea y
el proceso real de actuación: redacta el proyecto junto con el
"reglamento" para la ejecución. El proyectista charlatán procede
tentando y volviendo a probar: son las "idas y venidas" de la fábula.
¿Qué quiere decir "conceptualmente" que hay que añadir al proyecto un
reglamento? Quiere decir que el proyecto tiene que ser comprendido por todo
elemento activo, de tal modo que vea cuál tiene que ser su tarea en la
realización y actuación: que el proyecto, al sugerir un acto, permita prever
sus consecuencias positivas y negativas, de adhesión y de reacción, y contenga
en sí mismo las respuestas a esas adhesiones y reacciones, ofreciendo, en suma,
un campo de organización. Este es un aspecto de la unidad de la teoría y la
práctica.
Corolario: todo gran político tiene que ser necesariamente
también un gran administrador, todo gran estratega un gran táctico, todo gran
doctrinario un gran organizador. Este puede ser incluso un criterio de
valoración: se juzga al teórico, al productor de planes, por sus cualidades de
administrador, y administrar significa prever los actos y las operaciones,
incluso los "moleculares" (y los más complejos también, claro está)
necesarios para la realización del plan.
Como es natural, también es verdad la recíproca: hay que
saber subir desde el acto necesario hasta el principio correspondiente.
Críticamente es ese proceso de suma importancia. Se juzga por lo que se hace,
no por lo que se dice. Constituciones estatales, leyes, reglamentos: son los
reglamentos, o incluso su aplicación (que se hace mediante circulares), los que
indican la real estructura política y jurídica de un país y de un Estado.”
(Antonio Gramsci C. XXVIII; PP 4-5.)
Necesitamos construir colectivamente ideas realizables, que
expresen la realidad inmanente, las tendencias de nuestra sociedad, sobre las
que venimos actuando y que sirva para transformarlas en un sentido progresista,
de mayor democracia en la distribución de las riquezas nacionales, de mayor
igualdad en las oportunidades a partir de profundizar la democracia en la
política, en la cultura, en la sociedad civil, en la educación, en las formas
de convivencia y para afrontar los problemas globales, el principal nuestra
relación con el medio ambiente y su preservación.
¿A quienes deberíamos y podemos convocar para estas nuevas
tareas históricas? ¿Por qué son históricas? Comencemos por el final, porque
marcarán toda una etapa de la construcción de la nación y de la sociedad
uruguaya. Una etapa diferente a las anteriores.
Las fuerzas sociales
El bloque social de los cambios, no puede ser un conjunto
indiferenciado, debe combinar dos factores claves: amplitud y profundidad. Y
eso depende de su integración y de su programa, aspectos que no son mecánicos
ni tienen una relación mecánica, a menos que nos afiliemos a la escuela de
pensamiento de la fatalidad de las estructuras económico-sociales y abandonemos
la cultura como factor esencial de nuestro proyecto renovador.
En este nuevo momento histórico las fuerzas del cambio son
los trabajadores intelectuales y manuales, - asumiendo los cambios que se han
producido en el mundo del trabajo -, los sectores medios y en particular la
intelectualidad metropolitana que se ha extendido a todo el país, sectores de
la media y pequeña burguesía urbana, sectores progresistas en su visión
productiva y social del campo uruguayo, sectores capitalistas del campo
uruguayo y un sector más amplio que antes de la propia burguesía nacional.
En todos los casos tendremos que profundizar en cada uno de
los sectores. Tomemos un ejemplo: los trabajadores no pueden ser considerados
en su conjunto como un bloque único, es notorio que en un programa de
profundización democrática no es el mismo, el papel que jugarán los sectores
más dinámicos vinculados a la producción que los que defienden intereses
sectoriales vinculados a la gestión del Estado.
El otro elemento de definición programático-ideológica del
bloque social de los cambios, junto con la democracia es el trabajo. El trabajo
tiene además de sus connotaciones sociales, económicas y políticas y alta
componente cultural e ideal. La izquierda a descuidado a nivel global la idea
fuerza del trabajo como referencia y como identidad.
