
Brais Fernández
Los prolegómenos al XXVIII Congreso del PSOE recuerdan mucho
a las líneas que siguen de Gramsci. Para comprender la analogía solo hay que
sustituir donde pone "Iglesia Católica" por "Partido
Socialista" y el pensador italiano escribe " Roma y Bizancio"
imaginarse que uno lee "Rubalcaba y Chacón":
“No se considera lo suficiente el hecho de que muchos actos políticos se deben a necesidades internas de carácter organizativo, o sea, que están vinculados a la necesidad de dar coherencia a un partido, a un grupo, a una sociedad. Esto resulta claro, por ejemplo, en la historia de la Iglesia católica. (..). Es evidente, por el contrario, que la mayor parte de esas discusiones obedecen a necesidades sectarias, de organización. En la discusión entre Roma y Bizancio acerca de la procesión del Espíritu Santo sería ridículo explicar por la estructura del Oriente europeo la afirmación de que el Espíritu Santo procede sólo del Padre, y por la estructura de Occidente la afirmación de que procede del Padre y del Hijo. Las dos Iglesias, cuya existencia y cuyo conflicto dependen de la estructura y de toda la historia, han planteado cuestiones que son un principio de distinción y de cohesión interna para cada una de ellas; pero podía ocurrir perfectamente que cada una de las dos Iglesias afirmara precisamente lo que afirmó la otra; el principio de distinción y de conflicto se habría mantenido igual, y lo que constituye el problema histórico es precisamente ese problema de la distinción y del conflicto, no la casual bandera de cada una de las partes”. Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel-Economía e Ideología
¿Que se discute en el
PSOE?
Lo primero que ha quedado claro después de la debacle
electoral socialista (4,3 millones de votos menos y 59 diputados perdidos) es
su incapacidad orgánica para desarrollar un debate ideológico, por superficial
que sea. Las apelaciones a la autocrítica, a la búsqueda de nuevas vías para
llegar a la sociedad, los infructuosos intentos de volver al espíritu
socialdemócrata han sido tan solo fraseología vacía de contenido político real.
Los dirigentes que han planteado estas líneas de debate lo hacen siempre con
una sola intención: "recuperar la confianza de la sociedad". ¿Eso qué
significa, traducido del lenguaje de la política mediática al de la política
real? Votos. Ni más ni menos. Ni una sola palabra sobre COMO construir una
sociedad que mejore la vida de la mayoría de la ciudadanía, condenada a sufrir
recortes y a ver como la variable de las rentas se inclina irremediablemente
hacia el capital, dejando al trabajo al borde de la inanición. Eso sí, no se
cansan de balbucear que el PSOE tiene como objetivo la justicia social.
Es obvio porque no pueden plantear la cuestión de cómo
construir una sociedad más justa. En primer lugar, precisamente porque no
tienen nada nuevo que ofrecer a la ciudadanía, excepto la política que han
estado aplicando los últimos años. La negativa de la burocracia socialista a
organizar un debate público entre candidatos refleja muy bien el miedo a
revelar esa pobreza programática.
Por otra parte, están demasiado recientes los hechos
acontecidos durante los últimos años como para ofrecer , aunque sea de palabra,
algo parcialmente distinto. Su pérdida de credibilidad es obvia hasta para la
ceguera de la dirección socialista. Unas posturas excesivamente arriesgadas
podrían suscitar la sencilla pregunta de ¿por qué no lo hicisteis antes? La
respuesta sería, sin duda, el balbuceo de moda: la presión de los mercados.
Nuestra contrarrespuesta también es de manual: quien sucumbe a la presión de
alguien es su siervo y cómplice.
El espectáculo: mucho
circo y poco pan.
Podemos suponer sin miedo a equivocarnos, que la pregunta
que subyace en el torturado aparato socialista es: ¿Cómo hacer interesante para
la masa electoral este lamentable espectáculo sin caer en el ciego pozo de la
ideología?
Los titulares de el diario "El País" son pruebas más
que suficientes de como orienta el aparato socialista el proceso congresual:
cojamos las referencias a los candidatos en el día 7 de enero de
2011."Chacón pide al PSOE que huya del inmovilismo y de la
incoherencia"."Rubalcaba propone "cambio y unidad" para
redefinir el nuevo PSOE". Es una cuestión muy básica que los conceptos sin
contenido concreto no son más que una consecuencia de la falta de ideas.
