Especial para Gramscimanía |
Deghayes fue arrestado en Paquistán y entregado al Ejército
de Estados Unidos. Me dijo: “Pagaban por cada persona entregada a los
estadounidenses y, entonces, algunos del gobierno paquistaní aprovecharon para
obtener dinero de Estados Unidos vendiendo árabes que vivían en Paquistán desde
hacía un tiempo. Nos encadenaron, nos cubrieron la cabeza y luego fuimos
enviados a Bagram, [en Afghanistan]. Allí nos torturaron y después nos llevaron
desde Bagram hacia Guantánamo.”
En Guantánamo, Deghayes, uno de los casi 800 hombres
enviados allí desde enero de 2002, recibió el tratamiento estándar: “Las
personas son objeto de todo tipo de humillaciones y maltratos. La gente está
encerrada en régimen de aislamiento. Algunos sufren tales maltratos que, según
escuchamos, muchos han muerto. Hay gente que perdió las manos, los ojos, las
extremidades. Algunas personas fueron sometidas a privación del sueño. No se
les permitía dormir. Estaban en celdas con las luces encendidas las 24 horas,
día y noche, y tuvieron que vivir en esas condiciones durante seis años. Donde
yo estaba éramos sometidos a golpizas todos los días, al miedo a diario y a
todo tipo de maltrato sin haber sido condenados por ningún delito, que es lo
más inaceptable. Y hay gente que permanece allí y no fue acusada de nada.”
Mientras Omar Deghayes y sus compañeros de reclusión sufrían
en sus celdas, el gobierno de Bush erigía un polémico marco legal para juzgar a
los prisioneros de Guantánamo, que catalogaba a los detenidos allí como
“combatientes enemigos” y alegaba que no estaban amparados por la Constitución
de Estados Unidos ni por la Convención de Ginebra, o sea, que no poseían ningún
tipo de derechos. Guantánamo se convirtió en un agujero negro legal.
Cuando le pregunté al Coronel Davis si creía que se
practicaba la tortura en Guantánamo, me dijo: “No creo que exista duda alguna.
Podría afirmar que hubo tortura. Susan Crawford, protegida de Dick Cheney, dijo
que hubo tortura. John McCain dijo que el submarino era tortura, y admitimos
que aplicábamos el submarino. Al menos cinco jueces de tribunales federales y
militares dijeron que se torturaba a los detenidos.”
Encadenados, enjaulados con overoles anaranjados, sujetos a
duros interrogatorios y humillaciones, con su religión musulmana denigrada, los
prisioneros de Guantánamo comenzaron a dar batalla, por medio de la antigua y
respetable tradición de no cooperación pacífica. Iniciaron una huelga de
hambre. En respuesta, Deghayes y los otros huelguistas recibieron un castigo
ejemplar. Deghayes recuerda: “Tras golpearme en una celda, me arrastraron
afuera y, una vez allí, uno de los guardias, mientras el otro estaba de pie,
observando lo que sucedía, [intentó] arrancarme los ojos. Por eso tengo
problemas en uno de mis ojos, el ojo derecho. Perdí la visión en ambos ojos y
luego, lentamente, recobré la vista en uno de ellos, pero el otro empeoró
completamente. Hicieron lo mismo en la celda contigua, y en la siguiente y en
la siguiente. Nos usaron de ejemplo para atemorizarnos a todos para que no
reclamáramos ni nos resistiéramos a ninguna política.”
Ahora, Deghayes puede ver con un solo ojo. Su ojo derecho
permanece cerrado. Tras haber sido liberado de Guantánamo, fue enviado a
Inglaterra y ahora demanda al gobierno británico por haber colaborado con su
reclusión y tortura.
El Coronel Morris Davis, indignado con el proceder de los
tribunales militares, renunció a su puesto en 2007 y en 2008 se retiró del
ejército. Fue a trabajar al Servicio de Investigación del Congreso y fue
despedido en 2009 tras escribir un artículo de opinión publicado en el
periódico The Wall Street Journal en el que criticaba al gobierno de Obama por
adoptar los tribunales militares.
Deghayes destaca que los cientos de hombres que abandonaron
Guantánamo durante los últimos diez años fueron liberados debido a la presión
que ejercen sobre los gobiernos las campañas de los grupos de base. Es por ello
que esta semana se llevaron a cabo más de 350 manifestaciones con motivo del
décimo aniversario de la prisión de la Bahía de Guantánamo. 171 hombres
continúan detenidos en Guantánamo. Más de la mitad de ellos fueron absueltos y
se dispuso su liberación, pero de todas maneras aún se siguen pudriendo en
prisión.
Para peor, en lo que el Coronel Davis califica como un
“completo acto de cobardía,” el Presidente Barak Obama sancionó la Ley de
Autorización de Defensa Nacional, a pesar de que en un principio había
amenazado con vetarla. Esta ley otorga al gobierno de Estados Unidos la
facultad de detener a cualquier persona por tiempo indeterminado aunque no se
le imputen cargos. Davis explica que “no es un drástico alejamiento de lo que
ha sido la política durante los últimos años, solo que ahora se convirtió en
ley.”
Uno podría imaginarse un movimiento “Occupy Guantánamo”,
pero sería una redundancia: Estados Unidos ocupa Guantánamo desde 1903. Y dado
que Estados Unidos impone un aplastante embargo a Cuba desde hace más de medio
siglo, supuestamente porque no le gustan las políticas cubanas, uno podría
pensar que Estados Unidos mostraría una conducta modelo en su pequeña rebanada
de territorio cubano. Pero hace justamente lo contrario. Y es por eso que los
movimientos de base son tan importantes. Aunque la campaña para la elección
presidencial estadounidense se pone cada vez más candente, pueden estar seguros
de que el Partido Republicano y el Demócrata están plenamente de acuerdo en lo
que respecta a Guantánamo.
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna. © 2011 Amy Goodman Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org |