
Sin duda, la crisis económica y política ha acelerado un
proceso general de radicalización política, visible, por ejemplo, en el impacto
de Occupy Wall Street durante el invierno de 2011-2012. Pero estos
acontecimientos no han dejado atrás la cuestión de cómo la izquierda radical
organizada ha respondido a la crisis.
Pocas veces ha sido más relevante la famosa cita de Marx: "La gente crea su propia historia, pero no lo hace como quisiera; no bajo una circunstancias elegidas por ella misma, sino bajo unas circunstancias que existían previamente, heredadas del pasado.
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Pocas veces ha sido más relevante la famosa cita de Marx: "La gente crea su propia historia, pero no lo hace como quisiera; no bajo una circunstancias elegidas por ella misma, sino bajo unas circunstancias que existían previamente, heredadas del pasado.
La
tradición de todas las generaciones muertas pesa como una losa sobre los
cerebros de las vivas"1. En otras palabras, la izquierda revolucionaria y
radical ha entrado en la crisis marcada por su pasado, un pasado de derrota y
decadencia sólo parcialmente aliviada por el resurgir desde finales de los '90. Por supuesto, este pasado no determina el futuro. Tal como
explica Panos Garganas en una entrevista reciente, Grecia, que está sufriendo
la mayor severidad de la crisis, ha visto una radicalización de la lucha contra
la austeridad y un reforzamiento de las fuerzas a la izquierda del
social-liberal Pasok, incluyendo la coalición anticapitalista Antarsya.
En Gran
Bretaña, el Socialist Workers Party (SWP) ha sido capaz de liberarse del
hundimiento de Respect y de jugar un papel importante en la construcción del
movimiento de huelgas contra la coalición conservadora-liberal gobernante. Los
Socialistas Revolucionarios de Egipto, a pesar de su mediano tamaño, están
teniendo un impacto muy remarcable en la revolución egipcia.
Pero estaríamos burlándonos de nosotros mismos si pensáramos
que la imagen es uniformemente positiva. Lo más serio es la gravísima crisis
que sufre el Nouveau Parti Anticapitaliste (NPA)en Francia. No es casualidad
que esto esté ocurriendo cuando Francia tiene sus elecciones presidenciales.
Los comicios de 2002 y 2007 estuvieron marcados por excelentes campañas donde
Olivier Besancenot lideraba la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR). Fue en
la resaca de la campaña de 2007 cuando se formó el NPA, a comienzos de 2009. La
LCR, organización cuyo núcleo histórico jugó un papel decisivo en el Mayo del
68, se disolvió dentro del NPA, que inicialmente atrajo a unos 10.000 miembros;
más o menos el triple de lo que era la LCR. Con el popular y carismático
Besancenot como su portavoz, el NPA parecía preparado para convertirse en la
fuerza dominante a la izquierda del Partido Socialista y el Partido Comunista
(PS y PCF, respectivamente).
La situación hoy no podría ser más distinta. Externamente,
el NPA ha quedado marginado por el Front de Gauche (Frente de Izquierdas), una
coalición entre el PCF y el Parti de Gauche, una escisión del PS liderada por
Jean-Luc Mélenchon. El candidato presidencial del NPA, Philippe Poutou, ha
asegurado suficientes apoyos para estar en las papeletas, pero la campaña de
Mélenchon está arrastrando a una gran parte de la izquierda del PS.
Internamente, el NPA está paralizado por su faccionalismo. Aunque depende de
cómo gestione el NPA la ronda de elecciones (tanto en la primera como en la
segunda vuelta), es bastante probable que finalmente una minoría considerable
rompa con la organización para unirse al Front de Gauche (un pequeño grupo ya
tomó este camino tras el congreso del NPA en febrero de 2011). En cualquier
caso, ya ha habido una hemorragia de miembros que han dejado el partido.
Es difícil exagerar el revés que representa la crisis del
NPA para la izquierda revolucionaria internacional. La LCR llevó consigo al NPA
la orgullosa herencia de 1968, representada por figuras como Alain Krivine o
Daniel Bensaïd. En virtud de todo esto, y siendo la sección clave de la Cuarta
Internacional, la LCR tenía una influencia bastante más allá de Francia,
incluso más allá de Europa. Además, el éxito inicial del NPA levantó enormes
esperanzas sobre el reforzamiento de la izquierda revolucionaria. En el SWP
compartimos estas esperanzas. En el apéndice de un muy amistoso debate con
François Sabado, uno de los arquitectos del NPA, escribí: "Su éxito será
el nuestro también"2. Igualmente, su caída nos golpearía del mismo modo.
