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Foto: Alexis Tsipras |
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Pero la originalidad de SYRIZA no se detiene en eso. Siendo
concebida como una alianza, sobre todo coyuntural y electoral (fue fundada
justo antes de las elecciones de 2004), SYRIZA ha resistido al tiempo y ha
sobrevivido a los altibajos, a sus éxitos y sobre todo a sus crisis y a sus
fracasos, para convertirse en un ejemplo clamoroso de una sensibilidad que la
izquierda radical internacional debería siempre tener en cuenta: la
cohabitación de diferentes sensibilidades, corrientes e incluso organizaciones
en una misma formación política de la izquierda radical. Ocho años después del
nacimiento de SYRIZA la lección se graba ahora en las retinas: sí, esta
cohabitación no es solamente posible sino que además es fructuosa y también
garante a la larga de grandes éxitos.
Si nos preguntamos cómo esta decena de componentes tan
heteróclitos han podido, primero encontrarse y después ponerse de acuerdo para
llevar a cabo una tan larga y original cohabitación, la pregunta es pertinente,
y merece una respuesta detallada y profunda. No, el milagro de SYRIZA no ha
caído del cielo, ni es fruto de la casualidad; ha sido madurado durante
bastante tiempo y, sobre todo, ha germinado en las mejores condiciones posibles:
en los movimientos sociales y altermundistas de estos últimos años.
Se podría decir que todo comenzó hace quince años cuando en
1997 se constituye la rama griega del movimiento de las Marchas europeas
contra el paro. Esto no fue solo un primer paso hacia lo que luego se llamó el Movimiento
altermundista del Forum Social. Especialmente en Grecia las Marchas
europeas habían tenido una función tal vez más importante, ya que se
consiguieron ciertas cosas que eran hasta entonces absolutamente impensables: unificar
la izquierda en la acción. Es así como, gracias a las Marchas europeas, se ha
visto que unos sindicatos, unos movimientos sociales, unos partidos y unas
organizaciones de la izquierda griega (KKE incluido, al menos durante un cierto
tiemo) que no se habían unido jamás e, incluso, que se ignoraban los unos a los
otros, se unían para participar en un movimiento europeo, totalmente inédito,
al lado de sindicatos, movimientos sociales y de corrientes políticas de otros
países, hasta entonces totalmente desconocidos en Grecia.
No se trata pues de suerte, sino de un primer golpe al
sectarismo visceral que ha caracterizado siempre a la izquierda griega, dando
lugar incluso a algunas escenas conmovedoras de encuentros, próximas al
psicodrama, entre los militantes que hasta entonces no se conocían y
súbitamente descubren que “el otro” no era tan diferente a ellos mismos. Estaba
claro que la mayonesa espesaba más cuanto más salían los militantes griegos del
país y descubrían, en carne y hueso, una realidad militante europea cuya
existencia ni siquiera sospechaban.
Fuerte desde este primer acercamiento en la acción, se fue
haciendo más sólida gracias al movimiento social que surge de un género nuevo. Así
la mayoría de los diversos componentes políticos de las Marchas europeas
griegas participaron desde 1999 en una segunda experiencia original que les
invita a profundizar sobre la necesidad de unidad. Surgió el «espacio del diálogo
y de la acción común» que profundizó sobre la necesidad del debate político y
programático y preparó las conciencias para la próxima experiencia unitaria y
de movilización, el Forum Social, que había marcado profundamente la evolución
de la izquierda griega.
El enorme éxito popular del «Forum Social» ayudó a la
construcción de la Coalición de la Izquierda Radical que se crea de manera
espontánea y con entusiamo en 2003-2004. Los militantes que se habían podido
conocer en las luchas, millares de los cuales habían viajado juntos por
Amsterdam (1997), Colonia (1999), Niza (2000) , Génova (2001), Florencia
(2002), París (2003) etc, tuvieron tiempo para desarrollar entre ellos unos
proyectos, no solamente políticos , sino también humanos , antes de
fundar la Coalición de la Izquierda Radical. Una coalición que iba, cuanto
menos, a contracorriente de lo que estaba ocurriendo en el resto de Europa,
donde una alianza de esta índole, entre un partido reformista de izquierdas con
grupos de extrema izquierda era, simplemente, impensable.
