
Cuando Walter Benjamin dedica a la arquitectura popular
española alguno de sus textos de la Serie Ibicenca, también se detiene al
observar unas sillas:
«Tal como se
presentan estas sillas, siempre tan modestas en su forma, pero con su visible
trenzado de belleza llamativa, permiten comprender algunas cosas. Ningún
coleccionista podría exponer en las paredes del vestíbulo unas amplias
alfombras de Isfahán ni tampoco los cuadros de Van Dyck, con mayor convicción
que los campesinos exponen estas sillas en el zaguán vacío de su casa».
Como Benjamin, la sorpresa en la calle, la mirada que
analiza y descubre, que proyecta hacia el futuro, se convierte en el mejor recuerdo
para el futuro. La fotografía muestra una de las sillas que
con tanta ternura describe Benjamin. Asombra pensar que los objetos más sencillos se convierten en algo maravilloso en la pluma de un genio, cuyo talento permite descubrir los más recónditos misterios de nuestras vidas cotidianas.