
La posición oficial de Estados Unidos y la Unión Europea es
que Teherán debe ser castigada por perseverar en su afán de desarrollar
armamento nuclear. El castigo: sanciones contra las exportaciones de petróleo
iraní, que pretenden aislar a Irán y hacer bajar el valor de su moneda hasta el
punto en que el país se desmorone.
Pero esa posición carece de sentido y las sanciones no
lograrán su objetivo. Irán dista mucho de estar aislada y sus amigos, como la
India, apoyarán al país productor de petróleo hasta que Estados Unidos, o bien
se retire, o bien reconozca el verdadero asunto que se avecina. Ese asunto no
es otro que el dólar estadounidense y su papel como moneda de reserva mundial.
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Para leer en inglés: http://www.safehaven.com/article/24126/will-iran-kill-the-petrodollar |
La versión abreviada de la historia es que en la década de 1970 un acuerdo consolidó al dólar estadounidense como moneda única para comprar y vender crudo, y de ese monopolio sobre el importantísimo comercio petrolífero el dólar estadounidense se convirtió, lenta pero firmemente, en la moneda de reserva para el comercio mundial de la mayor parte de bienes y servicios. Luego, vino la demanda masiva de dólares estadounidenses, lo que impulsó el valor del dólar al alza, hasta que se disparó. Además, los países almacenaban el exceso de dólares estadounidenses que ahorraban en bonos del tesoro norteamericanos, lo que concedía al gobierno estadounidense un inmenso depósito de crédito al que recurrir.
Sabemos dónde desembocó esa situación: en un gobierno
estadounidense ahogado en deudas, mientras que sus ciudadanos afrontaban con
tesón una elevada tasa de desempleo (debido en parte al alto valor del dólar);
en un mercado inmobiliario fallido; en cifras récord de endeudamiento personal;
en un sistema bancario abotargado; y en una economía tambaleante. Esa no es la
imagen de una superpotencia mundial digna de los privilegios obtenidos de que
su moneda respaldara el comercio global. Otros países empiezan a darse cuenta y
van lenta, pero firmemente, apartando los dólares estadounidenses en sus
transacciones... empezando por el petróleo.
Si el dólar pierde su posición como moneda de reserva
global, las consecuencias para Estados Unidos son nefastas. Una parte
importante de la apreciación del dólar se deriva del cerrojo impuesto sobre la
industria petrolera; si el monopolio se desvanece, también se desvanecerá el
valor del dólar. Una transición tan importante como esta en las relaciones
monetarias del orden mundial es buena señal para algunas monedas, y no tan
buena para otras, y los resultados serán difíciles de predecir. Pero hay uno
que sí se puede anticipar con certeza: aumentará el precio del oro. La
incertidumbre en torno al papel moneda siempre es un buen augurio para el
oro... y corren tiempos a todas luces inciertos.
El sistema del
petrodólar
Para explicar la situación adecuadamente, debemos partir de
1973. Fue cuando el Presidente Nixon pidió al Rey Faisal de Arabia Saudí que
aceptara únicamente dólares en pago por el petróleo y que invirtiera los
beneficios en moneda, bonos y letras de cambio del tesoro estadounidense. A
cambio, Nixon prometía proteger los campos petrolíferos de Arabia Saudí de la
Unión Soviética y otros países interesados, como Irán e Iraq. Fue el principio
de algo magnífico para Estados Unidos, aun cuando el resultado fuera tan
artificial como la burbuja inmobiliaria estadounidense, y en todo caso
constituye el pilar fundamental de la apreciación del dólar estadounidense.
En 1975, todos los miembros de la OPEP acordaron cobrar su
petróleo únicamente en dólares estadounidenses. Todos los países importadores
de petróleo del mundo empezaron a ahorrar los excedentes en dólares, con el fin
de poder comprar petróleo; ante una demanda tan elevada de dólares, la moneda
se fortaleció. Además, muchos países exportadores de petróleo, como Arabia
Saudí, gastaron sus excedentes de dólares en obligaciones del tesoro
norteamericano, lo que concedió al gasto público estadounidense una nueva y
amplia batería de prestamistas que lo sustentaran.
El sistema del «petrodólar» fue una medida política y
económica brillante. Obligó a que el dinero del petróleo del mundo pasara por
la Reserva Federal estadounidense, lo que generó una demanda internacional cada
vez mayor tanto de dólares como de deuda estadounidense, al tiempo que, en
esencia, permitía que Estados Unidos casi se apropiara del petróleo del mundo
gratuitamente, puesto que el valor del crudo se establece en la moneda que
Estados Unidos controla y emite. Eso quiere decir que, desde Rusia a China,
Brasil o Corea del Sur, todos los países aspiran a maximizar los excedentes de
dólares obtenidos con las exportaciones comerciales para comprar petróleo.