¿"cambio" hacia donde? ¿"unidad" con quien (suponemos que
se referirá a los mercados)? ¿"huir del inmovilismo " hacia donde?
Esta falta de concreción revela también una cuestión más profunda: la
desconexión orgánica con la realidad de los trabajadores y de la mayoría social
afectada por la crisis.
El juego del quien es
quien
Willy Brandt fue canciller de la República Federal Alemana
entre 1969 y 1974, firme partidario de la OTAN y ferviente opositor a toda
contestación anticapitalista. Contribuyó decisivamente a aniquilar los escasos
restos de fraseología marxista que quedaban dentro de su partido, el SPD, faro
y buque insignia de la socialdemocracia europea.(1) Sin embargo, como relata en
su autobiografía , W. Brandt ascendió en el partido a base de acudir a las
agrupaciones sindicales en las fabricas , en los centros de trabajo, en las
reuniones vecinales.. Resulta imposible imaginar a día de hoy en una situación
similar a Chacón o Rubalcaba haciendo algo similar. Los afiliados del PSOE son
meros figurantes en los mítines, exactamente igual que los personajes que ríen
de forma fingida en los programas de televisión.
Los dos candidatos son políticos de carrera. Esto no debería
ser una crítica en sí misma, como plantean ciertos sectores de la izquierda a
día de hoy. El problema es más bien como se articula esa carrera. Los políticos
socialistas no se forjan en un contacto con directo con la realidad de los
oprimidos, si no que son cooptados y creados por las instituciones estatales o
partidarias. En consecuencia , son un subproducto directo de la ideología
burguesa y no militantes surgidos del movimiento obrero o de las luchas
anticapitalistas, como pudieron ser "políticos de carrera" tan
diversos como Willy Brandt , Lenin , o los militantes de las múltiples
organizaciones de extrema izquierda en los varios 68’s. Sin duda, las derrotas
y desorganización del movimiento obrero influye en esta incapacidad temporal
para generar sus propios dirigentes, así como la mutación de la
socialdemocracia, convertida en impulsora de contrarreformas neoliberales.
A un nivel más puramente ideológico, el congreso se parece a
una especie de obrilla de teatro postmoderna, donde cada uno puede cambiar de
principios en aras del pragmatismo más inmediato. Los recién descubiertos
orígenes andaluces de Carme Chacón son una muestra bastante curiosa de ese
zigzagueante rumbo que no parece tener límites. Esta falta de principios
entronca con la actitud de los cargos medios del PSOE. Un dirigente andaluz
afirmaba “Yo esta vez no me tiro a la
piscina hasta que vea quién va a ganar”. (2) ¿Para qué celebrar un Congreso?
Para evitar que gente con tan fuertes convicciones sufra, lo más eficaz sería
tirar una moneda al aire.
"El doctor del
capitalismo" está enfermo, pero no ha muerto
A día de hoy el desprestigio que sufre el PSOE no tiene
precedente histórico y parece que sus problemas no van a durar poco. La nueva
división mundial del trabajo que atomiza y traslada su antigua base social de
obreros cualificados a otros polos productivos como Asia la ha empujado a los
brazos de la clase empresarial. La crisis y la tendencia a la disminución de la
tasa de ganancia del sector financiero (entendido como fusión del capital
bancario e industrial), llevan a la socialdemocracia de toda Europa a facilitar
la entrada de capital privado en sectores de la economía antaño ocupados por lo
público. Los nuevos trabajadores precarios (titulados o no titulados) carecen
de un referente político estable, con el que mantengan una relación que
podríamos definir como “estable” o “comprometida.” Esto abre una situación
nueva , con muchas potencialidades para la izquierda alternativa.
Pero a pesar de sus políticas neoliberales, no debemos
descartar el resurgimiento del PSOE. En medio de un ciclo de movilizaciones
anti-PP (que más tarde que temprano llegara), la falta de credibilidad y de
hegemonía en el plano social de la izquierda real puede provocar que Rubalcaba
o Chacón aglutinen el descontento, desviando cualquier protesta a un mero
cambio de gobierno, sin tocar las estructuras que sustentan el régimen actual.
No olvidemos que eso ya les pasó a muchos de nuestros padres
en la Transición.
Notas
1-Un magnifico análisis de la socialdemocracia europea:
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4574
2- http://politica.elpais.com/politica/2012/01/06/actualidad/1325875752_211320.html
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http://www.espacioalternativo.org/La-conversion-del-PSOE |