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Stalin y las Musas @ Vitaly Komar y Alexander Melamid, de 1981-82 [Tempera y óleo sobre tela] |
“Stalin es el
18 Brumario de la revolución”: Saguidulin,
dirigente bochevique, 1937
“Tu espíritu,
Stalin, es más luminoso que el Sol”: Zozulia, poeta
ruso, 1937
“Stalin, y no
añado nada más. Todo está contenido en ese nombre inmenso. Todo: el partido, la
patria, el amor, la inmortalidad. Todo”: Prokofiev,
poeta ruso, 1936
Especial
para Gramscimanía
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Stalin era una de las fuentes seminales y autorizadas del ya maduro pensamiento comunista en la etapa superior (y decrépita) del Imperialismo y en la consolidación del Socialismo. Además era un (EL) intérprete autorizado del sentido histórico y universal de la doctrina bolchevique en el tiempo y en el espacio. Se editaron sus obras completas en dieciséis volúmenes bajo el prestigio y la prestigiosa cobertura filológica del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, de la cuales se imprimieron trece hasta el día de su muerte. Se tradujeron en casi todos los idiomas importantes. A pesar de todos estos antecedentes ilustrados, sin embargo ha sido habitual entre los enemigos faccionales y detractores de Stalin (una contrahagiografía inaugurada por su Némesis, Trotski: “no es un filósofo, ni un escritor, ni un orador”) hablar con desprecio de su talento como teórico, subestimar su talento literario o sus conocimiento de Marx o los teóricos del socialismo europeo. El erudito Bujarin, protagonista de la anécdota histórica que narraremos, decía que su característica esencial era la flema, llamándolo “un Gengis-Khan que, aunque había leído a Marx, no lo había comprendido en absoluto”; Smirnov y Kamenev lo consideraban una mediocridad provinciana; Krestinisky decía que era un hombre inquietante con ojos amarillentos y nada más; Trotsky afirmaba que era la más eminente mediocridad del partido bolchevique; Sverdlov decía que era un buen chico, poco culto pero demasiado individualista. Como un mecanismo psicológico de reducción de disonancia es más fácil creer que un hombre sombrío, un profesional de la política, provinciano llano de la periferia del imperio zarista (“ignorante semianalfabeto”, le llama Souvarine, su primer biógrafo),[1] semiculto asiático, un mero vulgarizador de Lenin, una “mancha gris” (Sujanov) fue el que torció la maravillosa alborada del socialismo nacida en octubre de 1917. Pero no sólo la literatura política subestima la dimensión intelectual de Stalin, sino incluso historiadores modernos más serios (como Laqueur que afirma que como pensador fue mediocre y sus ideas carecieron de carisma, un “líder inverosímil”) y casi toda la disciplina académica llamada “Sovietología”. En relación con Stalin, “el hombre que se expresaba con gruñidos” (Trotsky) nos resulta dificultoso ahondar en su faceta como lector, estudioso e intelectual, no existe un archivo comparable al de Lenin o Mussolini, ni tampoco será posible reconstruirlo en el futuro, ya que una parte importante de sus papeles fueron destruidos deliberadamente por sus herederos, incluidos sus objetos personales. Como Stalin se legitimaba políticamente considerándose a sí mismo como fiel continuador del Leninismo, todos aquellos documentos o actividades autónomas del propio Stalin fueron ocultados, silenciados o eliminados físicamente. La idea de que era un cero a la izquierda, la ideología doméstica de ser una mancha gris, un albacea político de “voluntad prodigiosa” (Trotsky) era vital para que su régimen fuera considerado a los ojos de las masas un apéndice natural de las enseñanzas eternas de Lenin.[2] Que consideremos a Stalin un vulgarizador, un seminómada desclasado o un campesino georgiano semiculto es otra de las grandes victorias de Stalin sobre la posteridad. Ocultar que Stalin era un erudito, con ideas independientes y originales de Lenin (aunque las mimetizara-vulgarizara bajo al etiqueta del Dia Mat) con sus propias ideas de qué era el Marxismo (y qué no era Marxismo) o el lugar de Marx en el desarrollo del Leninismo, fue una razón de estado, un arcano político cerrado bajo siete llaves. Stalin sabía jugar ese juego, cuando el mediocre biógrafo Emil Ludwig le preguntó si se consideraba un heredero del zar Pedro El Grande, Stalin simplemente le contestó: “soy simplemente un discípulo de Lenin”. En la primera biografía oficial publicada de Stalin, escrita por su secretario personal y bibliotecario Iván Tovstuja,[3] es uno de los primeros jalones en la elaboración de la cuidadosa leyenda de que Stalin simplemente fue “auxiliar y partidario de Lenin”, su “fiel mando derecha”: la imagen poco presuntuosa de Koba como un discípulo fiel, apóstol sin reproche, escudero incansable en la lucha contra la izquierda y la derecha del partido. Stalin es un Dalai-Lama, re-encarnación repetida de su sagrado predecesor, “el más eminente dialéctico materialista de nuestra época” (como decía el filósofo oficial Mitin).[4] La literatura sobre Stalin y la sovietólogia en general han desdeñado, por pobre y superfluo, el trasfondo de esta rusificación de Marx (y de Lenin), al obsesionarse con los procesos y transformaciones políticas y económicas, con el gran escenario histórico de la estructura. El rol de Stalin como filósofo y reconstructor-destructor de las ideas de Marx quedaba en las sombras o era considerado un contrasentido, ya que era “pura fraseología”.[5] Las ideas de Stalin no eran importantes para comprender el sistema de Stalin, ni siquiera la lógica interna de su régimen, un craso error metodológico que poco a poco se va reparando.[6]
Leniniana: Stalin ya había definido el canon ideológico del Dia Mat, para muchos un camouflage
de un Nacionalbolchevismo apenas oculto, cuando afirmó el Diktatum, casi con
fuerza de Ley, que “el Leninismo es el Marxismo de la época del Imperialismo y
de la revolución proletaria.”[7]
Parafraseando a Rubel, podemos decir que denominar a esto “Leninismo” equivalía
a una resolución impronunciada, cargar al Padre espiritual (Lenin) con la
responsabilidad de un sistema del cual era casi exclusivo creador. En una de
esas fórmulas escolásticas típicas de su estilo litúrgico o incluso pseudoreligioso (Stalin podía citar
sin complejos a San Agustín o Lutero), sentenció en vísperas de la revolución
de octubre de 1917 que “existe un Marxismo dogmático y un Marxismo creador. Yo
estoy en el terreno del último”.[8]
Los que insisten en estudiar con precisión a los clásicos, aunque lo hagan
concienzudamente, con criterio científico, en realidad, dirá Stalin, “no
comprenden la esencia de esta Doctrina, no se han percatado de las condiciones
históricas en que se han desarrollado ciertas tesis de esta Doctrina…” y que “no
se puede exigir de los clásicos del Marxismo, separados de nuestra época por un
período de 45 o 55 años, hayan previsto para un futuro lejano todos y cada uno
de los zigzags de la Historia de cada país.”, para concluir que había que la
tarea de los cuadros intelectuales bolcheviques era “puntualizar y mejorar (a
Marx).” [9]
El Marxismo habría tenido una versión sub especie temporis, la de Engels y Marx
para las condiciones del siglo XIX, que tuvo su función histórica (pasada) y su
eficacia política (determinada); luego un interregno oportunista (el Marxismo
falsificador de la IIº Internacional: el Kautskismus=dogmatismo) y, finalmente,
el Marxismo no restaurador, “creador”, su cúlmen epocal, que no es una “mera
aplicación” del método de Marx, según palabras de Stalin, en la obra de Lenin.
