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@ Robert Romanowicz |
Cuando Marx dijo que los filósofos no han hecho más que
interpretar el mundo pero de lo que se trata es de transformarlo, era
plenamente consciente de que la filosofía natural, convertida en ciencia,
llevaba varios siglos transformando el mundo a un ritmo acelerado; lo que en
realidad quería decir era que la filosofía y la ciencia (o la
filosofía-ciencia, pues, como señaló Engels, son inseparables) debían ponerse
al servicio de la transformación radical de la sociedad. Por eso se planteó la
batalla contra el capitalismo como una empresa científica, y por eso, hoy que
el poder transformador de la ciencia puede ser la clave de nuestra
supervivencia o de nuestra aniquilación, es urgente reconvertir el marxismo en
el “socialismo científico” que nunca debió dejar de ser; es decir, en una
corriente de pensamiento y acción que ponga la ciencia -y la cultura toda- al
servicio de la revolución. En ese sentido, los marxistas -y los
anticapitalistas en general- deberíamos hacernos algunas preguntas relativas a
nuestro propio papel y a nuestras responsabilidades frente a la actual crisis
económica y cultural.
1. El pensamiento posmoderno es -aunque no solo eso- un
intento de acabar con el marxismo, impugnando sus supuestas pretensiones de
interpretación global de la realidad, su supuesta condición de “metarrelato”. Y
puesto que el marxismo se propone como “socialismo científico”, el
posmodernismo pone en entredicho a la propia ciencia.
¿Es necesario articular un nuevo discurso marxista, que
reivindique el pensamiento científico frente al relativismo posmoderno a la vez
que se libera de toda pretensión o apariencia de “gran relato” mesiánico?
2. Algunos prestigiosos epistemólogos y filósofos de la
ciencia, como Karl Popper o Mario Bunge, han calificado al marxismo de
seudociencia.
¿En qué medida los propios marxistas hemos propiciado este
equívoco y cómo podemos evitarlo?
3. El mayor peligro que amenaza al marxismo es de orden
interno: su deriva dogmática, debida, en buena medida, a la propensión al
inmovilismo de quienes alcanzan alguna forma de poder. Pero la tendencia al
dogmatismo se debe también a la necesidad de apoyarse en convicciones firmes y
permanentes: lo que podríamos denominar la “nostalgia de la religión”.
¿Cómo depurar el discurso marxista de contenidos
irracionales, dogmáticos, idealistas y reduccionistas?
4. Intentar fundamentar el derecho y la ética en una
supuesta “ley natural” es tan gratuito como atribuirles un fundamento divino, y
así lo entendieron desde Rousseau hasta Wittgenstein, pasando por Hans Kelsen.
Pero muchos marxistas argumentan y actúan como si hubiera valores absolutos e
inmutables, a la vez que, paradójicamente, consideran que el marxismo es ajeno
a todo planteamiento ético.
¿Cómo construir una teoría y una práctica revolucionarias
que, aun reconociendo sus connotaciones éticas, no apelen a supuestos valores
absolutos?
5. El marxismo no puede desarrollarse al margen de los
análisis y las luchas de otros movimientos transformadores, como el feminismo,
el ecologismo, el indigenismo y el nacionalismo emancipatorio; y tampoco puede
ignorar los logros teóricos y prácticos de anarquistas, okupas, indignados,
cristianos de base y otras organizaciones que no comparten los mismos
presupuestos pero sí análogos objetivos.
¿Cómo construir un amplio frente anticapitalista en el que
prevalezcan las afinidades sobre las diferencias y donde un marxismo
genuinamente científico -y por ende antidogmático- no pretenda erigirse en
ortodoxia revolucionaria ni en voz única?
6. Algunos conceptos básicos del marxismo han sido objeto de
numerosos análisis -no siempre rigurosos pero a menudo reveladores- desde
distintas perspectivas (pensemos, por ejemplo, en los trabajos de Freud y de
Lévi-Strauss sobre el fetichismo).
¿Hay que redefinir conceptos como fetichismo, plusvalía o
lucha de clases de una forma a la vez más amplia y más rigurosa?
7. La teoría de juegos, la teoría del caos y conceptos como
fractal, meme, entropía, estructura disipativa o sistema complejo adaptativo
(CAS), junto con el desarrollo de la informática, han abierto nuevas vías para
la elaboración de simulaciones y modelos operativos en el campo de las ciencias
sociales
¿Qué herramientas teóricas e informáticas ya existentes podemos
utilizar, y de qué nuevas herramientas debemos dotarnos, para consolidar la
base científica de la economía y la sociología?
