
Miguel Urbano Rodrigues
El agravamiento de la
crisis en los países del Sur de la zona euro intensificó el debate ideológico en Europa. Los
gobernantes, los banqueros, los dirigentes de las trasnacionales y los media repiten monótonamente que no hay alternativa
para el capitalismo. Pero es indisfrazable su malestar frente a la
voluminosidad de la contestación al sistema. Los responsables por la
recesión y por el desempleo de decenas de millones de trabajadores constatan
que las guerras de agresión imperiales y el saqueo de los recursos naturales de
los pueblos del Tercer Mundo no traen solución a la crisis estructural del
capitalismo.
En tanto prosiguen
políticas impuestas por el capital que descargan el costo de la crisis sobre
sus víctimas, desarrollan un gran esfuerzo para evitar que las protestas contra
el sistema de opresión alcancen un nivel que amenace su continuidad. En ese
contexto, las campañas para promover la alienación de masas son especialmente
perversas. El objetivo es impedir que los trabajadores tomen consciencia del
funcionamiento del engranaje de la falsa democracia representativa (que en la
realidad es una dictadura de clase) y se movilicen para un combate permanente y
frontal contra el sistema.