Dentro de esta esquemática tríada ¿filohegeliana?, Lenin es la sintesis
absoluta del primer momento creado por Marx, pero la obra marxiana en sí misma
solo es el primer momento afirmativo y nada más, por eso Stalin aclara a sus
oyentes que “Lenin es marxista, y la base de su concepción del mundo es,
naturalmente, el Marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la
exposición del Leninismo deba comenzar por la de los fundamentos del Marxismo.”
Es Lenin (ismo), y no Engels y Marx, el que explica al Marxismo actual y sus
axiomas, y no al revés: el Leninismo (qua Dia Mat) es el que puede explicar la
pertinencia de la teoría de Marx, y no al revés. Cualquier cuestionamiento
público a esta tesis (y al estilo de esta tesis) hacia peligrar no sólo la
integridad profesional sino la propia vida.[10] En realidad,
Stalin está trasladando sub specie aeternitatis su propia experiencia personal
y concreta a lo ideológico: las citas de Marx que encontramos en la mayoría de sus
escritos, desde el primero con ciertas ambiciones teóricas, se trata de
“Anarquismo o Socialismo” de 1907, son (re) citas de las propias citas que
encontraba en ¡el menchevique Plejanov!, en Bujarin y por supuesto en Lenin. Es
decir: sin Lenin no hay Stalin.
El
Dia Mat oficial del estado stalinista, una ciencia del comportamiento
(pragmática-instrumental) y de la legitimación, procede de una interpretatio
leninista de la obra marx-engelsiana, o sea: una exégesis y codificación
imbuidos de los intereses particulares del Partiinost (espíritu de partido),
sin entronque directo o necesario con el Marx original. El Nachlass de Engels y
Marx revelaría su importancia (editorial y política) sobre el presupuesto del
canonizado corpus leninista (no del Lenin auténtico). Es éste es el verdadero
Marxismo, y no el del Marx original. Desde aquí es la única perspectiva de
donde puede valorarse y estimarse el Nachlass literario desconocido de Marx. Igualmente
fijará Stalin las líneas generales de demarcación del Dia Mat en su famoso y
excesivamente celebrado capítulo teórico contenido en la hagiográfica obra
colectiva Historia del Partido Comunista de la URSS, llamado “Materialismo
Dialéctico y Materialismo Histórico”, donde define al Dia Mat como una Weltanschauung,
una concepción del Mundo “del Partido marxista-leninista”.[11] No existe nada en
la obra marxiana que pueda ser denominado como cosmovisión, Weltanschauung, Marx
siempre denomina a su nueva Ansicht o a su nuevo método (inverso al de Hegel)
como materialistische Geschichtauffassung, fundamentación materialista de la
Historia; la subrepticia introducción se debe a una sugerencia poco feliz
introducida por el Engels tardío en su famoso artículo sobre Feuerbach, donde
habla tanto de neuen Weltanschauung como directamente de marxsche
Weltanschauung.[12]
Weltanschauung, término extraño a Marx, sin embargo, paradójicamente, es muy
familiar al sistémico (y odiado por el Dia Mat) Hegel. Curiosamente se afirma e
institucionaliza esta concepción cuando precisamente cuando se había
descubierto un texto como Die deutsche Ideologie, ¡en la que Marx
explícitamente declara no ser más un filósofo! El cambio de valencia del método
dialéctico de Marx en la visión oficial de Stalin, de ser una forma de
pensamiento crítico, abierto y completo a una cosmovisión codificada y
revestida que funciona como un System filosófico oficial, afectaría
irremediablemente la forma en que se juzgaba el Nachlass marxiano.
Expurgar
a Marx: En el recodificado Marx de Stalin se ha “detenido”, retrocedido y
cancelado la Dialéctica. Y no es una cuestión retórica: Stalin había intentado
estudiar a Hegel; se trataba de una ardua tarea, obligada por la máxima de
Lenin que decía, en sus Cuadernos Filosóficos de 1914-1916, “que era imposible
entender a El Capital o a Marx sin conocer a Hegel”. Pidió colaboración al desgraciado
filósofo Jan Sten, que se transformó en su tutor filosófico, quién le dio
clases particulares sobre la Dialéctica desde 1925. Tenían lugar dos veces a la
semana en su primer departamento del Kremlin. A Stalin le resulto un gran
problema entender a Hegel “El Oscuro”, no pudo dominar sus conceptos y su
irritación fue en aumento. Los cursillos filosóficos de Sten, el Séneca de
Stalin, finalizaron al cabo de pocos meses, a fines de 1928.[13]
La experiencia dejó en Stalin una perpetua hostilidad e incomprensión hacia la
filosofía clásica alemana in toto, que incluso luego tras la IIº Guerra
Mundial calificaría injustamente de
“reacción aristocrática a la Revolución francesa”; a Hegel lo acusaría de ser
un “chauvinista germano”. No es casualidad que esta clara postura
dogmática-revisionista de Stalin se reflejara, de manera trágica, en el
ignominioso final de las primeras obras completas histórico-críticas de Engels y
Marx, y en la liquidación física de su creador: David Riazanov.[14]
También es sintomático que el Instituto Marx-Engels, luego de la depuración de
1931, se unificara con el Instituto Lenin, acorde con las nuevas líneas
generales del Dia Mat oficial trazadas por Stalin. Es más: Stalin en el zénith
de su poder absoluto, no tuvo ninguna duda en criticar groseramente a Engels en
público o censurar la publicación de escritos de Marx incómodos (como ya había
comprobado el traductor al español de esa época Wenceslao Roces). Ya hemos hablado de la trágica defenestración
de David Riazanov y su equipo en 1931; con relación a los libros preparados
para su publicación, se trataba de seis volúmenes de la MEGA (1), incluida precisamente
Die deutsche Ideologie, impresos bajo el efímero reinado de Adoratskii, la
detención oficial de la obra impresa del Nachlass literario de Engels y Marx se
produce en 1933, hasta que lentamente en la Rusia del “Marxismo creativo” los
índices de publicaciones van cayendo en un creciente desdén y desidia hasta
abandonarse definitivamente en 1935. ¿Por qué en 1933? En ese año la edición en
ruso de la MEGA (1), se trataba del volumen XI, había llegado cronológicamente
