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@ Emma Lofstrom |
Entrevista con Michel
Onfray en Le Magazine Littéraire, N°
520 / 2012
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Michel Onfray |
Hablaba del espíritu provocador e indolente de Žižek, y
hasta me atrevería a añadir que insolente , y ello se puede observar no ya en
sus alborotadas apariciones públicas, sino en sus escritos supuestamente
aclaratorios de algunos términos y concepciones consolidadas en nuestras
sociedades como asentado prêt-à-penser en
el terreno de las ideas: en dicho espacio pueden verse sus vueltas y revueltas
en torno a la sobada “tolerancia”, al manoseado “totalitarismo”, a la invasión
del espíritu new age que apuesta por el “pacífico” orientalismo, zen, afeando el violento cristianismo, o sus loas
a san Pablo como inventor del universalismo, labor en la que se ve acompañado
por las incursiones en el asunto por su colega Badiou(en frente se halla la
apuesta de Agamben que destaca en el apóstol de Tarso, su “invención del
mesianismo”, o al menos su promoción de la idea
deudora del judaísmo a otros pagos). Aplica igualmente su
pensamiento-ladilla, agitador o torbellino, a otros temas y/o pensadores de la
actualidad, o que mantienen su impronta en el pensamiento de hoy: baste con
citar el tema del sujeto en el que, contra viento y marea se posiciona en las
filas del cartesianismo, o algunos dardos envenenados, y según mi opinión un
tanto amalgamadores, que ha solido arrojar contra las posturas de la
extrema-izquierda, francesa en especial, o contra las corrientes deseantes,
línea Deleuze, etc. Llamativo (¿por no
decir incoherente?) en alguien que creó a finales de los ochenta el Partido
liberal-demócrata y en cuya candidatura se presentó para la presidencia de su
país, Eslovenia, no logrando el objetivo por unos pocos votos; partido que
desde luego no se movía por los lares del izquierdismo(¿enfermedad infantil del
comunismo?) sino de un romo posibilismo que trataba de frenar tanto el peso del
“comunismo con rostro humano” como la creciente presencia del nacionalismo de
derechas.
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@ Durga Bai |
El quehacer nómada y políglota de Žižek le convierten en
inasible y hace que resulte frecuente que en su lectura surja la necesidad
perentoria de “traducirle” ya que muchas veces no anda alejado de la jerga
especializada de la que hablase Adorno, criticándola en Heidegger, al tiempo
que concediéndole el derecho de ciudad en otras ocasiones: “ a menudo es el
amor el que nos conduce hacia las palabras extrañas, pues las palabras de la
lengua, al menos para el tipo de hombre capaz de expresión, están cargadas de
erotismo. Verdaderamente es este amor por las palabras extrañas que suscita la
indignación en torno a su uso”.
El discurso entreverado de Žižek ha provocado primeras
páginas hasta en revistas del corazón (¿Lady Gaga es realmente su novia?) por
no hablar de alguna discoteca bonaerense que lleva su nombre; anécdotas
significativas que dan cuenta de la amplitud del eco sino de su voz, sí al
menos de su imagen, alejada desde luego de cualquier tono académico y de grand seigneur.
El sujeto
Una de las tareas mayores emprendidas por Žižek ha sido la
cerrada defensa el cogito cartesiano,
frente a las teorías que mantienen la
disolución del sujeto que comenzaron a tomar fuerza desde el final de la segunda guerra mundial,
de la mano de los representantes de la Escuela de Frankfort, Adorno y Horkheimer,
poniendo en duda el papel emancipador de las Luces , línea seguida por los
defensores del “anti-humanismo teórico”( Louis Althusser) o los anunciadores de
la “muerte del hombre” (Michel Foucault)…Frente a estos, Žižek mantiene la
centralidad del sujeto como entidad “descentrada” y “vacía”. Si el autor del
Discurso del método hablaba de la sustancia pensante (res cogitans) , el esloveno va a rechazar tal sustancialización
para hablar de un “vacío” hecho de pura “negatividad>;
de este modo su defensa del sujeto va a apoyase en la afirmación de que éste se
forma en la distancia que separa lo Real( mundo pre-lingüístico) de lo
Simbólico( instancia de puesta en orden de lo Real)…queda reducido así su
concepción a la definición de éste, del sujeto, como “ mediador evanescente”.
La ideología
Complementa su teoría del sujeto, su concepción de la
ideología. Ésta ha solido explicarse, habitualmente, en base a la diferencia
abismal, y engañosa, que se establece entre la realidad y la manera en que los
humanos se la representan; en esta tarea falaz que conduce al error se ha
atribuido un papel esencial a los aparatos ideológicos del estado (medios de
comunicación, escuelas, familia, iglesias, etc.). Ciertas corrientes actuales
de pensamiento, que con el fin de simplificar podríamos calificar de
“posmodernas”, han mantenido que este mecanismo señalado ha dejado de funcionar
o al menos ha sido captado por los ciudadanos que saben perfectamente que las
cosas funcionan de esta manera engañosa, pero aceptan la situación con una
mirada cínica ( los análisis que de manera más clara han expuesto estas ideas
son los realizados por Peter Sloterdijk en su “Crítica de la razón cínica”).
