
Alberto Rabilotta
La ya endémicamente peligrosa coyuntura en el Oriente Medio
se agravó esta semana con la adopción por la Unión Europea (UE) del embargo
sobre las compras del petróleo y petroquímicos iraníes, acompañadas por otra
tanda de sanciones contra el banco central iraní. Cuando aun no se cumple el
primer aniversario de los bombardeos de la OTAN para cambiar el régimen en
Libia y se ven signos de una guerra civil con los combates entre las facciones
“revolucionarias” y los ataques de los simpatizantes del derrocado Muammar el
Gadafi, los mismos gobernantes de Estados Unidos (EE.UU.), Francia, Gran
Bretaña y otros países de la UE que reclamaron una acción rápida contra el
gobierno de Trípoli están exhortando ahora a acciones militares contra Siria e
Irán.
Muchos países ya están buscando una alternativa al dólar estadounidense
porque es evidente que con el altísimo nivel de endeudamiento de EE.UU. esa
divisa carece de un respaldo sólido a mediano y largo plazo, y por lo tanto no
es una divisa de reserva confiable. Hasta el FMI planteó, hace menos de un año,
que era necesario buscar una alternativa al dólar. Otros países quieren una
alternativa al dólar para liberarse de las presiones y sanciones de Washington
y sus aliados europeos, y para poder corregir las distorsiones en los términos
de intercambio que actualmente provoca el uso casi exclusivo del dólar para el
comercio mundial de materias primas.
Billete verde y oro
negro
El analista brasileño
Pepe Escobar, que desde hace años viene cubriendo la lucha de intereses
imperialistas en los países claves por sus riquezas en hidrocarburos o porque
son el transito ideal u obligado de los ductos para transportar el petróleo o
el gas natural a los mercados occidentales, escribía a mediados de enero (The
Myth of “Isolated” Irán, atimes.com y tomdispacht.com) que la “línea roja” en
la crisis iraní no es la cuestión nuclear, sino el petróleo y los petrodólares.
Washington y sus
aliados europeos quieren provocar un cambio de régimen en Irán – país que
cuenta con más del 12 por ciento de las reservas globales de hidrocarburos -,
para lo cual han lanzado una guerra monetaria destinada a provocar una
“megadevaluación” del rial iraní mediante las sanciones decididas por el
Congreso estadounidense en diciembre pasado a los bancos y empresas que hagan
transacciones con el Banco Central Iraní.
Esta política, según
Escobar y otros analistas, no tendrá necesariamente los resultados esperados,
porque esas agresiones apuntalarán la política de “sustitución de
importaciones” (que tanto sirvió en el pasado y sigue sirviendo en el presente
en muchos países sudamericanos), lo que generará empleos, facilitará la
exportación de productos iraníes que no son del ramo petrolero y consolidará en
el mercado iraní la predominancia de China como proveedor de bienes
industriales y de alta tecnología.
Irán no está tan
aislado como Washington quisiera. El gasoducto Irán-Pakistán -recuerda Escobar-
está en marcha y el primer ministro paquistaní Yusuf Gilani visita con
frecuencia Teherán. El presidente afgano Hamid Karzai afirmó que quiere
estrechar los lazos con Irán, y hasta las autoridades de Turquía, país que
actúa como punta de lanza contra el gobierno sirio en estos momentos, han
“señalado su rechazo a más sanciones de EE.UU. contra el petróleo iraní”,
porque Turquía quiere ser el país por el cual pase el gasoducto que “algún día”
llevará el gas iraní a Europa.
Los analistas latinoamericanos, que no están sujetos al
filtro mediático europeo o estadounidense, saben que la reciente gira del
presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad por varios países de América latina, una
región donde si alguien está aislado es Washington, fue exitosa. Y en Asia,
donde están los principales clientes del petroleo iraní, Teherán cuenta con al
menos dos compradores fieles - India y China - que ya rechazaron participar en
esa “guerra económica” lanzada por Washington y la UE.
Oro negro sin billete
verde
Beijing ya está comprando petróleo con yuanes en otros
países, y negociando compras futuras de crudo con su moneda en nada menos que
Catar, ese pequeñísimo país del Golfo Pérsico gobernado por una monarquía
absoluta que defiende absolutamente la introducción por la fuerza de “la
democracia de la OTAN” en países que están lejos de sus fronteras, como Siria y
Libia.
El embajador M. K. Bhadrakumar, ex diplomático de India que
tuvo puestos en la ex Unión Soviética, Corea del Sur, Turquía y varios países
asiáticos, y escribe regularmente en Asia Times, analiza esta semana (1) la
reciente visita que el primer Ministro chino Wen Jiabao efectuó a Catar, y sus
declaraciones a la prensa. Wen Jiabao dijo que su país quiere invertir en Catar
para producir petroquímicos, para lo cual Beijing y Doha invertirán
conjuntamente en la construcción de una refinería en China. Y también informó
de que empresas chinas quieren participar en los “proyectos de infraestructura
en Catar”, y que en lo tocante al gas natural ambos países están en discusión
sobre “una cooperación a largo plazo, estable y exhaustiva”.
Y como subraya
Bhadrakumar, el primer ministro chino dejó la sorpresa para el final, cuando se
refirió a “otro punto importante”: “A fin de encarar temas de inversión, nosotros
[China y Catar] necesitamos apoyo financiero. Por lo tanto llegamos a otro
acuerdo, un acuerdo de cooperación que vincula las finanzas con la inversión.
