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Se dice que Syriza no
tiene suficiente experiencia para gobernar. Estoy de acuerdo, le falta
experiencia sobre cómo llevar a la ruina un país, engañando y robando. No
tenéis esa experiencia. Esto nos lleva al absurdo de la política europea: nos
sermonea sobre pagar impuestos, oponiéndose al clientelismo griego al tiempo
que pone todas sus esperanzas en la coalición de dos partidos que han llevado a
Grecia a ese clientelismo.
Christine Lagarde ha afirmado recientemente que tiene más
simpatía por los pobres de Niger que por los griegos, y también ha aconsejado a
los griegos que se ayuden a sí mismos pagando impuestos, que, como he podido
comprobar hace pocos días, no deben pagar. Como todos los liberales
humanitarios, ama a los pobres impotentes que se comportan como víctimas,
evocando nuestra simpatía e inclinándonos a la caridad. Vuestro problema es que
sí, sufrís, pero no sois víctimas pasivas: resistís, lucháis, no pedís comprensión
ni caridad, reclamáis solidaridad activa. Demandáis y reivindicáis una
movilización, apoyo para vuestra lucha.
Se acusa a Syriza de promover utopías de izquierda, pero la
utopía es el plan de austeridad impuesto por Bruselas. Todos saben que este
plan es ficción, que el estado griego no podrá jamás pagar la deuda. ¿Por qué
Bruselas impone estas medidas? Su propósito no es salvar a Grecia, sino salvar
a los bancos europeos.
Estas medidas no son presentadas como decisiones basadas en
opciones políticas, sino como una necesidad impuesta por una lógica económica
neutral. Como si dijéramos: si queremos estabilizar nuestra economía, nos
tenemos que tragar esta píldora amarga. O, como dicen los proverbios
tautológicos: no se puede gastar más de lo que se tiene. Los bancos americanos
y los Estados Unidos llevan decenios demostrando que sí se puede gastar más.
Para ilustrar el error de las medidas de austeridad, Paul Krugman las compara a
menudo con la práctica medieval de las sangrías. Una metáfora pertinente, que
pienso puede ser más extremada. Los médicos europeos, ignorando cómo funcionará
el tratamiento, os están usando a vosotros los griegos como conejillo de
indias, están desangrándoos, no a sus países. No hay sangrado para los bancos
alemanes y franceses. Al contrario, están recibiendo grandes transfusiones.
El buen sentido
radical
¿Es realmente Syriza grupo de peligrosos extremistas? No,
Syriza está aportando un pragmático buen sentido para abortar la confusión
generada por otros. Los soñadores peligrosos son los que pretender imponer las
medidas de austeridad. Los verdaderos soñadores son los que piensan que las
cosas pueden seguir así, indefinidamente, haciendo algunos cambios cosméticos.
Vosotros no sois soñadores: vosotros estáis despertando de un sueño que se está
transformando en una pesadilla. Vosotros no estáis destruyendo nada, estáis
reaccionando al modo en que el sistema está gradualmente destruyéndose a sí
mismo. Todos conocemos la clásica escena de los dibujos animados de Tom y
Jerry: el gato alcanza el precipicio y continúa caminando, ignorando que no hay
suelo bajo sus píes. Solo cuando mira hacia abajo se da cuenta que cae al
vacío. Esto es lo que estáis haciendo: estáis diciendo a los que están en el
poder, «¡eh, mira hacia abajo!» y se caen.
La mapa político de Grecia está claro. En el centro hay un
solo partido, con dos alas, derecha e izquierda, Pasok y Nueva Democracia. Es,
como la Cola, Coca o Pepsi, una elección que no lo es. El verdadero nombre de
este partido, si se meten Pasok y Nd en el mismo saco, debería ser algo así
como NMCED, Nuevo Movimiento Helénico Contra la Democracia. Naturalmente este
gran partido dice estar a favor de la democracia, pero yo digo que será a favor
de una democracia descafeinada, como el café sin cafeína, la cerveza sin
alcohol, el helado sin azúcar. Hablan de democracia, pero de una democracia
donde en vez de hacer una elección, la gente se limita a confirmar lo que los
expertos dicen lo que hay que hace. ¿Buscan un diálogo democrático? Sí, pero
como los últimos diálogos de Platón, en los que un niño habla todo el tiempo y
otro solo dice de vez en cuando, «¡por Zeus, así es!»