Pero siempre es necesario entender qué ha fallado. Uno de
los principales problemas que las organizaciones revolucionarias como la LCR y
el SWP enfrentan es cómo escapar del "guetto" de la extrema izquierda
y rodearse de una mayor audiencia que, inevitablemente, tiene tendencia a ser
influenciada por políticas reformistas. Hemos tenido nuestras propias
dificultades con esto3. Durante un corto pero intenso periodo parecía que el
NPA había tenido éxito en rodearse de este círculo, ya que ha sido un partido
mucho más amplio que la LCR pero aun basado esencialmente en un programa
revolucionario.
Es evidente ahora que el NPA ha fallado en escapar de esa
"fuerza de gravedad" política. Cuanto más crecía su crisis interna,
más se ha reducido el partido a, en efecto, la LCR, pero con facciones de
ultraizquierda sectaria haciendo que el funcionamiento interno se haya truncado
como nunca antes. La raíz de este fracaso tiene varias causas, pero es posible
identificar tres debilidades que se arrastraban desde la LCR al NPA. La primera
es una tendencia a disminuir el potencial del espacio político entre la LCR/NPA
y el PS. Esto era ya evidente antes de la formación del NPA, durante los
fallidos intentos de crear un "frente antineoliberal" con un
candidato único para las presidenciales de 2007, basándose en la exitosa
campaña de 2005 contra la Constitución Europea, y más recientemente, en la reticencia
del NPA a unirse con el Front de Gauche.
Esta actitud no estaba motivada tanto por un triunfalismo
sectario (a pesar de que haya tenido su peso gracias al éxito de Besancenot en
2002 y 2007) como por el miedo a enredarse con el PS. Los y las estrategas más importantes
NPA estaban muy influenciadas por la experiencia de los gobiernos de
centro-izquierda en Brasil e Italia la pasada década. Concretamente, la LCR se
vio forzada a romper con su sección brasileña, Democracia Socialista, por su
participación en el gobierno social-liberal de Lula. Este golpe,
comprensiblemente, hizo que las camaradas de la LCR fueran muy reticentes a
alinearse con fuerzas políticas que se definen opuestas al neoliberalismo pero
mantienen conexiones con los grandes partidos socialdemócratas. En el caso del
Front de Gauche, el PCF tiene una historia de coaliciones con el PS tanto a
nivel local como nacional (en el caso más reciente, con el desastroso gobierno
de "izquierda plural" de Lionel Jospin entre 1997 y 2002). Haber llegado
a un acuerdo con el Front de Gauche, se argumentaba, habría atado el NPA al PS.
Este temor no es infundado: si el candidato del PS, François
Hollande, gana las elecciones presidenciales, el PCF estaría seriamente tentado
en participar en cualquier gobierno que él nombre. Pero el problema con esta
precaución que el NPA ha mostrado en sus relaciones con el resto de la
izquierda es que no hace frente a la cuestión de cómo debe tener lugar el
reagrupamiento de la izquierda. La continuidad de la dominancia del reformismo
en el movimiento obrero (y por extensión en otras bases de resistencia al
neoliberalismo) significa que cualquier desafío real a los partidos
social-liberales requiere una división en sus bases, y, donde sea posible, de
sus organizaciones. Pero romper con la cúpula socialdemócrata no significa
abandonar ideológicamente el reformismo. Esto significa que las revolucionarias
deben encontrar la forma de trabajar con gente que es, en efecto,
socialdemócrata, y que pueden estar abiertos a alianzas con los social-liberales.
Por poner el ejemplo más importante, el proyecto de Oskar Lafontaine para Die
Linke es reconstruir la izquierda de la socialdemocracia en Alemania, y
entonces formar una coalición con los social liberales del SPD en términos de
izquierdas.
Aliarse con fuerzas así claramente implica enormes riesgos.
Pero los mismos implica ignorarlas. Más aun, la izquierda revolucionaria puede
explotar las tensiones dentro de las fuerzas reformistas a la izquierda de las
cúpulas del social-liberalismo. En el caso de Francia, el PCF podría ver bien
formar una coalición con el PS, pero no es obvio que Mélenchon, que tiene su
propia versión del proyecto de Lafontaine, lo haría. Una izquierda
revolucionaria que vea su proyecto como una refundación activa de la izquierda
podría explotar este tipo de fracturas. Así las cosas, el rechazo del NPA a
colaborar con el Front de Gauche, más allá de una llamada de Besancenot a una
candidatura anticapitalista unitaria que no fue apoyada por el partido, ha
permitido a Melénchon y el PCF tomar las riendas y presentarse como los
exponentes de la unidad de la izquierda; algo que, como recordamos del apogeo
de Respect a mitad de la década, es enormemente atractivo.
