
“Con Marx, la historia sigue siendo dominio de las ideas,
del espíritu, de la actividad consciente de los individuos aislados o
asociados. Pero las ideas, el espíritu, se realizan, pierden su arbitrariedad,
no son ya ficticias abstracciones religiosas o sociológicas. La sustancia que
cobran se encuentra en la economía, en la actividad práctica, en los sistemas y
las relaciones de producción y de cambio. La historia como acrecimientos es pura
práctica”: Antonio Gramsci
Quisiéramos introducir diciendo que el presente trabajo es
tan sólo una aproximación al estudio de la obra de Antonio Gramsci en el que
pretendemos hacer algunos señalamientos y aportaciones, para vislumbrar
elementos de análisis del actual proscenio como parte de la contribución que
dejó el pensamiento del italiano.
[Anteriormente] se señalaba la importancia que tiene la
recuperación del marxismo como teoría revolucionaria y de sus continuadores,
quienes de conjunto hoy parecen emerger más que nunca dadas las condiciones de
la actual crisis económica y de la iniciativa de ofrecer respuestas. La causa
de esto es que, contra todo pensamiento que excluía la declinación del sistema
dominante, ha sido permanente la vigencia de la tradición marxista en periodos,
tanto de estabilidad como de crisis.
Hacia esta vigencia es que nos inclinamos y vemos el trabajo
de Gramsci como una importante vía de reflexión, no sin advertir el uso
reformista que cierta lectura de la obra ha dejado –sobre todo en lo que se
refiere al carácter de las instituciones en los países capitalistas modernos, y
la manera en como éstas actúan en el Estado–, pero que no da sentido a la
totalidad de la obra gramsciana.
Cabe decir que dicha reapropiación se puede ubicar, primero
en manos del Partido Comunista Italiano de Palmiro Togliatti –que tuvo
planteamientos claramente reformistas– y en un segundo momento por el
eurocomunismo, con fines encaminados a justificar una estrategia abiertamente a
favor del sostenimiento del régimen burgués; incorporado en la actualidad como
lectura en los medios académicos y utilizado por todo tipo de arribistas y
funcionarios gubernamentales. (1) En este sentido –el de la reapropiación–, ha
corrido con peor suerte la obra gramsciana, lo que ha ido en detrimento de
mantener sus hilos de continuidad con el movimiento revolucionario. Caso que el
estalinismo nunca hubiera podido hacer con el trotskismo.
Aunque no desarrollaremos ampliamente este punto, queremos
dejar en claro que en Gramsci existen elementos que se pueden incorporar al
esquema explicativo de la teoría y programa de la revolución permanente, como
conceptos asimilables, pero cuya limitación se encuentra en que está
principalmente aplicado al terreno del Estado nacional, entre otros aspectos de
franca divergencia entre ambos revolucionarios. (2)
Sobre la economía
política en los Cuadernos de la Cárcel
En febrero de 1929, a dos años de su arresto a manos del
fascismo, Antonio Gramsci inicia la redacción de los Cuadernos de la Cárcel en
Turín. Para considerar dicha elaboración es importante tomar en cuenta el
periodo histórico de la primera posguerra que le toca vivir, y que va a estar
signado por procesos de guerra, el desarrollo y la crisis del movimiento obrero
italiano marcado a partir del “bienio rojo” de 1919-1920, (3) además de una de
las más relevantes experiencias históricas como lo fue la Revolución Rusa de
1917 ante la cual toma posición apoyando al sector bolchevique y criticando a
quienes serían los representantes de concepciones positivistas y de las
deformaciones de la II Internacional, como el caso de Karl Kautsky y Gueorgui
Plejánov.
Estos diferentes momentos son los antecedentes de los cuales
se derivarán la lucha de masas, –como lo fue el periodo entre 1919 a 1921, en
donde hubo importantes huelgas generales, principalmente en Turín, con
ocupación de fábricas y de la conformación de consejos obreros (4) – pero
también el ascenso del fascismo en Italia y la crisis del Estado.
Lo anterior, establece para este militante e intelectual
revolucionario, las directrices de sus análisis, en donde su metodología va
estar determinada por la relación indisoluble entre historia y teoría, siendo
la política su fundamental eje conductor.