El trabajo como fuente de riqueza, de autoestima, de
cultura, de una épica laboral que se asocia e interactúa con las nuevas
tecnologías, con la sociedad del conocimiento y la información. Hoy existe una
relación trabajo- cultura, como fuerzas combinadas de la transformación mucho
más estrecha y profunda que en el siglo pasado. Es uno de los grandes cambios
de este nuevo tiempo.
No podemos regalar a una supuesta “globalización
tecnocrática” y por lo tanto neutra la fuerza del trabajo y su directa e indivisible
relación con la cultura. Uno de los grandes aportes de Marx al pensamiento es
que el trabajo va mucho más allá de ser un factor puramente económico de
transformación de la realidad para satisfacer las necesidades humanas, el
trabajo es en realidad una categoría antropológica.
Partiendo de ese concepto de que la primera pregunta de la
filosofía refiere al hombre, hay dos textos de Marx definitorios sobre el
trabajo:
"Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material" Marx, La ideología alemana
"El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobra la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de su fuerzas a su propia disciplina." Marx, El Capital
El trabajo no define solo a los asalariados, también
determina las características de los diversos sectores de la burguesía nacional
y de las capas medias. No es lo mismo el rentista, el especulador financiero,
que el empresario de la ciudad y del campo directamente relacionado con la
producción primaria, industrial, de servicios, tecnológica o intelectual. En
nuestro Proyecto Nacional hay espacio y necesidad de los más amplios sectores
vinculados al trabajo.
Lo que todos deberíamos haber incorporado a nuestra
experiencia, fuerza política y sindicatos, que las plataformas, los programas
no coliman. La independencia de clase es en ambos sentidos, la visión nacional
de un gobierno de izquierda no puede y no debe quedar prisionera de las
plataformas sindicales. Son dos cosas diferentes. En muchos puntos se refleja
la tensión entre empleados y desempleados y en los instrumentos para
redistribuir la riqueza.
En el repliegue que vive la izquierda a partir de la caída
del muro, incluyó el aceptar en su razonamiento que todo se define entre el
mercado y la estado. No, hay que obligatoriamente considerar dos factores más,
la sociedad civil, que no es mercado ni estado, y la cultura. Y eso debemos
reflejarlo en nuestro programa, en nuestra elaboración y en las líneas de
nuestra acción política y de gobierno.
Hay un abordaje de otros temas relacionados no sólo con el
bloque social y la acumulación de fuerzas: los intelectuales. Es el terreno
donde la izquierda ha perdido calidad y cantidad. La mayoría de los
intelectuales uruguayos son de izquierda, o votan izquierda, pero su adhesión
ha ido perdiendo compromiso, relación entre la política y su labor intelectual
y eso afecta hoy las capacidades de la izquierda.
Volver al pasado, añorarlo, convocar a los intelectuales
orgánicos, es una coartada. Necesitamos una nueva etapa en esas relaciones, más
compleja, asumiendo las nuevas tendencias de ambas partes pero el aporte
imprescindible de los intelectuales en la construcción del discurso y de la
praxis de la izquierda.
En el bloque social hay un sector que merece una
consideración especial, y un debate específico, los productores del campo, en
toda la amplia gama de situaciones y de tamaños. Durante nuestros gobierno se
ha producido el más importante avance productivo, tecnológico, y de la renta
agraria, el mayor cambio desde la introducción primero de la ganadería y luego
del alambrado. Mayor que en la etapa de la 2da guerra mundial y la guerra de
Corea, pues en ese caso abarcó casi exclusivamente al sector ganadero, y hoy
están implicados sectores mucho más amplios. (forestación, ganadería, lechería,
cereales, olivos, viticultura, horticultura, etc), estos cambios se dieron en
forma simultánea a un gran crecimiento de la concentración de la propiedad, del
surgimiento de grandes empresas agroindustriales y del fortalecimiento de las
existentes (Conaprole, Saman) y de la compra por parte de capitales extranjeros
de grandes extensiones de campo o su arrendamiento. Y con la mayor
incorporación de tecnología en toda la historia del campo uruguayo.