Contra este diagnóstico se alza Žižek que mantiene que la ideología no es una
cuestión de ideas sino de hechos, de actos. Aun aceptando la presencia del
cinismo en el seno de la ciudadanía, Žižek
mantiene que los ciudadanos se ven invadidos por las representaciones
antes de que el propio sujeto tome conciencia de ello; se agarra para defender
su postura a las conceptualizaciones althusserianas sobre los AIE(aparatos
ideológicos del Estado) y los ARE (aparatos represivos del Estado) que muestran
que son productores, muy en concreto los primeros, de una adhesión temprana al sistema pues hacen que los ciudadanos
desde las fases iniciales de inclusión social
comiencen a conocer unas “verdades” que de hecho no son más que
creencias cuya repetición ad nauseam parece convertir en la verdad pura
amén. No estamos muy lejos de la distinción
platónica, tan cara a su amigo Badiou, entre doxa y episteme.
Completando su visión va a desenmascarar las concepciones
que defienden que por encima de las determinantes relaciones entre
infraestructura y superestructura subyace el peso de otras determinaciones y
formas de dominación que desplazarían el dominio monocausal de la instancia
económica. Ante esta equiparación de formas de dominación y su peso específico
en las relaciones sociales, Žižek confirma la preponderancia del nivel
económico que, en última instancia, no hace sino englobar a todos los demás tipos de opresiones. Así dice: “yo apuesto,
en una palabra, por una “vuelta a la
primacía de la economía” , no en detrimento de las cuestiones aireadas por las
formas postmodernas de politización, sino precisamente con el fin de crear las condiciones de una
realización más efectiva de las exigencias feministas, ecologistas, y el resto”. Con tal fin retoma las teorías de
la reificación tan extendidas en el marxismo ”occidental” de los años veinte
del siglo pasado(Korsch, y muy en especial Lukacs), e incide en la importancia
de que la lucha contra la reificación ha de reunir todas las luchas parciales
y/o sectoriales. En este orden de cosas esgrime con furia sus armas contra las
doctrinas del “doble poder” (tan caras a John Holloway) o las “microfísicas”
foucaultianas que lo que de hecho hacen-según su concepción- al descentrar o
diseminar el poder desde el centro estatal a otras relaciones sociales es
firmar la derrota de antemano. Su postura ahí será la de una defensa a ultranza
de la visión leninista del poder y más
en concreto del Estado. El resto es sabido…una vez de tomado el “palacio de
invierno” (¿dónde?¿cuándo? ¿cómo?) tomar las medidas que sean menester…si es
caso “crueles” y si se tercia aplicar el “buen terror”.
Sin lugar a dudas el afán por repensar todo por parte de
nuestro hombre es desde todo punto de vista encomiable, ahora bien para ello
recurrir, una y otra vez, al viejo devocionario, y al consabido panteón,
resulta como mínimo repetitivo y monótono cuando no estéril y, precisamente,
“cruel” y lo digo por todo lo que ha llovido desde los primeros ensayos
revolucionarios y sus futuros desarrollos. Del mismo modo que decía el bueno de
Gustavo Bueno que de Dios se debían preocupar más los ateos que los creyentes
ya que estos últimos tienen suficiente con creer mientras que los primeros
debían intentar hallar una explicación de cómo se podía creer en tales cosas y
que encima tuviesen tanta influencia…del mismo modo como digo, y mutatis
mutandis, quienes realmente deberían preocuparse de las “desviaciones” y de los
“horrores” provocados en la implantación del supuesto “comunismo” serían
quienes realmente luchan por una humanidad reconciliada en un futuro luminoso :
a) criticando los errores cometidos en nombre de tal “hipótesis”, y b) que la
aceptación de tales errores sirvan de vacuna para evitarlos y no repetir
siempre la misma cantinela, convirtiendo la (supuesta) necesidad en
virtud…reclamando “terrores”,
“revoluciones culturales”…y otras realidades impuestas que no pueden ser
aplaudidas por nadie que luche por la libertad real de los humanos y por la
defensa de lo común, el comunismo, que estos tienen. Así pues, el uso y abuso
de lugares comunes (siniestros) y las citas de sal gruesa (¿sólo por el gusto de
la provocación?) no parecen de recibo, en absoluto.
Hace no mucho dedicaba algunas reflexiones al quehacer de
Alain Badiou y mostraba mi dolor ante la
impresentable defensa de algunos hechos del pasado y el recurso a ciertos
pensamientos que me atrevería a calificar de trasnochados( y de
criminales)…hablar, con lo que hoy sabemos, sin llorar de Stalin, de Pol Pot o
de la mentada Revolución Cultural china, no parece lo más presentable a estas
alturas de la historia…del mismo modo que los elogios del valor político
del resentimiento y la cólera-como lo
hacía Žižek en una combativa reseña sobre un libro de Peter Sloterdijk,
publicada hace unos años en la Revue Internationale des livres et des idées-
resulta cuando menos pelín exagerados…por no entrar en palabras mayores.
¿Un pensamiento que se reclama de la heterodoxia se puede / debe basar en la
ortodoxia más pura? En esto como en otros productos debería funcionar la fecha
de caducidad, a no ser que meter la pata sea considerado un heroico caminar
hacia la victoria final…y conste que no me estoy refiriendo a la pertinencia o
no del principio de falsabilidad del liberal Karl Popper, sino a la defensa
cabal de una comunidad humana basada en la igualdad, en la justicia y en la
libertad…para cuya construcción se habría de respetar escrupulosamente aquello
de que los medios prefiguran el fin, enfrentado al jesuítico el fin justifica
los medios y digo jesuítico ya que fue el teólogo y jesuita alemán Hermann
Busenbaum quien en su Medulla theologiae
moralis dijese: cum finis est licitus, etiam media sunt licita ( cuando el fin
es lícito, también lo son los medios). ¡Pues eso
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N° 520 / 2012 |