Catar también propuso el uso de moneda local en los pagos comerciales e incluso
una tasa específica. Pienso que esta propuesta se puede estudiar”.
Unos días antes, recuerda el ex Embajador y analista, el
primer ministro chino firmó un acuerdo de intercambio monetario entre su país y
los Emiratos Árabes Unidos (EAU) por un monto equivalente a cinco mil 500
millones de dólares. Este “swap”, según la declaración del banco central de
China, apunta a “fortalecer la cooperación financiera bilateral, promover el
comercio y las inversiones y conjuntamente salvaguardar la estabilidad
financiera regional”.
Al hablar frente a una “cumbre energética en los EAU, Wen
lanzó la propuesta de crear un organismo internacional que tenga el mandato de
determinar el precio del petróleo y que regularía las políticas de toda la
cadena de suministro involucrando a los países proveedores, los consumidores e
incluso los países de tránsito”, agrega el ex Embajador Bhadrakumar.
La introducción del yuan, el euro, la libra, el rublo y
otras divisas, e incluso la propuesta de crear una “canasta” de divisas en el
comercio petrolero para terminar con la “tiranía del dólar estadounidense”, es
una vieja aspiración de gobernantes que en algunos casos, como escribe Pepe
Escobar, terminaron siendo derrocados por intervenciones militares: En el 2000
“Saddam Hussein abandonó el dólar como la divisa para las transacciones del
petróleo que Irak exportaba” y tres años más tarde EE.UU. lanzó una guerra
contra Irak para efectuar un “cambio de régimen”; Muammar el Gadafi había
propuesto la creación de una moneda para los intercambios comerciales del
continente africano - el dinar oro -, y en marzo del 2011 “Francia, Gran
Bretaña, EE.UU., Canadá, Qatar y otros países de la OTAN invadieron a Libia”,
para efectuar un “cambio de régimen”.
Por eso mismo, según Escobar, dejando de lado las nuevas
sanciones contra el Banco Central Iraní que tardarán meses en ser aplicadas en
su totalidad e ignorando las amenazas de cerrar el tráfico petrolero en el
Estrecho de Ormuz – algo improbable porque es por ahí que sale la mayor parte
del petróleo que Irán exporta -, quizás la “clave principal de la crisis
montante en el Golfo Pérsico proviene de este movimiento para torpedear el
petrodólar como la divisa para todo tipo de intercambios”.
Irán y Rusia ya utilizan sus divisas nacionales para
realizar el comercio bilateral. India acordó con Irán que los pagos por las
importaciones de petróleo iraní – que suman entre 12 y 14 mil millones de
dólares anuales – serán efectuados en rupias indias y que posteriormente se
convertirían en una moneda denominada de manera separada. Una fuente israelí
cercana a los servicios de inteligencia (DEBKAfile) afirmó esta semana que Irán
e India están negociando el pago en oro como alternativa.
Lo que ex Embajador Bhadrakumar subraya es que mientras
Rusia e India tienen posiciones no subordinadas a EE.UU., este no es el caso de
los EAU y Catar, monarquías que constituyen piezas claves de la estrategia
occidental en el Oriente Medio y un vital apuntalamiento para el reciclado de
los petrodólares.
El gobierno chino “está posicionándose en medio de la línea
divisoria” y fortaleciendo sus intereses en ambas riberas del Golfo Pérsico, lo
cual “abre un fantástico panorama de cooperación entre China y el Consejo de
Cooperación del Golfo” (CCG), comenta el ex Embajador Bhadrakumar, quien agrega
que la utilización del yuan y de las divisas de los países del Golfo Pérsico en
los intercambios bilaterales crea “una nueva matriz” que permite avizorar el
reemplazo del dólar estadounidense como la moneda de intercambio en el comercio
petrolero con los países asiáticos.
En un artículo titulado “Europe at war with Iran” el
analista brasileño Pepe Escobar recuerda que nada menos que la gigantesca
petrolera británica British Petroleum (BP) ha pedido al gobierno de Barack
Obama ser exceptuada del sistema de sanciones contra Irán para no comprometer
el desarrollo del yacimiento gasífero Shah Deniz II en Azerbaiyán, que tiene un
costo de 22 mil millones de dólares y alimentará el proyectado gasoducto
Nabucco, diseñado para alimentar a la UE con el gas del Mar de Caspio evitando
el tránsito por Rusia, país que actualmente es el principal abastecedor de gas
natural de muchos países de la UE.
Y añadiendo que Irán tiene una participación en este
proyecto que le permite bloquearlo, Escobar ironiza sobre la “situación
pos-surrealista” de la gigantesca petrolera británica BP “implorando a EE.UU.
que la exceptúe de sanciones porque de otra manera se pondrá en riesgo la
seguridad energética de Europa”
China, Rusia, India, Japón y otros países, entre ellos
muchos de América latina, están tejiendo una serie de acuerdos bilaterales para
negociar con sus propias monedas que –según Escobar –, se convertirá
inexorablemente en un asunto multilateral, lo que significa que el billete
verde irá lentamente siendo desplazado como la divisa de reserva a nivel
mundial, “con todas las consecuencias sísmicas que esto implica”.
Nota
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