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Karl Marx ✆ Kenmeyerjr |
De los suabos se dice que sólo se vuelven “listos” pasada la
cuarentena. Si hubiera que dar crédito a cierta literatura, con Karl Marx
pasaría justo lo contrario. Poco después de cumplir los cuarenta, se dice, su
inteligencia teórica empezó a decaer. Son principalmente las interpretaciones
de orientación hegeliana de la crítica de la economía política las que
consideran por norma retrocesos los progresos que hizo Marx desde los
Grundrisse, pasando por la primera (1867) y segunda (1872) ediciones del libro
I del Capital hasta su traducción al francés (1872-1875) y culminando en las
Notas marginales sobre Wagner, pues de hecho todo esto fueron pasos que
conducían más allá de la dialéctica especulativa de Hegel. Se afirma que, al
popularizarlo, Marx debilitó el núcleo teórico de su pensamiento (véase Hoff
2004, 21-27). Particularmente Hans-Georg Backhaus ve –como antes que él, si
bien de manera menos sumaria, Iring Fetscher– sobre todo en las reelaboraciones
de la segunda edición del libro I del Capital una “vulgarización de su teoría
del valor procurada por Marx mismo” (1997, 297).
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Asimismo, Backhaus transfiere
al propio Marx una distinción que éste aplicó a Adam Smith, de suerte que Marx
se desdoblaría en una parte “lógica, esotérica” y otra parte “historicista,
exotérica” (1997, 294; análogamente Kurz 2000). La segunda parece que se
relaciona con el Marx comprometido con el movimiento obrero, y sería el llamado
“marxismo de movimiento obrero”, Arbeiterbewegungsmarxismus,
como se suele decir con cierto desdén. En cualquier caso, desde el hundimiento
del socialismo de estado de procedencia soviética en Europa, estos enfoques se
han asociado, con agresividad creciente, al rechazo de todo tipo de marxismo.
Lo que está en juego aquí, además de la epistemología de la
crítica de la economía política, es el concepto de dialéctica. Para el lector
riguroso es indudable que Marx llevó a cabo un cambio de paradigma no sólo en
las Tesis sobre Feuerbach y, junto con Friedrich Engels, en La ideología
alemana, sino también entre la Contribución a la crítica de la economía
política de 1859 y su último fragmento dedicado a los fundamentos teóricos, las
Notas marginales sobre Wagner.2 Cierto es que Marx no efectuó estos desplazamientos
con el aplomo de una ruptura declarada y puntual. Los cambios, más bien, se
realizaron en diferentes momentos y en diferentes planos de la concepción del
método, a manera de impulsos no sincrónicos y no sujetos a una reflexión
sistemática; “produciendo una nueva versión”, como señala Jacques Bidet, “sólo
para paliar la insuficiencia de la versión anterior en relación al proyecto que
alentaba” (2004, 10). En conjunto, no es exagerado hablar de un cambio de
paradigma que no es ni decaimiento ni popularización falseadora, sino más bien
la innovación esencial debido a la cual la obra de Marx sigue siendo todavía
hoy “contemporánea”, porque puede entenderse no como dogma sino como un
proyecto teórico-práctico abierto y, de hecho, como aportación crucial para la
comprensión teórica del emergente capitalismo de alta tecnología.
Si fuera verdad que Marx, que investigó toda su vida, siguió
un proceso de aprendizaje, sería del máximo interés, para quienes lo tomamos
hoy como referencia, adquirir la mayor claridad al respecto. La primera regla
de una clarificación en esta materia es: nos interesa ante todo lo que hace
Marx como crítico de la economía política y sólo en segundo término lo que dice
acerca de lo que hace. El Marx operativo pasa por delante del declarativo. Va
de suyo que debido a la brevedad exigida, lo que sigue son sólo tesis
preliminares.