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Paisaje de La Habana en rojo @ René Portocarrero [Cuba] |
Primero
de Mayo en La Habana
Especial para Gramscimanía |
Como todos los años, el 1 de mayo de 2012 se
celebró en La Habana con una manifestación de cientos de miles de personas en
la plaza de la Revolución. La nota
especial de este año venía dada por la presencia de Raúl Castro en la tribuna
situada en el memorial a José Martí. En
el acto participaron también miembros destacados del partido y el Estado, y más
de 1.300 dirigentes sindicales de 34 países diferentes y cientos de
representantes de organizaciones solidarias del mundo. Junto a la imagen del líder de la clase
obrera, Lázaro Peñas, el lema que dominaba el desfile llamaba a la ‘Unidad ,
frente a la injerencia yanqui y de la Unión Europea’. Las imágenes que nos llegan del acto –bien de
la televisión cubana o venezolana-, invitan a pensar que ha constituido un
éxito rotundo, por la asistencia multitudinaria de ciudadanos, que muestran así
su adhesión a los principios políticos y sociales de la República de Cuba.
El año pasado el Primero de Mayo se celebraba
con una impresionante manifestación de masas, tras el fundamental VI Congreso
del Partido Comunista de Cuba que estableció las líneas generales de la nueva
política económica de la República; este
año se ha consagrado un giro fundamental en el orden social cubano, tras la
puesta en práctica de los Lineamientos de la Política Económica y Social del
Partido y la Revolución de dicho VI Congreso.
En esas circunstancias, el desfile del primero de mayo podía
considerarse como un test del estado de opinión del pueblo cubano tras las
medidas adoptadas. Si por una parte, el
ritual repetía el guión de todos los años, por otro lado no se puede olvidar
las profundas transformaciones que la sociedad cubana está sufriento estos
años. Por eso, la repetición un año más
de la gran fiesta del primero de mayo, constituye una prueba palpable de la fidelidad del pueblo
cubano a los principios revolucionarios.
El secreto de ese éxito no es otro que el
proceso democrático a través del cual se han elaborado y aprobado los
Lineamientos. Millones de cubanos han
participado en la discusión a través de las asambleas convocadas al efecto, lo
que ha permitido el desarrollo de la conciencia colectiva y la profundización
de la democracia popular. El PCC ha
recogido ese gigantesco debate público y le ha dado la forma final en forma de
programa de acción. El factor subjetivo
de la transformación social está preparado para poner en marcha el proceso
previsto.
La
Nueva Política Económica
Después de más cincuenta años de planificación
estatal, se ha abandonado la férrea centralización económica para dar paso a
una economía mixta, donde se permitirá un margen de iniciativa privada y cierta
apropiación privada de los beneficios obtenidos por la actividad
productiva. Entre las medidas económicas
adoptadas este año por el gobierno cubano, contaba también una drástica
reducción de las plantillas estatales donde se suprimirán medio millón de
empleos. Estos cambios supondrán una nueva
estructura de clases en la sociedad cubana, con la creación limitada de una
pequeña burguesía de trabajadores autónomos y el reconocimiento de ciertas
formas de apropiación privada de la producción económica. Si bien la propiedad pública es considerada
como la única forma de apropación adecuada a los principios revolucionarios de
la sociedad cubana, se reconoce el derecho a usar productivamente las propias
capacidades en beneficio propio, como forma de incentivar la actividad
económica.
La justificación de ese cambio viene expresado
en los Lineamientos de la siguiente manera: deberá regir el principio de
distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su
trabajo” (Lineamientos…16), presumiendo que de esta forma se alcanzará la
satisfacción de las necesidades de los trabajadores y sus familias (25). Si bien se matiza ese principio rector de la
nueva economía, dando la seguridad de que en la sociedad socialista cubana
nadie quedará desamparado (6). Los
derechos fundamentales de la población siguen estando salvaguardados por las
directrices actuales, pero es evidente que se introduce una nueva estructura de
clases en la sociedad cubana, diversificada en los dos sectores de funcionarios
–estratificados en diversos niveles burocráticos- y cuentapropistas o
autónomos. Se puede considerar la
creación de una pequeña burguesía, con el derecho a apropiarse privadamente de
sus propias capacidades de trabajo. Esa
mayor complejidad busca incrementar la productividad económica y elevar el
nivel de consumo de la población; especialmente en la producción agrícola sería
deseable alcanzar la soberanía alimentaria.
