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Slavoj Žižek
✆ Foto de David Levene para The Guardian |
Si hacemos caso a lo que se va diciendo por el mundanal
ciberespacio, uno de los mejores libros de los últimos tiempos es Less Than Nothing: Hegel and the Shadow of
Dialectical Materialism, [Menos que nada: Hegel y la Sombra del Materialismo Dialéctico] de Slavoj
Žižek.
Slavoj Žižek ha sido llamado “el filósofo más peligroso de Occidente” por su análisis de la
crisis ecológica mundial, de la revolución biogenética y de los desequilibrios
económicos, apocalípticos. Pero, mientras tanto, siempre ha estado escribiendo
sobre teoría política, su corazón estaba con Friedrich Hegel, el filósofo
idealista alemán del siglo XIX que revolucionó la comprensión occidental de la
mente (Sartre y Dewey eran sus fans, al igual que Fukuyama).
En una entrevista reciente, Žižek dijo:
“Durante mucho tiempo,
me comporté como si todavía fuera joven, como si tuviera todo el futuro por
delante. Nunca fui lo que llamaríamos una persona madura normal. De repente
[pasé] de pretender ser joven a descubrir, ¡oh Dios mío, que tengo más de
sesenta … Lo odio. Ahora me pasa como a la mujer del refrán que celebra su 39
cumpleaños cinco veces seguidas. Me di cuenta que no podía pretender que
siempre me quedaría tiempo para hacer un gran trabajo. Si no hago ahora lo que realmente quiero hacer,
nunca lo haré”.
La editora, Verso, lo anuncia así:
“Durante los dos
últimos siglos, la filosofía occidental se ha desarrollado a la sombra de
Hegel, de cuya influencia cada nuevo pensador trata en vano de escapar … Hoy en
día, el capitalismo mundial se deshace por sus costuras, de modo que estamos
entrando en una nueva transición. En Less Than Nothing, publicación cumbre de
una destacada carrera, Slavoj Žižek sostiene que no solo es imperativo que
volvamos a Hegel, sino que repitamos y superemos sus triunfos, superando sus
limitaciones para ser aún más hegelianos que el propio maestro. Este enfoque no
sólo permite a Žižek realizar un diagnóstico de nuestra presente situación, sino
también participar en un diálogo crítico con las lineas maestras del
pensamiento contemporáneo -Heidegger, Badiou, el realismo especulativo, la
física cuántica y las ciencias cognitivas. La modernidad comienza y termina con
Hegel”.

Una advertencia: Con sus
1.000 páginas, el libro es casi tan grueso como la Biblia. Y la pregunta
es si se trata de un libro para un club de lectura. Después de hacer trampa y
leer la introducción y el primer capítulo, nos ha enganchado. En las primeras
30 páginas, Žižek asocia libremente nombres como Alan Turing, Hans Christian
Andersen, Hercules Poirot, Kafka, Kant, Wittgenstein y Dios.
En fin, ahora que ya sabemos que el libro está disponible,
por supuesto en inglés -porque en español tendremos que esperar a las calendas
griegas- podemos pensar en recurrir a la reseña de The Guardian para
profundizar un poco más. Pero la cosa no funciona. En ese periódico, Decca
Aitkenhead aprovecha para presentarlo a los no iniciados, recordando que tiene
una legión de seguidores, pero también bastantes críticos, esos que le llaman El Borat de la filosofía. La propia
periodista lo deja claro: aunque en términos de teoría cultural Žižek forma parte del bando de los legibles, ella
lo considera impenetrable (lo cual no sé si dije más del filósofo o de la
reseñadora). Pero no es solo por eso último por lo que buena parte de la reseña
trata sobre la personalidad de este autor; el artículo de Aitkenhead es una entrevista y el propio filósofo se
comporta y habla de manera errática, interesado en hablar más de sus manías que
de su libro, por lo que su interlocutora no consigue centrarse y acaba
admitiendo en un momento determinado: “ahora
puedo ver que no vamos a ninguna parte en cuanto al contenido del nuevo libro”.
Lo mejor de la conversación está hacia el final, pero nada
tiene que ver con el libro ni con Hegel:
“Siempre enfatizo: no
esperéis eso de mí. No creo que la tarea de un tipo como yo sea proponer
soluciones completas. Cuando la gente me pregunta qué hacer con la economía,
les digo: ¿qué diablos sé yo..? Creo que la tarea de la gente como yo no es dar
respuestas sino hacer las preguntas correctas”. No está contra la democracia,
en sí misma, lo que ocurre es que piensa que nuestras instituciones
democráticas ya no son capaces de controlar el capitalismo global. “Buenas
reformas consensuales pueden funcionar, posiblemente, a nivel local”. Pero el
localismo pertenece a la misma categoría que las manzanas orgánicas y el
reciclaje. “Está hecho para que te sientas bien. Pero la pregunta actual más
importante es cómo organizarse para actuar de manera global, a nivel
internacional, sin una regresión a un régimen autoritario”.
¿Cómo será? “Soy pesimista, en el sentido de que nos estamos
acercando a tiempos peligrosos. Pero soy optimista, exactamente por la misma
razón. El pesimismo significa que las cosas se están poniendo complicadas. El
optimismo, que estos son precisamente los momentos en que el cambio es
posible”. ¿Y si no hay cambios? “¡Ah, si esto sucede, entonces poco a poco nos
iremos acercando a una nueva sociedad autoritaria, de apartheid. No va a ser
-debo subrayarlo-. el viejo y estúpido autoritarismo. Será una nueva forma, aún
consumista”. ¿El mundo entero será como Dubai? “Sí, y en Dubai, ya sabes, el otro lado son literalmente los esclavos”.