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Foto: Herbert Marcuse |
La forma más efectiva y duradera de la guerra contra la
liberación es la implantación de necesidades intelectuales que perpetuán formas
anticuadas de la lucha por la existencia. Se puede distinguir entre necesidades
falsas y verdaderas. Falsas son aquellas que intereses sociales particulares
imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetuán el
esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia.
La mayor parte de las necesidades predominantes de
descansar, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con los anuncios, de
amar y odiar lo que otros aman y odian, pertenecen a esta categoría de falsas
necesidades.
No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo
propio del individuo, no importa que se identifique con ellas y se encuentre a
sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo productos de una sociedad cuyos
intereses dominantes requieren la represión.
Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad
puede convertirse en un poderoso instrumento de dominación. Escoger libremente
entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si esos
bienes y servicios sostienen controles sociales y alienación.
"El
hombre unidimensional" - Herbert Marcuse, fragmento.