Foto: Kostas Axelos |
En agosto de 1955, en el castillo de Cerisy-La-Salle
(transformado en Hogar cultural internacional), durante las conversaciones
sobre el tema ¿Qué es la filosofía?, presididas
por Heidegger, las personalidades y estudiantes presentes querían oír definir la
filosofía heideggeriana por el propio maestro. Heidegger dijo entonces: “No hay filosofía heideggeriana; y aun si
existiese, yo no me intereso por esta filosofía, sino únicamente por el tema
donde permanece centrado todo pensamiento”.
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La Filosofía está hoy en boca de todos. Se ha instalado en
las escuelas y Universidades: se hace enseñar a aquellos que, a su vez, la
enseñarán, formando así parte de tareas altamente (y bajamente) pedagógicas. Se
considera que la historia general de la filosofía y la filosofía general
(metafísica), lógica y psicología, sociología, moral y estética constituyen su
cuerpo. La filosofía se encuentra igualmente acaparada por la Iglesia católica
y el Partido Comunista. Penetra en la literatura, el teatro, el cine, y el
periodismo se apodera de ella más que ella de él. Se la defiende y se la
critica con la misma ligereza, profundamente indiferente al fondo del problema.
Pero todo esto, todo este movimiento de ideas, toda esta erudición, toda esta
actividad y agitación ideológica, ¿es acaso filosofía? Y ¿qué es filosofía?