Los sectores medios, las capas medias en su acepción
tradicional, ha vivido los cambios de los gobiernos de izquierda con
contradicciones. Se favorece de manera muy clara con el crecimiento económico
del país y de su consumo a todos los niveles, ha tenido que aportar
impositivamente más que antes, aunque es bueno recordar que ello no implicó en el
conjunto una reducción de sus ingresos, ni mucho menos. Pero hay un relato
ideológico del peso del estado y de los impuestos que sigue horadando muchas
cabezas.
El último sector que quiero mencionar son los sectores
pobres y marginados, que muchas veces la izquierda incorpora como objetos de
sus desvelos. No son pocos ni homogéneos. La línea divisoria en este caso no
pasa sólo por el nivel de ingresos, sino por factores culturales y educativos.
No se puede hablar de democracia y de trabajo como factores claves sin incluir
los sectores sociales más desfavorecidos, sobre todo residentes en la zona
metropolitana que han sufrido los peores embates de las crisis del pasado no
solo en el aspecto material. ¿Están en el bloque de los cambios? ¿Cómo?
En el pasado no muy lejano los llamábamos bastante
despectivamente y en forma excluyendo el “lumpen proletariado”, hoy ¿dónde los
colocamos? Hay que saber que una parte importante de esos sectores son jóvenes,
madres jóvenes solteras, niños y adolescentes.
Montevideo, las ciudades, los programas territoriales no
puede incluir solo este tema y sus consecuencias en muchos de sus problemas,
como la vivienda, los servicios, la educación, la limpieza de la ciudad, pero
no hay posibilidad de incluirlos en un programa a fondo solo a partir de las
políticas sociales, y nuestras metas no pueden ser sólo reducir su porcentaje
en la sociedad. El problema es cada día, ¿cómo podemos y debemos hacerlo? ¿Qué
papel tiene el trabajo, la educación, la cultura, el deporte, la salud, y en
definitiva la democratización de las oportunidades? Y de la ciudad como espacio
de convivencia democrática y encuentro.
El bloque conservador
Nunca concebimos la acumulación de fuerzas como una suma
tranquila y bucólica, sino en medio de la lucha política e ideológica con las
fuerzas tradicionales del poder en el Uruguay.
Esas fuerzas que disponen de dos partidos políticos
históricos que como sistema bipartidista son los más antiguos del mundo,
sufrieron a principios de este siglo la combinación de una gran derrota
estatal, en su capacidad de conducir el país, de expresar el mínimo de un
proyecto nacional capitalista y liberal y una peor derrota ideológica: se les
agotó el discurso y el programa. Se comenzaron a definir a partir de dos
elementos: la explicación-justificación de la crisis y su choque con la
izquierda en casi todos los terrenos.
Hay que reconocer un aspecto positivo, la supremacía
absoluta de los sectores democráticos dentro de esos partidos y el
desplazamiento de las fracciones antiliberales y con vínculos con los resabios
de la dictadura.
10 años después la situación no ha cambiado mucho. Su último
recurso fue una reforma constitucional que los obliga a una competencia en
varios turnos, donde los matices y las diferencias dentro del Partido Nacional
y Colorado y entre ellos deben superar en pocos meses una carrera de obstáculos
inventada contra la izquierda y ahora transformada en su pesadilla.
Siguen sin encontrar un programa propio, un proyecto para la
nación que vaya algo más allá que la suma de algunos temas críticos con la
izquierda: la seguridad pública, la educación, la salud y poco más. Ni se
atreven a rozar los temas económicos. ¡Que paradoja!
Esta situación de pobreza en la elaboración cultural de la
derecha, contribuye a la pobreza del debate, a las pocas chispas que surcan el
ambiente político. Faltan intelectuales e ideas de manera abrumadora. Lo que
hace más aterradora una vuelta al pasado.
Los propios límites de su bloque conservador se ha
desdibujado e intentan recomponerlo con argucias legales, candidaturas únicas a
nivel de Montevideo, etc.
Lo delicado de la situación, es que mientras la izquierda y
su gobierno le ganan la batalla política en muchos flancos claves, en una
incansable guerra de movimiento, en la batalla por las posiciones ideológicas y
culturales tenemos serios problemas.
Debemos prestarle importancia a esta batalla porque los
cambios más profundos y más democráticos que reclamamos requieren de una
constante batalla ideal, política y cultural.