El reto que ha planteado simbólicamente el
desfile del Primero de Mayo, es mantener la unidad del pueblo, superando la
brecha social que introduce la nueva política económica en el pueblo
cubano; y aunque la existencia de nuevas
categorías de trabajadores y la emergencia de una economía mercantil no deja de
plantear interrogantes acerca del futuro, el entusiasmo del pueblo tras la
consignas del partido es un síntoma de que las condiciones subjetivas están
dadas para afrontar tan magna tarea. Los
empleados públicos y los trabajadores por cuenta propia marcharon juntos por la
plaza de la Revolución, manifestando la unión del pueblo por encima de las nuevas
diferencias de clase, que han sido introducidas para incrementar la producción
económica y mejorar la calidad de vida del pueblo. El entusiasmo de las masas era revelador de
las esperanzas concebidas por el pueblo cubano ante la nueva política
económica.
La aparición de un sector privado en la
actividad económica unido a la actividad mercantil, no es nuevo en el
socialismo cubano; desde hace años existen pequeñas unidades de producción de
bienes y servicios, más o menos legalizadas, con un importante sector de
economía sumergida. Además las
inversiones extranjeras en consorcio con el Estado cubano en sectores como la
minería, el turismo y otros. Lo que
ahora se modifica, a partir del VI Congreso del PCC en abril de 2011, es la
amplitud del espacio económico concedido a la actividad privada y la cobertura
legal de la misma. Sin embargo, entre
las ideas expuestas en los Lineamientos, se subraya con firmeza que en la
economía cubana va a continuar jugando un papel fundamental la planificación
estatal y la empresa pública. En la
actualización del modelo económico primará la planificación y no el mercado. La
planificación centralizada de la economía y el control sistemático que el
Estado, el Gobierno y sus instituciones deben ejercer, serán garantía del
funcionamiento eficiente de los sistemas (6). Ahora bien, la planificación tendrá en cuenta
el mercado, influyendo sobre el mismo y considerando sus características (10). El nuevo sector económico viene a complementar
la actividad estatal, para hacer más flexible y versátil la producción,
adaptándola a las necesidades reales de la población.
Entre los motivos de esa transformación no puede
ocultarse que Cuba, con una economía dependiente de sus relaciones económicas
externas, no ha estado exenta de los impactos de dicha crisis (8). En un momento en que la crisis económica
golpea con dureza la economía capitalista globalizada, la República de Cuba
reorganiza sus relaciones de producción, para alcanzar una mayor eficiencia en
la satisfacción de las necesidades de la población. Se trata a la vez de un avance y de un
retroceso en las formas de organización social.
Un avance porque tienden a desarrollar el socialismo cubano insertando
la nación en el contexto histórico de nuestro presente. Un retroceso porque supone involucionar desde
los principios económicos de la sociedad comunista –a cada cual según su
necesidad-, hacia los de una sociedad socialista –a cada cual según su
trabajo-.
Quizás el concepto económico más repetido en los
Lineamientos sea el de ‘eficiencia’. Si
bien no está definido en ningún ítem del programa –lo que puede dar lugar a
ambigüedades-; la palabra puede entenderse como sinónimo de racionalidad. En un par de ocasiones viene asociada al
ahorro, energético y en los gastos, y en efecto éste es su sentido propio. En cambio la palabra ‘eficacia’ aparece en
un número reducido casos sin significado propio. A pesar de la falta de claridad, éste es un
acierto de los Lineamientos. Los dos
tipos de racionalidad instrumental que conocemos -racionalidad de los medios que utilizamos
para conseguir nuestros fines-, son la eficacia y la eficiencia. La eficacia
consiste en aumentar los resultados conseguidos a partir de unos medios dados;
la producción capitalista que necesita crecer constatemente para mantener el
equilibrio económico, se funda en la eficacia como racionalidad del
sistema. Desde el Informe del Club de
Roma en 1971 sabemos que la eficaz racionalidad capitalista es insostenible a
largo plazo por los límites de la Tierra, además de por motivos ambientales.
Por el contrario, la eficiencia consiste en ahorrar medios alcanzando los fines
propuestos –y éste es el sentido
económico tradicional-. La construcción de una sociedad sostenible tendrá que
seguir el criterio de la eficiencia y por tanto éste es el criterio de
racionalidad socialista, puesto que necesitamos crear una economía que impida la
destrucción capitalista de la vida en el planeta Tierra.
Condicionamientos
políticos
La necesidad de esa transfomación es evidente
por varios motivos. Unos de carácter
interno apuntan a los problemas estructurales de la economía cubana. El déficit de alimentos en una tierra rica y
fértil como es la isla de Cuba, puede apuntarse como la motivación más fuerte
para intentar mejorar el rendimiento del trabajo. Pero el factor más decisivo puede ser el
reconocimiento de que en la economía cubana se produce dos fenómenos que combinados
pueden ahogar el proceso revolucionario:
por un lado, la existencia de una economía sumergida fuera de control público
y científico; por otro, ciertas ineficiencias productivas del sector público
derivadas de la organización rutinaria y burocrática. La nueva política económica tiene por objetivo
superar esa doble deficiencia, que constituye una trampa mortal para la
sociedad socialista cubana.