Estados Unidos ha cosechado infinidad de recompensas. Cuando
el consumo de petróleo aumentó en la década de 1980, la demanda de dólares lo
acompañó, lo cual hizo ascender a la su economía a nuevas cumbres. Pero incluso
sin el éxito económico en el ámbito nacional, el dólar se habría disparado,
pues el sistema del petrodólar dio lugar a una demanda sólida de dólares que, a
su vez, aumentaban su valor. Un dólar fuerte permitió a los estadounidenses
adquirir importaciones con descuentos inmensos: en esencia, el sistema del
petrodólar creó un mecanismo de subsidio para los consumidores estadounidenses
a costa del resto del mundo. Aquí, finalmente, Estados Unidos topó con un
inconveniente: la disponibilidad de importaciones baratas golpeó fuerte a la
industria manufacturera estadounidense, y la desaparición de puestos de trabajo
en el sector sigue siendo uno de los mayores obstáculos para resucitar hoy día
a la economía del país.
Hay otro inconveniente, una amenaza potencial que ahora
acecha agazapada. El valor del dólar estadounidense viene determinado en buena
medida por el hecho de que el petróleo se paga en dólares. Si el negocio cambia
a otra moneda, los países del mundo no necesitarán todo su dinero
estadounidense. La consiguiente liquidación de dólares estadounidenses
debilitará la moneda de forma espectacular.
Así que aquí hay un interesante experimento mental. Todo el
mundo dice que Estados Unidos entra en guerra para proteger su suministro de
petróleo pero, ¿no se trata más bien de que entra en guerra para garantizar la
continuidad del sistema del petrodólar?
La guerra de Iraq nos ofrece un buen ejemplo. Hasta el mes
de noviembre de 2000, ningún país de la OPEP se había atrevido a contravenir la
norma de pagar en dólares, y mientras el dólar seguía siendo la moneda más
fuerte del mundo, tampoco había demasiadas razones para poner en cuestión el
sistema. Pero a finales del año 2000, Francia y otros miembros de la UE
convencieron a Saddam Hussein de que desafiara el mecanismo del petrodólar y
vendiera su petróleo por alimentos en euros, no en dólares. En el tiempo
transcurrido entre ese momento y la invasión estadounidense de Iraq en marzo de
2003, otros países insinuaron su interés por comerciar con petróleo en moneda
distinta del dólar, entre los que se encontraban Rusia, Irán, Indonesia e,
incluso, Venezuela. En abril de 2002, el representante iraní en la OPEP, Javad
Yarjani, fue invitado a España por la Unión Europea para que expusiera un
análisis detallado de cómo podría la OPEP, en cierta medida, vender su petróleo
a la UE en euros, no en dólares.
La medida, fundada en Iraq, estaba empezando a poner en
peligro el predominio del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial y
«petromoneda». En marzo de 2003, Estados Unidos invadió Iraq, lo que puso fin
al programa de petróleo por alimentos y a su plan de pago en euros.
Hay otros muchos ejemplos en la historia de intervención
estadounidense para detener movimientos de abandono del sistema del petrodólar,
a menudo de forma encubierta. En febrero de 2011, Dominique Strauss-Kahn,
director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), reclamó una nueva
moneda mundial para hacer frente al predominio del dólar estadounidense. Tres
meses después, una limpiadora del Hotel Sofitel de Nueva York adujo que
Strauss-Kahn había abusado de ella. Strauss-Kahn fue cesado de su puesto en el
FMI en cuestión de semanas; a partir de ese momento, se le absolvió de todas
sus fechorías.
La guerra y este tipo de intervenciones insidiosas pueden
ser caras, pero los costes de no proteger el sistema del petrodólar serían
mucho más elevados. Si se aceptaran euros, yenes, yuanes, rublos o, en ese sentido,
directamente oro para pagar el petróleo, el dólar estadounidense se volvería
irrelevante enseguida, lo que despojaría a la moneda de casi todo su valor.
Cuando el resto del mundo descubre que existen otras alternativas además del
dólar para realizar las transacciones globales, Estados Unidos tiene que hacer
frente a una transición muy importante en la maquinaria petrolífera mundial...
y muy, muy desagradable.
El dilema iraní
Tal vez Irán esté aislada de Estados Unidos y Europa
occidental, pero Teherán sigue teniendo unos cuantos aliados bastante
incondicionales. Irán y Venezuela están preparando proyectos conjuntos por
valor de 4.000 millones de dólares, entre los que hay un banco. India ha
prometido seguid comprando petróleo iraní porque Teherán ha sido un gran socio
empresarial de Nueva Delhi, que pasa apuros para realizar sus pagos. Grecia se
opuso a las sanciones de la Unión Europea porque Irán era uno de los poquísimos
abastecedores que había estado permitiendo a los griegos en quiebra comprar petróleo
a crédito. Corea del Sur y Japón suplican que se les exima de los embargos que
vienen porque dependen del petróleo iraní. Los lazos económicos entre Rusia e
Irán se fortalecen cada año que pasa.