El marco
internacional
Si seguimos limitándonos a describir la crisis mundial y en
particular la de Europa y el estancamiento europeo, o creer que por el solo
peso de esa crisis el capitalismo está despachado, esperaremos durante siglos
bajo el árbol a que caiga alguna manzana determina y fatal.
El capitalismo de la posguerra puede ser analizado a partir
de dos grandes ondas. La primera desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
hasta la crisis de 1970. Se le llamó los Treinta Años Dorados, o es más
conocida como la época de fordismo. La segunda onda llega hasta nuestros días,
dominada por el neoliberalismo. Gramsci le dedicó particular atención al
fordismo.
Los principales autores que se han ocupado de esta visión de
las dos ondas (Joseph Schumpeter, Ragnar Frish y Jan Tinbergen, Ernest Mandel
(4), Richard Goodwin y Christopher Freeman, entre otros la describen de acuerdo
a cuatro dimensiones principales: 1. el régimen de acumulación, 2. el paradigma
tecnológico, 3. la regulación social y 4. la división internacional del
trabajo.
1) El régimen de acumulación describe cómo la producción y
la realización se combinan. Desde el punto de vista de la producción, el
crecimiento y por tanto la acumulación, son tan intensos como lo permite el
crecimiento de la productividad. Desde el punto de vista de la realización, o
el consumo de masas es posible dado el nivel de los salarios o la distribución
desigual de la riqueza bloquea el crecimiento de la demanda. En consecuencia,
la noción de régimen de acumulación también se refiere a las reglas del juego,
en relación con la estructura de la propia clase dominante, es decir, las
relaciones entre los capitales y empresas industriales y financieros, o entre
accionistas y gerentes.
2) El paradigma tecnológico o técnico-económico describe las
relaciones entre el modo de producción y la tecnología existente: en cada
período hay disponible para su difusión en la economía una constelación de
innovaciones, siguiendo el ejemplo de una nueva y determinante rama productiva,
como el automóvil en el pasado o la información y comunicaciones después. Sin
embargo, la disponibilidad de esas innovaciones tecnológicas no es suficiente,
y el desajuste entre este paradigma y el marco de regulación social puede
bloquear el proceso de acumulación.
3) La regulación social implica la determinación de los
salarios, la organización del trabajo, el derecho laboral y la normativa de la
acción social del Estado en relación a la seguridad social, los servicios
públicos y otras partes del salario indirecto. Se trata de un componente
importante de la construcción del orden social y la creación de legitimidad,
pero la regulación social tiende a no acompasarse, durante los períodos de
contracción, con los requisitos de acumulación del capital, que requiere de grandes
transformaciones en la distribución social del valor.
De hecho, durante los periodos de desaceleración de la onda
larga, las crisis de ajuste se generan por la falta de correspondencia entre
las potencialidades del nuevo paradigma tecnoeconómico y el marco de regulación
social, es decir, las condiciones de trabajo y salario, la educación
profesional y otras normas sociales, los contratos, las tradiciones y la
cultura social.
Los altos niveles de desempleo estructural recurrentes son
siempre una manifestación de las crisis de ajuste en cada onda larga. Hay
fuertes evidencias de desempleo muy graves en las décadas de 1830 y 1840 en
Gran Bretaña, y hubo también paro generalizado en la mayoría de los países
industrializados en la década de 1880, especialmente en aquellos donde el uso
de maquinaria era más avanzado. Hay, por supuesto, abundante evidencia
estadística del enorme desempleo estructural en las décadas de 1920 y 1930 y de
nuevo en las de 1980 y 1990 hasta la actualidad, con el desempleo alcanzando
niveles inimaginables. Incluso durante el boom de la década de 1920 en los
Estados Unidos, hubo sectores que sufrieron graves problemas de adaptación,
como el carbón, los ferrocarriles y la construcción naval. En Alemania y Gran
Bretaña le ocurrió a la industria pesada en general, pero sobre todo a la
siderurgia y los astilleros, que atravesaron largos y problemáticos periodos de
ajuste estructural. En la década de 1980, el automóvil, el petróleo, las
materias sintéticas y, de nuevo, la siderurgia estuvieron entre las muchas
industrias que experimentaron graves problemas de adaptación.
