
A pocas semanas de cumplirse 36 años del último golpe
militar en la Argentina, uno de sus principales protagonistas, Jorge Rafael
Videla, causó estupor en el país y en el mundo por sus declaraciones al semanario
español Cambio 16. Muchas voces, principalmente en la Argentina, salieron
inmediatamente a cuestionar la decisión del medio de comunicación por haberle
"dado prensa" a un genocida condenado por crímenes de miles de
argentinos.
Una de ellas fue la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela
de Carlotto, quien tal vez no advirtió la importancia que tiene para el
análisis histórico e ideológico poder contar con el pensamiento de Videla sobre
ese período y el actual del país.
Carlotto, reconocida mundialmente por su lucha por encontrar
a los bebés apropiados por la dictadura, es una de las representantes de las
víctimas de lo que Videla llama "excesos" cometidos durante la
represión. "Excesos", en estos casos, que condujeron al secuestro de
centenares de niños. Más de cien ya han sido recuperados por Abuelas.
Interpretación. En términos de interpretar el pensamiento de
Videla, sus declaraciones sobre los "excesos" cometidos por la
dictadura no son un nuevo ni gran aporte. Para esa línea de conducta y estrategia
militar, que deshonró al ejército de San Martín y Belgrano, arrojar al mar
desde aviones a personas con vida, levantar campos de concentración y cárceles
clandestinas para asesinar y torturar; robar bebés y desvalijar las casas de
los detenidos con camiones militares, son sólo parte de daños colaterales del
combate desplegado por las Fuerzas Armadas, la policía y las restantes fuerzas
de seguridad.
Sin embargo, Videla sí explicó cabalmente cómo un plan
siniestro para la eliminación sistemática de opositores para imponer un modelo
filosófico de vida en lo político y económico tiene que contar con el apoyo de
los distintos actores de la sociedad. Por eso, dijo que las Fuerzas Armadas
tuvieron el aval civil para el golpe, mencionó el caso explícito de Ricardo
Balbín y las buenas relaciones de los militares con la Iglesia y los
empresarios. No faltó nadie.
Cuando embajadores de países europeos denunciaban durante
los años de plomo la desaparición de sus ciudadanos, empresas con capitales en
esos países prefirieron continuar con sus negocios, cooperar con el régimen y
mirar para otro lado. Fue común, entonces, el secuestro de obreros y dirigentes
sindicales dentro de las propias fábricas.
Las iglesias. La jerarquía de la Iglesia también aportó su
cuota de silencio. "La Iglesia Argentina no se dejó llevar por esa
tendencia izquierdista y tercermundista, politizada a favor de un bando, de
otras iglesias del continente que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún
miembro de la Iglesia Argentina entrara en ese juego, pero era una minoría no
representativa", confesó Videla en la entrevista al periódico español.
Respecto de las iglesias "politizadas" tal vez se
refería a la de Chile, que sí jugó un rol importante en la denuncia de los
crímenes de otro genocida como Augusto Pinochet. O mucho más atrás en la
historia a la iglesia alemana, mayormente protestante, cuando se opuso
decididamente a la política de eutanasia que el nazismo impuso entre 1939 y
1941 contra discapacitados mentales y físicos, niños y adultos, internados en
asilos alemanes. Las quejas del clero pusieron fin por unos años a los
asesinatos, que ya se habían cobrado a esa altura unas setenta mil víctimas.
Videla, quien hizo tristemente conocido al país en todo el
planeta por el término "desaparecidos", reiteró en la entrevista
periodística que "no se sabe dónde están, no tenemos respuesta a esa
cuestión", y se quejó de la "venganza" a la que es sometido
junto a todas las Fuerzas Armadas.
Fue muy interesante su pensamiento sobre la situación
actual: "Este plan (del gobierno) sigue una política gramsciana que esta
gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado
como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de
contenidos a la Justicia. Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia
porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo Parlamento
no tiene contenidos", sentenció.
Gramsci
Es evidente que Videla cita a Antonio Gramsci, (1891-1937),
político y escritor marxista italiano, porque debe conocer su concepto de
"hegemonía cultural", modelo que sin duda la dictadura intentó
imponer durante su gobierno. Gramsci decía que no sólo el poder represivo del
Estado es garantía de dominación, sino que se profundiza y sostiene a través de
la educación, la religión y la prensa, para que el sometido no advierta su
condición, la viva como algo normal y no pueda de esa manera pensar en rebelarse.
Esa fue en términos amplios la concepción ideológica del
régimen militar que sí empleó la brutalidad para lograr acatamiento, pero no
pudo terminar su tarea de sumisión total a un modelo de sociedad
"occidental y cristiana", como les gustaba a los militares
calificarla.
Videla, con la excusa de combatir el terrorismo —que podría
haberse hecho a través de los jueces de la República— convirtió en terrorista
al propio Estado nacional, que se sumergió en las mazmorras de una ilegalidad
jamás conocida hasta ese entonces en la historia nacional.
En el pensamiento actual de Videla, otro golpe de Estado
estaría justificado, porque sostiene que la situación de hoy es aún peor que la
del gobierno de Isabel de marzo de 1976. "No hay nadie en la escena política
con lucidez capaz de hacerles frente (al gobierno). El país tampoco tiene
empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están
muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de
Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las
grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las
demás instituciones no existen", concluyó Videla.
Desvarío
Por suerte, ese pensamiento desvariado, pero con gran
connotación ideológica, está mayormente acabado en la Argentina. Pero no por
eso hay que ocultarlo, porque conocerlo y seguir interpretándolo es la mejor
garantía para poder contrarrestarlo y convertirlo en inocuo.
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http://www.lacapital.com.ar/opinion/Videla-y-Gramsci-20120219-0019.html |