Luego está la elección. Vosotros, Syriza, el auténtico
milagro, movimiento de izquierda radical, que ha salido de la cómoda posición de
resistencia marginal y se ha dispuesto valerosamente a tomar el poder. Este es
el motivo por el cual debéis ser castigados. Este es el porqué de un reciente
artículo escrito por Bill Freyja en la revista Forbes bajo el título «Darle a
Grecia lo que se merece: comunismo». Cito: «Lo que el mundo necesita, no lo
olvidemos, es un ejemplo contemporáneo del comunismo en acción. ¿Qué mejor
candidato que Grecia? Échesela de la Unión europea, interrúmpase el flujo libre
de euros y devuélvasele al viejo dracma. Después, ved que ocurre durante una
generación». En otras palabras, Grecia debería ser castigada de modo ejemplar
para acabar de una vez por todas con la tentación de una solución radical de
izquierda a la crisis.
Sé que la misión de Syriza es casi imposible. Syriza es la
extrema izquierda, es la voz pragmática de la razón, que contrasta con la loca
ideología del mercado. Syriza necesitará de la formidable combinación de
principios políticos y pragmatismo sin compromiso democrático, además de la
capacidad de actuar rápidamente y sin miramientos cuando sea necesario. Para
que Syriza tenga una oportunidad, incluso una mínima oportunidad de éxito, será
necesaria una solidaridad pan-europea.
Cambiar Grecia
Pienso que vosotros, aquí en Grecia, debéis evitar el
nacionalismo fácil, todos esos discursos acerca de que Alemania quiere volver a
ocupar Grecia, destruirla y cosas así. Vuestra primera tarea es la de cambiar
las cosas aquí. Syriza deberá hacer el trabajo que otros tenían que haber
hecho. El trabajo de construcción de un estado mejor, moderno: un etado
eficiente. Deberéis hacer un trabajo de recuperación del aparato estatal del
clientelismo. Es un trabajo duro, exento de entusiasmo: lento, duro, tedioso.
Vuestros críticos pseudo-radicales dicen que la situación no
está todavía madura para un cambio social. Que si tomáis el poder ahora, no
haréis más que ayudar al sistema, haciéndolo más eficiente. Si he comprendido
bien, esto es lo que el KKE, el partido de quienes todavía viven porque se
olvidan de morir, está diciendo.
Es cierto que vuestra élite política ha demostrado su
incapacidad para gobernar, pero no hay nunca un momento exacto en que la
situación sea la completamente idónea para el cambio. Si esperáis ese momento,
el momento idóneo no llegará jamás. Nunca se interviene en el momento
exactamente adecuado. Por tanto, estáis ante una elección: o esperáis
cómodamente y veis cómo se desintegra vuestra sociedad, como proponen algunos
otros partidos de izquierda, o intervenís heroicamente, plenamente conscientes
de la dificultad de la situación. Syriza ha hecho la elección adecuada.
Pienso que vuestros críticos os odian porque, en su
interior, saben que tenéis el valor de ser libres y actuar como personas
libres. Cuando se mira a los ojos, la gente comprende, al menos por un
instante, que se le está ofreciendo su libertad. Estáis atreviéndoos a hacer lo
que ellos sueñan hacer. En este instante, son libres. Son uno con vosotros.
Pero solo es un momento. Vuelve el miedo y os odiarán otra vez, porque tienen
miedo de su libertad.
¿Cuál es entonces la elección que, vosotros los griegos,
habréis de afrontar el 17 de junio? Debéis tener en cuenta la paradoja que
sostiene la libertad de voto en las sociedades democráticas: sois libres de
elegir, a condición de que hagáis la elección correcta. Porque cuando la
elección es errónea, por ejemplo cuando Irlanda votó contra la constitución
europea, esa elección es tratada como un error. Entonces repiten la votación,
para que las personas alumbren la decisión adecuada. Por esto el establishment
europeo está prensa del pánico. Piensan que quizá no merecéis vuestra libertad,
porque existe el peligro de que hagáis la elección equivocada.
