
La derecha es la derecha. Es poseedora de valores y
certezas. Nunca duda. La duda y la insatisfacción son cosas de la izquierda. La
derecha no necesita cambiar. La izquierda está siempre atrapada en sus matices.
En sus contradicciones. Tratando de reinventarse. La derecha no necesita dar
explicaciones. Se comporta como se ha comportado siempre. Y probablemente ahí
radique la fórmula de su éxito. Es diestra en su oficio. Sin embargo, fíjate: gauche, que significa izquierda en
francés, significa también torpe. En fin, si algo saben bien los políticos de
derechas es que lo mejor es mantener la boca cerrada e ir a lo suyo.
Su discurso se da por supuesto y cualquier cosa que añadan puede resultar inconveniente. La gente de derechas jamás votará a la izquierda. La gente de izquierdas se desespera, se indigna, se divide. Y algunos, por cierto, acaban haciéndose de derechas, claro.
Su discurso se da por supuesto y cualquier cosa que añadan puede resultar inconveniente. La gente de derechas jamás votará a la izquierda. La gente de izquierdas se desespera, se indigna, se divide. Y algunos, por cierto, acaban haciéndose de derechas, claro.
Otra cosa que caracteriza a la derecha es su convicción de
que el poder les corresponde por naturaleza. No solo se les ve cómodos en él: además
se nota que tienen la sensación de haber recuperado algo que les pertenecía.
Jueces, políticos, obispos, banqueros y grandes empresarios en armonía otra
vez. Respirando tranquilos. Enviándose guiños de complicidad. Ni quieren ni
pueden ocultar que pertenecen al mismo núcleo: los mismos colegios, los mismos
barrios, los mismos clubs. Hablan un mismo lenguaje y exhiben una gestualidad
similar. Sin duda están felices.
Once millones de votos, todavía no se lo pueden creer. Hasta
han tenido que trasmitirse unos a otros la consigna de que no les conviene
aparecer, de momento, demasiado sonrientes ante las cámaras. Creo que no temen
la convocatoria de una huelga general. En el fondo, sospecho que la están
deseando. Para exhibirse ante Europa. La derecha es exhibicionista y no me
extrañaría que pensaran que una huelga general les adorna. Están cambiando
muchas cosas muy deprisa: fuera y dentro de nuestras cabezas. Hace poco se preguntaba
Slavoj Žižek: ¿quién se atreve hoy en día a ir a la huelga si tener un empleo
ya es en sí un privilegio?
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Noticias de Navarra: La derecha nunca cambia, ¿por qué habría de hacerlo? |