Cabe mencionar, y esto ha sido señalado por muchos, que la
complejidad que para el estudio presentan los Cuadernos de la cárcel, se debe
no solo a la manera fragmentaria como fueron escritos, sino también a las
dificultades impuestas por las condiciones bajo las que realiza su obra y que
implicaron no solo el deterioro de la salud del italiano -llevándolo hasta la
muerte-, sino el hecho de que su obra estuviera expuesta a la censura bajo la
lupa mussoliniana durante los diez años que permanece en prisión. Esta
situación influye sobre el carácter complejo y críptico de sus elaboraciones,
en las cuales se despliega una gama conceptual diversa sobre su concepción de
marxismo, recurriendo a categorías tales como; hegemonía, sociedad civil,
sociedad política, americanismo y fordismo, revolución pasiva, bloque
histórico, etc., y por lo tanto, a una multitud de ecuaciones que de su
pensamiento son resultado.
Abarcar y comprender una obra de largo aliento como lo es el
trabajo de Antonio Gramsci es una tarea tan extensa como importante, la cual
requiere del estudio a detalle de cada uno de sus planteamientos, ya que sin
duda nos permitirán acercarnos a conocer nuestra realidad histórica y lo que
ésta nos plantea hoy en día.
En esta ocasión nos interesa rescatar algunos de los
aspectos que se desprenden de la relación entre economía y política, como parte
de un planteamiento en el que se articulan de manera implícita, el
cuestionamiento hacia las instituciones, la pérdida de hegemonía como resultado
de alianzas de cúpulas entre clases, así como la respuesta y capacidad de la
clase trabajadora para producir correlaciones políticas de fuerza decisivas,
como parte de modificaciones caudales que se acumulan en las propias bases de
la sociedad durante periodo de crisis.
G. Vacca plantea, que Gramsci –como muchos de su época– no
se convierte en un teórico de la crisis económica. Le interesa el estudio de
los aparatos de hegemonía ideológica, la cultura, la intelectualidad, etc., sin
embargo, todos ellos van de la mano con el desarrollo del capitalismo mundial.
Rubén Zardoya, en su artículo “Gramsci y el capitalismo contemporáneo”, afirma
que:
[...] en la
perspectiva gramsciana –marxista, en general– toda la teoría y la práctica de
lucha anticapitalista y de construcción socialista debe partir de un estudio
concienzudo del capitalismo en sus determinaciones esenciales y del análisis
concreto de las peculiaridades lógicas e históricas en que tiene lugar la
acción revolucionaria en cada momento y lugar. (5)
Gramsci está consciente de esto, y considera preciso la
indagación de algunos sumarios de la obra de Marx, como el caso de la revisión
de algunas de las ediciones críticas con las que entonces se contaba de El
Capital. Manifiesta así una continuidad que va a expresarse en sus apuntes
acerca de las notas sobre economía y sobre la ley de la tendencia a la baja de
la tasa de ganancia, reiterando con ello que estamos ante una obra que mantiene
en su desarrollo, una aproximación crítica acerca de la economía política
marxista.
Relación dialéctica:
“política-economía”
Gramsci aseguraba que la crisis política no era resultado de
una crisis económica, sin embargo no omite la relación de estos elementos en su
obra. En la elaboración del parágrafo 17 del “Cuaderno 13” titulado “Análisis
de las situaciones: relaciones de fuerza”, se menciona:
Se puede excluir que, por sí mismas, las crisis económicas
inmediatas produzcan efectos fundamentales; sólo pueden crear un terreno más
favorable a la difusión de ciertos modos de pensar, de plantear y resolver las
cuestiones que complican todo el desarrollo ulterior de la vida estatal. (6)
Más adelante, estará considerando el factor “tiempo”, en el
que los hechos ideológicos caminarán de manera atrasada para las tareas que
suponen los resabios de fenómenos económicos, como lo son sin duda las crisis
económicas. Tan relevante es tener esto en cuenta, como lo es el hecho de
considerar el tipo de capitalismo que estudió y conoció Gramsci y la manera en
cómo se presenta actualmente, en donde además la vuelta al estudio sobre la ley
de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia que planteaba Marx y que es
retomada por Gramsci, obliga a volver la mirada al cruce entre la política, la
lucha de clases, periodos de guerras y revoluciones, por una parte, y las oscilaciones
y modificaciones que ha tenido la economía.