También aprendimos de la experiencia en Gran Bretaña (a
ambos lados de la frontera) que el terreno electoral es particularmente difícil
para las revolucionarias (sin contar con que el sistema está diseñado contra
los partidos pequeños y "extremistas"). Así que posiblemente la caída
electoral del NPA habría ocurrido de cualquier manera, pero ha sido exacerbada
por una segunda debilidad heredada de la LCR: el hecho de que el partido es
visible como una fuerza colectiva sólo en periodo electoral. La LCR fue capaz
de sobrevivir a la caída general de la izquierda radical en los 80 y 90, en
parte, gracias a las excepcionales cualidades de sus militantes, quienes
estaban profundamente arraigados en muchos sindicatos, lugares de trabajo y
movimientos sociales. La aparición del NPA conllevó muchas más redes de
activistas.
La fuerza de estos activistas de base podría haber permitido
al NPA liderar las iniciativas de frentes unitarios, junto al Front du Gauche y
el PS, sobre luchas sociales y antirracistas, un terreno mucho más favorable
para debatir con reformistas que en las elecciones. También habría ayudado a
evitar la inactividad del partido entre periodos electorales a través de la
construcción de movimientos reales. Así es esencialmente como el SWP escapó del
agujero que supuso el colapso de Respect en 2007-2008. Aunque en Francia aun no
se han visto luchas contra las medidas de austeridad a la escala de otros
países, sí hubo la gran explosión de huelgas contra la reforma de las pensiones
en el otoño de 2010, y el repunte electoral del Front National de Marine Le Pen
podría ser también un foco importante para una campaña antifascista.
El problema es que la vida política del NPA está centrada en
las elecciones. Esto viene de mucho antes de la formación del NPA. Recuerdo a
un activista de la LCR involucrado en el movimiento álter-globalización
quejándose sobre la falta de interés de sus líderes en el movimiento, pese a
que Francia era uno de los principales focos. "Sólo se preocupan de las
elecciones", me decía. El problema no es tanto una caída en el
electoralismo sino un retroceso en la concepción leninista de un partido
intervencionista. La LCR fue muy intervencionista tras su formación (como la
Ligue Communiste) en 1968: fue de hecho ilegalizada por su papel en un ataque a
un mitin fascista en 1973. Pero en respuesta a la crisis de la izquierda
revolucionaria a finales de los '70, la LCR derivó en una postura bastante más
pasiva respecto a las luchas.
Esta postura (una reacción exagerada a los errores
sustitucionistas en los que la Ligue cayó varias veces a finales de los '60 y
principios de los '70) estaba justificada por la idea de que las organizaciones
políticas debían respetar la "autonomía de los movimientos sociales",
como si los sindicatos y organizaciones sociales estuvieran libres de
contradicciones ideológicas y tendencias políticas. Algunas activistas
individuales de la LCR, y después del NPA, pudieron jugar un rol muy importante
en las huelgas, sindicatos y coaliciones antiglobalización como ATTAC. Pero la
organización política raramente llevaba a estas activistas a seguir una línea
conjunta en un determinado momento, y menos para apoyar con toda la
organización sus intervenciones. Esto tuvo dos consecuencias negativas:
primero, limitó la habilidad de la LCR/NPA para intervenir en diferentes luchas
y movimientos; segundo, significa que, en la práctica, las elecciones (que hay
en gran número en Francia: municipales, regionales, presidenciales, parlamentarias
y europeas) se convierten en el centro de la existencia de la organización.
Entonces, esto ayudó también a crear una división permanente
entre una "mayoría" que estaba de acuerdo al menos en apoyar la
actitud de enfrentamiento con el resto de la izquierda radical, y una minoría
que tendía a reducir el papel de la LCR/NPA al reagrupamiento de la izquierda
radical y reformista (incluyendo en algunos casos el PCF y el PS). Esto llevó a
una ruptura durante la formación del NPA, cuando Christian Picquet, tradicional
portavoz del ala derecha de la LCR, lideró una ruptura, Gauche Unitaire, que
acabó integrada en el Front de Gauche. Los éxitos posteriores de éste último
han atraído constantemente a miembros del NPA, que ha llevado a escisiones como
la mencionada o a un grupo mayor que posiblemente termine saliendo también, y
que de hecho funciona abiertamente como una facción, Gauche Anticapitaliste
(GA).