Otros dos factores externos inciden en Cuba para
impulsar estos cambios. Por un lado, el
éxito de la República China en su desarrollo económico, que la situará como
potencia hegemónica en las próximas décadas
–salvo que suceda alguna catástrofe como una guerra mundial o un colapso
ecológico-. Los Lineamientos del VI
Congreso tienden a situar a Cuba en la estela de la economía china, tal como
está sucediendo en otros países latinoamericanos y en otras partes del mundo. Las decisivas transformaciones que están
acaeciendo estos años en el desarrollo histórico, derivan en buena medida del
ascenso chino, que conlleva el incremento de las relaciones Sur/Sur, y la cada
vez mayor marginación de las antiguas potencias hegemónicas Europa y EE.UU. La agresiva respuesta de la OTAN, planteando
la guerra de civilizaciones en sustituición de la guerra fría, no es una sorpresa,
y tiene por objetivo sostener la hegemonía ‘occidental’ sobre el fundamento de
la supremacía militar.
Un segundo factor externo es la anhelada la
integración de la República de Cuba en el concierto latinoamericano y
especialmente en el grupo del ALBA, junto con Venezuela, Bolivia, Nicaragua,
Ecuador y algunos pequeños estados caribeños.
El éxito de la cooperación cubana con esos países consiste en que la
población cubana se encuentra altamente cualificada para ofrecer servicios
médicos y educativos, que han podido ser intercambiados por bienes
materiales. De ese modo, podríamos decir
que la República de Cuba ‘retrocede’ en una dirección definida: el encuentro
con los Estados de su entorno económico y cultural, que se están desarrollando
en la última década hacia una economía socializada. Como el explorador que ha avanzado demasiado
en el descubrimiento del futuro, el comunismo, y ahora tiene que volver a
encontrar a la humanidad del presente para indicar el camino de la evolución.
Análisis de coyuntura
Desde hace cuatro años la crisis financiera
viene poniendo en ridículo las fantasías pseudo-científicas de los ideólogos
del mercado libre. En cuatro años ha
cambiado completamente el panorama económico mundial, y podemos vislumbrar
nuevas hegemonías y un orden internacional alternativo. Los enterradores de Marx descubren ahora la
exactitud de sus análisis: los ricos cada vez más ricos, y los pobres cada vez
más pobres –los desequilibrios producidos por una economía fundada exclusivamente
en el mercado-. Paradojas de una sociedad
que sólo trabaja para valorizar el capital: mientras que existen centenas de
miles de viviendas vacías, se desahucian a los ciudadanos por no poder
pagarlas. Más de cinco millones y medio de
parados, destrucción de derechos básicos, liquidación de servicios y bienes
públicos, mientras el fantasma del hambre se pasea por nuestras ciudades y la
amenaza de guerra mundial vuelve a leerse en los periódicos.
Los peores pronósticos, anunciados por los
economistas científicos, ya no pueden esconderse tras la mano invisible de los
equilibrios del dinero en las bolsas de valores. Como si la economía fuese un pase mágico de
payaso circense, los gobiernos del capital nos han querido ocultar la enorme
destrucción de la naturaleza y la humanidad, creada en el planeta Tierra por
las formas de vida de la sociedad despilfarradora burguesa. Con la crisis debe hacerse evidente para
todos que los últimos cuarenta años de falso desarrollo cultural y vicioso
‘juego’ político conservador –los años del posmodernismo anti-ilustrado-, han
constituido un error garrafal que nos costará a los europeos el papel de
vanguardia en el desarrollo humano.
La crisis ha llegado para quedarse y cambiar el
mundo que hemos conocido. Viene asociada
al declive de la hegemonía europea y liberal en el mundo: otras latitudes y
otras tradiciones vienen a solicitar su puesto en el concierto de las
naciones. China se convierte en la
fábrica del mundo y sus millones de obreros producen mercancías que se consumen
en los cinco continentes, desplazando a otros productores. En su estela se desarrollan el izquierdismo
latinoamericano, las esperanzas africanas y el interés de los asiáticos. El incremento de las llamadas ‘relaciones
Sur-Sur’, periféricas a las antiguas metrópolis financieras e independientes de
las imposiciones del centro del sistema, están creando un torbellino económico,
que amenza con marginar las pretensiones liberales de protagonizar el final de
la historia.