Creemos que en este tenor de ideas, resulta pertinente
considerar las elaboraciones de Trotsky, quien desarrollará cuestiones clave
para la comprensión de la anterior ecuación, definiendo la importancia de
considerar el impacto político de las crisis; primero, en el sentido de su
extensión y el carácter de la dirección política que presentan, y segundo, en
prestar atención a los acontecimientos que se manifiestan antes y durante las
crisis. Dicho impacto aparecerá en la obra de Gramsci con cierta similitud en
cuanto al manejo conceptual y al abordaje sobre la dirección política, pero
también ubicará manifestaciones diversas –como pueden ser las guerras– como
parte de causas y efectos que se intercalan, y por ello dan razón a que las
crisis no pueden explicarse a partir de un “hecho único” que se repite una y
otra vez. Dichas manifestaciones serán producto de contradicciones internas en
los modos de producción, aunado al hecho de que otra de las contradicciones
fundamentales se produce, “mientras que la vida económica tiene como premisa
necesaria el internacionalismo, o mejor dicho el cosmopolitismo, la vida
estatal se ha desarrollado siempre más en el sentido del “nacionalismo”.(7) De
este modo, dichas contradicciones van a exhibir de manera contundente el origen
de las crisis en el proceso del conflicto sobre las relaciones respectivas de
clase.
Los anteriores factores son imperativos dentro del análisis,
ya que –volviendo a las consideraciones de Trotsky– dependiendo de la manera en
cómo se presenten, precisarán las condiciones ofensivas o defensivas de la
clase trabajadora frente a colapsos económicos, y a cualquier indicio de
reanimamiento, alertando además sobre el carácter de superficialidad que esto
último pudiera tener según los ritmos e intensidades de las propias condiciones
que caracterizan el capitalismo.
La discusión a la que se da paso con esto, va a plantear la
problemática de la condición de “equilibrio” en el sistema capitalista.
Siguiendo con Trotsky, en un texto de 1926 “Sobre la cuestión de las tendencias
en el desarrollo de la economía mundial”, éste expresa una crítica contra
quienes aseveraban una “repetición cíclica” y sostenían cierta tendencia a la
recuperación de un nuevo desarrollo de la economía. Para el revolucionario
ruso, la teoría del desarrollo cíclico explicado por Marx, se presenta según el
ritmo interno de una situación histórica general como aspectos cualitativos a
manera de ‘impulsos’ dentro de la economía. De tal modo, estos impulsos pueden
figurar dialécticamente como un esquema de función dinámica dando pautas para
que la economía busque su equilibrio, pero sobre esto agregará también que “el
periodo al que se ingresa, periodo de retribuciones por la destrucción y la ruina
de la guerra, todo resurgimiento tiene que ser superficial, puesto que será
provocado por la especulación, mientras las crisis serán más largas y
profundas”. (8)
Se puede hablar entonces de ciertos periodos en los que el
capitalismo alcance su estabilización –ampliando forzadamente las fronteras del
capital–, pero no de un nuevo equilibrio similar al que caracterizó al
capitalismo en su fase de desarrollo orgánico en el siglo XIX (9). La evolución
general del capitalismo estará sujeta al conjunto de la situación política, que
supone el desarrollo de fenómenos que anteceden y acompañan las crisis.
Retornando a Gramsci, la crisis:
No es más que la intensificación cuantitativa de ciertos
elementos, no nuevos y originales, pero especialmente la intensificación de
ciertos fenómenos, mientras otros que antes aparecían y operaban
simultáneamente a los primeros, inmunizándolos, se han vuelto inoperantes o han
desaparecido del todo. En suma, el desarrollo del capitalismo ha sido una
“crisis continua”…(10)
El motivo es que si bien se produce un juego entre
intensificación e inmunización dentro de las contradicciones y combinaciones
del sistema económico capitalista, es imperativo tomar en cuenta de la misma
forma, el rol de la clase trabajadora en la dinámica de la lucha de clases.
Dependerá de condiciones distintas, –desde el punto de vista de la dinámica de
la economía, la relación entre Estados, la fuerza militar y la situación de la
lucha de clases– el que se generen condiciones para el impulso, o no, de
procesos revolucionarios.
