
Especial para Gramscimanía |
“La sangre de Gaitán se convirtió en una realidad concreta que anima a la venganza… Refundación civil que debe empezar por enterrar a los muertos, declarando saldada la deuda de sangre para intentar un nuevo pacto de convivencia… Cuando una cultura empieza a convertirse en campo de difuntos insepultos – que nos acechan con su hedor para que derramemos de nuevo sangre y saciemos sus anhelos de venganza – se hace imprescindible aclimatar la profesión de enterradores. Astutos maestros del olvido que nos ayuden a recuperar la fuerza y la inocencia en aquellos momentos en que el culto a los muertos – y a los poderes que los representan – torna irrespirable el ambiente para los vivos… Momento de declararnos insolidarios con la historia, de asumirnos como apátridas si la patria sigue reduciendo a la estupidez colectiva de aplastar la vida para que la sangre de mártires y caudillos continúe viva”.

Apoyando esta propuesta – y lo afirmo con documentación
oficial en mano – el Presidente Uribe me destituyó del Instituto que llevaba el
nombre de mi padre, creado para promover el eje de su lucha: la participación
ciudadana. Liquidó el Instituto creado para proyectar el pensamiento del líder
popular, anotando, en los considerandos del respectivo decreto, que los
objetivos señalados a la entidad habían perdido su razón de ser.
Por conducto del Ministerio de Educación, para “justificar”
ante el pueblo el cierre, me abrieron 44 demandas fiscales, penales y
administrativas, a sabiendas de que eran falsas imputaciones, de las cuales fui
absuelta, pero tuve que pagar la dura prueba de consagrar la totalidad de mi
tiempo a defenderme por espacio de 7 años.
Ilegalmente me allanaron. Me confiscaron mi biblioteca
forjada, libro a libro, desde 1952 hasta el año 2004. Igual hicieron con mis
archivos personales y los de mi madre. Me confiscaron el Buick que heredé de mi
padre, pinturas, esculturas, precolombinos, muebles y enseres, habiéndosele
entregado todos los bienes de los cuales fui despojada, a la Universidad
Nacional.
El hoy tránsfuga de la justicia presionó con éxito a la
Superintendencia de Notariado y Registro para que, mediante prevaricato, me
usurparan mi casa natal, hoy convertida en macabro lugar inspirado por el
espíritu del actual fugitivo, donde le destacan al visitante el traje
ensangrentado de Gaitán, el revólver con que lo mataron y le repiten, una y
otra vez, que el líder popular está muerto y definitivamente enterrado.
Mientras tanto, el
Monumento arquitectónico diseñado por Rogelio Salmona, en el pórtico de la que
fuera la última morada de mi padre, como espacio de PARTICIPACIÓN POPULAR, quedó en manos de las directivas de la
Universidad Nacional, convirtiéndolo en depósito de sus muebles y enseres dados
de baja, que ahora vende el Banco Popular…
Si Luis Carlos Restrepo pregonó con éxito, durante el
mandato de Uribe Vélez, que había que sepultar la memoria colectiva que guarda
el pueblo por su líder, a él, en cambio, pedimos no olvidarlo, por corrupto,
vicioso y mentiroso, que se inventó la desmovilización de un supuesto frente de
las FARC, cuya existencia negó el propio grupo guerrillero, protagonizando un
truculento montaje público, cuyo nombre – inventado por el propio Luis Carlos
Restrepo, según afirma la Fiscalía – fue el de FRENTE “CACICA GAITANA”!!! ¿Acto fallido? ¿Obsesión con Gaitán? ¿Lapsus
mental? Vaya uno a saber lo que corre por la mente de este hombre
psicológicamente enfermo, que pretendió cometer memoricidio con el recuerdo de
Gaitán, que fraguó la desmovilización del imaginado frente Cacica Gaitana y
que, según cuentan sus coterráneos, aparentemente es hijo de un
"chulavita" o "pájaro" (sicario) de La Violencia del Eje Cafetero de Colombia, como parte
integral del genocidio al Movimiento Gaitanista.
Sería coherente, dados sus antecedentes, que el
“sepulturero” les hubiera sugerido a los paramilitares de Urabá el sacrílego
nombre de Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que reparten hojas volantes
donde amenazan con realizar un paro armado para impedir la reforma agraria planteada
en la Ley 1448 de 2011, que tanto malestar les ha causado a los huérfanos del
poder que fueron parte del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.