Álvaro
Cortina
La Historia de la Filosofía se funda sobre la noción de
falsa conciencia, de distorsión. Los sentidos o el sistema construyen su
apariencia, y el intelecto tiene que jugar al cluedo con su lupa. Erich Fromm,
como buen miembro (efímero, eso sí) de la Escuela de Frankfurt, viene colgado
de los hombros de Marx y Freud.
Estos faros de controversia pensaron al Hombre desde la
Economía y la Psicología. Se dijo de ambos judíos que hacían una
"filosofía de la sospecha" con esas disciplinas. El libro de Fromm
'Las cadenas de la ilusión' (Paidós) viene subtitulado como 'Autobiografía
intelectual', pero se trata más bien de una introducción (bastante esquemática)
a sus dos ídolos.
En el primer capítulo despacha todo el contenido personal
del texto, que es mínimo. Intuyó a Freud en la tensión sexual de la
adolescencia, y a Marx en los periódicos convulsos de 1914.
Dice: "Ambos querían liberar al hombre de las cadenas de sus
ilusiones, permitiéndole así despertar y actuar como ser libre".
Fromm habla de ellos como de dos humanistas que cortan
ligaduras, y de su pensamiento como de una clínica y un esplendor. Popper, sin
embargo, desconfiaba de ellos. Pensaba que ambos sistemas manejaban unos
postulados que no contemplaban una refutación, que se autoimponían como punto
de partida.