8. Si no la comunidad científica en su totalidad, algunas de
sus subcomunidades empiezan a funcionar como auténticas “inteligencias de
enjambre”, en las que un continuo y casi instantáneo flujo de información
propicia formas de colaboración y logros colectivos que hasta hace poco eran
impensables.
¿Cómo podemos tejer una red de intercambio de ideas y
experiencias que permita abordar colectivamente y con rigor científico los
problemas básicos de la economía y la sociología, dando pleno sentido a la
máxima de pensar globalmente y actuar localmente?
9. En los últimos siglos, la ciencia se ha preocupado de
forma muy especial por dotarse de un lenguaje preciso, libre de ambigüedades y
connotaciones, lo más próximo posible a la exactitud de las matemáticas. El
discurso político, sin embargo, sigue utilizando un lenguaje más literario que
literal, lleno de metáforas, metonimias, hipérboles y otras figuras retóricas
destinadas a suscitar la emoción más que la reflexión y abiertas a la
interpretación subjetiva.
¿Cómo articular un discurso revolucionario genuinamente
científico, libre de los artificios y las ambigüedades del lenguaje político
convencional?
10. La lógica capitalista del individualismo, el desarrollo
ilimitado y la competitividad ha sido internalizada por amplios sectores de la
izquierda, y se expresa en manifestaciones tan generalizadas e irracionales
como el culto a la personalidad o el productivismo.
¿Es necesario redefinir conceptos como “individuo”,
“desarrollo” o “competencia” desde una perspectiva científica e inequívocamente
anticapitalista?
11. El desmembramiento de la Unión Soviética y el supuesto
fracaso del llamado “socialismo real” siguen dando argumentos a los
neoliberales y desmoralizando a muchos izquierdistas, y las recientes
evoluciones de China y de Cuba presentan aspectos preocupantes.
¿En qué medida es el socialismo un CAS (sistema adaptativo
complejo) en un entorno capitalista y cómo se desarrolla en estos momentos la
interacción capitalismo-socialismo?
12. El discurso neoliberal es cada vez más explícito pero
también más incoherente, y el mapping (cuadro estratégico) que se desprende de
dicho discurso es cada vez más complejo y confuso.
¿Cómo podemos elaborar, desde la izquierda y desde la
ciencia, un nuevo “mapamundi político” -es decir, un mapping económico,
sociológico y estratégico- riguroso y operativo?
En los atlas geográficos figuran, a menudo en páginas
contiguas, los mapas físicos y políticos de los distintos países y continentes.
Y nuestra visión del mundo, nuestra Weltanschauung, también está formada por un
mosaico (o más bien un caleidoscopio en continuo movimiento) de mapas físicos y
políticos de los distintos aspectos de la realidad. Para movernos por el mundo,
necesitamos ambos tipos de mapas: necesitamos saber cómo funciona la materia y
cómo funciona la mente, tanto individual como colectiva (es decir, la cultura).
Necesitamos controlar, en el plano físico, el espacio y el tiempo, así como la
relación entre ambos, que es el movimiento; pero también tenemos que controlar
el espacio mental-cultural y el tiempo histórico, así como la relación entre
ambos, que es el devenir de la sociedad, el movimiento incesante de la cultura,
la historia misma. Para saber en qué mundo vivimos, y para poder transformarlo,
necesitamos las visiones complementarias de la física y la política.
Pero la física actual es sumamente compleja, y conocer tan
siquiera los rudimentos de la relatividad y la mecánica cuántica requiere
muchas horas de estudio y reflexión, así como el abandono de una serie de
prejuicios derivados de una concepción idealista e ingenuamente intuitiva de la
naturaleza. Puede que ya nadie crea que la Tierra es plana aunque nuestros
sentidos así lo sugieran; pero para muchos la curvatura del espacio-tiempo o el
indeterminismo cuántico no son más que oscuras elucubraciones que en nada
afectan a su visión del mundo (en este sentido, es muy significativo que se
siga hablando de la “teoría” de la relatividad cien años después de su
constatación irrefutable).
Y la política actual no es menos compleja. Con el agravante
de que con respecto a la física nadie -o casi nadie- miente, mientras que la información
política más abundante, la que nos ofrecen los grandes medios de comunicación,
es casi siempre falaz o tendenciosa. Y con la particularidad de que, así como a
la mayoría de la gente no le importa reconocer su escasa formación científica,
nadie admite su ignorancia política; todo el mundo opina sobre todo, como en
las tertulias televisivas, y todos creen -o pretenden hacernos creer- que sus
opiniones se basan en un conocimiento objetivo de la realidad.