a los escritos de Marx y Engels de 1857 y en ese momento se produce la censura de
los escritos de Marx sobre la Rusia zarista, que llevan el título de Revelaciones
sobre la historia diplomática secreta del siglo XVIII, el más encarnizado
ataque marxiano contra el absolutismo zarista y sus aliados en Europa, aunque
en su momento no se conoció el acto de censura, ya que fue una orden secreta. Recién
en 1941, a consecuencia de un ataque público de Stalin a otro escrito de Engels
sobre el Zarismo, es que se develó sin querer la verdad detrás del Dia Mat. En
el susodicho volumen XI un examen rápido nos revela que figuran, efectivamente,
todos los escritos conocidos de Engels y Marx, a excepción de una serie de
artículos bastante conocidos por los expertos: se refieren, efectivamente, a
los once artículos escritos por Marx sobre la diplomacia rusa en trece números
del diario The Sheffield Free Press, desde el 16 de agosto de 1856 al 5 de
abril de 1857, re-impresos por su hija en 1899.[15] Una irritante y
misteriosa laguna editorial, que no pude ser atribuida ni a la ignorancia, ni a
la poca profesionalidad de los editores, ni a la psicología rusa; una exclusión
que no se explica ni siquiera en la paupérrima introducción de Adoratskii.[16]
Riazanov ya había descubierto e interpretado estos artículos de Marx en 1909, e
incluso escrito un largo y erudito ensayo en la revista teórica del SPD.[17]
Como ya vimos, durante su trabajo en el archivo inédito de Engels y Marx en
poder de la socialdemocracia alemana, Riazanov, junto con Luise Kautsky,
publicó una serie de trabajos de Marx y Engels de 1852-1862, que trataban de la
situación de Inglaterra, de Lord Palmerston, de la guerra ruso-turca, de la
revolución española y el levantamiento de Riego, de India, de historia china y…
los textos sobre Rusia.[18]
Marx los había considerado, como señala en su libro Herr Vogt,[19]
como una introducción de un trabajo más amplio (jamás comenzado) sobre las
relaciones diplomáticas entre Inglaterra y Rusia desde el siglo XVIII hasta
fines del XIX, y que, al redactar este trabajo no quiso basarse en
“consideraciones generales, sino en los hechos.” Por eso, Marx basó sus
artículos en comentarios críticos sobre una serie de documentos secretos que
constituían una prueba del papel central que jugó Inglaterra en el ascenso del
despotismo ruso durante el siglo XVIII, revelando la constante colaboración
secreta entre el gabinete de Londres con el de Petrogrado y en los que, al
mismo tiempo, la época del zar Pedro El Grande aparecía como la generadora de
estas relaciones…”. Sólo después de la muerte de Stalin y del XX Congreso del
PCUS, los escritos sobre la crisis de Oriente y sobre la guerra de Crimea
fueron incorporados a las Werke oficiales. Stalin en persona había dado la
orden de no publicarlos, a mediados de 1934.[20] Por esos años el
culto a un Lenin idealizado de fines de 1920’s había dado paso a que se
relegara su figura a jugar un rol de antecesor sagrado en el culto a la
personalidad de Stalin, centro de gravedad del ritual político: “Stalin es el
Lenin de hoy”. “El genio universal de Lenin arde en Stalin”, como escribía el
poeta kazako Dzhabaev, premio Stalin en 1941.[21] Es decir: se
suprime pura y simplemente por decreto, el trabajo más importante que haya
consagrado Marx a Rusia y al modo de producción asiático. El Dia Mat de Stalin
y su “Socialnacionalismo”[22]
(como le calificó premonitoriamente Lenin en su Testamento) eran incompatibles
con el Marx auténtico.
A
partir de la consolidación de la estructura stalinista,[23] con respecto al Nachlass
literario de Engels y Marx, quedaban dos opciones: o bien lo “depuraban”
(censura o las llamadas “ediciones populares” expurgadas), como hemos visto, o
bien se debía refutar abiertamente. Stalin hizo las dos cosas, porque también
se atrevió a criticar y corregir como a un escolar un trabajo del Engels maduro
sobre la diplomacia imperialista rusa del siglo XIX: La política exterior del
Zarismo.[24]
Este artículo de Engels, largamente difundido en los círculos socialistas de toda
Europa, ya había tenido un suceso desagradable de censura previa a cargo de la
Socialdemocracia alemana. El texto finalmente publicado en la revista de
Bernstein, Sozialdemokrat, exhibía cambios en la redacción que el comité
editorial había realizado sin consultar a Engels y con los cuales se quería
atenuar o hacer desaparecer la evaluación crítica sobre los círculos dominantes
en la Rusia reaccionaria y su relación con Prusia, así como los comentarios
negativos sobre la monarquía vigente de los Hohenzollern. Engels recién se
enteró, como le volverá a ocurrir en 1895 en el caso de su prólogo al trabajo
de Marx,[25]
como ya hemos visto anteriormente, después de haber recibido la primera entrega
impresa en el Sozialdemokrat, comparando la traducción del artículo con el
texto alemán. En sus cartas del 1 de abril de 1890 a Kautsky, jefe de
redacción, y al jefe editor del SPD, Dietz, Engels protesta enérgicamente
contra las alteraciones de la redacción, exigiendo una re-impresión según el
original en Die neue Zeit, en la cual se publicaron sin cambios con una nota de
disculpas del comité editorial. Ese trabajo de Engels corrió una suerte semejante
a muchos manuscritos de Marx en la URSS: después del desmantelamiento del
equipo de Riazanov en el IME el artículo quedó olvidado, hasta que en 1934 la
revista teórica Bolshevik se propuso incluirlo en una edición especial con
motivo de cumplirse el vigésimo aniversario del estallido de la Iº Guerra
Mundial. Stalin se opuso inmediatamente a dicha inclusión o a la re-edición del
texto engelsiano, en una carta personal dirigida a todos los miembros del
Politburó. En su momento no se conoció esta censura, fue recién en mayo de 1941
(un mes antes de la invasión alemana a la URSS) cuando el texto completo de la
carta-crítica de Stalin salió a la luz, precisamente en las páginas de Bolshevik.
