La crisis en Europa se intensifica y la economía en Estados
Unidos no ha terminado su ciclo depresivo. Y hasta China, la economía más
dinámica del mundo, terminará con una tasa de crecimiento inferior para el año
que acaba de comenzar. Todo indica, pues, que el nuevo año no será fácil.
Las opciones de política aplicadas en la mayoría de los
países afectados por la crisis colocarán a la economía mundial en la
trayectoria de una recesión prolongada. Una parte de la discusión en Europa
sigue centrada sobre el papel del Banco Central Europeo (BCE) y la necesidad de
convertirlo en prestamista de última instancia. De esta manera se busca
reconstruir el vínculo entre política monetaria y fiscal al permitirle
intervenir directamente en los mercados de deuda soberana. Pero este camino
parece cerrado y no hay indicios de que en un futuro cercano se pudieran
establecer las bases de un arreglo diferente. Lo último que se decidió en la
cumbre del 9 de diciembre pasado fue iniciar un proceso en el que a la larga se
fortalecería el control sobre la política fiscal de los países miembros de la
Unión Europea (UE). El objetivo final en ese caso sigue siendo la imposición de
una más intensa austeridad fiscal, lo que no es un buen augurio para la
economía europea dado que no ataca las causas de la crisis.
Antes de la debacle del mercado de bonos de Italia ya se
pronosticaba un débil crecimiento económico en todo el mundo para los próximos
años. Eso es normal debido al problema que representa la recapitalización de
los bancos europeos. Así, para las economías de la eurozona el Fondo Monetario
Internacional (FMI) pronostica una expansión de apenas uno por ciento este año.
La previsión de la Unión Europea es todavía más pesimista: 0.6 por ciento. La
profundización de la crisis en Europa tendrá repercusiones duraderas sobre la
economía mundial. Para el conjunto de las economías desarrolladas, la tasa de
crecimiento será de 1.9 por ciento a lo largo de 2011.
La crisis actual ha recibido en Estados Unidos el nombre de
Gran Recesión, con lo que se quiere evitar la referencia dolorosa a la Gran
Depresión. Pero la historia económica de los últimos 45 años demuestra una
propensión hacia la mediocridad en la recuperación después de cada ciclo de
negocios. Y la actual crisis, o como se le quiera llamar, no hace sino
confirmar esa tendencia.
Los modelos del Instituto de Investigaciones Sobre Ciclos
Económicos (ECRI, por sus siglas en inglés) indican que dentro de pocos meses
la tasa de desempleo abierto podría volver a aumentar y a rebasar el temido
umbral de 10 por ciento. Eso podría coincidir con la elección presidencial y
causar problemas adicionales a la campaña de Barack Obama en un momento en el
que los candidatos republicanos compiten por ver quién es más conservador.
Más grave todavía es el hecho de que la amplificación de la
recesión en Europa tendrá el efecto de un choque externo en la economía
estadunidense, anulando cualquier posibilidad de recuperación. Aun cuando
apenas 16 por ciento de las exportaciones estadunidenses se dirigen hacia
Europa, la recesión prolongada en la UE afectará el mercado laboral en Estados
Unidos.
Además, la crisis financiera en Europa también afectará el
valor de los activos financieros que los agentes estadunidenses mantienen en la
eurozona y eso tiene un efecto importante sobre su riqueza y, por tanto, sobre
su poder de compra. Además, una buena parte de los bancos estadunidenses se
encuentra seriamente expuesto frente al riesgo de una moratoria de la deuda de
varios países europeos debido a swaps o seguros de deuda.
A pesar de todos los avisos, hoy el mundo capitalista
desarrollado se encierra en una histeria de austeridad, mientras que ninguno de
los problemas que provocaron la crisis recibe la atención que merece. Como
todas las recetas de política económica que se aplican están equivocadas, uno
acaba por preguntarse ¿cuál es ese estado de normalidad hacia el cual
nos debería llevar la recuperación (si es que existe)?
Al buscar respuesta comienza a ser menos sorprendente la
ceguera de los responsables de la política económica en los centros de poder.
Claro, porque la normalidad a la que se quiere regresar es la pesadilla
neoliberal.
Desde hace 30 años la economía mundial desciende por una
espiral hacia una mayor desigualdad, más desempleo, menos crecimiento y una
destrucción ambiental sin paralelo en la historia. ¿De qué se sorprenden los
hacedores de la política económica y sus acólitos en la prensa internacional de
negocios? Desde hace dos décadas, por lo menos, le impusieron a los países
pobres del mundo llamado subdesarrollado un modelo económico basado en la
privatización y la desregulación financiera. Como resultado, las crisis se
hicieron más profundas y frecuentes en esos países. Pero si los países ricos
siguieron el patrón del mismo modelo, ¿por qué habría la crisis de perdonarlos?
Título
original: “Recuperación y normalidad”
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http://www.jornada.unam.mx/2012/01/04/opinion/025a1eco |