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Foto: Roland Barthes
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Reina y hermana de las horribles Gorgonas, Medusa
poseía una extraña belleza debido al brillo de su cabellera.
Cuando Neptuno la raptó y la desposó en el templo de Minerva, ésta la volvió repulsiva y convirtió sus cabellos en serpientes. (Es verdad que hay en el discurso de la Doxa antiguas bellezas dormidas, el recuerdo de una sabiduría suntuosa y otrora fresca; y es ciertamente Atenea, la deidad sabia, la que se venga convirtiendo a la Doxa en una caricatura de la sabiduría.)
Cuando Neptuno la raptó y la desposó en el templo de Minerva, ésta la volvió repulsiva y convirtió sus cabellos en serpientes. (Es verdad que hay en el discurso de la Doxa antiguas bellezas dormidas, el recuerdo de una sabiduría suntuosa y otrora fresca; y es ciertamente Atenea, la deidad sabia, la que se venga convirtiendo a la Doxa en una caricatura de la sabiduría.)
Medusa, o la Araña, es la castración. Ella me deja estupefacto. La
estupefacción es producida por una escena que oigo pero que no veo: mi
audición queda frustrada en su visión: estoy detrás de la puerta.
La Doxa habla, yo la oigo pero no estoy dentro de su
espacio. Hombre de la paradoja, como todo escritor, estoy detrás de
la puerta: quisiera pasar, me gustaría mucho ver lo que se
dice, participar yo también en la escena comunitaria;
estoy continuamente oyendo aquello de lo que se me excluye; estoy
en estado de estupefacción, marcado, cercenado de la popularidad
del lenguaje.
La Doxa es opresiva, eso ya se sabe. ¿Pero puede
ser represiva? Leamos estas terribles palabras de un
panfleto revolucionario (la Boltche de Fer, 1790): ..... hay que poner
por encima de los tres poderes un poder censorio de vigilancia y
de opinión que pertenezca a todos y que todos podrán ejercer
sin representación."
En Roland Barthes por Roland Barthes
Traducción: Julieta Sucre
Traducción: Julieta Sucre