El texto stalinista constituye una abierta, por momentos grosera y agresiva
refutación de las tesis de Engels (y de Marx), recrimina su “insuficiente
calidad” y que de ninguna manera podía indicar a los marxistas rusos “el camino
a seguir”. No se contenta con esto, terminando ridiculizando su supuesta
“ingenuidad” al confundir la Moral con la Política, señalando que Engels (y
Marx) se habían “olvidado” del Imperialismo británico, defendiendo sin medias
tintas la política de conquistas del Zarismo contra Occidente.[26]
Y esto, subraya Stalin, no sólo era válido para éste trabajo específico de Engels,
sino para todas las afirmaciones de los clásicos acerca de Rusia, el Zarismo y
la cuestión del Este de Europa (Polonia, etc.). Stalin se sentía poderoso e
impune: era la primera vez que citaba a los clásicos de manera pública, no para
emplearlos o analizarlos, sino para contradecirlos abiertamente, en la teoría
como en la práctica. No por casualidad resurgió el tema en mayo de 1941: la
URSS ya había invadido (en tiempos de paz) a Finlandia, se había apoderado de
Besarabia en Rumania y se había dividido con Hitler (gracias al protocolo
secreto del pacto Molotov-Ribentropp) la mitad de Polonia, violando el Pacto de
No Agresión firmado en 1932 y sin declarar oficialmente la guerra.[27]
El escrito de Engels, que declara que simplemente continúa la lucha iniciada
por Marx contra la autocracia zarista, constituía un amargo documento contra el
rol de Gran Bretaña (Gladstone), acusada de dejarse usar por la diplomacia
rusa, una “orden jesuítica moderna”, que no retrocedía ante ningún medio (perjurio,
persecución, corrupción, asesinato) con tal de lograr sus fines imperiales. Tampoco
es casualidad la fecha, el año 1934: después del XVII Congreso del PCUS,
llamado “el Congreso de los Vencedores” por la prensa stalinista, se realizó un
viraje definitivo en la consolidación del Dia Mat, en el campo de la Filosofía
de la Historia. El Consejo de los Comisarios del Pueblo y el CC del PCUS dictó
una posición sobre la “Historiografía de la URSS” contra las definiciones y
sistemas sociológicos abstractos en la exposición de la historia del “Pueblo
ruso” (sic).[28]
Ya en 1936 Stalin (y la corte más cercana en el Poder: Kirov, Zdhanov, etc.) se
pronunciaron ad autoritas por una nueva evaluación populista-nacional de la
historia de la URSS (en clave exclusivamente rusa), que debía exaltar antes que
nada la “progresividad” de las realizaciones históricas del Zarismo, el papel
histórico mesiánico del “Pueblo” ruso y el evidente progreso representado por
las conquistas imperiales de Rusia en Europa como en el Extremo Oriente.[29]
Stalin aplicaba al Nachlass de Engels y Marx sus propias ideas ya expresadas en
1931: que el Dia Mat era una contrateoría en la cual la Filosofía y la Historia
debían ser recuperadas, organizadas, expurgadas y también censuradas, sobre la
base del Diktatum de la agenda del presente (definido con la etiqueta de “Axiomas
del Bolchevismo”, como les llamaba Stalin). El Partiinost, el “partidismo
bolchevique” de la Ciencia, que se define como un “interés vital”, era la única
certeza y última verificación y viceversa: Marx podía consagrar (si era
posible) legitimidad científica a la Política del partido. Todo lo demás que
desbordara esta lógica instrumental, era convertir a través de un “liberalismo
podrido” (ya menchevique, ya trotskista) un axioma en un problema. O en sus
propias palabras, que valen para el juicio sobre el Nachlass literario de Marx
y Engels: “Y vosotros queréis hacernos retroceder al intentar convertir un axioma
en un problema que debe ‘seguirse estudiando’. ¿Por qué? ¿Con qué razón? ¿Quizá
por desconocimiento de la historia del Bolchevismo?” [30]
Stalin
regatea a Marx: Cerrando la parábola siniestra de las MEGA (1), una anécdota
histórica poco conocida por el gran público: la última misión en el extranjero
de Nikolai Ivanovich Bujarin, el “favorito de Lenin”, antes de ser enjuiciado y
ejecutado como traidor, encomendada en persona por Stalin, fue precisamente
negociar con uno de los excorresponsales del IME de Riazanov en Berlín, se
trataba del biógrafo de Marx, Boris Nicolayevski, archivista e historiador,
exmenchevique, que ya mencionamos, que había sido detenido por la Cheka en 1921
y deportado de la URSS en 1922.[31]
Bujarin tenía todavía enorme influencia y popularidad en el partido, incluso en
la década de los 1930’s, y era considerado el más grande teórico comunista de
su tiempo.
Más
allá de posibles suspicacias, parecía que la URSS estaba poderosamente
interesada en la adquisición de los remanentes que quedaban de los manuscritos
inéditos de Engels y Marx.[32]
Nicolayevski era el director, como vimos, de la sucursal francesa del
prestigioso Instituto de Historial Social (IISG) de Amsterdam, creada por otro Korrespondent
del IME en París, Boris Souvarine, en 1935 para salvar el Nachlass de Engels y
Marx de ser perdido o destruido por los nazis. El Politburó del VKP(b) ordenó
al ya en desgracia Bujarin, que parecía ser el mejor experto de Marx en la Nomenklatura
stalinista, realizar una comisión de servicio en París en febrero de 1936 para
la compra de los manuscritos, propiedad del partido socialdemócrata alemán (que
era su albacea testamentario), que, prohibida su existencia por el ascenso de
Hitler, se había mudado vía Copenhague, a Francia por razones de seguridad. Stalin
había hecho una oferta millonaria ya en febrero de 1935 a través del centro
menchevique en el exilio que funcionaba en París. Ante el peligro de que fuera
a desaparecer el legado literario por la amenaza de una guerra europea, y
también por razones económicas de mantener su existencia en la clandestinidad,
el SPD decidió vender el Nachlass junto con lo que quedaba de las bibliotecas
personales de Engels y Marx, al IMEL (ahora rebautizado por orden de Stalin
como Instituto Marx-Engels-Lenin). Bujarin además incluyó paradas para obtener
más documentos originales: en Amsterdam, Berlín, Copenhague, Paris, Praga y
Viena, entrevistándose con luminarias marxistas y destacados dirigentes de la
socialdemocracia y el comunismo europeo, como Friedrich Adler (secretario de la
Internacional socialista), el legendario Otto Bauer (ideólogo del Austromarximus
y uno de los mejores teóricos sobre la cuestión nacional), el venerable
economista Rudolf Hilferding (en cuyo libro El capital financiero de 1910
realizó el primer análisis marxista del imperialismo, muy utilizado por
Bujarin, Lenin, Luxemburg y Trotsky) o el jefe de gobierno francés León Blum,
líder del Front Populaire. Su periplo duró dos meses, dado que el Nachlass de
Engels y Marx, sacado clandestinamente de Alemania en tandas, estaba disperso
por varios países de Europa.[33]
El núcleo de los manuscritos, que ya habían sido fotocopiados en su totalidad
por Riazanov durante los 1920’s, era el tomo IV de Das Kapital (las teorías de
la plusvalía), los famosos Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie de
1857/58, veintitrés cuadernos de textos económicos de 1861–1863, la