El tratamiento hacia el concepto de “ley tendencial” en
Gramsci, se expone de conjunto sobre la obra de Marx, incorporándolo como
elemento histórico real y no solo metodológico, en donde existen fuerzas que
se oponen a la baja de la tasa de ganancia (atenuando su aceleración o incluso
frenándolo). De esta manera, actúa en la visión gramsciana como un hilo
conductor siendo una referencia para la explicación de aspectos
histórico-políticos. En el “Cuaderno 13” sobre el “Análisis de las situaciones:
relaciones de fuerza”, en donde refiriéndose al “Prólogo de la Contribución a
la Crítica de la Economía Política”, rescata que:
Hay que moverse en el ámbito de dos principios: 1] el de que
ninguna sociedad se impone tareas para cuya solución no existan ya las
condiciones necesarias y suficientes o que éstas no estén al menos en vías de
aparición y de desarrollo; y 2] el de que ninguna sociedad se disuelve y puede
ser sustituida si primero no ha desarrollado todas las formas de vida que están
implícitas en sus relaciones (controlar la exacta enunciación de estos dos
principios). (11)
Estos principios de contenido histórico brindan un mayor
margen para concebir los diferentes fenómenos en determinados procesos,
señalando el alcance e importancia que éstos pueden llegar a tener
políticamente. Incorporando su temporalidad con ritmos diferentes que nos
sitúan en la posibilidad de entrever las contradicciones de esas estructuras,
pero también de sus fuerzas políticas y de la manera en cómo se desenvuelven.
De tal suerte, que la relación entre estos principios se compone en un método
de análisis político-histórico, en el que las relaciones internacionales dan
causa a las relaciones sociales orgánicas; del mismo modo que la política
reacciona sobre la economía.
Americanismo y
fordismo
Por otra parte, la intervención del Estado para salvar el
capital con una fuerte injerencia en el terreno de la economía (como lo fue en
la crisis económica de los años treinta la implementación del New Deal por
Roosevelt) se expresó en una serie de contradicciones expresadas en medidas
expansionistas estadounidenses caracterizadas por un grado alto en las
tendencias militaristas, con el propósito de preservar un sistema moribundo,
salvaguardando a su paso la democracia imperialista por medio de regalos a la
aristocracia obrera y campesina sólo accesible en su gran amplitud a las
naciones verdaderamente ricas, y en tal sentido es una política norteamericana
por excelencia, según definía Trotsky en 1939.(12)
En los Cuadernos de la Cárcel, el estudio sobre el
americanismo se presenta para Gramsci como uno de los temas centrales. La
presentación del “Cuaderno 8”, estructurado en “Ensayos principales” de
veintiún puntos, además de “Apéndices”, donde se encuentra como único tema el
“Americanismo y fordismo”, nos habla de un interés sobre el tema dados los
debates políticos en los años treinta.
Cabe subrayar, como lo indica Donatella Di Benedetto, que se
encuentra una clara distinción y posible escisión entre la aplicación
irracional de este tipo de políticas por parte de la clase dominante y el
elemento objetivamente racional e inherente entre los mecanismos que hacen a la
propia dinámica de producción, es decir, el trabajo. Lo cual indica, cambios en
la situación objetiva pero también cambios en el punto de vista de la
observación subjetiva de Gramsci (13).
Para el italiano la importancia de la implementación del
americanismo va a significar no solo la respuesta capitalista más avanzada
iniciada en 1929, sino que, tras la búsqueda de premisas materiales para
procesos revolucionarios, este viraje ubica al movimiento revolucionario en una
situación de reflujo. El panorama que se tenía enfrente, planteaba la necesidad
de luchar contra la ideología fascista y su hipótesis de
racionalización-reorganización de la producción, dando paso al “corporativismo”
a modo de gobernabilidad en ambos terrenos, como la forma italiana de llevar a
cabo el “americanismo”.
Esta línea corporativa funcionará como un bloque productivo
de conservación de lo existente, y como resultado de las exigencias de una
política económica que trastoca la estructura económico-social, en el sentido
de la organización de factores de la política industrial;
trabajo-capital-organización, junto a la destrucción del sindicalismo, cuyo
papel va a dar lugar al fordismo. De esta manera el americanismo y el fordismo
son reacciones
europeas al fenómeno norteamericano, dado que se derivan de
la necesidad constante de llegar a la organización de una “economía planificada”.(14)
Lo que esto supone, va a establecer una serie de factores
que, señala Gramsci, no son solo externos y que establecen una relación entre
el fordismo y la revolución pasiva15, esto es: la tendencia a la caída de la
tasa de ganancia y el antagonismo intrínseco entre trabajo asalariado-capital,
puesto que el trabajo colectivo reacciona de manera ineficaz a la explotación
(plusvalía). Por lo tanto este fenómeno económico es hegemónico.
En el “Cuaderno 15” existe una referencia importante sobre
este punto en relación a la revolución pasiva, que expone una interpretación de
Gramsci de manera diferente a la que había dilucidado el reformismo. Se trata
de la acción que ejerce un grupo social sobre otro, alejándose de la función
como clase dirigente, para establecer una función de dominio, necesitando para
ello el uso de la fuerza político-diplomática y la fuerza militar, que son así
elementos claves del sistema dominante.