Además de la enorme injusticia en la
distribución de la riqueza, la insostenibilidad del capitalismo tardío puede
medirse por su derroche de materias primas, la contaminación ambiental y la
destrucción de ecosistemas. Hoy en día
sabemos que la hegemonía neoliberal constituye un peligro para el futuro de la
especie humana –y tal vez para la misma vida en el planeta Tierra-, por lo que
resulta urgente superar el actual modo de producción, o al menos la actual fase
del desarrollo capitalista. Pero el
antiguo centro del sistema imperialista tiene todavía una importante ventaja
estratégica en el terreno militar: la violencia imperialista se emplea en
guerras cada vez más criminales en alianza con los personajes más siniestros y
retrógrados. La OTAN es la baza más
fuerte que puede jugar el occidente imperialista para sostener su hegemonía:
‘guerra de civilizaciones’, la terrorista guerra contra el terrorismo, la
guerra preventiva.
Por tanto, ¿qué es lo que queda de la antigua
hegemonía liberal europea? La crisis
actual podría estar relacionada con el fin del ciclo económico expansivo de las
últimas décadas, sustentado por la introducción a gran escala de la tecnología
informática: automatización de la industria, sustitución de trabajo
administrativo, robotización de la maquinaria, etc. Pero una vez agotada la
revolución computacional, el capitalismo busca una nueva revolución tecnológica
que le permita continuar su posición hegemónica, y lo ha encontrado en la
manipulación genética y control de la alimentación. Nos preguntamos si la bio-tecnología será
suficiente para crear un nuevo horizonte de ganancias capitalistas en la
producción agrícola, capaz de reiniciar un nuevo ciclo expansivo y devolverle
la supremacía mundial al capital anglosajón.
Pero sobre todo nos gustaría saber cuál será el coste de esa producción
capitalista, en términos de agotamiento para la riqueza natural de la Tierra y
destrucción de formas de vida tradicionales y sostenibles. Esas dudas alimentan la contestación a la
nueva agricultura transgénica en las culturas campesinas tradicionales de todos
los continentes; al mismo tiempo el
movimiento ecologista internacional nos alerta de la pérdida de biodiversidad y
la amenaza hacia la vida por la manipulación del material genético. Con todo, a pesar de ese importante frente de
resistencia contra las empresas transnacionales de la alimentación, el proceso
de la industrialización capitalista en la producción agrícola sigue creciendo
sobre el fundamento de la biotecnología, como un síntoma de que la hegemonía
mundial sigue en manos de las antiguas potencias imperiales.
Los dos pilares de la actual hegemonía del
capitalismo neoliberal son la supremacía militar y el desarrollo
tecnológico. Tanto como el control de
los recursos minerales, el acceso a la tierra de cultivo por parte de las
transnacionales de la alimentación y la explotación de la fuerza de trabajo en
las culturas periféricas, depende del uso de la violencia contra las
poblaciones autóctonas de los cinco continentes, tachadas de terroristas,
violadores de los sacrosantos derechos de los empresarios capitalistas.
No olvidemos este contexto histórico, si
queremos avanzar en nuestras reivindicaciones.
Para el imperialismo ha sido fácil otorgar derechos a las poblaciones
civilizadas en los países desarrollados, mientras destruía culturas y naciones
milenarias en otras partes del mundo. La
sociedad de consumo está formada por una pequeña minoría de la población
mundial, que se beneficia de la explotación y la opresión de la mayoría de la
humanidad. Ese pequeño truco ha servido
para garantizar el apoyo masivo de las poblaciones europeas al liberalismo en
las últimas décadas. No es de extrañar,
por tanto, que las clases populares hayan vuelto la espalda a una izquierda
inconsecuente. Hoy en nuestro país y en
nuestro continente la izquierda se muestra incapaz de afrontar el reto
histórico que enfrentamos, y derecha más reaccionaria obtiene importantes
cuotas de adhesión popular. Nos tenemos
que preguntar si tenemos fuerzas bastantes para modificar el curso de acontecimientos
que parece imponerse: derechización de la sociedad europea ante la crisis y el
incremento de la tensión internacional con peligro de guerras más o menos
generalizadas.
En esa confrontación entre las tendencias
reaccionarias dominantes en el capitalismo tardío y las alternativas que están
emergiendo en la periferia, la República de Cuba debe jugar un importante papel
de vanguardia, por su experiencia política, sus éxitos en el desarrollo humano
y su capacidad organizativa.
Especialmente en el terreno de la biología y su relación con la
producción de alimentos, así como en la conservación de un medio ambiente sano
y en la preservación de la riqueza natural de la vida terrestre. La necesidad del socialismo nunca ha sido tan
evidente como en estos momentos de crisis histórica del neoliberalismo
capitalista. Para ello contamos con las fuerzas revolucionarias cubanas. Confiamos por tanto en el pleno éxito de las
actuales directrices del Partido Comunista Cubano y el nuevo rumbo económico
que está desenvolviéndose en la isla caribeña.