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El mundo futuro@ Marta Antelo Alemany |
Especial para Gramscimanía |
El hundimiento de la URSS y la caída del Muro de Berlín, así
como el crecimiento económico de los años noventa del pasado siglo, parecía
indicar el triunfo definitivo del capitalismo. En realidad, aunque muchos se
empeñaran en hablar de la muerte de Marx, lo que había desaparecido no era el
pensamiento marxista sino la praxis burocratizada soviética y la de los países
de su órbita. Sin embargo, desde finales del siglo XX y, sobre todo a raíz de
la grave crisis desencadenada desde el año 2008, lo que sí se está vislumbrando
es el inicio del fin del capitalismo, el sistema que ha regido los destinos de
buena parte del mundo desde hace varios siglos.
Las perspectivas son verdaderamente funestas; en algunas
décadas el sistema quedará colapsado. Habrá luchas pavorosas por las
pocas reservas de energías fósiles que vayan quedando en el planeta.
El cambio climático originará desastres naturales, especialmente en las áreas subtropicales y ecuatoriales. En los países pobres aumentará la crisis alimentaria, mientras que en el Primer Mundo el estado del bienestar quedará desmontado en pocos años y la clase media se verá empobrecida.
El cambio climático originará desastres naturales, especialmente en las áreas subtropicales y ecuatoriales. En los países pobres aumentará la crisis alimentaria, mientras que en el Primer Mundo el estado del bienestar quedará desmontado en pocos años y la clase media se verá empobrecida.
¿Hay alternativa a estos aciagos presagios? En estos
momentos parece difícil porque hay un grave problema que subyace a la crisis
económica y que, probablemente, está en el origen de todos los males: la
ambición patológica del ser humano, aderezada por la actual crisis de valores
de buena parte de la población. Todavía la humanidad se encuentra a la espera
de una revolución ética, de la misma magnitud que la tecnológica. Un vuelco en
la conciencia que nos permita superar, después de varios milenios de Historia,
la miseria moral del ser humano. No se trata de ninguna idea nueva, pues ya
Aristóteles, indicó que el desarrollo de la conciencia ética era el único
camino factible para alcanzar la felicidad. Una felicidad que ha brillado por
su ausencia a lo largo de la Historia, precisamente por la inexistencia de esa
ética. Nada tiene de particular que Friedrich Hegel, en el primer tercio del
siglo XIX, afirmase certeramente que la felicidad eran páginas en blanco dentro
de la Historia. Lo cierto es que, una vez desencadenada dicha revolución, sobre
esa nueva ética colectiva, sería factible un cambio de rumbo, estableciendo un
nuevo sistema sobre la base de cinco pilares:
Primero, la instauración de democracias reales y
participativas, con listas abiertas, con partidos que funcionen de abajo arriba
y no al revés. Asimismo, se deberían implantar leyes electorales que otorguen
el mismo valor a todos y cada uno de los votos emitidos por los ciudadanos. Los
movimientos populares, iniciados en el mundo árabe, y continuados en algunos
países occidentales, como el 15M, pueden abrir brecha en ese sentido.
Segundo, el cosmopolitismo que debería sustituir al
nacionalismo y al patrioterismo. No en vano, el nacionalismo exacerbado ha sido
una de las peores lacras del mundo contemporáneo, siendo responsable de la casi
todas las guerras internacionales y los genocidios. En cambio, el
cosmopolitismo genera lo contrario, es decir, inclusión, pues parte de la base
solidaria de que todos somos integrantes del cosmos. No es tan difícil
concienciarnos de que antes que europeos, africanos, americanos o asiáticos,
somos ciudadanos del mundo, pasajeros de un navío llamado Tierra.
Tercero, la redistribución de la riqueza a nivel mundial que
debería sustituir a la actual división desigual del comercio y al concepto de
la acumulación capitalista. El control o la supresión de las multinacionales,
así como de los organismos económicos internacionales que las amparan, sería un
buen punto de partida. No es tolerable que casi mil millones de seres humanos
estén pasando hambre en el mundo, mientras que una buena parte de la población
del Primer Mundo sufre problemas de sobrealimentación.