Para concluir podemos decir que, en términos del entramado
“político-económico” sobre el estudio de las crisis económicas en la obra de
Gramsci, existen sólidas asociaciones (como lo es el caso del abordaje del
americanismo y su relación con la revolución pasiva) que pueden dar lugar a
interpretaciones tanto en lógica catastrofista, como en el sentido
anticatastrofista de las crisis económicas y de las posibles salidas que se
generen ante la situación. Creemos que la importancia debe recaer en el
contenido político de dichas asociaciones. Si subrayamos ese carácter
político-económico, lo hacemos porque tiene que ver con señalar aquellos
aspectos que antes sirvieron para una readecuación reformista del sistema de
forma desarticulada en torno a la obra de Gramsci.
Se sostiene así, que la crisis por sí misma no tiene una
tendencia hacia la aceleración del fin del sistema productivo y político. La
evidencia de esto, es que las crisis pueden ser gobernadas. La revolución
pasiva para Gramsci suponía el cese de la lucha orgánica fundamental,
sobreponiéndose la fase catastrófica a manera de “revoluciones-restauraciones”,
originándose contradicciones sociales y políticas de gobernar, e integrar
destruyendo las contradicciones fundamentales evitando su protagonismo, en
donde solo el segundo aspecto es realmente válido.
En este sentido, si bien las crisis pueden ser gobernadas
por medio de distintas medidas, como en su tiempo fue la implementación del
americanismo y del fordismo, el capitalismo da respuestas a sus crisis
exponiendo al mismo tiempo sus propias flaquezas, mismas que se perfilan en
contradicciones que suscitarán nuevos agentes políticos y económicos.
Actualmente, este escenario se abre de nueva cuenta, a más
de un año de crisis financiera global tras la caída de Lehman Brothers en
septiembre de 2008, producto de una transmisión violenta a la economía real a
una crisis de sobreproducción que golpea al comercio internacional, junto a una
política de intervención de rescate financiero (inyección crediticia) y la
presencia de la fuerza militar, como valor no solo de la extensión territorial,
sino también como potencial económico, según Gramsci. Hoy esto se expresa con
la culminación del golpe militar en Honduras después del proceso de elecciones
y la política de Obama al instalar nuevas bases militares estadounidenses en
Colombia tras la Cumbre del Unasur en agosto de 2009. Como diría Gramsci, la
crisis se manifiesta militarmente.
En este marco, la ley básica de la historia de la humanidad
debe inevitablemente tomar el desafio sobre los fenómenos derivados de las
contradicciones que se presentan, en el sentido de épocas de crisis, guerras y
revoluciones, que a Trotsky más que a Gramsci le tocó conocer.
De esta forma, pensamos que hay marcadas diferencias y
concordancias entre Trotsky y Gramsci, puesto que el punto de partida son
realidades y etapas distintas, sin embargo, ambos dejan por sentado la
viabilidad del terreno para la lucha política en tanto que el capitalismo no se
produce de forma circular y el dominio capitalista no está exento de las
crisis.
En el texto sobre “La crisis bancaria de Estados Unidos”,
Trotsky dirá, que “el crecimiento inminente de la hegemonía norteamericana no
significará más que la penetración de todas las contradicciones y malestares de
nuestro planeta en los cimientos del capital norteamericano”. Y añade: “Urgidos
por incesantes intereses y peligros sociales, los gobiernos irrumpen en el
reino económico con medidas de emergencia cuyos resultados, la mayoría de las
veces, ni ellos pueden prever”.
Se trata pues, de un conjunto de antagonismos en la
economía, es decir, de cuestiones de dependencia y de antagonismos entre
Estados. La lucha de clases jugará dadas estas condiciones un factor central en
dicho antagonismo, tanto en el terreno económico como en el político.
Bibliografía de
consulta
Albamonte, Emilio y Romano, Manolo, “Trotsky y Gramsci.
Convergencias y Divergencias” en Estrategia Internacional N°. 19. Revista de
teoría y política marxista revolucionaria, Buenos Aires, 2003.
Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel, Edición crítica
del Instituto Gramsci. Tomo 5, México, Ediciones Era /Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, 1975.
Kanoussi, Dora (compiladora), Gramsci en América, II
Conferencia Internacional de Estudios Gramscianos, México, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla/ Plaza y Valdes, 2000.
Sacristán, Manuel, El orden y el tiempo, Madrid, Editorial
Trotta, 1998.