Café sin leche
En Ninoska de
Ernst Lubitsch aparece una broma maravillosa: el protagonista entra en una
cafetería y pide un café sin crema. El camarero responde «lo siento, se nos ha acabado la crema, solo tenemos leche. ¿Quiere un
café sin leche?» En ambos casos se tomará solo el café, pero pienso que la
broma es acertada. También la negación es importante. Un café sin crema no es
lo mismo que un café sin leche. Vosotros os encontráis hoy en la misma difícil
situación. Tenéis austeridad, pero ¿tenéis el café de la austeridad sin crema o
sin leche? Aquí es donde el establishment europeo hace trampas. Se está
comportando como si tuvierais el café de la austeridad sin crema. Es decir, los
frutos de vuestro esfuerzo no solo beneficiarán a los bancos europeos: os están
ofreciendo también un café sin leche. Vosotros seréis los que no os
beneficiaréis de vuestros sacrificios y dificultades.
En el sur del Peloponeso hay mujeres que son las encargadas
de llorar en los funerales, de hacer un espectáculo para los parientes del
difunto. No hay nada de primitivo en esto. Nosotros, en nuestras sociedades
desarrolladas, hacemos exactamente lo mismo. Pensad en este maravilloso
invento, quizá la mejor contribución de América a la cultura mundial: las risas
enlatadas. Las risas que forman parte de la banda sonora de los programas de
televisión. Vuelves a casa cansado, enciendes la tv en uno de estos estúpidos
programas tipo Cheers o Friends. Te sientas y la TV ríe también por ti.
Desgraciadamente, funciona.
Así es como los que detentan el poder, el establishment
europeo, quiere ver no solo a los griegos sino a todos nosotros: mirando a la
pantalla y observando cómo sueñan los otros, cómo lloran, cómo lloran. Hay una
anécdota, apócrifa pero maravillosa, sobre el intercambio de telegramas entre
el cuartel general del ejército alemán y el austriaco durante la primera guerra
mundial. Los alemanes envían un mensaje a los austriacos: «Desde nuestro frente vemos la situación grave pero no catastrófica».
Los austriacos responden: «Desde el nuestro, la situación es catastrófica, pero
no grave».
Esta es la diferencia entre Syriza y los otros: para ellos
la situación es catastrófica pero no grave, las cosas pueden seguir como hasta
ahora, mientras que para Syriza la situación es grave, pero no es catastrófica
y por eso el valor y la esperanza deben sustituir al miedo. Por tanto tenéis
delante, por decirlo con el título de una vieja canción de los Beatles, una
long and winding road. Cuando hace años la guerra fría amenazaba con estallar,
John Lennon escribió una canción, all we are saying is give peace a chance.
Hoy, quiero escuchar una nueva canción en toda Europa, «todo lo que estamos
diciendo es dar una oportunidad a Grecia».
La revolución en la
propia casa
Consentidme una referencia a una de las grandes, quizá la
más grande, de las tragedias clásicas, Antígona: no combatir batallas que no
sean las tuyas. En mi idea de Antígona, tenemos a Antígona y a Creonte. Son de
la clase dirigente. Un poco como Pasok y Nueva Democracia. En mi versión de
Antígona, mientras los dos miembros de las familias reales están combatiendo
entre ellos, amenazando con enviar a la ruina al estado, me gustaría ver al
coro, las voces de las personas, salir de su estúpido rol de acompañamiento
sentencioso, apoderarse de la escena, constituir un comité público de poder
popular, arrestarlos, a Creonte y Antígona, y dar vida al poder del pueblo.
Permitidme ahora acabar con una nota personal. Odio a la
izquierda tradicional, intelectual, que ama la revolución, pero la revolución
que tiene lugar en algún sitio lejano. Así era de joven: cuanto más lejos,
mejor, Vietnam, Cuba, todavía hoy, Venezuela. Pero vosotros estáis aquí y os
admiro. No tenéis miedo a involucraos en una situación desesperada, sabiendo
qué las probabilidades están en vuestra contra. Por esto os admiro. Hay también
un oportunismo de principio, el oportunismo de los principios. Cuando se dice
que la situación está perdida, que no podemos hacer nada, porque significaría
traicionar nuestros principios, esta parece ser una posición coherente, pero en
realidad es una forma extrema de oportunismo. Precisamente Syriza es un evento
único de esa izquierda -en contradicción con lo que hace habitualmente la
izquierda extraparlamentaria, que se preocupa más de la violación de los
derechos humanos de cualquier criminal que de los millares de seres humanos que
mueren- que ha encontrado el valor de hacer algo.
Este es el texto de la intervención del filósofo esloveno en
la convención de Syriza.
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Traducido por Nemoniente |