Isaac Rosa
Desde luego, la maldad de
los griegos no tiene límite. No contentos con hundirse ellos mismos,
desestabilizar el euro, contagiar sus problemas a media Europa y poner el planeta
entero al borde del abismo, ahora también dejan con el culo al aire a nuestra
banca campeona del mundo.
¿Cómo? ¿Que la exposición
de la banca española a la deuda griega es mínima, sólo 800 millones? Bueno, y
qué: los pérfidos helenos han demostrado con creces su capacidad de causar
estragos mundiales siendo una economía minúscula, así que no minusvaloren su
potencial destructivo.
Ahí tienen: una nueva
cumbre sobre “el problema griego” termina con una ampliación fantasma (nadie
sabe cómo se hará) del fondo de rescate, nuevas exigencias de reformas a Italia
o España, y una recapitalización bancaria de 106.000 millones donde los más
necesitados son los que menos exposición tienen a la gripe griega. Ah, sí, y
también una quita a Grecia, para salvar algo de una deuda que muchos daban ya
por irrecuperable.
Como a patrióticos no nos
gana nadie cuando de bancos se trata, ayer todos sacábamos pecho por nuestras
entidades: “castigo”, “maltrato”, “injusticia”, “arbitrariedad”. Pues muy bien,
pero a mí no me salen las cuentas: llevamos año y pico con el MacGuffin de
Grecia, y hacia lo que vamos es a una gran recapitalización bancaria, pues los
expertos coinciden en que los 106.000 millones no son definitivos. En el caso
español, por ejemplo, sigue haciéndose la vista gorda con el verdadero activo
tóxico, que no es ni la deuda griega ni la española, sino el ladrillo.
Así que sigo pensando que
ni Grecia ni las deudas soberanas ni el déficit público (otro MacGuffin): el
verdadero problema de Europa es desde el principio de la crisis su sistema
financiero, que no es que tenga activos tóxicos, sino que es tóxico todo él.
Acaba de pasar con Dexia, rescatado, se supone, porque se ahogaba en deuda
griega; pero su actual gestor ha reconocido que la entidad franco-belga era más
un fondo especulador que un banco. Mientras, cada cumbre añade otro piso al
castillo de naipes. A ver cuánto aguanta.