correspondencia Engels-Marx, los documentos de comunistas amigos, como Joseph
Weydemeyer y Johann Philipp Becker, documentos de la Kommunistenbund (Liga de
los Comunistas) y de la fundación y funcionamiento de la Iº Internacional. En
la comisión le acompañaban a Bujarin tres personas: el jefe formal de la
delegación, Viktor Adoratski, reemplazante de Riazanov desde 1931 y ejecutor de
la purga del IME, Aleksandr Arosev, amigo y compañero político de Bujarin desde
1917 y presidente de la Sociedad Rusa para las relaciones culturales con el
Extranjero; el tercer integrante era German A. Tichomirnov, que pertenecía al
antiguo Instituto Lenin. En abril de 1936 empezaron las tratativas sobre la
adquisición del Nachlass, en el hotel “Lutetia” de Paris, cuartel general del
empresario agitprop Willi Münzerberg y lugar de alojamiento de miembros de la
IC,[34]
transacción que Nicolaeivski elegantemente llamó “condiciones de venta”;
mientras Bujarin habló de “negociaciones vergonzosas”. Los socialdemócratas
alemanes pidieron un precio “bastante elevado”, pero no exorbitante, Bujarin
llamó a Stalin desde la embajada, éste le contestó personalmente que la URSS no
podía pagar un precio tan elevado, cinco millones de francos suizos de la época,
fijando un techo al presupuesto de la comisión; finalmente el SPD en el exilio
rebajó el precio (ante el temor que se perdiera el legado literario) hasta
satisfacer el precio fijado por Stalin. Bujarin volvió a llamar directamente a
Stalin pero éste jamás volvió a contestarle la llamada, ni a él, ni al director
oficial del IMEL, Adoratskii. Bujarin, inocente, reflexionó en voz alta ante su
esposa: “¿Cederá alguna vez en algo Koba? Para un Estado como la URSS no tiene
sentido regatear por esa cantidad (un millón) cuando se trata de Marx.” Cuando
se volvieron a encontrar y Bujarin le comunicó el extraño silencio de Stalin, y
que no estaba autorizado a negociar la oferta final, Nikolaievski le respondió
con sinceridad: “Poco valoran a Marx. Es Stalin quién se aferra a unos
céntimos. Ustedes representan un gran Estado para el que esos céntimos no son
una gran pérdida…”.[35]
La URSS no adquirió el Nachlass de Engels y Marx por la bizantina diferencia en
la suma de dinero que había que depositar como garantía. Era evidente que la
URSS, a pesar del gesto decorativo, no tenía ningún deseo de adquirir los
archivos que corrían un gran riesgo en una Europa ya en manos del Fascismo y el
Nacionalismo. Cuando Bujarin regresó a la URSS informó personalmente a Stalin,
quién le dijo en tono paternal: “No te preocupes Nikolai, conseguiremos el
archivo de Marx, al final cederán.”[36] Allí terminaron
las transacciones, teniendo como fondo el silencio sepulcral de Stalin.[37]
Las negociaciones quedaron suspendidas sine die al comenzar el Bolshaya chistka,
el llamado “Proceso de Moscú” en agosto de 1936 contra Kamenev, Zinoviev y
catorce antiguos cuadros bolcheviques.[38] El proceso en
realidad se desarrolló en tres actos pseudojudiciales: el juicio de los 16 o
contra el “Centro trotskista-zinovievista-terrorista” en agosto de 1936; el
juicio de los 17 o contra el “Centro antisoviético trotskista” en enero-febrero
de 1937 (sus acusados bolcheviques más visibles eran Radek y Piatakov);
finalmente el juicio de los 21 o contra el “Bloque anti-soviético de
derechistas y trotskistas” de marzo de 1938.[39] El trabajo de
difusión de Marx iniciado por el trágico Riazanov quedó ensombrecido por la
Gran Purga, y no se habría de recuperar. El viaje de Bujarin al extranjero tras
el Nachlass de Engels y Marx, así como su encuentro con antiguos mencheviques y
socialdemócratas, fue utilizado en el juicio en que fue acusado de “Enemigo del
Pueblo”, junto a Tomski, condenado y ejecutado, “fusilado como un perro” según
el fiscal Vishinski, el 15 de marzo de 1938, el mismo año en que cayó por la
misma ola represiva David Riazanov en Saratov donde se encontraba deportado.[40]
Engels y Marx ya no tenía ningún interés para los “axiomas bolcheviques” la Nomenklatura:
su Nachlass servía de anzuelo y excusa para estabilizar por medio del terror al
sistema de partido único stalinista y su ciencia de la legitimación, el Dia Mat.
El interés científico de Stalin terminó siendo una intriga política más, que no
solo apuntaba a un conspiración en marcha contra Bujarín, sino además le
permitía a la NKVD conocer la estructura e integrantes de los opositores
mencheviques en el extranjero, el estado de la IIº Internacional y la
estructura del SPD en el exilio.[41]
Los Marx-Engels–Papiere terminarían escondidos en diversos lugares de Europa
hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945. En una extraña paradoja
histórica tanto el surgimiento del Nacionalsocialismo en Alemania (que ponía en
peligro la integridad física del Nachlass) como el afianzamiento paralelo del
Stalinismo en la URSS, habían acabado con la inicial difusión del desconocido
legado literario de Marx. (Continuará)
[1] Souvarine, Boris; Stalin: Aperçu historique du bolchevisme,
Plon, Paris, 1935; re-editado por Editions G. Lebovici, Paris, 1977, una obra
monumental escrita durante cinco años utilizando fuentes rusas originales; el
Stalinismo, definirá en su libro, es la négation
du Socialisme et du Communisme.
[2] Nos permitimos remitir al lector
a nuestro artículo “Josef Stalin en la biblioteca”, ahora on-line: http://es.scribd.com/doc/20750335/Josef-Stalin-en-la-Biblioteca-por-Nicolas-Gonzalez-Varela
[3] Tovstuja, I.; “Iosif Stalin”;
en: Vol. XLI, “Déyatelli SSSR i Oktriábrskoi Revoliutsii”, en: Entsiklopedícheski slovar Rússkovo
bibliografichéskovo, Instituta Granat, Moscú, edición de 1927-1929 (en ruso);
sobre Stalin como pensador marxista, véase: Tucker, Robert C.; The Soviet Political Mind: Stalinism and
Post-Stalin Change, rev. Edn., George Allen and Unwin, New York, 1972, en
especial el capítulo VII; Donoso, Anton; “Stalinism in Marxist philosophy”, en:
Studies in Soviet Thought, 19 (1979),
pp. 113–41; Van der Zweerde, Evert; Soviet
Historiography of Philosophy: istoriko-filosofskaja nauka, Kluwer, London,
1997; y los artículos de Van Ree, Erik; “Stalin and Marxism: A Research Note”,
en: Studies in East European Thought,
Vol. 49, No. 1 (Mar., 1997), pp. 23-33 y: “Stalin as a Marxist philosopher”;
en: Studies in East European Thought,
52 (2000), pp. 259–308.
[4] Palabras de uno de los filósofos
stalinistas preferidos, gran cortesano del círculo íntimo, premio Stalin de
1943, Mark Borisovich Mitin, en su artículo de 1933: “Stalin y la Dialéctica
materialista”; Mitin llegó a dirigir el agonizante Instituto Marx-Engels-Lenin
en 1939, ya sin funciones científicas, luego de la purga y ejecución de
Adoratskii, a su vez reemplazante del purgado y ejecutado David Riazanov, del
que ya hablamos. El biógrafo de Stalin y Trotsky, Isaac Deutscher, ha definido
al Stalinismo en cuanto ideología, no sin razón, como una suerte de “credo ateísta”; Stalin: A Political Biography, Oxford University Press, London, 1949, pp. 269–72.