No obstante, después de su nacimiento exitoso, su
continuación estuvo lejos de ser siempre feliz y tuvo varios
reestructuraciones, e incluso estuvo a punto de interrumpirse. Evidentemente ha
habido varias crisis de confianza entre el tronco de SYRIZA, constituido por Synaspismos,
y sus compañeros de extrema izquierda, lo cual es lógico. Pero el tiempo pasa.
La homogeneización de SYRIZA ha tenido como efecto que las crisis –como los
debates- no solamente traspasaron prácticamente a toda la coalición y a cada
uno de sus componentes, sino que se manifestaron sobre todo desde el interior
del mismo Synaspismos quien hizo bramar el enfrentamiento de sus tendencias en
recomposición permanente.
Finalmente, SYRIZA ha encontrado una cierta paz interna
solamente después de la salida en el año 2010 del ala socialdemócrata de
Synaspismos (lo que origina el nacimiento de la Izquierda Democrática) y el
alejamiento de su ex presidente Alekos Alavanos que después de haber
“introducido” a su discípulo Alexis Tsipras se convierte en su enemigo jurado.
En adelante la línea política de la Coalición estará más clara (y más a la
izquierda) mientras que su joven líder Alexis Tsipras instalaba su autoridad y
acumulaba los primeros éxitos que le darían a una SYRIZA cada vez más
radicalizada la credibilidad necesaria para poder aprovechar las circunstancias
excepcionales creadas por la crisis de la deuda. SYRIZA estaba en ese
momento preparada para asumir el rol de la formación política que podría
encarnar la mejor de las esperanzas y las expectativas de la sociedad griega
que se rebela contra las políticas de austeridad, la troika, los partidos
burgueses y el sistema capitalista en sí mismo.
La lección que se saca de esta historia casi ejemplar es
evidente: después de todo se trata de un éxito que solo los sectarios
impenitentes (a Dios gracias en Grecia hay muchos) podrían nagar. No obstante
la historia de SYRIZA está lejos de terminar pues las cosas serias solo acaban
de comenzar. En suma, el balance actual no puede ser más que provisional. Y ay
de aquel que no espere de SYRIZA más que la traición para poder luego decir
«esto se veía venir». No, a pesar de que este balance es aún provisional,
puesto que el proceso no está terminado, se debe tener en cuenta los tiempos
(duros) que corren y que no se puede permitir el lujo la izquierda radical
europea de no aprovechar las experiencias, los éxitos y los fracasos de los
otros.
Una formación política con un programa caracterizado
permanentemente por un desenfoque, la Coalición de la Izquierda Radical se
balancea casi siempre entre el reformismo de la izquierda y un anticapitalismo
consecuente. Por otro lado, ella quizás ha sacado sus fuerzas de esta eterna
oscilación. Por lo tanto, hay que aclarar que lo que ha podido funcionar,
sobre todo positivamente, en estos periodos “normales” podría convertirse en un handicap si
no en un boomerang en periodos de crisis agudas y de momentos de
exacerbación en los enfrentamientos de clases. En términos más simples: SYRIZA,
que acaba de conquistar magistralmente su apertura, se encuentra en pocas
semanas transformada de un pequeño partido minoritario en una izquierda griega
, ya minoritaria, en un partido dominante con pretensiones gubernamentales. Y
esto no pasa en cualquier país ni cualquier periodo histórico, sino que pasa en
esta Grecia “laboratorio” y conejillo de indias para esta Europa de la austeridad
en crisis de nervios.
El cambio del ascenso es tan abrupto que puede dar vértigo.
Producido en un tiempo récord el espantapájaros de los grandes y la esperanza
de los pequeños, de los “sin voz” en Grecia e incluso en toda Europa, SYRIZA
está llamada ahora a asumir la labor gigantesca y francamente histórica para la
que no estaba preparada ni politícamente ni organizativamente. Entonces, ¿qué
hacer? Es muy simple: ¡ayudar a SYRIZA! Por todos los medios, y no dejarla,
tanto en Grecia como en Europa. En términos sencillos, hacer lo contrario de lo
que hacen los que no combinan sus críticas a SYRIZA con la solidaridad e
incluso el apoyo a SYRIZA, cara al enemigo común. Un apoyo tal vez crítico,
pero apoyo al fin y al cabo. Y no mañana, sino hoy, porque las amenazas
tácticas de los otros, el combate que amenaza actualmente a SYRIZA es de hecho
nuestro combate, el combate de todos nosotros; y si nos abstenemos, va a
suponer que no asistimos a las personas en peligro; ¡a poblaciones y países
enteros en peligro!
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Traducción de Carmen García Flores
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