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Armando Barrios (Venezuela) Homenaje a la música |
Existe, pues, una multiplicidad de elementos
de dirección consciente en esos movimientos, pero ninguno de ellos es
predominante ni sobrepasa el nivel de la ciencia popular de un
determinado estrato social, del sentido común, o sea, de la concepción del
mundo tradicional de aquel determinado estrato.
Este es precisamente el elemento que De Man contrapone
empíricamente al marxismo, sin darse cuenta (aparentemente) de que está cayendo
en la misma posición de los que, tras describir el folklore, la hechicería,
etc., y tras demostrar que estos modos de concebir tienen una raíz
históricamente robusta y están tenazmente aferrados a la psicología de
determinados estratos populares, creyeran haber superado con eso la
ciencia moderna y tomaran porciencia moderna los burdos artículos de las
revistas de difusión popular de la ciencia y las publicaciones por entregas.
Este es un verdadero caso de teratología intelectual, del cual hay más
ejemplos: los hechiceristasrelacionados con Maeterlinck, que sostienen que
hay que recoger el hilo de la alquimia y de la hechicería, roto por la
violencia, para poner a la ciencia en un camino más fecundo de descubrimientos,
etc. Pero De Man tiene un mérito incidental: muestra la necesidad de estudiar y
elaborar los elementos de la psicología popular, históricamente y no
sociológicamente, activamente (o sea, para transformarlos, educándolos, en una
mentalidad moderna) y no descriptivamente como hace él; pero esta necesidad
estaba por lo menos implícita (y tal vez incluso explícitamente declarada) en
la doctrina de Ilich (LENIN), cosa que De Man ignora completamente. El hecho de
que existan corrientes y grupos que sostienen la espontaneidad como método
demuestra indirectamente que en todo movimiento "espontáneo" hay un
elemento primitivo de dirección consciente, de disciplina. A este respecto hay
que practicar una distinción entre los elementos
puramente ideológicos y los elementos de acción práctica, entre los
estudiosos que sostienen la espontaneidad como método inmanente y
objetivo del devenir histórico versus los politicastros que la sostienen como
método "político". En los primeros se trata de una concepción
equivocada; en los segundos se trata una contradicción inmediata y mezquina que
trasluce un origen práctico evidente, a saber, la voluntad práctica de
sustituir una determinada dirección por otra. También en los estudiosos tiene
el error un origen práctico, pero no inmediato como el caso de los políticos.
El apoliticismo de los sindicalistas franceses de anteguerra contenía ambos
elementos: era un error teórico y una contradicción (contenía el
elemento soreliano y el elemento de concurrencia entre la tendencia
anarquista-sindicalista y la corriente socialista). Era, además, consecuencia
de los terribles hechos de París de 187l: la continuación, con métodos nuevos y
con una teoría brillante, de los treinta años de pasividad (1870-1900) de los
obreros franceses. La lucha puramente económica no podía disgustar a
la clase dominante, sino al contrario. Lo mismo puede decirse del movimiento
catalán, que no "disgustaba" a la clase dominante española más que
por el hecho de que reforzaba objetivamente el separatismo republicano catalán,
produciendo un bloque industrial republicano propiamente dicho contra los
terratenientes, la pequeña burguesía y el ejército monárquico. El movimiento
torinés fue acusado al mismo tiempo de
ser espontaneísta y voluntarista o bergsoniano (!).
La acusación contradictoria muestra, una vez analizada, la
fecundidad y la justeza de la dirección que se le dio. Esa dirección no
era abstracta, no consistía en una repetición mecánica de las fórmulas
científicas o teóricas; no confundía la política; la acción real, con la
disquisición teorética; se aplicaba a hombres reales, formados en determinadas
relaciones históricas, con determinados sentimientos, modos de concebir, fragmentos
de concepción del mundo, etc., que resultaban de las
combinaciones espontáneas de un determinado ambiente de producción
material, con la casual aglomeración de elementos sociales dispares.
Este elemento de espontaneidad no se descuidó, ni menos se despreció:
fue educado, orientado, depurado de todo elemento extraño que pudiera
corromperlo, para hacerlo homogéneo, pero de un modo vivo e históricamente
eficaz, con la teoría moderna. Los mismos dirigentes hablaban de
la espontaneidad del movimiento, y era justo que hablaran así: esa
afirmación era un estimulante, un energético, un elemento de unificación en
profundidad; era ante todo la negación de que se tratara de algo arbitrario,
artificial, y no históricamente necesario. Daba a la masa una conciencia teorética de
creadora de valores históricos e institucionales, de fundadora de Estados. Esta
unidad de la espontaneidad y la dirección consciente, o sea, de
la disciplina, es precisamente la acción política real de las clases
subalternas en cuanto política de masas y no simple aventura de grupos que se
limitan a apelar a las masas.