[5] El “Fondo Stalin”, que después
del derrumbe de la URSS reúne sus correspondencia, manuscritos y publicaciones
no incorporadas a sus inconclusas Obras
Completas, se encuentra hoy en día en el Archivo del Estado Ruso de
Historia Social y Política en Moscú (Rossiiskii gosudarstvennyi arkhiv sotsial’no-politicheskoi
istorii, conocido popularmente como “RGASPI”, en el Fond 558, Opis’ 11), además
de documentos de las actividades de Stalin en la organización del partido:
discursos, notas personales, materiales biográficos y bibliográficos, etc., lo
que ha permitido ir modificando leyendas, lagunas y lugares comunes. Algunos
documentos de esta colección ya han sido publicados en Occidente, incluyendo dos
valiosos aportes para entender a Stalin como intelectual y pensador: Lih, Lars,
Naumov, Oleg V., Khlevniuk, Oleg V., (eds.); Stalin’s Letters to Molotov, 1925–1936, Yale University Press, New
Haven, 1995); y Davies, R. W., Khlevniuk, O., Rees L., Kosheleva, E. A., Rogovaia,
L. (eds.), The Stalin–Kaganovich
Correspondence, 1931–1936, Yale University Press, New Haven, 2003.
[6] Como sostiene de manera casi
paradigmática el sovietólogo Robert Tucker, en su libro: The Soviet Political Mind, George Allen and Unwin, London, 1972, p.
28. Recién a partir de una fecha tan reciente como el año 2002, con el pionero
trabajo de Erik Van Ree. The Political Thought of Joseph Stalin: A
Study in Twentieth-Century Revolutionary Patriotism, puede hablarse de
estudios que analizan con seriedad el rol de Stalin como pensador político e
intelectual marxista.
[7] Stalin, I. V. ; Cuestiones del Leninismo; Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín,
1977, p. 3.
[8] Stalin, I. V.; discurso en la VI
Asamblea del POSDR, 3 de agosto, 1917 (en ruso).
[9] Stalin, I. V.; “Informe ante el
XVIII Congreso del partido sobre la labor del C.C. del PC (B) de la URSS”, 10
de marzo de 1939; en: Obras, XV,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953, pp. 35-57, apartado “Algunas
cuestiones de Teoría”.
[10] Iván Kvitka en su libro de 1999, La Filosofía rusa y la Política, (en
ucraniano) realiza un martirologio de filósofos profesionales (incluyendo
marxistas y no-marxistas) ejecutados bajo el Stalinismo, contabilizando a 97
personas de 1929 a 1952.
[11] Escrito en 1937, en plena Yezhovshchina, la Gran Purga de
1936-1938, forma parte del Capítulo IV de la Historia del Partido Comunista en la URSS, dirigida por B.N.
Ponomarev, Ediciones políticas del Estado, Moscú, 1945 (en ruso); en español: Historia del Partido Comunista de la Unión
Soviética; Ponomarev, B. N. (Boris Nikolaevich), Moscú, Ediciones en
Lenguas Extranjeras, 1960, artículo editado como opúsculo independiente, conocido
como Breve Curso, que fue de estudio
obligado durante decenios en las escuelas de formación de los partidos
comunistas oficiales, texto canónico de constitución del Dia Mat; Christine Glucksmann afirma que del folleto vulgarizador de
Stalin se imprimieron ¡200 millones de ejemplares!, véase su: Engels et la philosophie marxiste,
Éditions de la Nouvelle Critique, París, 1971, capítulo “Staline/Engels:
éléments pour une réflexion”, p. 13 y ss. Si se lo lee con atención y
profundidad, Stalin hace una paráfrasis del texto Dialektik und Natur de Engels, citas de Peljanov y, por supuesto,
de Lenin; la propia división escolástica entre dos materialismos (uno
dialéctico y otro histórico, siendo el segundo una extensión-aplicación del
primero), no tiene sentido desde la perspectiva juvenil, intermedia o madura de
Marx.
[12] Engels,
Friedrich; “Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen deutschen
Philosophie. Vorbermerkung”;
en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke,
Band 21, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1975, pp. 263/264; en español: “Ludwig
Feuerbach y el fin de la Filosofía clásica alemana”; en: Marx. C./ Engels, F.; Obras Escogidas, III, Editorial
Progreso, Moscú, 1974, p. 356.
[13] Sten fue detenido durante la Gran Purga
de 1937, acusado de ser el líder del “Idealismo menchevique”, una herejía
gravísima del Dia Mat, y ejecutado en
la prisión de Lefortovo, en Moscú, el 19 de junio del mismo año. “Idealismo
mechevizante” era un término técnico pseudofilosófico que se utilizó
ampliamente en la literatura del Dia Mat
soviética y extranjera a partir de la década de 1930’s hasta comienzos de la
década de 1950. Originalmente se refería a los errores cometidos por el grupo
del filósofo Deborin. En la resolución del 25 de enero de 1931, en la revista Pod
Známeniem Marxizma, el Comité Central de los países ACP (bolchevique),
señaló que en una serie de importantes cuestiones filosóficas del grupo Deborin
había descendido a “el punto de vista del Idealismo menchevizante”; véase:
AA.VV.; “Opartiinoi i sovetskoi pechati” [Colección de documentos], Moscú,
1954, p. 407 (en ruso). La palabra “Menchevizante” significaba que la
separación de la teoría de la práctica por Deborin y sus discípulos fue
considerada como una resurrección de un dogma político particular, el de los
mencheviques, y la palabra “Idealismo”, que la identificación Deborin de la
dialéctica de Hegel con Marx era considerada una re-encarnación y refugio en una variante del idealismo. Más
tarde, el término “Idealismo menchevizante” se extendió a algunos errores
teóricos de muchas disciplinas académicas (por ejemplo, en desvíaciones y errores
en la economía política) y se estableció como sinónimo de herejía antimarxista
y revisión idealista del Leninismo. Véase el trabajo de Gustav A. Wetter: El Materialismo Dialéctico soviético,
Editorial Difusión, Buenos Aires, 1950, capítulo VIII “El Idealismo
menchevizante”, p. 154 y ss.; del mismo autor es también útil: Filosofía y Ciencia en la Unión Soviética;
Guadarrama, Madrid, 1968.
[14] Una comisión de la policía política
(OGPU) envíada al instituto Marx-Engels-Lenin durante la noche del 12 al 13 de
febrero de 1931, es decir, inmediatamente después de la conversación personal
de Riazanov con Stalin en el Kremlin, antes de la purga y depuración total,
comprobó “alarmada” que en la sección de Filosofía ¡no se estudiaba a Lenin!, y
sí, por ejemplo, a Schopenhauer o a Husserl; véase: Vollgraf, Carl-Erich;
Sperl, Richard; Hecker, Rolf; Stalinismus
und das Ende der ersten Marx-Engels-Gesamtausgabe, 1931-1941: Dokumente
über die politische Säuberung des Marx-Engels-Instituts 1931 und zur
Durchsetzung der Stalin'schen Linie am vereinigten Marx-Engels-Lenin-Institut
beim ZK der KPdSU aus dem Russischen Staatlichen Archiv für Sozial- und
Politikgeschichte Moskau; Argument, Berlin, 2001, en particular el capítulo de Rolf
Hecker: “Fortsetzung und Ende der ersten MEGA zwischen Nationalsozialismus und
Stalinismus (1931-1941)”, p. 181 y ss.; y del mismo autor: “Unbekannte
Geschichte der Erstveröffentlichung des Marxschen ökonomischen Manuskripts von
1857/58 als Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie (1939/41) unter den
Bedingungen des Stalinismus”, 2001, inédito. Ahora sabemos que Riazanov fue
juzgado y ejecutado en Saratov en 1938; sobre sus últimos días con vida, la
crónica de Jean Jacques Marie: “David Riazanov, le dissident rouge”, en: Cahiers du Mouvemente Ouvrier, Nº 3,
CEMTRI, Paris, 1998, pp. 61-70.