Esta situación se ha visto agravada por una tercera carencia
arrastrada al NPA desde la LCR: el régimen interno de faccionalismo
institucionalizado. Hay, por supuesto, diferencias desde hace mucho tiempo
sobre cuál es la mejor manera de organizar el centralismo democrático. El SWP,
durante más de 40 años, ha insistido en que se debe permitir que las diferencias
políticas cristalicen en facciones organizadas solamente durante el periodo de
debate interno previo a un congreso. La LCR y sus secciones hermanas de la
Cuarta Internacional, por el contrario, han mantenido el derecho a organizar
facciones permanentes. En la Ligue esto ha significado que las discusiones
internas han girado durante un largo periodo de tiempo en torno a las
diferencias entre la "mayoría" de la que hablaba antes y el grupo
alrededor de Picquet.
Antes de la creación del NPA, esta relativamente simple
polarización comenzó a dividirse, en parte porque quienes apoyaban a la vieja
"mayoría" quedaron defraudados por lo que pensaban que era una
actitud demasiado rígida con quienes apoyaban una candidatura "antiliberal"
en las elecciones presidenciales de 2007. Este proceso de disgregación continuó
en el NPA, tanto por parte de una creciente minoría que apuntaba al Front de
Gauche como por la paralización interna que reforzó las facciones más sectarias
y ultraizquierdistas. Así, en el último congreso del NPA, en febrero de 2011,
había cuatro plataformas: la ex-mayoría, la parte que ahora ha formado GA, y
dos grupos sectarios.
Fui invitado a este congreso. La cultura política es
diferente en toda izquierda revolucionaria, pero aun así fue una experiencia
extraña. El poder de las distintas facciones significa que los debates internos
son vistos siempre a través de esos prismas. En muchos sentidos, la fase más
importante de todo el proceso son las votaciones locales para las plataformas,
antes del congreso. Esto es determinante en el balance de fuerzas. Muchos
camaradas de la Cuarta Internacional critican a veces al régimen interno del
SWP por ser demasiado homogéneo y estar dominado por el comité central, pero,
sobre todo en los últimos años, ha habido habitualmente muy poca certeza sobre
el resultado de las votaciones en las conferencias del SWP. Un discurso potente
puede influenciar muchos votos. Por el contrario, los debates en los congresos
del NPA y la LCR tienen, de alguna manera, una calidad ritual, con el resultado
conocido de antemano. En el congreso de 2011, el Conseil National Politique, el
comité central del NPA, fue seleccionado por representantes de las diferentes
plataformas leyendo las listas de sus seguidores para ocupar las plazas
asignadas gracias a su proporción de votos de miembros.
En el mejor de los casos, este tipo de configuración coarta
los debates reales, donde las perspectivas pueden cambiar gracias a las
argumentaciones. Pero no ha sido en el mejor de los casos para el NPA. Sin
ninguna facción mayoritaria, el campo está libre para maniobras y tratos. No ha
habido una mayoría coherente con la cuestión más importante de las elecciones
de 2012, así que las ofertas han sido entre la antigua mayoría y las facciones
sectarias para permitir que Poutou se convirtiera en el candidato del NPA
(Besancenot se negó a presentarse por tercera vez). Además de toda esta
parálisis, está todo el tema de los argumentos endémicos sobre qué postura
tomar hacia la sustancial minoría musulmana francesa. Lo cierto es que una
parte importante del NPA ha tomado una postura reaccionaria islamófoba en
cuestiones como el velo. Estos activistas se encuentran en las facciones
mayoritarias, lo que hace las diferencias incluso más difíciles de resolver. El
congreso de 2011 estuvo paralizado por la incapacidad de tomar una decisión
sobre las condiciones en las que el NPA apoyaría a candidatas que vistieran con
velo.
Esta deriva ha provocado un proceso de desintegración. La
vieja "mayoría", que mantenía el apoyo de lo mejor de las activistas
de la LCR, en realidad ha colapsado. Muchos de sus miembros más destacados se
han unido a GA, con la mirada puesta en una escisión. El vacío que ha quedado
en el centro del NPA ha dado a los ultraizquierdistas más poder, lo que a su
vez hace que unirse al Front de Gauche sea una opción más atractiva. Pero
abandonar el NPA no es ninguna panacea. El Front de Gauche está dominado por el
PCF, un partido decrépito y completamente oportunista, y Mélenchon, un
socialdemócrata del tipo republicano tradicional, fuertemente nacionalista, con
posiciones islamófobas sobre el velo, y que apoya la intervención militar en
Libia. Difícilmente va a ser un terreno confortable para las y los
revolucionarios.