A este propósito se plantea una cuestión teórica
fundamental: ¿puede la teoría moderna encontrarse en oposición con los
sentimientos espontáneos de las masas? (Espontáneos en el
sentido de no debidos a una actividad educadora sistemática por parte de un
grupo dirigente ya consciente, sino formados a través de la experiencia
cotidiana iluminada par el sentido común, o sea, por la concepción tradicional
popular del mundo, cosa que muy pedestramente se llama instinto y no
es sino una adquisición histórica también él, sólo que primitiva y elemental).
No puede estar en oposición: hay entre una y otros
diferencia cuantitativa, de grado, no de cualidad: tiene que ser posible
una reducción, por así decirlo, recíproca, un paso de los unos a la otra y
viceversa. (Recordar que Kant quería que sus teorías filosóficas estuvieran de
acuerdo con el sentido común; la misma posición se tiene en Croce; recordar la
afirmación de Marx en la Sagrada Familia, según la cual las fórmulas de la
política francesa de la Revolución se reducen a los principios de la filosofía
clásica alemana.) Descuidar -y aun más, despreciar- los movimientos
llamados espontáneos, o sea, renunciar a darles una dirección consciente,
a elevarlos a un plano superior insertándolos en la política, puede a menudo
tener consecuencias serias y graves. Ocurre casi siempre que un
movimiento, espontáneo de las clases subalternas coincide con un
movimiento reaccionario de la derecha de la clase dominante, y ambos por
motivos concomitantes: por ejemplo, una crisis económica determina descontentos
en las clases subalternas y movimientos espontáneos de masas, por una parte, y,
por otra, determina complots de los grupos reaccionarios, que se aprovechan
de la debilitación objetiva del gobierno; para intentar golpes de estado. Entre
las causas eficientes de estos golpes de estado hay que incluir la renuncia de
los grupos responsables a dar una dirección consciente a los movimientos
espontáneos para convertirlos así en un factor político positivo. Ejemplo de
las Vísperas sicilianas y discusiones de los historiadores para averiguar si se
trató de un movimiento espontáneo o de un movimiento concertado: me parece que
en las Vísperas sicilianas se combinaron los dos elementos: la insurrección
espontánea del pueblo italiano contra los provenzales -ampliada con tanta
velocidad que dio la impresión de ser simultánea y, por tanto, de basarse en un
acuerdo, aunque la causa fue la opresión, ya intolerable en toda el área
nacional- y el elemento consciente de diversa importancia y eficacia, con el
predominio de la conjuración de Giovanni da Procida con los aragoneses. Otros
ejemplos pueden tomarse de todas las revoluciones del pasado en las cuales las
clases subalternas eran numerosas y estaban jerarquizadas por la posición
económica y por la homogeneidad. Los movimientos espontáneos de los
estratos populares más vastos posibilitan la llegada al poder de la clase
subalterna más adelantada por la debilitación objetiva del Estado. Este es un
ejemploprogresivo, pero en el mundo moderno son más frecuentes los ejemplos
regresivos.
Concepción histórico-política escolástica y académica, para
la cual no es real y digno sino el movimiento consciente al ciento por ciento y
hasta determinado por un plano trazado previamente con todo detalle o que
corresponde (cosa idéntica) a la teoría abstracta. Pero la realidad abunda en
combinaciones de lo más raro y es el teórico el que debe identificar en esas
rarezas la confirmación de su teoría, traducir a lenguaje teórico los
elementos de la vida histórica, y no al revés, exigir que la realidad se
presente según el esquema abstracto. Esto no ocurrirá nunca y, por tanto, esa
concepción no es sino una expresión de pasividad. (Leonardo sabia descubrir el
número de todas las manifestaciones de la vida cósmica, incluso cuando los ojos
del profano no veían más que arbitrio y desorden).
Escrito: 1931 / Digitalización: Juan Carlos de
Altube
Fuente: Antonio Gramsci, "Escritos Políticos"
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2002
Fuente: Antonio Gramsci, "Escritos Políticos"
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2002