Para colmo de males, las escasas personas que tienen una
formación política mínimamente sólida tienden a aferrarse a los clásicos con un
fervor que, en última instancia, no es sino nostalgia de la religión. Nadie
cuestiona a Galileo y Newton como padres de la ciencia moderna, pero la gente
instruida no ignora que sus formulaciones han sido superadas. Sin embargo, no
es inusual que los marxistas sigan repitiendo como axiomas incuestionables
afirmaciones que nunca fueron más que primeras aproximaciones a problemas
sumamente complejos; seguir esgrimiendo, a estas alturas, simplificaciones
tales como que la economía es el motor de todas las actividades humanas o que
los obreros no tiene patria, o apelar a conceptos tan esquemáticos (aunque en
su día iluminadores) como los de infraestructura y superestructura, es algo tan
frecuente como preocupante.
Todo ello parece indicar que en política, como en física, no
basta con afinar tal o cual concepto o ajustar tal o cual teoría: se impone un
cambio de paradigma, así como una revolución pedagógica que difunda y consolide
una nueva visión del mundo. Lo cual no significa romper con lo anterior, sino
relativizarlo -sin caer en el relativismo- para revitalizarlo, valga el
trabalenguas. La relatividad no acabó con la física newtoniana, como proclamó
en su día la prensa sensacionalista, sino que la integró en un sistema más
amplio: como dijo el lúcido escritor de ciencia ficción James Blish, Einstein
se tragó vivo a Newton. Y, análogamente, los socialistas del siglo XXI tenemos
que tragarnos vivo a Marx. Y a Engels, a Bakunin, a Lenin, a Trotski, a Rosa
Luxemburgo, a Karl Krause, a Hans Kelsen, a Gramsci, a Mao, a Fidel Castro, a
Kate Millett y a muchos y muchas más. Y tenemos que vaciar los armarios de
reliquias y fetiches.
Textos relacionados
El pensamiento múltiple / http://www.rebelion.org/noticia.php?id=49078
La zorra posmoderna / http://www.insurgente.org/index.php/component/k2/item/276-la-zorra-posmoderna-y-el-árbol-de-la-ciencia
Revolución pedagógica / http://blogs.publico.es/ciencias/general/1397/revolucion-pedagogica
Cambio de paradigma / http://www.rebelion.org/noticia.php?id=28636
Tragarse vivo a Marx / http://www.rebelion.org/noticia.php?id=28150
Socialismo racional / http://old.kaosenlared.net/noticia/socialismo-racional-marxismo-ciencia-seudociencia
Socialismo científico / http://www.rebelion.org/docs/33771.pdf
English synopsis: Science and Marxism
Marxism
must become a truly “scientific socialism”: a stream of thinking and action
that puts science and culture at the service of revolution. And Marxists must
pose some questions about their role and responsibility in the actual
situation.
1. Do we
need a new Marxist discourse that vindicates science and impugns postmodern
relativism, but not by claiming to be the “big tale” of society and history?
2. Are the
Marxists in some way responsible of the idea that Marxism is a pseudoscience?
3. How can
we liberate the Marxism of irrationalism, dogmatism, idealism, and
reductionism?
4. How can
we build a revolutionary theory and practice without the support of supposed
absolute values and invariable principles?
5. How can
we build a large anti-capitalist front where affinities prevail over
differences, on the base of an anti-dogmatic and truly scientific Marxism?
6. Must we
redefine concepts like fetishism, surplus value or class struggle in a most
wide and rigorous way?
7. What
kind of computing and theoretic tools (as games theory, chaos theory, CAS,
etc.) can we use for consolidate the scientific bases of economics and
sociology?
8. How can
we build a wide net for interchanging economical and sociologic ideas and
experiences that let us reach a level of “collective mind” as effective as the
scientific one?
9. How
articulate a revolutionary discourse truly scientific, free of ambiguity and artifices
of conventional politic language?
10. Must we
redefine concepts like individual, competition or development from a genuine
anti-capitalist and scientific perspective?
11. Is
socialism a CAS (Complex Adaptive System) in a capitalist environment, and how
is getting on the interaction between socialism and capitalism?
12. How can
we draw, from the left and from the science, an operative “politic world map”
(an economic, sociologic and strategic mapping of the actual situation)?
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Carlo Frabetti |
In order to
build our Weltanschauung and to change the world, we need two kinds of maps:
the physic and the politic ones. We need to know and to control, in the mental
field as in the physic one, the relationship between space, time, and movement.
But politics are nowadays as complex and misunderstood as physics, and a lot of
superseded ideas contaminate our vision of the world. In politics, like in
physics, a change of paradigm is necessary, as well as a pedagogical
revolution.
El presente
trabajo es un resumen de la ponencia presentada en el Primer Congreso Mundial
de Excelencia Científica (México, mayo 2012)