Este triste cuadro no debería agradar a ninguna organización
de la izquierda fuera del NPA y la Cuarta Internacional. En el SWP hemos tenido
nuestras propias crisis internas durante los cinco últimos años; una de ellas
nos forzó a reevaluar y reconstruir parcialmente nuestros procedimientos
democráticos. Así que no estamos en posiciones de establecer un juicio
retrospectivo sobre nadie. Los puntos críticos que se han establecido aquí son
temas con los que hemos tratado muchas veces en amistosos diálogos con nuestras
camaradas de la LCR y ahora el NPA. En este texto he mantenido siempre un
espíritu constructivo, para facilitar el tipo de debate que pueda prevenir
futuras crisis del tipo la que sufre el NPA.
Es muy importante también entender que la crisis del NPA es
simplemente una versión específica de un patrón más general. Espoleada por el
auge del movimiento anticapitalista tras Seattle y Génova, la izquierda radical
europea tuvo un gran avance a principios de la década. Hoy, aunque con
excepciones (sobre todo en Dinamarca y Grecia), el cuadro es más bien de
estancamiento o retroceso. A veces por factores locales (por ejemplo, el
crecimiento de Los Verdes en Alemania sobre Die Linke gracias a la crisis de la
energía nuclear desatada por el accidente de Fukushima). Pero un problema
recurrente es cómo las revolucionarias, que normalmente se encuentran en el
núcleo de los partidos de izquierda radical, pueden romper con su pasado de
pequeño grupo opositor sin capitular ante el reformismo y el oportunismo. El
NPA, como el resto de nosotros y nosotras, ha estado luchando contra este
problema4.
Como se ha dicho, el colapso del NPA sería un desastre para
la izquierda revolucionaria a nivel internacional. Debemos esperar que aun
pueda evitarse. El NPA sigue teniendo recursos considerables en sus cúpulas (en
las ejemplares activistas de las principales corrientes, en la gran tradición
de lo mejor de la LCR, y en la posición de Besancenot como un líder único en la
política anticapitalista en Francia). A todo esto debemos añadir la enorme fuerza
del movimiento obrero francés, uno de los más combativos de Europa. Es en
interés de todas las que luchamos contra el capitalismo en todo el mundo que
estas fuerzas ayuden al NPA a evitar lo peor.
Notas
1: Marx, 1979.
2: Callinicos, 2009, p184. Para otras contribuciones a este debate, ver Callinicos, 2008, Garganas, 2009, Godard, 2009, and Sabado, 2009.
3: Harman, 2008.
4: Para un análisis más extenso de la evolución de la izquierda radical, ver Callinicos, 2008.
2: Callinicos, 2009, p184. Para otras contribuciones a este debate, ver Callinicos, 2008, Garganas, 2009, Godard, 2009, and Sabado, 2009.
3: Harman, 2008.
4: Para un análisis más extenso de la evolución de la izquierda radical, ver Callinicos, 2008.
Referencias
Callinicos,
Alex, 2008, Where is the Radical Left Going?, International Socialism 120
(autumn).
Callinicos, Alex, 2009, Revolutionary Paths: A Reply to Panos Garganas and François Sabado, International Socialism 122 (spring)
Garganas, Panos, 2009, The Radical Left: A Richer Mix, International Socialism 121 (winter)
Godard, Denis, 2009, www.isj.org.uk/index.php4?id=561&issue=123
">“The NPA: A Space for Rebuilding”, International Socialism 123 (summer)
Harman, Chris, 2008, The Crisis in Respect, International Socialism 117 (winter),
Marx, Karl, 1979 [1852], The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte,
Sabado, François, 2009, Building the New Anti-capitalist Party, International Socialism 121 (winter)
Callinicos, Alex, 2009, Revolutionary Paths: A Reply to Panos Garganas and François Sabado, International Socialism 122 (spring)
Garganas, Panos, 2009, The Radical Left: A Richer Mix, International Socialism 121 (winter)
Godard, Denis, 2009, www.isj.org.uk/index.php4?id=561&issue=123
">“The NPA: A Space for Rebuilding”, International Socialism 123 (summer)
Harman, Chris, 2008, The Crisis in Respect, International Socialism 117 (winter),
Marx, Karl, 1979 [1852], The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte,
Sabado, François, 2009, Building the New Anti-capitalist Party, International Socialism 121 (winter)
Puedes leer la mayoría de las citadas, en castellano, en el
folleto de En lucha: Debate en torno a la nueva izquierda anticapitalista
europea

Extraído de International Socialism, revista del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha en Gran Bretaña.
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Traducido por Dani Bravo http://www.isj.org.uk/index.php4?id=794&issue=134 |