[15] Marx, Karl; “Revelations
of the diplomatic History of the 18th Century”; en: The Sheffield Free Press, London, 1856-1857; re-edición como: Secret diplomacy History of the 18th
Century, Eleanor Marx ed., Swan Sonnenschein and Co, London, 1899; en
alemán recién aparecieron en 1977: Die
Geschichte der Geheimdiplomatie des 18. Jahrhunderts; Herausgegeben von Ulf
Wolter mit Kommentaren von Bernd Rabehl und D. B. Rjasanov, Verlag Olle und
Wolter, Berlin, 1977; en español: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Escritos sobre Rusia. I.
Historia diplomática secreta del siglo XVIII, Cuadernos de Pasado y Presente, México,
1980.
[16] Véase: Rubel, Maximilien: “Karl Marx ,
auteur maudit en U.R.S.S ?”, en: Preuves,
I, n°8, septembre-octobre, 1951; ahora re-editado en: Marx et les nouveaux phagocytes, Editions du Sandre, Paris, 2012.
[17] Firmado como
Rjasanoff, N.: Karl Marx über den
Ursprung der Vorherrschaft Russlands in
Europa: kritische Untersuchungen. Ergänzungshefte zur Neuen Zeit 5, 1908-1909, ausgegeben am
5. März 1909, Verlag von Paul Singer Stuttgart, 1909.
[18] Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Gesammelte Schriften, 1852-1862; 2
Bände, Hrsg. von Luise Kautsky und N. Rjasanoff, Dietz, Stuttgart, 1917.
[19] Marx, Karl; Herr Vogt; A. Petsch & co., London, 1860; dice Marx: “Hasta
ahora tan sólo he mandado a imprimir el prólogo de un minucioso trabajo
referente a este tema, intitulado ‘Revelations of the diplomatic History of the
18th Century’. Se publicó primeramente en el Free Press de Sheffield y más tarde en la edición de Londres.”
[20] Véase: Rabehl,
Bernd; “Die Kontroverse innerhalb des russischen Marxismus über die asiatischen
und westlich-kapitalistischen Ursprünge der Gesellschaft, des Kapitalismus und
des zaristischen Staates in Russland”, en: Die
Geschichte der Geheimdiplomatie des 18. Jahrhunderts; Herausgegeben von Ulf
Wolter mit Kommentaren von Bernd Rabehl und D. B. Rjasanov, Verlag Olle und
Wolter, Berlin, 1977, p. 112 y ss.
[21] Dzhabaev, un mediocre poeta
folklórico muy popular, además hizo innumerable poesías a las bondades del
régimen stalinista, sus leyes e incluso le dedico una elegía a uno de los
verdugos de Stalin, el jefe de la OGPU Yezhov; véase la compilación: Von
Geldern, James/ Stites, Richard; Mass Culture in Soviet Russia: Tales, Poems,
Songs, Movies, Plays, and Folklore, 1917-1953, Indiana University Press,
1995, p. 298 y ss.
[22] Van
Ree, Erik; The Political Thought of
Joseph Stalin: A Study in Twentieth-Century Revolutionary Patriotism, Routledge-Curzon,
London, 2002. No es
de extrañar que el Stalinismo maduro post-1929 tenga fuertes analogías y
coincidencias con el llamado Nationalbolchewismus,
una corriente de la nueva derecha alemana con centro en Hamburgo en los 1920’s,
que, continuando la teoría de Lassalle, Lauffenberg y el Comunismo “patriótico”
de Wolffheim, reconocía que la forma estado podía tener funciones no-clasistas
y promovía en su ideología una comunidad populista armónica de la que quedaba
excluída la burguesía y los grandes propietarios; véase: Dupeux, L.; ‘Nationalbolschewismus’
in Deutschland 1919–1933. Kommunistische
Strategie und konservative Dynamik, Beck, Munich, 1985, pp. 82 y ss.
[23] Hacia abril de 1929 puede decirse que el
esqueleto del régimen staliniano estaba configurado, y su poder personal asegurado, coincidimos en
esto con la tesis de Michael Rieman: El
nacimiento del Stalinismo, Crítica Grijalbo, Barcelona, 1982.
[24] Engels, Friedrich; “Die auswärtige
Politik des Zarentums”; la primera parte del artículo apareció en Sozialdemokrat, Hefte 1, feb. 1890;
luego completo en: Die Neue Zeit,
1892/1893, Band I, pp. 43/44; Engels lo tradujo al inglés y apareció en el
diario The Times en los números de
abril y mayo de 1890; luego fue publicado en ruso en la publicación de la
socialdemocracia en el exilio suizo: Sotsialdemokrat,
Nº 2 (dirigido por dos futuros “mencheviques”: Axelrod y Plejanov). Existe una
edición en español: “La política exterior del Zarismo ruso”, en: Marx, Karl/
Engels, Friedrich; Escritos sobre Rusia. I.
Historia diplomática secreta del siglo XVIII, Cuadernos de Pasado y
Presente, México, 1980, pp. 159-192.
[25] El General,
ya enfermo de cáncer y con las energía vitales disminuidas, tuvo un entredicho
durísimo a propósito de su estudio preliminar a la re-edición del texto de Marx
Las Luchas de clases en Francia entre
1848-1850, manipulado por la dirección del SPD. La “Introducción” la
escribió Engels para una edición aparte del trabajo, finalmente publicado en
Berlín en 1895. Al envíar el original de la “Einleitung” al editor Richard
Fischer, director editorial del partido, la dirección ejecutiva del SPD
reaccionó airadamente y pidió con insistencia a Engels que suavizara el tono,
demasiado revolucionario y llamando a la acción directa, y le imprimiese una
forma más liberal y cautelosa. Marx, Karl, 1818-1883; Die Klassenkämpfe in
Frankreich, 1848-1850.
Mit einer Einleitung von
Friedrich Engels und einem
Vorwort von August Bebel; Verlag der Expedition des “Vorwärts”, Berliner
Volksblatt (T. Glocke), Berlin, 1895.
[26] Stalin, I. V.; “Pismo k politbjuro Z. K.
KPSSSR”, carta del 19 de junio de 1934; y el artículo “O stat'e F. Engelsa ‘O
vneshnei politikie tsarizma’”, en: Bolshevik,
9, Moscú, 9, Mai, 1941, p. 2 y ss. (en ruso).
