
El 20 de junio de 1905 atracaba en la bahía de Constanta,
Rumania, el Acorazado Potemkin, cuya tripulación se había rebeleado contra el
gobierno del zar unos días antes, en el puerto de Odessa. Llevaba enarbolada en
el mastil la bandera roja de la revolución. Será la segunda vez que el heroico
barco ruso entre en este puerto rumano en pocos días.
Nadie imaginaba entonces que Constanza llegaría a ser
durante la Rumanía Socialista el puerto principal de de la septima flota mayor
del mundo, la rumana, en los años 80 del siglo XX (el actual presidente del
país, Basescu, anterior ministro de transporte durante los primeros años de salvaje
neoliberalismo en los años 90, se encargo de venderla a un precio ridiculo para
destruir, como también se hizo con la industria y la agricultura, la
capacidad comercial rumana).