Trotsky, León, Naturaleza y dinámica del capitalismo en la
Economía de Transición, Buenos Aires, CEIP León Trotsky, 1999.
Vacca, Giusseppe, “Gramsci en nuestro tiempo. Hegemonía e interdependencia”
en Dialéctica, Núm. 26 (especial) Antonio Gramsci: clásico de la Filosofía
Política, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1994.
Notas
* El presente artículo es parte de la discusión vertida en
el seminario “Vida y Obra de Antonio Gramsci”, una aproximación al estudio de
los Cuadernos de la Cárcel impartido en la UACM, por Guisseppe Vacca, quien
actualmente preside el Instituto Gramsci de Roma.
(1) Albamonte, Emilio y Manolo Romano, “Trotsky y Gramsci.
Convergencias y Divergencias” en Estrategia Internacional N.° 19.
(2) Dentro del bagaje conceptual gramsciano, el concepto de
“crisis orgánica”, es comparable al de “ruptura del equilibrio capitalista” que
Trotsky desarrolla, pero que expondrá en un nivel internacional.
(3) El Bienio Rojo es conocido como un proceso de
insurrección y agitación obrera, en donde se retoma la creación de los consejos
obreros. A diferencia del sindicato como medida defensiva de la patronal, el
consejo obrero se constituye no solo en un plano económicamente ofensivo, sino
que constituye una nueva representatividad revolucionaria desde la fábrica. Tal
es el caso de la Fiat, una de las principales industrias automotrices, que para
diciembre de 1919 se integra con representantes elegidos por sección. A partir
de esta primera acción se incrementa el ritmo de la lucha de clases. Sin
embargo, los consejos obreros no son respaldados por el Partido Socialista
Italiano (PSI) y quedarán aislados ante la respuesta de empresarios que,
después de una huelga patronal, imponen nuevamente su política en la fábrica.
(4) Para diciembre de 1919 se producirán huelgas de
solidaridad con los soviets rusos y en respuesta a agresiones a diputados
socialistas, además de la aparición de los primeros consejos de fábrica, que
para el año siguiente gestarán huelgas generales importantes en Turín, como la
del 13 de abril (llegando a sumar entre obreros, braceros y gente de la región,
500,000) y las llamadas “huelgas de septiembre” de 500,000 metalúrgicos que se
declaran en huelga en toda Italia. Manuel Sacristán, El orden y el tiempo,
1998, págs. 54-58.
(5) Zardoya Loureda, Ruben: “Gramsci y el capitalismo
contemporáneo”. En Dora Kanoussi, Gramsci en América, 2000, págs.194- 195.
(6) Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel, Tomo 5,
Cuaderno 13, Parágrafo 17, pág. 39.
(7) Ibídem. Cuaderno 15, parágrafo 5, págs.178-179.
(8) Trotsky, León, Naturaleza y dinámica del capitalismo en
la Economía de Transición, CEIP León Trotsky, Buenos Aires, 1999.
(9) Ibídem.
(10) Gramsci, Antonio, op. cit., pág. 179.
(11) Ibídem. Cuaderno 13, parágrafo 17, pág. 32.
(12) León Trotsky, op.cit.
(13) Donatella Di Benedetto, “Crisis orgánica y revolución
pasiva. Americanismo y Corporativismo”. En Dora Kanoussi, Gramsci en América,
2000. pág.265.
(14) En este punto, Gramsci y Trotsky coincidirán en señalar
la ubicación de Norteamérica como potencia, basándose en retomar la
productividad del trabajo y de la definición de la relación de fuerzas fundada
en el peroodo después de la Primera Guerra Mundial. La categoría de “equilibrio
inestable” o “estabilización relativa” del capitalismo, tomada del informe de
Trotsky al III Congreso de la Tercera Internacional de 1921 y adoptada por
ésta, era un patrimonio del pensamiento de ambos revolucionarios. Albamonte,
Emilio y Manolo Romano: “Trotsky y Gramsci. Convergencias y Divergencias” en
Estrategia Internacional N.° 19.
(15) Ibídem. Los autores, exponen que sobre el concepto de
“revolución pasiva”, se pueden considerar tres vertientes principales. A saber:
la revolución desde arriba (definición de Marx y Engels después del golpe de
Luis Bonaparte en Francia en 1851), la revolución permanente de Trotsky (cuyo
origen puede rastrearse de igual forma en Marx) y la revolución-restauración,
la cual supone una relación con el americanismo y el fordismo, por ser un
intento de desarrollo de las fuerzas productivas sobre la base de la
estabilización relativa.