Obviamente, los grandes cambios como la mecanización, la
electrificación, la motorización, y la informatización han acarreado una serie
de conflictos con cada crisis sucesiva de ajuste estructural. La profundidad de
las contradicciones sociales, que pueden verse agravadas durante una crisis
estructural, se manifiesta no con menor claridad por los conflictos laborales
que engendran.
4) Por último, la división internacional del trabajo
corresponde a la organización de la economía mundial y define la inserción de
cada país en el mercado mundial, así como sus relaciones con otras economías.
Implica diferentes problemas, como quién extrae materias primas, quién produce
bienes industriales y los servicios más sofisticados, quién domina los canales
de comunicación y las tecnologías de la información. Pero también implica
dinero y los mercados de divisas, a saber, cual es la moneda de reserva mundial
y el control de los flujos de inversión Capitalismo tardío y neoliberalismo y
financieros internacionales. Todo ello define una jerarquía de poderes de
acuerdo con las relaciones económicas, militares y políticas.
Los cambios en el régimen de regulación, ya sea a nivel
nacional o internacional, pueden plantear conflictos políticos e ideológicos
fundamentales, internos e internacionales. Así ocurrió con los conflictos sobre
las Leyes del Maíz en las décadas de 1830 y 1840 en Gran Bretaña y más tarde
sobre la Reforma Arancelaria en Gran Bretaña a finales del siglo XIX y
comienzos del XX. Los problemas de protección arancelaria también tuvieron
efectos profundos en los Estados Unidos, Alemania y Japón, en pleno proceso de
industrialización y adaptación tecnológica. En general suelen surgir fuertes
tensiones en las relaciones internacionales cuando se considera que intereses
nacionales esenciales están en juego o existen fricciones comerciales, como
ilustra la carrera armamentística naval anglo-alemana antes de 1914, así como
en la aparición hoy en día de la política neo-mercantilista del gobierno alemán
en el marco de la Unión Europea.
La economía mundial
La segunda raíz del modelo neoliberal es el crecimiento del
crédito y la deuda de muchas economías, incluida la de los EE.UU. Entre 1980 y
2002, el PIB de los EE.UU. representaba alrededor del 21% del PIB mundial. Se
redujo al 19% en 2007, en beneficio de las economías emergentes. El modelo de
los EE.UU. se ha basado en un sobre-consumo interno, generador de un creciente
déficit externo. La tasa de ahorro de los hogares tendía a cero. La comparación
entre el déficit y el sobre-consumo es muy expresiva. Por lo tanto, la
necesidad de capital para financiar el déficit de los EE.UU. se convirtió en un
factor importante de dificultades internacionales, por lo menos lo que Larry
Summers llamó el "equilibrio de terror financiero”.
En este marco, las finanzas han jugado un papel crucial para
la reproducción del modelo neoliberal de las últimas tres décadas. En efecto,
el papel de las finanzas consistía en permitir la transferencia de valor y
capital y dar coherencia al modelo. Pero sus contradicciones crecieron, aunque
no fue el déficit público de los EE.UU., sino la crisis de las hipotecas
subprime la que hizo estallar la crisis financiera: lo que provocó la explosión
del “capital ficticio”,como lo llamó Marx, teniendo en cuenta que los títulos
financieros son en realidad derechos a futuro sobre la distribución de
plusvalía. La crisis es por tanto inevitable cuando se devalúan esos derechos,
ya que su dimensión no guarda proporción con la plusvalía que se genera
efectivamente en la economía. Como consecuencia, no se trata de una simple
crisis financiera, sino una crisis sistémica del orden neoliberal.
Además, como el modelo neoliberal se desarrolló generando
una montaña de deudas, esta devaluación crea una nueva tensión. Como se salva a
los bancos con inyecciones masivas de liquidez la nacionalización de la deuda
privada, los planes de austeridad exigen que la gente pague por las pérdidas
potenciales del sector financiero. La austeridad es violencia aplicada para
imponer los derechos de apropiación sobre la plusvalía futura a la que el
Capital se niega a renunciar.
Sin embargo, esto implica un bloqueo del sistema teniendo en
cuenta su coherencia inestable. Tres contradicciones demuestran esa
inestabilidad.
