
Michael Hardt & Antonio Negri
Uno de los retos a los que se enfrentan los observadores de las insurrecciones que se extienden por el norte de África y Oriente Medio, es el que no sean leídos como repeticiones del pasado, sino como experimentos originales que abren nuevas posibilidades políticas, relevantes más allá de la región, por la libertad y la democracia. De hecho, nuestra esperanza es que a través de este ciclo de luchas, el mundo árabe se convierta en la próxima década en lo que América Latina fue en la última -es decir, un laboratorio de experimentación política entre movimientos sociales potentes y gobiernos progresistas, de Argentina a Venezuela, y de Brasil a Bolivia. Estas revueltas han llevado a cabo inmediatamente una especie de limpieza ideológica, erradicando las concepciones racistas del choque de civilizaciones que menosprecia la política árabe como si fuese algo del pasado.