[27] En rápida sucesión: invasión de
Finlandia (diciembre de 1939); invasión de los estados bálticos de Estonia,
Letonia y Lituania (junio de 1940); invasión de la provincia rumana de
Besarabia (junio-julio de 1940); invasión de la provincia rumana de Bucovina y
Hertsa (julio de 1940); invasión de Polonia (septiembre de 1940); sobre las
guerras de conquista secundarias de Stalin durante la IIº Guerra Mundial: Weeks,
Albert L., Stalin's Other War: Soviet
Grand Strategy, 1939–1941, Rowman & Littlefield, London, 2003.
[28] En el diario Pravda, Nº 133, 16, Mai, 1934 (en ruso). Ya no se habla de clase
obrera soviética (con sus especificidades nacionales: rusa, ucraniana,
bielorusa, letona, judía, georgiana, etc.) sino de la categoría nacionalpopulista-jacobina
de “Pueblo”.
[29] Stalin, I. V.; Zhdanov, S.; Kirov,
S. M.; “Jamechaniia po povodu kon spekya uchebnika po ‘Istorii SSSR’”; en: Istorik-Marksist, Nº 1, 1936, pp. 5 y
ss. (en ruso).
[30] Stalin, I. V.; “Sobre algunas cuestiones
de la historia del Bolchevismo. Carta a la redacción de la revista Proletárskaia Revolutsia”, en: Obras, XIII, Edición Lenguas
Extranjeras, Moscú, 1953, pp. 37-42. En este contexto debe situarse la
“revisión” de Stalin de la teoría del Estado de Engels y Marx y la nueva
Filosofía de la Historia stalinista de la Humanidad en “etapas”.
[31] Sobre la figura de Boris Ivanovich
Nicolaevsky, véase el artículo de Ladis K. D. Kristof, “Boris I. Nicolaevsky,
1887-1966”, en: Russian Review, Vol. 25, No. 3 (Jul., 1966), pp. 324-327; y Rolf
Hecker: “Boris Iwanowitsch
Nikolajewskij (1887–1966)”; en: Benser, Günter (Hrsg.). Bewahren - Verbreiten - Aufklären / [Erarb. in Kooperation von:
Förderkreis Archive und Bibliotheken zur Geschichte der Arbeiterbewegung ...],
Friedrich Ebert Stifung, Bonn-Bad Godesberg, 2009, pp. 231-237; y la voz
“Nikolaevsky, Boris” en: Libro de Oro de
la emigración. El primer tercio del siglo XX. Diccionario Biográfico Colegiata;
Enciclopedia Política Rusa, Moscú, 1997, pp. 458-459 (en ruso). Aparte
de su decisivo trabajo sobre Engels y Marx o sobre el movimiento revolucionario
ruso, Nicolaevsky escribió, con David J. Dallin, un de los mejores trabajos
sobre el trabajo forzado bajo Stalin: Forced
Labor in Soviet Russia, Yale University Press, New Haven, 1947; el
importante archivo personal de Nicolaevsky se encuentra depositado en el
Instituto Hoover de la Universidad de California.
[32] La anécdota trágica puede leerse en las
memorias de la última esposa de Bujarin, Anna Larina, en español: Lo que no puedo olvidar; Círculo de
Lectores, Barcelona, 2006, p. 292 y ss.; más detalles del rol de Bujarin en:
Mayer, Paul; “Die Geschichte des sozialdemokratischen Partei archivs und das
Schicksal des Marx-Engels-Nachlasses”; en: Verl. für Literatur u.
Zeitgeschehen, 1967; inciso “Bucharin tritt auf”, p. 120 y ss.; véase
además: Cohen, Stephen; Bujarin y la
revolución bochevique. Biografía política 1888-1938, Siglo XXI, Madrid,
1976; sobre el proceso pseudojudicial a Bujarin (y Rikov): Arch Getty, J./
Naumov, Oleg V.; La lógica del terror.
Stalin y la autodestrucción de los bolcheviques, 1932-1939; Crítica,
Barcelona, 2001, capítulo VIII, “La marea cambia”, p. 243 y ss.
[33] Las increíbles peripecias de los
manuscritos de Engels y Marx, solo comparables a las de Aristóteles, en el
estudio de Paul Mayer; “Die Geschichte des sozialdemokratischen Partei archivs
und das Schicksal des Marx-Engels-Nachlasses”; en: Verl. für Literatur u.
Zeitgeschehen, 1967, inciso “Marx unter Tapetenrollen”, p. 84 y ss.
[34] El llamado Lutetia Komitee, que se reunía simultáneamente a la visita de
Bujarin en el hotel bajo el auspicio del llamado “millonario rojo” Münzerberg,
protegido de Bujarin en los 1920’s, intentó entre 1935 y 1937 lanzar un Frente
Popular en Alemania; véase el trabajo de Sean Mcmeekin: The Red Millionaire. A
political biography of Willi Münzenberg, Moscow’s secret propaganda Tsar in the
West; Yale University Press, New Haven&London, 2003.
[35] La diferencia era entre 7 y 8 millones
de francos de la época, que se depositarían como garantía durante 20 días,
tiempo en que la delegación soviética revisaría el contenido del Nachlass.
[36] Según el testimonio de su última esposa
Anna Mikhailovna Larina en la revista símbolo de la Perestroika: “On khotel peredelat' zhizn', potomu chto ee liubil”; en:
Ogonek, Nº 48, Nov-Dic. 1987, p. 30 y
ss. (en ruso).
[37] Las fallidas negociaciones con Bujarin
(y Stalin) para la adquisición del Nachlass
de Engels y Marx, en Mayer, Paul; ibidem, inciso “Stalins
Millionenofferte”, p. 104 y ss. Recientemente se ha publicado en Rusia un
monográfico dedicado a las reuniones y conversaciones de Bujarin en París:
Felshtinski, Iu G. (ed.); Razgovory s
Bujarinym; Moscú, 1993 (en ruso).
[38] Véase: Getty, J.
Arch; Origins of the Great Purges: The
Soviet Communist Party Reconsidered, 1933-1938; Cambridge University Press,
Cambridge, 1985; Broué, Pierre; Los
procesos de Moscú; Editorial Anagrama, Barcelona, 1988; también Communistes contre Staline. Massacre
d'une génération,
Fayard, Paris, 2003.
[39] Véase: Naimark, Norman, M.; Stalin’s Genocides; Princenton
University Press, Princenton&Oxford, 2010, Chapter 6: “The Great Terror”,
p. 99 y ss.; también Timothy Snyder analiza el terror stalinista desde una
perspectiva más europea en su libro Tierras
de sangre. Europa entre Hitler y Stalin;
Galaxia Gutenberg, 2011, capítulo 2: “Terror de clases”, p. 89 y ss.
[40] Sobre los detalles de la ejecución de
Bujarin, véase: Medveded, Roy A./ Medveded, Zhores A.; El Stalin desconocido, Crítica, Barcelon, 2005, capítulo XIV “El asesinato de Bujarin”, p. 299 y ss.
[41] Mayer; ibidem, inciso “Im Sande verlaufen”, p. 131 y ss.