La primera es distributiva: la tasa marginal, es decir, la
parte de los beneficios en valor añadido, ha vuelto a alcanzar en los EE. UU.
su punto máximo anterior a la crisis y en Europa su recuperación está en
marcha. Esto ha sido posible gracias a las ganancias de productividad y,
esencialmente, por la congelación de los salarios. Sin embargo, la represión
del consumo implica una recuperación sin empleo. Razón por la que se dibuja una
nueva recesión en el horizonte, amenazando la tasa de ganancia una vez más.
La segunda es la globalización: un reciente informe de
NN.UU. afirma que "la recuperación mundial ha sido frenada por las
economías desarrollada”. En efecto, son las economías emergentes las que
impulsan la dinámica del capitalismo. Durante las últimas dos décadas
(1991-2011) la producción industrial aumentó un 24% en los países avanzados. En
el mismo período, el crecimiento de los países emergentes fue de 240% y su
participación en las exportaciones mundiales es ahora del 51%. No hay
precedente en la historia del capitalismo y esto implica nuevas contradicciones
y cambios importantes.
Finalmente, la política presupuestaria: la corrección de los
déficits requiere una reducción del gasto público que genera nuevas presiones
recesivas y contracciones adicionales de la demanda. Esta contradicción se
acentúa por la crisis de la deuda soberana. El rechazo, por el gobierno alemán,
de la propuesta de mutualizar las deudas públicas a través de la emisión de
eurobonos y una intervención monetaria decisiva del Banco Central Europeo como
prestamista de último recurso, demuestra que la Unión Europea no está preparada
para resolver sus problemas institucionales y atreverse a proteger la
financiación de la deuda pública de los mercados especulativos. Por lo tanto,
el euro sigue bajo amenaza y las bancarrotas son todavía posibles.
Estas contradicciones resaltan que la “regulación caótica”
es parte de la dificultad para redirigir la regulación social de forma que
contribuya a la recuperación en el sentido de una nueva onda de crecimiento y
acumulación. Nuestra conclusión, por lo que se refiere a la teoría de las ondas
largas del desarrollo capitalista, es que vivimos en medio de las escaramuzas
de un importante cambio social que imponen las luchas neoliberales. La
convergencia de la crisis de la deuda, las importantes restricciones presupuestarias
y la contracción de la demanda, con la amenaza de una nueva recesión en Europa,
los cambios en el derecho laboral que rige el mercado de trabajo, la reducción
de los salarios y las pensiones, constituye un marco explosivo. Se trata de una
crisis sistémica, no sólo por su dinámica interna, sino también por lo que está
en juego con las estrategias dominantes.
Durante los treinta años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, la regulación del capitalismo se sustentó en el crecimiento masivo del
consumo a través del aumento de los salarios.
Posteriormente, en las tres décadas de capitalismo
desregulado de molde neoliberal, la demanda fue impulsada por el endeudamiento.
Hoy en día, ni mediante los salarios ni de la deuda: la demanda se reduce. (Todo
este análisis económico de la actualidad es un aporte de Michel Husson y
Francisco Louça que es lo mejor que encontré sobre esta fase crítica del
capitalismo)
Cuando reivindicamos el pensamiento gramsciano sobre la
preminencia de los factores supraestructurales, culturales e ideológicos que se
expresan en la política para el análisis de los cambios revolucionarios, me
pareció importante intentar la búsqueda de las componentes materiales,
económicas en las tendencias del mundo actual. Aunque parezca árido a nuestra
propia costumbre de la crónica twitter.
En este marco corresponde analizar la nueva situación
mundial a partir de la irrupción del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) a las
que habría que agregar Sudáfrica y Turquía. Requiere otro trabajo.
Política y pasión.
Cuando se intenta razonar sobre algunos aspectos de la
teoría del proceso político transformador uruguayo se corre el riesgo de
quitarle un poco demasiado del alma a nuestra lucha y a nuestra existencia.
Dejamos este tema para continuarlo en otro trabajo. Por aquella frase de
Macedonio Fernández de que “la pasión es la dicha”, y la lucha sin dicha es el
árido camino del poder.