Luego, está China. Los recursos energéticos de Irán son para
China una cuestión de seguridad nacional, pues Irán ya suministra a China de
nada menos que el 15 por ciento del petróleo y el gas natural de China. Eso
vuelve a Irán más importante para China de lo que Arabia Saudí lo es para
Estados Unidos. No se puede esperar que China haga mucho caso de las sanciones
de Estados Unidos y la Unión Europea: China encontrará el modo de sortear las
sanciones para preservar el comercio bilateral entre ambos países, que en la
actualidad se cifra en 30.000 millones de dólares y se espera que alcance los
50.000 en el año 2015. De hecho, China seguramente se beneficiará de las
sanciones estadounidenses y europeas a Irán, pues podrá comprar petróleo y gas
iraní a precio más bajo.
Así que Irán seguirá teniendo amigos, y sus amigos seguirán
comprándole petróleo. Y lo que es más importante: se puede apostar a que no se
lo van a pagar en dólares. Cunden los rumores de que la India e Irán están
ahora mismo sentadas en una mesa de negociación puliendo un acuerdo para pagar
el petróleo en oro, apoyado por unas cuantas rupias y algunos yenes. Irán ya
está inundando el mercado de dólares cuando comercia con Rusia en riales o
rublos. La India ya está empleando el yuan con China; China y Rusia llevan
comerciando en rublos y yuanes más de un año; Japón y China están desplazando
sus transacciones al yen y el yuan.
¿Y todos esos negocios energéticos entre Irán y China? Se
realizarán en oro, yuanes y riales. Como los europeos se han quedado fuera,
enseguida ni uno solo de los 2,4 millones de barriles de petróleo diarios de
Irán se pagarán en petrodólares.
Disponiendo de toda esta información, empieza a parecer
bastante razonable que el verdadero motivo de la escalada de tensión en el
Golfo Pérsico se debe a que Estados Unidos busca desesperadamente torpedear
estos movimientos de huida del petrodólar. El cambio lo está encabezando Irán,
respaldada por la India, China y Rusia. Todo esto basta sin duda para poner a
Washington lo suficientemente nerviosa como para buscar una excusa con la que
derrocar al régimen de Irán.
Y hablando de buscar excusas, esta es interesante. Un equipo
de inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA,
International Atomic Energy Agency) acaba de visitar Irán. La IAEA supervisa
todo lo nuclear en Irán, y fue un informe de la IAEA de noviembre advirtiendo
de que el país estaba progresando en su capacidad para fabricar armamento la
chispa que encendió la última andanada de condenas internacionales contra ese
Estado supuestamente a punto de ser nuclear. Pero después de su última visita,
los inspectores de la IAEA han dicho que no han encontrado indicios de
fabricación de la bomba nuclear. ¡Ah! ... y si el único motivo fuera mantener
al mundo a salvo de los estados malvados con poderío nuclear, ¿por qué Corea
del Norte y Pakistán han recibido un aprobado?
Hay otra reflexión más a tener en cuenta, muy importante
cuando se trata de tomar alguna decisión inversora en función de la situación:
Rusia, la India y China (tres miembros del ascendente grupo económico puntero
conocido por sus iniciales como BRIC, del que también forma parte Brasil) son
aliados de Irán y productores importantes de oro. Si los petrodólares se pasan
de moda y se vuelve muy complicado pagar con otras monedas, abrirán el grifo de
sus almacenes de oro para mantener el flujo de crudo. El oro ha sido y será
siempre la moneda de último recurso y, como ya hemos dicho, cuando las
relaciones monetarias empiecen a cambiar y resulte difícil predecir cuál será
su valor, comerciar en oro va a ser un mecanismo auténticamente infalible y de
eficacia demostrada.
2012 podría acabar siendo famoso por ser el año en el que el
mundo desertó del dólar estadounidense como moneda mundial predilecta.
Imaginemos al resto del mundo haciendo cuentas y, poco a poco, empezando a
hacer negocios en su propia moneda e invirtiendo cada vez menos excedentes en
bonos del tesoro estadounidense. No representa nada menos que una lenta pero
segura diezma del dólar.
Tal vez no sea mala cosa para Estados Unidos. Las
mastodónticas deudas del país nunca se podrán pagar mientras el dólar siga
estando cerca de su valor actual. Dada la situación en que se encuentra el
país, lo único que realmente queda para sustentar el valor del dólar es su
condición de moneda de reserva mundial. Si eso se acaba y el dólar baja, quizá
Estados Unidos pueda devolver su deuda y volver a empezar. Ese nuevo comienzo
se produciría sin los privilegios y los subsidios arraigados a los que los
estadounidenses están tan acostumbrados, pero resulta asombroso que el sistema
del petrodólar haya durado tanto. Solo era cuestión de tiempo que algo lo
quebrara.
Y, por último, la gran pregunta: ¿Cómo podemos aprovecharnos
de la evolución de esta situación? Jugar con la moneda siempre es muy
arriesgado y, cuando el tablero mundial se mueve tanto, requeriría muchísimos
análisis y bastantes dosis de suerte. El mucho más fiable modo de jugar a esto
es con el oro. El oro es la única moneda respaldada por un objeto material; y
siempre es donde los inversores se protegen de una tormenta monetaria. La
conclusión fundamental es que la lenta desaparición del sistema del petrodólar
representa una tendencia alcista para el oro y muy a la baja para el dólar
estadounidense.