Cuarto, una disminución drástica del consumo superfluo, lo
que provocará un decrecimiento sostenible. El futuro de la humanidad pasa
necesariamente por el final de la era consumista, provocada por el propio
sistema capitalista que alienta al consumo, con masivas campaña mediáticas y
publicitarias.
Y quinto, una concienciación ecológica real que nos permita
respetar el planeta en el que vivimos. Desde el Neolítico se inició una
depredación del medio que ha continuado hasta la Edad Contemporánea, cuando
ésta ha alcanzado niveles verdaderamente inasumibles. Si queremos sobrevivir
como especie, necesitamos recuperar la armonía con la madre naturaleza.
¿Son utópicos estos planteamientos? Obviamente sí, entre
otras cosas porque en estos momentos estamos lejos de esa necesaria revolución
ética. Pero el mundo no necesita pesimistas sino todo lo contrario. Ya Karl
Marx revisó la historia de la humanidad no sólo con la idea de reinterpretarla,
sino también con la intención de influir en el cambio. Si los millones de
descontentos, que proliferan por doquier en el mundo, tanto en el Norte como en
el Sur, asumieran estos principios esenciales, se sentarían las bases de una
nueva era para la humanidad. En medio de la actual zozobra, cada vez somos más
los que pensamos que es posible un mundo sin guerras, sin esclavos, sin
diferencias de clase, sin totalitarismos, sin mafias y sin millones de
hambrientos. La actual crisis podría despertar la conciencia colectiva de la
clase trabajadora que se ha mantenido aletargada en las últimas décadas.
El ser humano ha sido capaz de lo mejor y de lo peor,
moviéndose siempre entre la razón y la locura. En unas circunstancias puede
convertirse en el ser más perverso de la Tierra, pero en otras puede obrar el
milagro de la reconducción de su propia existencia. No nos queda otra cosa que
lo de siempre: la esperanza. ¡Suerte!
Lecturas recomendadas
FERNÁNDEZ DURÁN, Ramón: La quiebra del Capitalismo Global:
2000-2030. Preparación para el comienzo del colapso de la Civilización
Industrial. Madrid, Virus, 2011.
FONTANA, Josep: Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945. Barcelona, Pasado& Presente, 2011.
FROMM, Erich: Anatomía de la destructividad humana. Madrid, Siglo XXI, 1981.
GHIGLIERI, Michael P.: El lado oscuro del hombre. Barcelona, Tusquets, 2005.
HOBSBAWN, Eric: Cómo cambiar el mundo. Barcelona, Crítica, 2011.
MARTÍNEZ, Josefina: “La crisis capitalista y la actualidad del marxismo”, en www.Gramscimanía (Consulta del 2-V-2012).
ROCA JUSMET, Luis: “Reivindiquemos la ética, la moral y sobre todo la política contra la deriva capitalista” en www.Gramscimanía.com (consulta del 28-IV-2012).
VIÑUELA, Juan Pedro: Filosofía desde la trinchera. Villafranca de los Barros, Rayego, 2008.
---------- Escritos desde la disidencia. Villafranca de los Barros, Rayego, 2011.
FONTANA, Josep: Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945. Barcelona, Pasado& Presente, 2011.
FROMM, Erich: Anatomía de la destructividad humana. Madrid, Siglo XXI, 1981.
GHIGLIERI, Michael P.: El lado oscuro del hombre. Barcelona, Tusquets, 2005.
HOBSBAWN, Eric: Cómo cambiar el mundo. Barcelona, Crítica, 2011.
MARTÍNEZ, Josefina: “La crisis capitalista y la actualidad del marxismo”, en www.Gramscimanía (Consulta del 2-V-2012).
ROCA JUSMET, Luis: “Reivindiquemos la ética, la moral y sobre todo la política contra la deriva capitalista” en www.Gramscimanía.com (consulta del 28-IV-2012).
VIÑUELA, Juan Pedro: Filosofía desde la trinchera. Villafranca de los Barros, Rayego, 2008.
---------- Escritos desde la disidencia. Villafranca de los Barros, Rayego, 2011.